"Mis palabras son balas,

balas de paz, balas de justicia...

soy la voz de los que hicieron callar sin razón,

por el solo hecho de pensar distinto...

Ay Dios...Santa María de los Buenos Aires,

¡si todo estuviera mejor!" (Matador. Los Fabulosos Cadillacs).

"¡Se siente, se siente Allende en la historia de la gente!" (Palta Meléndez, en su rutina en el Festival de Viña del Mar, año 2007).

"Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile!, ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!" (Último discurso de Salvador Allende. Radio Magallanes. 11 de Septiembre de 1973, 10:15 am)


"Adiós. Preludio del Terror"

03 de Septiembre, 2003. Santiago de Chile.

-¡Dios mío, Terry!- exclamó Candy- ¿Qué pasó?- no contestó ni la miró.

-No ha hablado desde que le saqué de la cárcel. Parece que estuviera en un trance- dijo Annie preocupada mientras ayudaban a Terry a sentarse en un sillón de la sala.

-Gracias por tu ayuda Annie.

-No hay de qué- sonrió la morena- bueno, no pude explicarte bien lo que había pasado por teléfono. Pero según me explicó el oficial, tuvieron que encerrarlo porque estaba golpeando a un hombre de forma descontrolada en plena vía pública. Pero como no tiene antecedentes penales, solo pagué la fianza y lo soltaron sin problemas. Además, el tipo no es una blanca paloma.

-¡¿Golpeó a un hombre!?- exclamó la rubia- ¿Pero por qué?...el no es violento, al contrario, su temperamento es muy tranquilo. En fin, ya me lo explicará el. ¿El hombre está bien?

-Si, bien. Bien golpeado, le sangraba la nariz y tenía moretones- lo dijo todo muy seriamente, pero al terminar de hablar esbozó una sonrisa de satisfacción, como diciendo: "es lo menos que se merece".

-¿Por qué la sonrisa?- cuestionó extrañada. Annie suspiró.

-El tipo ese está ahora en la cárcel. No lo van a soltar muy pronto. Al menos, el *habeas corpus fue aceptado. Ya deseo ver ese juicio. Pasará un buen tiempo en la sombra.

-¿Cómo así? ¿Es un malhechor acaso, un ladrón o algo por el estilo?- Annie volvió a suspirar.

-Ojalá se tratara solo de eso- le siguió un silencio incómodo.

-¿Cuál es su nombre?

-Ricardo Tolquemada- contestó Terry desde el sillón. Mas su mirada seguía perdida.

-Bueno- dijo Annie para romper el silencio- les aviso cuando sea el juicio. Ejercerás como testigo acusete, ¿verdad Terry?

-Oh, si- susurró- y no descansaré hasta que le den al menos 50 años de presidio.

Annie se despidió y se fue. Candy cerró la puerta y se sentó frente a su esposo. Ella lo miraba. El miraba el piso. Mas que nunca la rubia deseó poder entrar en su mente y desentrañar sus secretos. Por una razón que el nunca le confesó, le afectaba demasiado el mes de Septiembre. Se volvía mas melancólico y callado que de costumbre. Algo doloroso le ocultaba, y ella quería saber qué era. Solo así podría tenerlo por completo. No tenía una sola duda de su amor por ella, pero siempre, desde que lo conoció, había estado "compitiendo" contra algo. Con el recuerdo de alguien probablemente. Llevaba casi veinte años haciéndolo, y al principio fue difícil, pues estaba luchando por un ser que tenía el corazón y la conciencia hechas trizas. Mas que segura estaba de que aquel hombre, Ricardo Tolquemada, tenía mucho que ver con el hecho de que Terry estuviera tan renuente de volver al país de Chile, aunque fuera solo por una temporada corta de trabajo. Y también tenía que ver con su carácter melancólico y pensativo, pues aunque solía ser de carácter bastante alegre y de temperamento estable, a veces se perdía en sus recuerdos incontables. También era la causa de que cada cierto tiempo despertara sobresaltado por alguna pesadilla en particular, y que despertara con lágrimas en los ojos. Y seguramente era la causa de que decidiera el convertirse en abogado precisamente de los derechos humanos.

-De una oreja lo voy a llevar a una terapia con el psicólogo- pensó Candy- nunca me ha hecho caso cuando se lo he propuesto, pero se acabó.

Finalmente ella habló mientras le tomaba las manos.

-¿No crees que ya es hora de que me cuentes todo lo que no me has confesado en casi veinte años?- dijo en voz baja.

-¿Siempre lo supiste?

-¿Que algo me ocultaste siempre?, así es. Y estoy segura que esta será la primera vez que lo cuentes.

-¿Cómo estás tan segura de que voy a hablar?, ¿con qué me chantajearás?- preguntó con una sonrisa de burla.

-Con sexo. La vieja confiable- dijo con altivez.

-De acuerdo, has ganado. Como siempre. Pero primero que nada, quiero darte las gracias por todo. Por tu paciencia, por tu amor, por esperarme, por...todo. Nunca podré pagártelo- la besó y ella le sonrió.

Luego le soltó las manos y se quedó un momento en silencio.

-Vayamos a acostarnos. Ahí te lo contaré todo. Esto va para largo.

-Está bien- dijo Candy.

Fueron a su habitación y se prepararon para ir a la cama. Una vez en ella y abrazados, Terry comenzó a hablar

-Partiré desde el principio- dijo.

-¿Desde el principio?- extrañada.

-Si. Desde el año de 1970...


Flash Back:

Terry había llegado por vez primera al territorio chileno a comienzos de 1970, con cinco años y debido a asuntos laborales y de alguna manera diplomáticas de su padre. En Nueva York, su padre Richard era un hombre de negocios, bastante exitoso, dedicado a manufacturas y maquinarias. Por tal y para asegurar la influencia de Estados Unidos sobre Chile (y mas después de la revolución cubana), fue enviado allá para negociar con los empresarios de dicho país y venderles sus maquinarias, además de asesorarlos en su correcto uso e inversión. Por supuesto, las intenciones de su padre eran genuinas; sin embargo, la verdad es que lo enviaron para echar un vistazo a la situación política, pues había resultado electo para Presidente de la República el candidato de la Unidad Popular, Salvador Allende...claro, que la izquierda no podría haberlo logrado sola, no sin cierta "influencia" de la derecha (si es que siempre han tenido una relación de amor y odio, y eso fue así). Además, luego de la reciente revolución cubana, muchos y sino todos los países latinoamericanos querían lograr independizarse de Estados Unidos y su influencia inagotable, así el presidente Richard Nixon de EEUU buscó todas las formas habidas y por haber para acabar con Allende. Richard y su madre creían en la autonomía de un Estado soberano, por eso el opinaba igual, y nunca estuvo de acuerdo con el actuar del país norteamericano. Y sin embargo, no toda la culpa fue de Estados Unidos respecto a lo que se desencadenó mas tarde.

Al principio, le parecía un país bastante curioso, con sus gentes muy trabajadoras, y a la vez conservadoras. Había material para hacer de ello un Estado próspero: riqueza en recursos naturales, fábricas y empresas, gente trabajadora...la pregunta era ¿Cómo lo hacemos? Y ahí entraba las recomendaciones de Estados Unidos.

Luego fue capaz de ver los distintos matices sociales: los sindicatos, que se unían para lograr lo que deseaban; riqueza por una parte, pobreza por otro, y sus ideologías igual de distintas. Con el tiempo, y viendo a sus padres, que se podía decir que eran ni de izquierda ni de derecha, al centro solamente, aprendió a admirar a Salvador Allende. Era dentro de todo un hombre mas que bueno que malo, y buscaba ayudar a su pueblo a salir adelante, como con la nacionalización del Cobre y los recursos naturales. También impulsaba la educación y la lectura. Y daba unos discursos...sublimes. Tenía muy buenas intenciones, pero la situación era la complicada. Crisis económica fuerte; los militantes de extrema izquierda, como el MIR y sus protestas extremas que ponían en peor situación al gobierno; las protestas de la misma extrema derecha; los sindicatos y sus distintas opiniones sobre si seguir presionando al presidente, o si tener algo mas de paciencia; el mismo carácter muy permisivo de Salvador Allende, etc...

Iba a un buen colegio público, sus padres querían que conviviera con todo tipo de niños, desde hijos de obreros hasta hijos de médicos. Tuvo algunos amiguitos, muchos de los cuales dejó de ver luego de 1973...

- Si las cosas siguen así...temo que tendremos que volver a Estados Unidos. Las cosas están cada vez peor. Es peligroso- oyó decir una mañana de Abril de 1973, cuando ya contaba con 8 años, a su padre. Su madre no contestó, pero se leía la preocupación en su rostro.

Hasta que ocurrió el Tanquetazo, primer intento de golpe de Estado el 29 de Junio de 1973. Fue liderado por el Teniente Coronel Roberto Souper, y los detuvo el General Carlos Prats (moriría en 1974 asesinado por la DINA). Sin embargo, esto fue como un presagio del derrocamiento de Allende.

La ciudad entera entró en pánico, sobre todo la clase obrera. No hay certeza de su alcance, y los opositores celebran el alzamiento. El miedo generalizado se había instalado ya, y los ánimos se caldearon todavía mas. Crecieron los rumores golpistas y la tensión política y social se disparó.

Dos semanas antes del golpe, Augusto Pinochet fue designado comandante en jefe del Ejército, sustituyendo a Carlos Prats...precisamente por Salvador Allende, quien confiaría en el hasta el último segundo, y que a cambio recibiría el beso de Judas.

En la preparación del golpe, no tuvo un papel fundamental, pero aprovecharía el momento justo para encabezarlo.

Y el martes 11 de Septiembre de 1973...fue la última vez que vio a su amigo Alejandro, un vecinito que vivía cerca. Y debido a la amistad de ellos, las familias también se conocieron y compartieron. El padre de Alejandro era comunista (o "comeguagua", según los opositores decían de los comunistas), militante del MIR, y estaba de parte del gobierno allendista. Tenía también una hermana mayor, María, jovencita de 15 años que al pequeño Terry le atraía. Y la madre de Alejandro, una señora muy amorosa.

Aquel nublado día de Septiembre, el ambiente era tenso. Demasiado. Algo sucedería. Algo que cambiaría la historia de Chile...para siempre.

En la madrugada del mismo día, los barcos de la Armada zarparon de regreso a Valparaíso (puerto principal de Chile). Algunos cañonazos bastaron para ocupar y sitiar las calles del puerto, la Intendencia y centro de comunicación. Solo eran las seis de la mañana.

En la región Metropolitana, los primeros movimientos comenzaron a las 7:30 am, y Allende informó del levantamiento al país. Mas tarde descubriría que los tres cuerpos (Fuerza Aérea, Ejército, Armada) estaban implicados.

En algunos hogares pretendían brindar por la inminente caída de Allende. Otros, debían buscar la forma de huir y protegerse no solo del Ejército, también de los "soplones" que nunca faltan. En el último grupo, estaba la familia de Alejandro. Su padre se contactaba con sus compañeros para ver qué hacer, entonces tomó la determinación de sacar a su familia del país. Cuando llegó el taxi que les llevaría al aeropuerto, Terry salió de su casa para ir a ver qué pasaba.

-¡Hey! ¿Qué pasa?

-Nos tenemos que ir. Eso dice mi papá- le contestó quien fuera su mejor amigo durante tres años.

-¿Por qué?- Ale se encogió de hombros.

-¡Ale, date prisa!- le dijeron sus padres. María se acercó.

-Toma- Terry le obsequió una pequeña pulsera de hilo que tenía a su amigo. Nada valioso monetariamente hablando. Pero eso no importaba.

-Gracias. La guardaré siempre. Yo te regalo mi pelota...-se abrazaron. Salieron los padres de Terry a buscarlo.

-¡Hijo, despídete pronto y entra a la casa. Es peligroso!- le dijo su padre.

-¿Por qué es peligroso?- con toda su inocencia.

-Es largo y difícil de explicar- intervino la hermana de Ale. Se puso a la altura de su pequeño admirador y le abrazó. Muy fuerte- Eres muy valiente-le sonrió. Luego miró a los padres del pequeño- Gracias por su amistad, por...todo.

-Cuídense mucho, por favor- dijo la madre de Terry con lágrimas en los ojos. Y de fondo, el sonido del bombardeo al Palacio de gobierno, La Moneda, donde se encontraba el aún presidente de Chile. Hacía rato que se escuchaba el escándalo, las balas y las bombas.

-Ustedes también- dijo la madre de Ale, tomando de la mano a sus hijos y subiendo al taxi- Adiós...-susurró la madre de Ale cuando el auto partió. Los pequeños se miraron a los ojos hasta el último segundo que pudieron.

El padre de Alejandro miraba el taxi. Dijo a su familia que pronto les alcanzaría, mas el sabía que eso no pasaría jamás. Solo lo dijo para tranquilizarlos. Saludó con la cabeza a las tres personas que consideraba sus amigos y se entró a la casa. Agazapado miraba por la ventana. Los tanques se acercaban a lo lejos.

-Rápido, a casa- susurró Richard, y se entraron. Todos pensaban en el último discurso que dio Salvador Allende a través de Radio Magallanes, a las 10:15 de esa mañana.

Unos 40 minutos mas tarde, llegaron los militares al barrio, buscando a los opositores del golpe de Estado. Vecinos malintencionados les "soplaban" donde vivían algunos...o que ni siquiera lo eran y solo lo hacían porque el vecino les desagradaba. Con los minutos...llegaron a la casa del padre de Alejandro, cuyo nombre era Mauricio. Querían forzarlo a salir, o entrarían a la fuerza. Richard y su esposa Elly salieron para convencer a su vecino de que saliera...o sería mucho peor.

-¡Si no sale a la cuenta de tres, allanaremos la casa!¡Está avisado!- gritó el militar que dirigía al grupo.

-¡¿Y qué?!¡Si igual me van a matar!- gritó Mauricio. Una pistola en su mano.

-¡Mauricio, por favor!¡Salga, o será mas peligroso!- gritó preocupado Richard.

-¡No se acerque!- gritó el militar- ¡Estamos en guerra, métase a su casa!

-¡Mauricio, por favor, piense en sus hijos, en su familia!- intervino Elly.

-¡En ellos pienso siempre!¡Por eso no quería que esto pasara!- gritó desde dentro Mauricio, desconsolado.

-Por última vez, ¡no intervengan!- gritó el militar. En ese momento, el pequeño Terry salió de su casa- ¡No se engañe, Richard!¡Estos malditos militares traidores me van a matar de cualquier forma!¡Solo le digo una cosa, cuide a su familia y no deje de luchar!¡Que esto no sea en vano!- ahí se abrió la puerta de la casa. Mauricio estaba en el marco de la puerta, con expresión de desafío.

-¡Alto ahí, manos sobre la cabeza y deje el arma en el suelo!- gritó el militar. Mas Mauricio no se movió- ¡A la cuenta de tres o abriremos fuego!- ocurrió lo impensable. Mauricio echó a correr en dirección a los militares con el arma empuñada mientras les disparaba. Richard y Elliy se agacharon, asustados. Los militares respondieron de inmediato de la misma forma, disparando. Y con tres balas encajadas, Mauricio cayó fulminado al suelo y los militares fueron a por su cuerpo sin vida. Richard no sabía qué hacer, qué decir, se encontraba en estado de shock y las lágrimas no tardaron en derramarse. Elly no lo soportó y gritó "No" mientras lloraba y se cubría el rostro.

El pequeño Terry, con su rostro indescifrable de 8 años, entró corriendo a su casa cuando vio eso, aún con la pelota que le regalara Alejandro entre las manos. Se detuvo en la sala de estar, sin poder pensar. La radio, que estaba encendida desde esa mañana en la estación de la Radio Cooperativa, declaró:

"Nos informan que están sacando en este momento del Palacio de la Moneda el cuerpo sin vida del presidente Don Salvador Allende. Se presume que se trata de un suicidio..."

No quiso escuchar el resto. Corrió hasta su habitación y se escondió debajo de la cama. Abrazaba la pelota como si se tratara de su vida. Sin expresión en su rostro pero con lágrimas que gritaban todo lo que sentía. Solo tuvo una certeza.

Este era un viaje sin retorno.


Terry sintió una lágrima en su pecho. Candy lloraba en silencio. El besó su frente.

-¿Sabes?, cuando era pequeño, creí que siempre seriamos mejores amigos- calló- fue solo una ilusión que los acontecimientos destrozaron.

-No. Ustedes siempre van a ser mejores amigos. Porque ese lazo va mas allá que cualquier cosa.

-Espero que tengas razón

Se quedaron en silencio.

-Pero eso no es todo, ¿verdad?- susurró ella.

-No- sonrió el con tristeza.


Continuará...

*Habeas Corpus: Procedimiento jurídico mediante el cual cualquier ciudadano puede comparecer inmediatamente ante el juez para que este determine sobre la legalidad del arresto.

Cualquier duda que tengan, intentaré contestarla.