HOUSE MD: "LOS DIEZ MANDAMIENTOS"
CAPíTULO 1 : "Amarás a Dios sobre todas las cosas"
Se despertó aturdido pero lo entendió…¡¡¡Todo fue un ardid!!! Esos dos embaucadores, sus amigos, le obligaron por las bravas a cumplir con un trámite que para él era más que enojoso. No estaba apenado. Tampoco alegre. Era peor. No sentía nada. Cuando comprendió que no tenía escapatoria, casi se resignó.
Dieron varias vueltas sin rumbo. A pesar de que sabía que habían pasado por el mismo sitio unas cuantas veces, permaneció callado. Con un poco de suerte el despistado de Wilson desistiría
- No nos hemos perdido – le oyó decir, casi como si hubiera sido el primer hombre en llegar a la Luna.
Entraron y se sintió incómodo. Pero no porque la persona fallecida fuera su padre. Hacía años que no pisaba una Iglesia, si descontaba los momentos en que asaltaba la capilla del hospital para hacer uno de sus diagnósticos a salvo de la mirada inquisidora de Cuddy, o cuando buscaba el justo silencio para ver su telenovela favorita.
Se dejó abrazar sin comprender por qué su madre había retrasado el duelo para esperarle. Cualquiera de los amigos de su padre en el ejército estaría más compungido que él
- Dirás unas palabras en el funeral – la voz de su madre sonó determinada.
- Deja que sea uno de sus compañeros el que lo haga, o el sacerdote – replicó casi en tono de súplica
- No – ordenó Blythe, decidida a imponerse sin fisuras ante la mirada del oncólogo que observaba a su amigo boquiabierto – Lo harás tú y harás que se sienta orgulloso de ti
- Él nunca ha estado orgulloso de mí – arguyó con tono sombrío, agachando la cabeza, avergonzado
- Pues ya va siendo hora – sentenció resuelta mientras le colocaba el cuello de la camisa, que a esas horas estaba más arrugada que una pasa.
Ni siquiera llevaba corbata…
Se sentaron y aunque se instaló lo mejor que pudo, notó que le temblaban las piernas aun en ésa postura. "Nunca estuvo orgulloso de mí y siempre había bronca en casa los domingos", reflexionó hastiado.
§[FLASHBACK: "Era verano…Hacía un calor de mil demonios. Un domingo cualquiera. Se arremolina como un ovillo, protegiéndose de los rayos solares que entran obstinados por la ventana, evitando que prolongue su sueño matinal. No debía tener más de 7 u 8 años y sin embargo lo recuerda con toda claridad, como si hubiera pasado anteayer.
- Greg, o bajas ahora mismo o subo a por ti
- ¡¡¡Voy!!! – era mentira. Contestó mientras seguía parapetándose entre las sábanas
- Te conozco jovencito…¡¡¡Ni siquiera has salido de la cama!!! – le gritó, ganándole por la mano -. Tú verás lo que haces, he hecho mermelada casera y pan recién horneado para desayunar. O vienes en cinco minutos o no te dejo ni las migas.
Mano de santa. Milagrosamente, el pequeño se dejaba ver en la cocina incluso antes del tiempo requerido, si bien su indumentaria dejaba mucho que desear. Su madre lo inspeccionaba concienzuda.
- Tu padre está en el garaje. Si cuando vuelva no estás presentable vas a saber lo que es bueno…- le advirtió tomando en su mano el peine de emergencia y domando a la desesperada la rebelde cabellera de Greg.
- ¿Por qué tengo que ir?
- Porque Dios quiere.
- Pues a mí no me ha dicho que quiera hacerme madrugar un domingo
- ¡¡¡ No te quejes!!! Dios hizo el Mundo en siete días y sólo al séptimo descansó
- ¿Ves? ¡¡¡Descansó!!! Como yo estaba haciendo antes de que me despertaras…
- Bueno…no me líes…- protestó vencida por la locuacidad del chaval - . Termínate el desayuno y súbete bien los calcetines
- No…Me aprietan
- De ningún modo… - se asegura de que están en su lugar y que los cordones de los zapatos están debidamente anudados – No quiero que la cotorra de Molly Summer diga que te llevamos a la Iglesia hecho un zarrapastroso…Cuando vuelvas podrás andar descalzo si te apetece.
Pero el muchacho se aburría tanto, que cuando el cura castrense dijo aquello de que "Dios estaba en todas partes", para conminar al público infantil a portarse bien, no se pudo resistir y en medio del silencio del templo, hizo resonar su voz:
-¡¡¡ Pues si está en todas partes me voy a pescar cangrejos porque seguro que allí también lo encuentro!!!
No tuvieron más remedio que pedir disculpas antes de marcharse. Blythe, abochornada y John, agarrando al pillastre para que no se escapara. Huelga a hablar sobre lo que sucedió al volver a casa. Su madre no dejó pasar la impertinencia y no hubo margen para repartir indulgencias. La mano de Dios, convertido en mujer, cayó sobre él blandiendo una zapatilla y acabó durmiendo antes de lo previsto más caliente que de costumbre… ]§
