CAP 1

"Revivir"

*Lo último que podía recordar era el dolor.*

Nunca se había sentido asustado en su vida. Ni una sola vez. Cada trabajo que había llevado hasta aquel momento había sido cuidadosamente calculado y a pesar de las heridas en batalla o la constante persecución a la que se sentía sometido 24 x 24, al momento de sentir como penetraba alguna bala en su chasis o los golpes contra los muros al huir jamás había sentido temor a ser atrapado o asesinado en el acto.

Aquella amiga que la mayoría de los autos solamente estaban destinados a ver en algún futuro normalmente era su sombra y no la consideraba menos que una compañera; a veces, ni siquiera le prestaba atención. Tal vez había sido eso al final de cuentas, lo que le había costado que en un momento de descuido, lo hubiesen capturado de aquella forma tan patética; al menos había logrado pasar la información necesaria a aquel coche desconocido que fortuitamente se había atravesado en su camino.

*Su cabeza pesaba tanto…*

Los golpes no habían sido nada del otro mundo. Había recibido peores, estaba seguro de ello, aquellos sujetos eran débiles al menos individualmente pero le habían tomado por sorpresa y su único pensamiento en aquel instante dejando de lado su seguridad, había sido poder cumplir con su deber sin importar el precio; por que al final de cuentas era lo único que les importaba a las personas bajo las cuáles se encontraba a las ordenes, que cumpliese con su trabajo y mantuviese la boca cerrada, importado muy poco todo lo que pudiese perder en el trayecto.

Era vergonzoso pero mas de una vez se había preguntado como sería su vida si nunca hubiese ingresado al servicio secreto americano. Si hubiera sido tranquila, si alguien hubiese esperado algo más de él en la vida, aparte de servir de muñeco de hilos para quienes no arriesgaban nada pero ganaban mucho en cambio. No. Si no hubiese tomado aquella vida, nunca hubiese salido de ser un mero informante callejero, muerto de hambre y a la espera de que otros le asesinaren por mucho menos de lo que ahora arriesgaba con su carrera.

Ganaba… no, en realidad ganaban ellos, sus jefes, él a cambio tenía una vida falsa y no perdía nada. Realmente no había nada que pudiese perder, no tenía familia, nadie de ellos la tenía, amigos mucho menos, si acaso se llegaba a dar no pasaba de menos que informante- receptor ya que no podían asegurar la vida de nadie y de esta forma, no había estupidos sentimentalismos de por medio si acaso llegaban a capturarlos.

*El calor era demasiado. Pero ni siquiera podía gritar. *

Que no hubiese nada en especial en aquellas abolladuras que seguramente tendrían que repararse minuciosamente no significaba que no dolieran intensamente, sobre todo a cada movimiento que le obligaban hacer para avanzar; cada vez que sus llantas rodaban, podía escuchar el rechinido quejumbroso de estas, después de todo, tenía un par de ejes doblados y algo colgaba por debajo de su vientre, arrastrándose y soltando chispas pero a los otros dos poco les importaba aquello.

De vez en cuando, uno de ellos le empujaba con diversión malévola en la mirada, observando y esperando que el espía inglés emitiese algún leve destello de dolor y sufrimiento en la mirada; este soltó una risotada interna, no iban a conseguir aquello de su parte, su orgullo no era lo que se encontraba en esos momentos en estado precario, aún era fuerte, había podido con cosas peores y todavía podía con más.

Solo era cuestión de esperar el momento adecuado para escapar, el momento indicado para librarse de aquellos sujetos y regresar a casa, informar de aquel siniestro plan y terminar al final del día esperando con los ojos cerrados en algún avión, su siguiente trabajo a las pocas horas de terminado aquel; no era precisamente lo que mejor recomendaría el médico después de que le hicieran pasar por todo aquel zarandeo y choques, pero así era la vida.

*De su garganta salía un gemido de dolor. Quién lo estaba tocando?*

Estaba amarrado. Esta vez no podría escapar. Acaso ocurriría un milagro y de alguna forma sus compañeros del reino unido lograrían dar con su paradero y lo sacarían de aquel apuro?; lo dudaba realmente, podía ver la sombra de la muerte rondando alrededor de aquellas "laminas", se movía entre estos con una sonrisa burlona en su rostro.

Al fin después de tanto estarle siguiendo las huellas, había podido darle alcance y ahora jugueteaba con el filo de su hoz en el interior del cuerpo de aquel coche.

Y sin embargo… aún en aquella situación… en ese momento en que podía escuchar como era forzado a mover su llantas que chillaban ante el obligado esfuerzo de girar con todo y que no se encontraban en buen estado, aún con el liquido que comenzaba a burbujear y apretujarse en el interior de su cuerpo, ahogandole a momentos y comenzando a busca abrirse paso a través de otros de sus organos…

Ni siquiera en ese momento, en que parecía que el fuego de tantas batallas y explosiones pareciera estar arrancando de su sitio tornillos y derritiendo lo que acariciaba con su movimiento…

Ni aún en ese momento tuvo temor de morir, porque había sido entrenado para ello.

Pero entonces le vió.

*No podía controlar su cuerpo y una lágrima rodó por su mejilla, pudiendo percibirla en su trayecto hasta la parte inferior de su rostro*

No podían atraparlo. No, no podían. Tal vez era a causa de ese maldito estupor y el dolor que comenzaba a gobernar cada parte de su cuerpo con lentitud, como alargando el momento dellevarselo para siempre que no pudo controlar las expresiones de su rostro al momento en que pasaron su imagen: era el chico a quien había entregado la última esperanza de detener a aquellos sujetos.

No fue tanto el saberse morir de una forma tan patética sino saberse responsable de lo que fueran a hacerle a aquel pobre chico. Había regalado la vida de alguien mas tan solo por cumplir con esa misión y ahora se daba cuenta de que, desde un inicio, todos habían sido controlados de tal forma en que eran capaces de utilizar a quien estuviese en su camino con tal de llegar al final.

Por todos los cielos, que había hecho?

Ahora era demasiado tarde para rectificar cualquier estupidez hecha en el pasado. Toda su vida, desde ser uno mas de los informantes callejeros hasta aquel instante en que hubiese condenado completamente a la grua, corrieron aún mas veloces que el aceite y el condenado allinol a través de sus tornillos y engranajes. Cada apertura en su cuerpo gritaba en agonía mientras la presión el calor aumentaban, tuvo apenas un segundo de conciencia para percibir al profesor Zündapp observandole con una expresión de malevolo placer antes de sentir como todo perdía sentido.

Solamente existía el dolor.

Estaba seguro de que aquel era el infierno, no podía ser otra cosa. Ardía, el fuego lo rodeaba, lamía su carrocería… tenía los ojos cerrados, ya no podía reaccionar ante la percepción de la muerte que se regodeaba en llevarselo pieza por pieza, disfrutando de aquella agonía que le provocaba al Mustang azul al no poder moverse pero que sin embargo, podía sentir como iba muriendo con aquello.

O al menos, ya estaba muerto, no era así?

Trató de razonar. Estaba sintiendo todo, eso era seguro. Su metal expuesto ardía ante la mas mínima corriente de aire, lacerándole cruelmente sin permitirle exclamar algun quejido en respuesta; cuanto tiempo había transcurrido ya? Recordaba… un período negro al momento en que su cuerpo se desmoronó por su presión interna, el momento en que todo se convirtió en llamas… y después de aquello? Solo mas dolor, un momento de suprema conciencia de la tortura a la que había estado expuesto, el sonido de sus cristales estallando, un duro golpe en su parte baja…

Y entonces.

Se apagó completamente con el último recuerdo de una voz cerca de su oído

….

-Esta vivo…

Aquel coche se mantuvo en las sombras, inclinado sobre el otro que simplemente parecía no mas que la carcasa vacía de lo que alguna vez había sido un ser vivo; la superficie negra y metálica de aquel se mimetizaba perfectamente con la oscuridad que le rodeaba mientras se esforzaba por percibir el continuo movimiento, débil pero constante de la vida aferrandose a la supervivencia de una forma u otra.

-Y es fuerte…

La voz de aquel sujeto era suave y continua, apenas audible; continuaba en la misma posición sobre aquel cuerpo retorcido y que humeaba horriblemente cuando otra voz un poco mas aguda intervino

-Cómo puedes decir que es fuerte? Miralo, está hecho pedazos, esta vez Zündapp no nos dejó mucho que rescatar- un Malibú gris con algunas manchas pardas a modo de sombras se removió en su lugar

-Es fuerte…

-Si... ya has dicho eso… pero por muy fuerte que sea, no podemos rescatarlo, no somos una asociación de rescate, tomamos los despojos de los demás y vivimos a base de venderlos… cruel pero justo, los riquillos nos quitan la vida y nosotros la recuperamos cuando ellos estan con la llanta en la recicladora, un cambio justo- un Volt de tonos cobrizos gastados levantó una mirada algo opaca hacia el cielo negro sobre sus cabezas pero el otro parecía no ponerle atención

-Su deseo de vivir es fuerte- volvió a susurrar el coche negro sin abrir los ojos, tan solo pareciendo escuchar los sonidos debiles de parte del otro

Permaneció en la misma posición unos momentos mas antes de que un Silverado rojo oscuro con diversos golpes y pedazos despintados soltase un rugido de motor y se acercase para alejar al otro de aquello que pronto no sería mas que un cadáver y su próxima fuente de alimento

-Me importa poco si le queda poca o mucha vida, ya tiene la carcasa destruida y nosotros solamente terminaremos con el trabajo, aparta- espetó la enorme camioneta acercando una llanta para tomar al mas bajo y sacarlo del camino

Pero en ese instante un destello rojizo se dejó ver cuando al fin el negro abrió los ojos y el retumbar de otro motor hizo eco en aquellos sucios muros de ladrillo y los gigantescos cajones de basura que les rodeaban; la camioneta rápidamente retrocedió mientras que la sombra que cubría aquel cuerpo destruido y con aroma a muerte parecía extenderse hasta tomar la silueta de un cuarto coche que avanzaba muy despacio hasta aquellos; los otros dos se vieron el uno al otro con nerviosismo antes de retroceder un poco mas para salir del rango de alcance del oscuro.

-No somos asesinos- a pesar del repentino auge de energía mostrada, la voz de aquel auto se mantenía calma y mostraba una expresión aburrida y serena- nos defendemos cuando nos llega el momento pero este de aquí ha sido víctima de otros y sigue aferrado a esta existencia… no somos quienes para negarselo- volteó levemente sobre un lado para ver la figura de fierros irreconocibles que era aquel Mustang azul y que permanecía inmóvil

-Vivimos de los despojos que nos arroja Zündapp y esos también eran vivos… me dirás que es diferente?- soltó con sorna la camioneta roja sonriendo enormemente al otro coche que se volvió lentamente y con fastidio hacia este

-Como bien dijiste, "eran" vivos… muertos, ya no necesitan de nada y pueden ayudar a mejorar la vida de alguien mas, entre ellos nosotros- respondió con calma antes de retroceder para detenerse al lado del otro- sin embargo, este aún "es", no ha pasado a ningún otro estado y no estamos en derecho de arrebatarle lo que es suyo, así como nosotros no queremos que nos arrebaten lo que nos pertenece- cerró los rojizos ojos un segundo antes de clavarlos en la camioneta- que venga Mada, lo llevaremos a casa

-No sabes quien es, es un enemigo de Zündapp, te has vuelto loco?- chilló el coche color cobrizo abriendo los ojos como platos y palideciendo pero la mirada del otro, que abrió un milimetro mas sus ojos fue repuesta suficiente- entendido…

Los otros tres retrocedieron mas y se giraron para retirarse rápidamente, dejando a los otros dos a solas. El coche negro observó un segundo el camino por el que se habían retirado los otros dos antes de volver a ver al casi muerto espía que se removía en su inconsciencia, aún presa del dolor que lo rodeaba por verse despojado de lo que era anteriormente.

-No te preocupes… estás a salvo- susurró el de ojos rojizas sin saber exactamente porque le decía aquellas palabras

Por su estado, sería un milagro si llegaba a sobrevivir hasta el momento en que llegase la grúa por no decir al traslado al que lo someterían, pero…

Podía verla. Una sonrisa imperceptible apareció en la comisura de su boca, mientras observaba maravillado aquella hermosa aura azul que bailaba como fuego intenso y salvaje alrededor de la carrocería del otro.

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