El fin de la luz
Una misión
Más allá de la isla File, antes del mar negro, un inmenso castillo, invisible a los ojos de los humanos, se yergue imponente en el centro de un extenso bosque. En una de las habitaciones ocultas y más grandes del castillo, dos sombras mantienen una conversación.
-¿Los localizaste?- preguntó con voz tranquila y ronca la primera sombra subida en un gran sillón que se elevaba por encima del suelo.
-Sí mi señor, mañana partiré hacia allí como ordenó y cumpliré con la misión que me encomendó- dicho esto, la segunda sombra se arrodilló frente a la primera esperando su aprobación.
-Muy bien Rionosmon, puedes partir con tus digimons- después de hacer un gesto con lo que parecía una mano, la primera sombra giró su sillón dando por terminada la conversación.
Rionosmon se levantó y salió del gran salón donde se encontraba y cerró la inmensa puerta tras él.
Dentro del salón, por el que no entraba ni el más mínimo rayo de luz, la primera sombra comenzó a leer un gran libro. Después de unos segundos, lo cerró con furia y comentó para él mismo:
-Creo que no tengo alternativa, dentro de poco tengo el presentimiento de que necesitaré tomar esta insignificante y asquerosa forma.
La sombra se quedó pensando si realmente necesitaría llegar al extremo de tener que cambiar de forma para conseguir aquello que deseaba.
Mientras eso ocurría en el salón más oscuro del castillo, Rionosmon daba instrucciones a los digimons, cuando acabó, se dirigió hasta un ordenador, y allí, con varios seres detrás de él, levantó un aparato de dimensiones pequeñas y lo apuntó hacia la pantalla.
Una potente luz cubrió a los digimons dirigidos por Rionosmon y se los tragó por el ordenador.
En ese momento, en un callejón oscuro de la ciudad de Odaiba, varios digimons con aspecto de humanos normales y corrientes, dirigidos por un hombre con una gran gabardina negra, hacían su aparición rodeados por una potente luz que poco a poco se fue extinguiendo.
