Se llamaba Risako. La encontré en un bar, con una mirada de tristeza. Me fijé que tenía un anillo en su dedo anular y no dejaba de acariciarlo.
Era linda. Y parecía buena. Por un momento pensé que su esposo era un idiota para hacerla infeliz. Pero bueno, a estas alturas dejé de creer en el amor. Eso es cosa de adolescentes. Los adultos solo nos juntamos con otras personas por interés. Aún así, me apenó verla tan sola, en el bar, cuando se supone que debería estar con su marido cenando, saliendo a pasear o viendo juntos una película.
Un día, me armé de valor y me acerqué a ella. Poco a poco hablamos, hasta que entramos en confianza y nos hicimos amigos.
- Risako, eres muy linda - le dije una noche - tu marido es un idiota como para ignorarte. ¿No has pensado en dejarlo?
Risako me miró sorprendida. Luego me mostró una sonrisa de tristeza y me dijo:
- Creerás que soy idiota, pero yo aún lo amo, Tsumori. Además, You no lo hace por maldad. Solo que aún no supera su pasado. Es todo.
- Pero si sigues así, nunca serás feliz. Vamos, eres hermosa, inteligente y de buena posición. Te mereces a alguien de tu nivel.
Risako reflexionó mis palabras. Me miró fijamente y me dijo:
- ¿Sabes? ¡Tienez razón! Ya estoy harta de que me ignore, como si fuese un mueble más de la casa. ¿Me ayudarías?
- ¡Por supuesto!
Y fue así como nos volvimos amantes.
No se el por qué, pero siempre he sentido debilidad por las mujeres casadas. Y con Risako no fue la excepción. Si todo salía bien, ella se divorciaría y me podría casar con ella. Era un buen partido. Y yo ya no sería un simple médico.
Su esposo nos sorprendió juntos una noche, en una plaza. Esperé a que me diera una paliza. Ya estaba acostumbrado a los golpes. Sin embargo, él sólo se atinó a encogerse de hombros y seguir su camino, como si nada. Risako, al ver su reacción, empezó a llorar.
Y así me percaté de que ella solo accedió a salir conmigo para despertar los celos de su marido y así salvara su matrimonio. Pero al final, a él no le importaba su esposa.
Días después, Risako anunció su divorcio. Por un momento me alegré. Al fín conseguiría ascender en la escala social. Pero algo dejó de funcionar después de eso.
Al inicio Risako correspondía a mis halagos y sonrisas. Pero luego empezó a mostrarse indiferente. Antes ella se molestaba cuando me quedaba muchas horas en el hospital. Pero luego solo lanzaba un despreocupado "no te preocupes. Después de todo es tu trabajo" y cortaba la llamada.
La relación se enfrió. Pronto me cansé de ella y, por extrañas circunstancias, comencé a fijarme en la pareja de mi colega de trabajo, quien era un chico despistado y amoroso con todos. Lo que me llamó la atención fue que la pareja de ese chico despistado era un hombre malhumorado, pero lindo. Un día lo vi por el hospital y, para molestarlo, abracé a su pareja. Aún siento el golpe que me dio con su bolso. Fue una de las palizas más fuertesnque he recibido en mi vida. Pero bueno, quizás me consideren masoquista, pero gracias a ese golpe, me percaté de que me fascinaba más ese hombre gruñón que Risako.
En nuestra última cita, le sugerí a Risako que nos dieramos un tiempo. Ella solo me respondió con un "aja" y se fue, sin terminar la cena y dejándome con la cuenta.
No pude evitarlo. A pesar de todo, seguí cortejando a muchas mujeres, así como también seguí molestando a la pareja de mi colega de trabajo. Es parte de mí. La verdad, no creo en el amor. Y mientras menos te comprometas, mejor. No quisiera terminar como Risako, sola y resentida por no ser amada ni correspondida. A pesar de todo, deseo que ella sea muy feliz, siempre y cuando no sea conmigo.
Y ahora, iré por ese hombre gruñón.
