Renuncia: todo de Eiichiro Oda.


Tesoros en el mundo hay muchos, demasiados. Unos grandes, otros pequeños. Unos caros, otros baratos. Unos fáciles de conseguir y otros difíciles. Y no, no necesariamente tiene que tratarse de un cofre repleto de oro y joyas dignas de un rey.

Un tesoro puede ser algo menos importante para el resto, pero indispensable para uno mismo.

El tesoro de Luffy era así. Un sencillo y simplón sombrero de paja. Nada fuera de lo ordinario. Nada exuberante. Pero para él… era especial. Lo era tanto que no soportaba estar lejos de él. No quería que recibiera daño alguno, no soportaba la idea de perderlo.

Por eso siempre lo traía puesto y nunca se lo quitaba, ni siquiera para luchar. Aunque había excepciones. Como en todo en la vida, tenía que haber una excepción. Y esa era Nami. La única de su tripulación a la que le confiaba aquel objeto, porque sabía que podía confiar en ella, porque sabía que lo cuidaría como él lo hacía.

Porque la quería, y le gustaba saber que ella consideraba especial ese sombrero también. Y se dio cuenta de eso en Cocoyashi, cuando, por primera vez en su vida, dejó a un lado su sombrero, por ella.

En ese entonces, a pesar de tener poco tiempo de conocerse, se dio cuenta de que Nami no era mala, como aparentaba, que ella era buena, y que valía la pena luchar por tenerla a su lado.

Luffy quería que Nami estuviese con él. Quería reír a su lado, llorar, enojarse, dormir, preocuparse, ser feliz…

No importaba cuantas veces la secuestraran o se perdiera, él la buscaba, y la traía de vuelta. Porque Luffy le quería demasiado. Era, era como su sombrero, irremplazable, e invaluable. Y no es como si Luffy la considerara un objeto material, pero ella era de su pertenencia. Era su tesoro. Suyo, de nadie más. Y como ella, cuando había oro de por medio, era egoísta. No la compartiría con ningún otro.

Y el mundo lo sabría, tarde o temprano, que ellos nunca se separarían. Que navegarían juntos por todos los mares en busca de aventuras, que se cuidarían mutuamente como al sentimiento que lo unía a ella.

Su preciada y querida Nami.

Futura Reina de los Piratas.