Sus orbes violetas se achicaron con nostálgica, soltó un pesado aire contenido en sus pulmones, sintiendo en el proceso un leve estremecimiento. La suave brisa de primavera meció los mechones sueltos de su cara, y con determinación avanzo hacia aquel lugar.
Toco con cuidad el borde la puerta caída y deteriorada.
Habia pasado mucho tiempo que no visitaba ese lugar. Le dio un ojeada, era moderado, su padre había trabajado duro para construirle un hogar, a ella y su madre. Pese a que su corazón desde que se marcho estuvo lleno de rencor y odio.
Y cuando nació y cumplió cuatro años, empezó su martirio.
La entreno desde muy pequeña para cumplir con su deseo; la venganza contra la aldea que había traicionado los ideales que desde siempre lucho y creyó.
No lo entendía, nunca logro entenderlo bien, pero viendo a su padre de esa manera no quería defraudarlo, parecía algo importante y quería apoyarlo. Pero conforme fue entrenando bajo su orden, conforme pasaba mas tiempo con su padre, fue criada mas como una herramienta que como una hija.
Su madre fue agonizando ante un ambiente tan agobiante rodeado por el odio de su padre hacia su antigua aldea, hasta que finalmente murió de preocupación.
La poca luz que iluminaba mi vida, se había extinguido.
Desde ese día fue como si todo lo que había hablado con mi madre, los únicos momentos felices que siempre quise atesorar, no lo podías recordar claramente, no podía siquiera recordar su voz.
Estaba completamente perdida, solo le quedo seguir cumpliendo con la venganza de su padre. Y también deseo, en el fondo, vengarse de aquella aldea que ocasione todo ese martirio a su familia.
Pero...
Cuando llego, todo fue diferente a como su padre le hablaba. Todo era calma, calidez. Ingreso a la academia, y fue cuando todo empezó a cambiar. La alegría con sus compañeros le hacia sentir bien.
Y ya no quería seguir con el plan de mi padre, no quería...
Camino un poco mas, llego hasta a un cuarto oscuro, sucio y roto. Ahí su madre le hablaba con cariño mientras la peinaba. Hasta ahora recordaba sus caricias en su cabello.
Pero aun así, siguió, siguió con su plan, hasta que sus compañeros le salvaron, tomaron su mano para no seguir dejándola caer aun mas en ese abismo.
Logro recordar a la voz de su madre en medio de la angustia. Gracias a él. Sus palabras le habían dado a entender que ella podía seguir su propio camino. Y lo haba hecho, había decidido seguir el camino que su madre siempre le había hablado y deseado.
Ser feliz.
Saco del bolsillo de su pantalón dos broches en forma de flor color rosa, dejando en la cama donde ella se sentaba. Y así quería, hacia quería darle a entender que...
- ¡Sumire!
Giro inmediatamente, dándole un ultimo vistazo al cuarto sonrió con nostalgia. Sus compañeros de equipo la estaban esperando. Avanzo rápidamente hacia la salida, sonrió a encontrarlos esperándola con una sonrisa igualmente.
Antes de marcharse, volvió a girar para mirar otra vez aquel lugar, que quizás otra vez pasaría tiempo sin visitar.
Soy feliz, madre, no te preocupes... Tengo amigos, que se han convertido también en mi familia... Ya no estoy sola.
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pequeño fic de la delegada, ya ni se si volverá aparecer, pero me gusta mucho su personaje, así que quiero seguir escribiendo de ella nwn ¡Saludos!
