Entre azul y buenas noches
Por Katsumi Kurosawa
Capítulo 1
Extraño Shaman
Caminaba lentamente ante la mirada de muchos curiosos que murmuraban cosas al ver su lúgubre aspecto.
Sospechaba que debía verse terrible… o simplemente el atuendo no iba con el tiempo ¡Pero claro! ¿A quién se le ocurría caminar a pleno día con una Katana en la espalda, unos raros bultos y con gabardina con tanto calor?
Intentó reconocer el lugar, pero aunque él había estado ahí antes, no había manera de reconocerlo sin que pasaran unos años.
Se paró frente a una casa muy grande y antigua pues una fuerza casi magnética lo había llevado a ella.
Por fin… no podía creer que había llegado…
Estaba parado ahí, frente a la pensión de los Asakura, suspirando de alivio y felicidad.
—Es más hermosa de lo que mamá me había contado… —susurró con una sonrisa.
Tanto tiempo, buscando la manera de llegar y arreglar las cosas que tanto habían echado a perder su vida.
Tanto trabajo para lograrlo. Desde los once años en aquel proyecto y frente a él, el fruto de su ardua faena…
Por fin… haría lo que le prometió a su madre antes de morir…
—Sí… —suspiró.
Pero estaba muy cansado, feliz, hambriento y débil, para su desgracia.
Pronto todo se llenó de puntitos negros… el piso daba vueltas sin cesar ante sus ojos.
—No… por favor no…
Lo sabía, sabía que eso le pasaría tarde o temprano porque se había atrevido a viajar, sin comer y sin dominar sus poderes.
Todo en un mero impulso.
Una silueta se dibujó contra el sol. No le importaba mucho quien era porque en aquel instante que sentía su alma separarse de su propio cuerpo.
—Esa maldita posesión está apunto de matarme —fue lo último que alcanzó a decir antes de caer al piso en un haciendo un ruido sordo.
……………
—Joven… joven… ¿Está bien? —se escuchaba una voz muy lejana—. Mira Anna… está volviendo en sí…
Aquella voz fue gradualmente acercándose.
Pronto pudo distinguir el ruido de un televisor, a un pañuelo húmedo en su frente y la sensación de languidez en su cuerpo.
—Que bien porque no quiero vagabundos en mi casa —aquella voz femenina lo hizo abrir los ojos.
—No cambiaste nada —susurró incorporándose y mirando a la hermosa rubia. Sin querer, provocó que el pañuelo en su rostro cayera.
Ella giró la cabeza para ver al vagabundo que su esposo había llevado a casa.
No sabía si tener compasión o simplemente echarlo a la calle. Si sucedía lo primero, su esposo comenzaría a traer vagabundos a la pensión con frecuencia y ya con sus amigos bastaba. Si sucedía lo segunda, tenía la rara sensación de que algo en su interior no la dejaría vivir en paz.
Se quedó algo pasmada, seria, analizándolo… se le hacía conocida esa cara de bobo.
Pero por alguna tonta razón, sabía que no lo había visto nunca.
Aquel extraño tenía el cabello rubio. No tanto como ella, más bien un extraño rubio obscuro que de momentos parecía ser castaño.
Tenía los ojos negros y no aparentaba más de quince años.
— ¿Qué dijiste? —le susurró.
—Je… nada… creo que estoy desvariando —y la miró con atención.
Estaba muy linda con su vestido negro, un rosario azul y una bufanda roja en el cuello.
Tomaba él té y comía una que otra galleta mientras había quitado la vista de la televisión.
—Hola, amigo… Estás en la Pensión "En"… —le había dicho aquel muchacho sonriente, dueño de la primera voz que oyó—. Me llamó Yoh… Yoh Asakura…
—Lo sé —musitó en voz baja.
— ¿Cómo?
—No, nada —lo miró con un extraño interés— ¿Pensión dice?
Aquel muchacho debía tener más o menos su edad, unos quince años, tenía el cabello castaño y unos audífonos naranjas enormes.
Vestía unos pants azules y una camiseta blanca. Lucía una coleta alta y unas garras adornaban su cuello en un muy singular collar.
—Estamos planeando reconstruirla… Su nombre será "Funbari Onsen" —Yoh lo observó con cautela porque se le había quedado viendo a su Anna de una manera rara que le provocaba una fea sensación en el estómago—Ella es Anna, mi esposa…
Pero que raro. No se había asustado ni preguntado "¿Por qué tan jóvenes y ya casados?"
Era la primera persona que comprendía una situación algo incómoda como aquella.
—Mucho gusto —le regaló una sonrisa.
Ella le respondió inclinando la cabeza con un gesto.
Había algo en él… tenía la sensación de que aquella sonrisa la había visto en otra parte…
Pero su mirada paseó entre él y su esposo y luego intentó abandonar la tonta idea de que el chico se parecía a Yoh.
El joven miró a su alrededor. Aquella pareja debía tener un hijo de escasos meses de nacido… pero no había rastros de una criatura en la casa.
— ¿Tienen hijos? —soltó de pronto.
El sonrojo de Asakura Yoh, fue tan notorio como quien enciende una bombilla en plena obscuridad.
—Pues… —tartamudeó notoriamente—… yo… yo quiero… pero… pues es que… yo…
—No tenemos —clara y concisa. Esa era Anna Kyouyama—. Yoh… ya te estás tardando…
—Jijiji —se rascó la cabeza con evidente vergüenza.
"Cielos… creo que he llegado antes…" pensó quitando un rizo rubio de la cara.
Pero era de esperarse… no sabía la fecha actual… aunque seguramente no tardarían mucho en tenerlo.
—Supongo que podrán alojarme unos días…—intentó cambiar la conversación puesto que parecía muy incómodo para el joven castaño.
— ¿Ahora los vagabundos tienen dinero?
"Anna… tan cruel y desconfiada como siempre" pensó divertido.
Yoh lo miró algo extrañado ¿Cómo es que el raro joven no se sorprendía ante la hostilidad de su Anna? Eso sólo lo hacía más raro…
—No se preocupe… pagaré —miró a su alrededor. Su equipaje estaba cerca y se acercó a él para sustraer un saco, ligeramente grande— ¿Para cuanto me alcanza con noventa mil dólares?
Los ojos de Anna brillaron avaros.Un cliente adinerado en la pensión…
Pero si planeaba ser su huésped, tendería que saber con que clase de persona era.
—Quizá para dos años—susurró ocultando su alegría—… pero ¿Seguro que no eres un ladrón?
—No… ¿Por qué habría de serlo? —realmente no comprendía porque la rubia lo miraba con extraño interés.
—Nadie carga tanto dinero en efectivo… —le echó una mirada sospechosa y por fin, una sonrisa se apoderó de sus labios— A menos que hayas robado un banco y huyeras de la policía y por eso Yoh te hallara desmayado en nuestra puerta…
—Anna… No seas cruel… parece una buena persona…—el castaño soltó una de sus risitas tranquilizadoras.
—Lo mismo dijiste del tarado de Horokeu y vino a comerse la pensión—le reprochó— ¿Pudiste huir y agotarte hasta el desvanecimiento? —se dirigió al chico rubio.
—No… Se lo aseguro—hizo una pequeña pausa—De donde vengo… esto alcanza para una noche —bajó la vista. Había hablado demasiado.
—Bien… me conformo —dijo la Itako con satisfacción.
— ¿Cuál es tu nombre? —le preguntó sonriendo con amabilidad.
El joven dudó un segundo.
—Yo… me llamo… Hana…
Continuará.
Notas de autor:
Bueno… aquí Katsumi de vuelta con sus bobadas de siempre.
Corto, sí… bastante.
Si están confundidos… JA! ES LO QUE QUERÍA DESDE UN PRINCIPIO XD
Todo a su tiempo.
Ya sabrán…
jeje
Ciao…
Y Que los ilumina la eterna luz!!!!
