Título: Un arma secreta

Autor: BlackSensei

Clasificación: M (por posible lenguaje o lemon)

Advertencias: Slash, relaciones homosexuales. Se mantiene toda la historia igual hasta justo antes de la batalla final. Posiblemente utilizare tanto hechos de los libros con los de las películas.

Disclaimer: Harry Potter, su mundo, trama y personajes no me pertenecen. Son creación de J.K. Rowling.

Notas: El prólogo contiene el primer texto que escribí en un momento de inspiración y del cual inició a surgir toda la trama.


Prólogo

25 de Mayo del 2010

Que todos los Gryffindor se fueran a comer mierda de hipogrifo.

Si, mierda de hipogrifo y mejor si esta era de color rojo y oro para que el mundo comprendiera lo hipocritos que eran.

Y es que a Draco Malfoy le importaba muy poco el famoso trío de oro y la amistad "perfecta" que vendían al mundo mágico en El Profeta.

Él mejor que nadie sabía que a pesar de que San Potter rechazó su amistad en primer año de los dos él era quien había ganado, al final, los mejores amigos.

Si, amigos. Porque eran los mejores putos amigos del mundo.

Hasta el maldito sombrero lo decía "Harás a tus verdaderos amigos en Slytherin". ¿Quien fue el imbécil que inventó que los Slytherin no podían mantener amistades sin apuñalarse por la espalda? ¡Por Morgana! Que hasta Dumbledore, cuando el vejete aún vivía, insistía en la sabiduría del andrajoso sombrero.

Que nadie se atreva a dudarlo. Los Slytherin mantenían las amistades más leales y saludables del maldito mundo mágico de Gran Bretaña, punto.

Bueno... tal vez saludables no era el mejor término para describirlo...

¡Vale ya! Si, lo aceptaba.

Sus amigos eran unos hijos de puta.

Si. unos Hijos de Puta. Con todo el valor de la mayúscula H. P.

Espera… H. P. de Hijos de Puta… H.P. de Harry Potter… ¿Porque nadie había deducido lo que era Potter solo con las iniciales de su nombre? pero volviendo al tema…

Si. Eran todos unos Hijos-de-Puta.

Ni ellos mismos podían negar que eran personas poco ortodoxas.

¿Que si Blaise era un mujeriego que le gustaba desvirgar jovencitas mientras las enamoraba con el único propósito de romperles el corazón? Si.

¿Que si Pansy era una puta ninfomana con un fetiche por los adúlteros y romper matrimonios, especialmente entre gryffindors? Si.

¿Y que?

Él mismo, Draco Malfoy, tenía como meta personal tirarse a todos los heterosexuales que valieran la pena hasta que fueran abiertamente homosexuales.

¿Eso los hacía menos amigos que los estúpidos gryffindors? Por la virginidad de Minerva McGonagall que no.

Draco levantó la copa de vino tinto que llevaba en su mano para mirar a través de ella a Blaise, el moreno tenía la mirada fija en el plato que servía como si se tratara de su obra maestra.

— Zabini - arrastró las palabras tomando un poco de arena con su mano y lanzandola hacia el de ojos azules.

— ¡Draco! - regaño Pansy mientras Blaise cubría el plato con sus manos para que los granos no cayera a la comida.

— Es un picnic en medio de una playa repleta de muggles semi desnudos Blay, deja tu alta cocina y pasame un sandwich, muero de hambre

Una gaviota pasó volando al lado del grupo haciendo la arena dispersarse en ese momento. La costa británica estaba abarrotada en esa época del año y los tres magos estaban sentados en sillas plegables muggles sobre un mantel de cuadros rojos y blancos, en medio la canasta de alimentos preparados por Blaise y una exclusiva botella de vino tinto mantenida a la temperatura ideal con un hechizo de enfriamiento de Draco.

— De repente recuerdo que solo hay dos sandwiches y ambos tienen mostaza, una pena Malfoy - devolvió el moreno con una sonrisa ladina.

— Una pena, realmente - dijo con tono excesivamente noble Pansy mientras tomaba el plato que le ofrecía Blaise y soltaba una sonrisa floja - tal vez yo también olvide, casualmente, traer tu postre querido

— Si, eso realmente sería una verdadera tragedia ya que soy el encargado del vino - bufo en una sonrisa sarcástica el rubio.

— Jo-der, de repente recuerdo que aqui esta tu maldito sandwich sin mostaza - salto Blaise casi tirandole un plato al de ojos grises.

— Buen chico, Blay. Buen chico - asintió en acuerdo y con sonrisa ganadora.

— Pensar que llegaría el día en que estaríamos comiendo alimentos muggles, en un lugar repleto de muggles… quién lo diría - suspiro Pansy mirando hacia el mar donde se empezaba a poner el sol.

— Deja el drama Pam - Blaise entonces le dio una gran mordida a su emparedado.

— Y a diferencia tuya, mi vino es completamente mágico, no me incluyas en tu muggleizada vida

— Oh claro Draco querido, como tu trabajo no es ni más ni menos que servirle la comida a los muggles - rió la morena tomando de su copa de vino.

El rubio la miró de soslayo y solo la ignoro mientras mordía su propio sándwich, la morena solo rió.

Tal vez ese momento no era el mejor para probar su punto sobre los buenos amigos. Pero… volviendo a la parte de que eran unos Hijos-de-Puta...

Estaba el detalle de haber sido sirvientes del señor tenebroso.

Si, todos habían formado parte del ejército de mortifagos y, todo sea dicho, eso fue solo porque sus padres los obligaron.

¿Que actuaban como si estuvieran orgullos y honrados por la marca en sus antebrazos? Si, pero es que maldita sea, nadie tenía que saber lo miserable que eran por servirle a un Lord que nunca buscaron.

Entre causar más lástima que un squib o parecer unos arrogantes y asquerosos mortifago ¿cual elegirías? estaba más que clara la elección para, al menos, mantener el orgullo.

Y cabe resaltar que de dejar de servirle al señor oscuro sus familias quedaban como garantía con la sentencia de una muerte más escalofriante que un simple Avada Kedavra.

Y vale, que le hacían la vida imposible a todo el resto del mundo, en especial si eran gryffindors o hufflepuffs; y que eran los putos amos de Slytherin desde su cuarto año... además, dejando de lado su característica humildad, Draco era el indiscutible rey del grupo y por ende portador innegable de la tarea de mantener su reputación como el más hijo de puta de todo Hogwarts. Tenía que mantener algunos estándares.

Si si. Disfrutaban jodiendo la vida del trío dorado y sus amigos, si, incluso si hacerlo consistía en métodos poco honestos y de ética dudable.

Vale, sí, que eran los putos antagonistas y lo sabían ¿pero alguien podía cuestionarlos por disfrutar serlo?

— ¡Mierda! - gritó con toda la clase de una sangre pura, una Pansy Parkinson con la cara compungida por el dolor.

Tras el arenoso picnic habían decidido caminar por la playa para contemplar el atardecer y a la idiota de Pansy se le había ocurrido sacar una cámara de fotos muggles que le habían regalado.

Y en esas había terminado modelando su silueta en el atardecer y mientras intentaba hacer una pose de yoga, pero elevando una pierna hacia atrás hasta la altura de su cabeza se había terminado acalambrado.

— Callense… hijos… de… puta… ¡Mierda! - la morena no se hallaba mientras caminaba cojeando intentando, infructuosamente, estirar los músculos compungidos de su pierna izquierda.

— Se te ha acalambrado la nalga - se carcajeaba Blaise.

— La monogamia no te sienta nada bien Pansy - se las arregló para decir Draco conteniendo la risa limpiándose las lágrimas de los ojos - ¿Acaso tu muggle ya no te saca del misionero?

— Hoy oficialmente murió la Pansy que presumía de conocer cada postura del kamasutra.

— ¡Vayanse a la mierda!

— Que vocabulario más inapropiado, querida

— Si, Pams, que hay niños presentes - ambos hombres no podían parar de reírse mientras las personas a su alrededor los miraban como locos.

— Duele - murmuro en un puchero la pelirroja - par de hijos de puta - la morena ya podía mover con más normalidad la pierna pero su cara aún reflejaba dolor.

— Mira el lado positivo, querida - rió Draco mostrándole el pedazo de papel fotográfico que acababa de salir de la polaroid - la foto quedo justo antes de tu humillante colapso monógamo.

— Algo bueno de los muggles - rió Blaise volviendo a la compostura - solo captan los momentos por un fragmento de la realidad.

Si, podían decir lo que quisieran, ellos eran poco ortodoxos pero no eran los malos.

Venga que se habían vuelto espías de la orden del pájaro ese y habían ayudado a derrotar a Voldemort.

Fue Draco quien tomó la iniciativa de convertirse en espía y luego había arrastrado a sus amigos con el.. ¿ya había mencionado que Draco era el rey indiscutible del grupo?

Y es que sin ellos no se habría podido ganar la guerra, modestia aparte.

Y vale qué tal vez en el proceso Pansy rompió la mitad de los matrimonios de la Orden del Fénix y Zabini se había tirado a todas las jovencitas del ejército de Dumbledore...

Pero nada serio o potencialmente malvado.

¡Pero carajo! que eran antagonistas felices de serlo, incluso apoyar el lado de la luz no podía cambiar su personalidad que solo era tachada de mala porque no seguía la extremadamente ridícula rectitud Gryffindor...

¡Ese era el punto de todo! Los gryffindors eran unos hipócritas moralistas.

Es decir... ¿que tan malo podía ser que Draco se las hubiera arreglado para volver gay a tres de los siete hermanos Weasley? Habían sido los putos amos espías y tendieron perfectamente la emboscada que llevó a la batalla final y el posterior triunfo del lado de la luz, y por ende, fueron responsables directos de la muy humillante muerte de Lord Voldemort.

¿Porque tenían que juzgar su inmoral personalidad y olvidar que eran putos héroes de guerra?

El mismo Draco tenía enmarca su reluciente orden de Merlín primera clase, la misma, que San Potter, alias el-Niño-que-vivió-y-volvió-a-vivir-y-vivió-de-nuevo-y-¡finalmente!-venció había recibido.

Y es que Draco, más que nadie en toda la orden del pajarraco, se había llevado la peor parte y los peores castigos de Voldemort, aguantando torturas por años, para llevar al bando de la luz a la victoria.

— … entonces le dije que me habían ofrecido un trabajo en la antártica, y a la semana ¡Bam! tomó un avión para el polo sur, les digo, ¡esta loca! - gruño Blaise después de su tercera copa de vino.

— Les digo, los muggles tienen serios problemas mentales - asintió Draco viendo en el horizonte los últimos rayos anaranjados del sol.

Habían encontrado una banca frente al mar esperando que Pansy se recuperara y pudiera caminar, pero solo habían terminado tomándose toda la botella de vino.

— Eso me recuerda a Emmeline Vance - rió entre dientes una ligeramente sonrojada Pansy.

— ¿La esposa de Elbert Vance? - pregunto un poco desubicado el rubio.

— Pansy se acostó con el señor Vance por el tiempo en que estuviste en Irlanda

— Ni para qué me sorprendo - respondió Draco encogiéndose elegantemente de hombros.

— De hecho, me lo tiré por el tiempo en que estabas en Escocia, no Irlanda… pero al punto, tras el divorcio la mujer me siguió hasta Rusia buscando venganza - rió con ganas la chica de ojos miel - intento darme con un hechizo de enamoramiento para que me quedara en Rusia para siempre enamorada de algún nativo obeso.

— Ya ves, no solo los muggles tienen problemas mentales - Blaise palmeo fuertemente la espalda del rubio.

— Viéndolos a ustedes dos así de borrachos después de unas cuantas copas de vino comprueba eso Blay - Draco se levantó sacudiendo elegantemente sus ropas muggles.

— No estoy borracha - replicó la morena frunciendo el ceño.

— Ya le envie un mensaje por el celular a tu muggle, debería estar por llegar, vamos - urgió Draco mirando hacia la calle cercana en busca de algún auto esperandolos.

Pansy se levantó mirando también hacia la calle y, discretamente, apoyándose del rubio para no dejar en evidencia su falta de equilibrio.

— ¿Qué hay de mi? - Draco miró incrédulo a Blaise, quien seguía sentado y miraba hacia el suelo.

— Lo preguntas como si no supieras ya a qué bar cercano vas a ir a pasar la noche hasta encontrar una pobre muchachita - lo reprendió entre risas Pansy.

— Oblivion Bar - sonrió de medio lado el moreno levantándose de la banca - y normalmente los tres iríamos de juerga a encontrar a quién tirarnos, no te hagas la inocente Pams - la morena solo rodo los ojos.

— Tengo que regresar a londres a trabajar - fue la única respuesta del rubio - y por la ebriedad de ambos ya voy apenas con tiempo para llegar.

— La incomprendida clase trabajadora - bufó Blaise pasando un brazo por los hombros del rubio - una lastima, ya que me dicen que es el bar gay de moda en Preston - dijo el moreno mientras se miraba las uñas desinteresadamente.

Draco y Pansy intercambiaron una mirada de asombro antes de fijarla en el más alto de los tres.

— ¿Bar gay? - casi chilló Pansy con la boca indignamente abierta.

— Ni se te ocurra - dijo Draco encarando al moreno - tienes terminantemente prohibido salir del closet si no es de mi mano

— ¿De tu mano significa follar contigo? - pregunto con cara de asco el moreno.

— Ew, no - gruñó el rubio empujando al italiano lejos de él - que asco, Zabini

— Eso digo, sería incesto… ¿salir del closet de mi mano? ¿se puede ser más gay? - el rubio puso los ojos en blanco pero quitó su cara de asco.

— Draco no te lo perdonaría nunca Blay, que te hagas gay de forma que no sea bajo su influencia - dijo Pansy riendo ligeramente, y tras el shock inicial, había regresado su mirada a la calle en busca del auto de su novio.

— Mi reputación se iría al caño si mi mejor amigo se declara gay, la gente empezaría a decir que he perdido mi toque sí tuve a un hetero potencialmente gay a mi lado por tanto tiempo y no lo volví homosexual, así que ni se te ocurra

— No seas idiota Dragoncito - rió el moreno pellizcando una de las mejillas del rubio, Draco solo gruñó apartandolo de un manotazo - ustedes saben mejor que nadie que soy orgullosamente e irremediablemente heterosexual.

— ¿Entonces qué vas a hacer un viernes en la noche en el bar gay más concurrido de Preston? ¿Unirte a su club de costura? - se burló la chica en el exacto momento que un auto Ford negro paraba frente a ellos.

— No, Pams, he decidido ser el anti-Malfoy y volver a las lesbianas heterosexuales

— Que gracioso, como si pudieras tan siquiera llegar a los tobillos para ser llamado el anti-yo - Draco se arregló arrogantemente el cabello.

— Como digas - bufó mientras los tres caminaban hacia el vehículo - voy por la bartender, es la hermana del dueño y hetero, la conocí cuando fui por agua en la playa - se encogió de hombros mostrando un papel donde estaba el nombre del bar con un número telefónico y la marca de un beso dado al papel con labial rojo mate.

— ¿En qué momento lograste ligar? Te tuve a mi lado todo el tiempo - se sorprendió Pansy mirando el papel mientras abrazaba al moreno como despedida.

— El que tú te hayas oxidado en fidelidad no hace que todos hayamos perdido el toque - se burló el rubio abrazándola también.

— Pobrecita, pensar que antes se regodeaba diciendo que podía tirarse a cualquier desconocido si le dabas cinco minutos

— Vayanse a la mierda los dos - la morena le tiró el papel en la cara a Blaise de mala gana, ambos hombres rieron - no los dejaré en paz cuando sienten cabeza.

— Como si eso fuera a suceder - bufaron ambos al tiempo.

— Idiotas - repitió Pansy negando con la cabeza mientras corría ligeramente hacia el vehículo abriendo la puerta del copiloto.

— Saludos a John - dijeron a coro ambos chicos mientras se despedían con la mano.

Si, los tres tenían una Orden de Merlín primera clase. Los tres habían servido desde el inicio de la segunda guerra para el bando de la luz ¿Y como les pagaban? Mirando a Draco y sus amigos como escoria por las calles al término de la guerra, cambiando a sus niños de acera para alejarlos de su lado cuando caminaban por el Callejón Diagon.

Expropiados de todo y rechazados por la sociedad, obligados a vivir en una cárcel disfrazada de barrio sin ninguna posibilidad de conseguir empleo y recurriendo a tabajos muggles para sobrevivir.

Todo porque en el juicio solo veían la marca en sus antebrazos.

¿Y quienes habían realizado el juicio? gryffindors, los leales leones que se habían auto nombrado la justicia cuando tras varios años terminó la guerra que ellos, los Slytherin, habían ayudado a ganar.

Draco llegó frente a la pequeña cafetería ubicada en el corazón de Notting Hill, el olor a café inundó sus fosas y apenas abrió las puertas el bullicio del concurrido pero acogedor lugar llegó a sus oídos.

El rubio se dirigió directamente hacia la puerta al fondo del lugar solo asintiendo con la cabeza al saludo de la chica en la caja registradora.

Tras la puerta estaba el área de empleados, Draco sacó de su casillero su ropa de trabajo: una camisa blanca elegante y un pantalón negro que apretaba justo en los lugares donde debía. Tras arreglarse ligeramente el cabello se puso el delantal café oscuro que se amarraba a sus caderas y cubría la parte inferior frontal de su cuerpo. Metió la mano al bolsillo del delantal asegurándose de tener ahí la libreta y el artefacto que los muggles usaban como plumas.

Le tocaba el turno de la noche esa semana, no era su favorito ni el de nadie. Era una acogedora cafetería local con cómodos sofás y cojines; todo el lugar era con motivo de una biblioteca, con escaparates llenos de libros.

Sin embargo tenían servicio las 24 horas, y en la noche era la hora en que todos los raros, sospechosos y borrachos arribaban al lugar.

Si ya era difícil interactuar con los muggles era mucho peor con los, normalmente, trastornados que llegaban en la noche. No eran las personas favoritas de Draco pero el rubio intentaba desde hace un par de meses obtener ese turno siempre, por el simple hecho de que más que un mesero era un barista ya que a esa hora le encargaban a él preparar los cafés y otras bebidas.

Esa noche, por suerte, todo transcurrió sin altercados. Llevaba apenas unos meses trabajando allí pero a había tenido que vivir incidentes que involucraron a la policía, a paramédicos y hasta bomberos.

Draco terminó de tomar la orden de un par de mujeres que, según le habían dicho, vivían en esa misma cuadra y al menos tres veces a la semana se las arreglaban para ir a la cafetería solo para verlo fijamente mientras pestañeaban en exceso.

Eso realmente no lo molestaba, esas dos mujeres siempre dejaban su interés sólo como algo platónico, a diferencia de muchas otras. Además, la propinas era lo suficientemente buena como para obviar el hecho de que era gay mientras les coqueteaba pasivamente tras las insinuaciones de las damas.

— Draco - llamó su atención Margaret, la cajera - ¿me puede cubrir un momento? tengo que ir al baño - urgió la chica

— Claro, Marggie - en un par de zancadas el rubio ya estaba al otro lado de la barra.

— Eres un amor - dijo la chica picándole un ojo exageradamente, era una morochita de no más de 25 años y ella sí que conocía su orientación sexual.

— Recuerda eso a la hora de repartir los pastelillos sobrantes cariño - rió Draco.

— Serán todos tuyos guapos, no hay nada que Ben pueda hacer al respecto - sonrió alejándose camino al baño refiriéndose al otro mesero, un castaño, que estaba recogiendo una mesa al fondo del lugar sin enterarse de que había perdido sus amados rollos de canela esa noche.

El rubio ordenó distraídamente unos recibos cerca de la caja y tras unos instantes decidió ir adelantando los dos caramel macchiato que habían ordenado las clientas.

Ya que no llegaba ningún cliente para darle la bienvenida y nadie parecía listo para pagar, Draco fue a darle su pedido a ambas mujeres quienes le agradecieron con risas tontas y mirándose de forma cómplice entre ellas.

En ese momento la campanita en la puerta principal sonó anunciando la llegada de un nuevo cliente. Draco se apuro dejando la bandeja sobre el mostrador antes de girarse a recibir al recién llegado.

— Bienvenido a Coffee Plant, ¿qué desea esta noche, seño…?

El discurso memorizado de Draco se cortó abruptamente cuando se terminó de girar y vió al hombre frente a él.

Cabellos azabache más desordenado que un nido de pájaros, ojos verdes enmarcados en gafas culo de botella y boca boqueando como un pez fuera del agua.

Harry Potter. El elegido. El Salvador del mundo mágico slash San Potter.

Allí, frente a él, con una cara de sorpresa igual a la que el rubio intentaba esconder tras su máscara de eterna indiferencia… infructuosamente.

— ¿Ma-Ma-Malfoy?

Tartamudeo el moreno que vestía una camisa blanca simplona y unos jeans muggles. Draco tragó saliva y por más que lo intentó no pudo moverse, estaba paralizado por la sorpresa y ni siquiera podía desviar sus ojos de las esmeraldas contrarias.

Mierda… eso estaba mal. Estaba muy mal… peor que mal.

Era Harry Potter y sus ojos de color verde imposible… esos malditos ojos que había visto por última vez hace ¿meses, años? no importaba… lo que importaba es que los había visto por última vez justo antes de huir de aquella habitación de hotel sin mirar atrás. Justo antes de huír sin siquiera dejar una nota después de una noche de sexo lo suficientemente salvaje como para haber roto la cama de madera. Y aún peor, justo antes de huir sin, tan siquiera, pagar la suite presidencial donde habían follado como conejos toda la noche.

Incluso para los estándares de antagonista de Draco Malfoy eso había sido una bajeza… bueno, una imperdonable y descarada mierda para ser más exactos.

Y ahora Potter estaba ahí, con su cara de sorpresa rápidamente transformada en una de resentimiento. Draco pudo sentir claramente el ambiente tensandose y la magia del mago más poderoso de Gran Bretaña inundando todo el café violentamente.

Draco sabía que aún mantenía su cara de indiferencia, enseñada por años, en su sitio pero estaba seguro su cuerpo estaba en posición de defensa involuntaria.

Una posición que se transformó rápidamente en una de huida cuando el moreno dio un decidido paso hacia el.

Eso era malo y el instinto de supervivencia que todo honorable miembro de la casa de las serpientes desarrollaba, con el fin de mantener su rastrero trasero con vida, le indicaba a Draco claramente lo que debía hacer: debía huir.


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