.
N/A 1: Los personajes son propiedad de SNK.
N/A 2: Este escrito se basó en una canción muy interesante: "Thoughts of a Dying Atheist."
¡ADVERTENCIA!: Tema polémico, en caso de que vayas a comentar algo, te pido que lo hagas de manera objetiva y respetuosa.
La hora había llegado; la muerte inevitable, debido a la maldición del antiguo clan Yasakani. El momento se aproximaba, estaba consciente, y ahora, ya no había nada que hacer para poder evitarlo a diferencia de hace algunos años.
Por otro lado ¿Qué eran esas percepciones tan extrañas que sentía dentro de sí? Sensaciones que jamás había sentido, sino hasta esos instantes.
Su cuerpo yacía sobre la cama de su habitación, luchando para poder aclarar un poco mejor las cosas. Siempre supo la situación en la cual se encontraría, y por supuesto que no se había equivocado. Solitario, sin nadie a su alrededor, muriendo solo, como debía ser. O quizás, no tan solo como llegó a pensar.
Un pequeño rastro de sangre resbaló de su boca, manchando la camisa que usaba. Su respiración era cada vez más lenta. Algo lo tenía tan inquieto, preocupado, tenso, pero más que nada, confundido; sentía escalofríos.
—¿Dónde estás? —musitó débilmente, mirando a sus alrededores. Estaba seguro de la presencia invisible que se encontraba ahí.
Recordaba a la hermosa mujer en sus últimos minutos de vida. Varias veces habían discutido sobre el tema; pues ella misma le había revelado que su muerte, en realidad, sería inevitable debido a su nombre. Maki Yata.
A él siempre le pareció una estupidez creer en ese tipo de cosas. Respetaba la creencia que ella tuvo acerca de un propósito, de una vida después de la muerte, del Ser superior, creador del universo, del precio por pagar debido a tus malas acciones, o una recompensa por haber sido buena persona en vida. Iori, no. El solo podía creer en lo que veía, mirando todo a través de unos ojos sin fe.
Apretó sus dietes, soportando el terrible dolor que recorrió su cuerpo. Vomitó un poco más de sangre; sin poder evitar maldecir en su mente al causante de su desgracia.
¿Por qué se encontraba tan pensativo entonces? Maki jamás le había dicho algo ridículo o que se pudiera contradecir desde una perspectiva lógica, sin embargo, todo lo que le dijo jamás lo habían convencido en absoluto; ¿Por qué había sentido claramente su presencia? ¿Al morir se encontraría con ella? ¿O se convertiría en polvo llevado por el viento hasta el olvido? ¿Qué seguía después de la muerte? Tal vez esas preguntas eran las causantes de su sentir… no poder creer en algo más allá de lo visible y aun así tener que pagar un precio, de alguna u otra manera. No poder creer en algo más allá de las pruebas contundentes. O tan solo, morir; ser borrado del mundo de los vivos, con miles de dudas con respecto a la vida.
De todas formas, al final, todo iba a ser revelado, aunque, si su manera de pensar era la correcta, no tendría nada de qué temer, pero si no… … … Ahora todo tenía sentido. El pelirrojo abrió un poco sus ojos, sin saber con exactitud la conclusión de la situación; no por haber creído en su último momento, sino por las dos posibilidades. O tan solo, como ya se lo había planteado, por el hecho de quedar sin vida.
—¿Tienes miedo de morir? —preguntó ella, haciéndose escuchar por medio del viento.
—No. —contestó, sintiendo el momento. —Me aterra mucho. —dijo, dando un último suspiro antes de cerrar sus ojos.
