Malas y buenas noticias

Cinco años después …

Seattle

Bella POV

- Srta. Swan, le llama el Sr. Denali – me avisó Kate mi secretaria por el intercomunicador.

- Ya voy – le dije presionando el botoncito del mío.

Me levanté del sillón de mi despacho y caminé hacia la puerta. Llevaba poco más de un año trabajando para el Sr. Denali. Había hecho grandes logros al convertirme en la mano derecha del jefe de la empresa en menos de un año, aunque sabía que la influencia de Carlisle tuviera mucho que ver y que mi jefe era su amigo – creo que una parte de él se sentía culpable por lo de… no podía ni decir su nombre y por eso me había ayudado tanto a la hora de entrar en esta empresa, el hecho de verme como un zombie por su casa cuando quedaba con Alice durante todo el verano le había dado mucho que pensar, - pero aun así yo creía que era buena en mi trabajo.

Caminé lo más rápido que pude hacia su despacho que estaba en el piso superior, una planta más arriba de en la que se encontraba mi despacho. Salude a su secretaria y mujer Carmen y le dije que me estaba esperando.

Entré despacio y sin hacer mucho ruido, ya que estaba hablando por teléfono y no quería interrumpirle. Me senté en una de las dos sillas que tenia frente a él, al otro lado de su escritorio. Espere pacientemente, apuntando mentalmente la lista de la compra mientras él seguía hablando por teléfono.

Unos minutos más tarde colgó y se dirigió a mí.

- Lo siento Bella. Era una llamada importante – dijo un poco nervioso.

- No te preocupes – le tranquilicé. - ¿De qué querías hablar conmigo?.

- Necesito que viajes de nuevo – me miró como esperando mi reacción. Desde que había entrado a trabajar en la empresa había viajado mucho a las sucursales que teníamos repartidas por el país, me había recorrido casi todo el país. Incluso había viajado un par de veces a Europa. España, Francia y Alemania por negocios. Así que no entendía porque estaba tan inquieto. – A Londres – soltó al fin.

Londres.

Escuchar hablar de esa ciudad me ponía los pelos de punta. Desde hace casi cinco años había evitado que tocaran el tema de Londres y de cierto chico que se fue a vivir allí. Aun me dolía pensar en él y en todo el maldito asunto de Londres. Pero después de todo iba a tener que viajar allí, no iba a negarme, era mi trabajo y no tenía la mínima intención de perder mi puesto, tenia facturas que pagar y comida que comprar.

Lo que no llegaba a entender, era la reacción del Sr. Denali.

¿Tal vez sabía algo de mi pasado?

¿Le habría contado Carlisle algo sobre mi asunto con Londres?

Carlisle sabía que tocar ese punto para mí era doloroso y siempre que estaba con él – que solían ser muy pocas – lo evitaba.

El Sr. Denali siempre se encargaba de ir a Londres, nunca me enviaba a mí. Era una de nuestras sucursales que más trabajo tenia después de la nuestra, era importante que fuera el jefe allí a revisar y todo lo demás. Pero ahora me iba a enviar a mí.

¿Por qué?

- Yo no puedo viajar – contestó a mi pregunta no formulada. – Tengo que ir a visitar a un pariente que está enfermo y necesito que vayas y revises unas cuentas, están teniendo un pequeño problema con uno de los proyectos. Solo serán tres o cuatro días. El avión sale mañana por la mañana, estarás allí hasta el viernes, luego puedes quedarte allí el fin de semana y disfrutar de Londres. Sé que te gustará.

¿Quedarme allí el fin de semana?

¡Estaba loco!

Solo de pensar en tener que viajar a Londres se me ponían los pelos de punta. No pensaba quedarme el fin de semana, no estaba preparada para eso. Iría, haría mi trabajo y en cuanto acabaría, cogería el primer avión de vuelta a casa.

- Gracias pero no creo que me quede allí.

- ¿No te importa ir, verdad?.

- ¡No!, es mi trabajo. ¿Por qué lo pregunta?.

- Por nada – se encogió de hombros. – Puedes irte a casa y descansar, mañana tendrás un viaje muy largo.

- De acuerdo – me levanté de la silla y caminé hacia la puerta.

- Bella – me llamó antes de poder salir de su despacho. Me giré y lo miré. – Que tengas un buen viaje, mañana llámame cuando llegues y te acomodes allí – me sonrió.

Me despedí de él y fui a mi despacho a recoger mis cosas.

Estaba en ello cuando la puerta se abrió de golpe y Emmett después de cruzarla para entrar a mi despacho, la cerró.

- ¿Te vas? – me preguntó confuso.

- Sí – le respondí guardando mi móvil en el bolso.

- ¿Tan temprano?.

- Sí. Mañana tengo que irme de viaje – le expliqué.

- ¿Y yo no puedo ir?. Estar aquí me está consumiendo – se quejó.

Emmett era el abogado de la empresa, llevaba todo lo legal – e ilegal, algunas veces, – todos los problemas jurídicos y demás. Llevaba trabajando aquí el mismo tiempo que yo.

- No, no puedes ir – le sonreí y me hizo un puchero.

- No es justo, tú viajas mucho, yo también quiero viajar al igual que tú. Has visto más mundo que todos nosotros juntos. Podría meterme en tu equipaje de mano, así podrías colarme – me dijo de forma divertida.

Y no pude aguantarme, eché a reír y él me acompaño.

Meter a un chico del tamaño de Emmett en el equipaje de mano debía de ser misión imposible.

- ¿A dónde te manda esta vez? – inquirió cuando nuestras risas se esfumaron. Puse una mueca en mi cara y le conteste.

- A Londres.

- ¿Londres?.

- Sí.

- Pero allí siempre va él.

- Lo sé – me dejé caer en el sofá que tenia mi despacho, él hizo lo mismo. – Tiene que visitar a un pariente enfermo estos días, por eso me manda a mí, están teniendo algunos problemas en esa sucursal.

- Y tú, ¿quieres ir?.

- Que más da si quiero o no. Es mi trabajo y si me manda ir, tengo que ir – me encogí de hombros.

- Tal vez puedas hablar con él y decirle que no…

- No – le corté. - No voy a decirle que no puedo ir. Solo tengo que mentalizarme, que voy, hago mi trabajo y vuelvo.

- Lo siento – susurró.

- ¿Por qué? – le pregunté confusa.

- Porque tengas que ir allí. Sé lo que te molesta pensar en solo el nombre de esa ciudad.

- No pasa nada Emmett – le mentí.

No me molestaba, me dolía, que era diferente. Pero ya había pasado mucho tiempo, ya no me dolía como los dos primeros años, tenía que seguir adelante como estaba haciendo hasta ahora.

- Sí necesitas que te vayamos a rescatar, solo tienes que llamarnos.

- Lo tendré en cuenta, pero deja de preocuparte. Ya te he dicho que iré, hago mi trabajo y vuelta.

Me iba a contestar cuando unos golpecitos en la puerta nos hicieron girar la cabeza hacia ella. Con un suave "pasa" entró Kate.

- Sr. Cullen, le está buscando su secretaria – anunció mirando a Emmett.

- ¡Joder!, no me deja vivir en paz – susurró molesto.

- Ya será para menos – le contesté burlonamente.

- ¿Tú crees?. Puedo cambiártela si quieres, yo me quedo con Kate y tú con Lauren.

- ¡No! – contesté horrorizada.

Lauren era una persona inaguantable, se creía la reina de todas las pasarelas, caminaba contoneando las caderas allá a donde fuera, era superficial, engreída y muchos adjetivos más que no iba a decir porque no era propio que una chica ni siquiera los pensara.

- Que tengas un buen viaje – se levantó y me ofreció su mano para que me levantara. La cogí y en cuanto estuve de pie, sus brazos me rodearon, en aquel típico abrazo de oso que siempre daba.

- Emm… Emmett – intenté.

- Umm.

- M… me a… aho… go – me soltó de golpe.

- Lo siento – se disculpó rascándose la parte trasera de su cabeza.

- No pasa nada – me levanté de puntillas y colgué mis brazos alrededor de su cuello e hice fuerza para que inclinara su cabeza hacia mi cabeza. – Gracias – le di un beso en la mejilla, después lo solté y me giré para coger mi bolso y mi maletín.

- Si necesitas algo solo llama.

- Lo tendré en cuenta – rodé los ojos.

- Hasta dentro de unos días, Bella.

- Adiós Emmett – nos despedimos en el ascensor.

Su despacho estaba en mi mismo piso.

...

Muchas, muchas horas de viaje.

Bajé del avión con todos mis músculos agarrotados. Me estiré disimuladamente en la puerta del aeropuerto. En la entrada del aeropuerto había un hombre en un coche esperándome, era uno de los choferes de la empresa. Le saludé con un simple "hola" y entré en el coche.

Me condujo hasta un hotel bastante elegante. Esa iba a ser mi casa por los próximos tres o cuatro días.

Iba todos los días a la sucursal de Londres con el chofer que me había recogido en el aeropuerto. Arreglamos el problema que tenían con uno de los proyectos y ajustamos las cuentas. Estuve exactamente tres días.

Tres largos días en los que después de salir de la empresa me encerraba en la habitación del hotel y no salía. Me pasaba el día leyendo o viendo la televisión, para evitar pensar en él y en lo cerca que estaba de él.

Pero era inevitable, casi arrancaba las hojas de mis libros por no poder parar de pensar en él. Había dormido fatal los días que había estado en la habitación de ese hotel y ahora iba de regreso para casa.

Estaba en el aeropuerto de Londres, sentada en una de esas sillas incomodas cuando mi móvil comenzó a sonar. Lo saqué de mi bolso y contesté como normalmente solía hacerlo cuando estaba trabajando.

- Swan.

- ¿Swan?. ¿Cómo que Swan?.

- ¿Quién es?.

- ¡Joder amor!. ¿No me reconoces ni por teléfono? – se quejaron al otro lado de la línea.

- Lo siento – me disculpé rápidamente sabiendo de quien se trataba. – Estaba en mi mundo.

- Siempre estás en tu mundo. ¿Ya vienes de vuelta?.

- Sí. Por fin vuelvo – suspiré. Escuché como se reía al otro lado de la línea.

- ¿Tan mal te fue?.

- No, la verdad es que no. He arreglado el pequeño problema que teníamos aquí.

- Eso es bueno.

- Sí, lo es – secundé.

- Te echo de menos – susurró desde el otro lado.

- Yo también te echo de menos. Pero pronto estaré allí.

- Sí, catorce o quince horas de vuelo, ¿no?.

- Más o menos, sí.

Escuché como llamaban a los pasajeros de mi vuelo a embarcar.

- Te tengo que dejar, voy a subir ya al avión.

- Está bien. Nos vemos en unas horas. Te quiero pequeña.

- Hasta dentro de unas horas. Un beso – me despedí de él y colgué.

Suspirando me levanté de la silla incomoda donde estaba sentada y caminé hacia la puerta de embarque.

Me esperaban muchas horas de vuelo para volver a casa y otras muchas para el siguiente viaje que mi jefe ya tenia planeado en una semana.

Edward POV

Londres

- Señor Cullen, le llama el señor Vulturi. Me ha dicho que vaya a su despacho – me avisó mi secretaria, compañera de universidad y de piso, de juergas, de bebida incluso alguna vez en un tiempo muy, pero que muy lejano, de cama, Leah por el intercomunicador. Nos tratábamos con "respeto" cuando estábamos trabajando.

No me había dado tiempo siquiera de sentarme en el sillón de detrás de mi escritorio. Así que, caminé de nuevo hasta la puerta y fui camino del despacho de mi jefe.

Había vuelto de una semana de vacaciones, bien merecidas, he de decir. Me habían comunicado nada más entrar que en mi ausencia había habido algunos pequeños problemas pero que lo habían arreglado con la persona adecuada. No tuve que preocuparme de resolverlo yo cuando llegué a la empresa.

Llegué a la puerta del despacho de mi jefe, - donde no estaba su secretaria en su lugar - estaba abierta. Asomé la cabeza y lo vi de pie mirando por la ventana hacia la calle. Toqué la puerta un par de veces.

- ¿Querías verme? – le pregunté cuando se giró para mirarme.

- Sí, Edward, siéntate, por favor – me señaló la silla que tenia justo delante de mí. Él se sentó en su sillón de cuero negro, reposando su espalda en el respaldo. – Tengo buenas noticias para ti – le indiqué con un gesto de la cabeza que continuara hablando. – Bueno hemos contratado a una persona capaz de manejar la situación como tú lo haces, empezará dentro de una semana – se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en su escritorio. - Quiero que le enseñes como va todo, como tú lo manejas, quiero que aprenda rápido en una semana y que sea tan eficaz como tú.

- Bien, de acuerdo.

- Durante esta semana le mostraras todo, así la semana siguiente podrá empezar – asentí de acuerdo. – Bien ahora esta el otro asunto. Sé que llevas desde que has empezado en la empresa pidiéndome que en cuanto pudiera te enviara a Seattle, a la sucursal principal que hay allí – mi corazón empezó a latir de forma descontrolada, esperaba que lo que me estaba diciendo significaría… - nos han informado que necesitan una persona como tú y ya que son las oficinas principales, vas a tener que viajar allí.

- ¿Viaje de negocios? – pregunté dudoso.

No quería ni pensar que si iba, no iba a ser capaz de regresar a Londres.

- Sí, más o menos – asentí un poco decepcionado. – Pero permanente – finalizó.

Una sonrisa enorme se dibujó en mi cara.

Volvía a casa.

Bueno a casa, casa no. Regresaba a Seattle. Donde estaban mis hermanos y mis amigos viviendo y por supuesto donde estaba Bella.

- Me alegro de que te guste la idea – me sonrió. – Serás una pérdida importante para estas oficinas, pero allí te necesitan más que aquí. Tu vuelo saldrá el próximo lunes, date prisa para hacer las maletas.

Ya estaba planeando como empaquetar todo y como poder enviarlo antes de que él hubiera acabado esa frase. Seguía planeando todo, tenia que llamar a mis padres, tenia que llamar a Alice, tenia que… de repente un click hizo en mi cabeza sacándome de mis planes y me acordé de algo importante.

- Señor Vulturi.

- Dime Edward.

- ¿Podré llevarme a mi secretaria? – pregunté esperanzado.

- Bueno, tendría que ver qué puedo hacer.

Mi estado de nerviosismo debido a la emoción bajó considerablemente. Tenia que llevarme a Leah a Seattle, se lo había prometido y ella estaba ansiosa por volver a ver a su familia como yo. Le habían ofrecido una pequeña beca en una de las universidades de aquí y a pesar de que allí le habían ofrecido becas muy jugosas, decidió venirse a la aventura en Londres. Cosa que le salió bien y ahora estaba tan ansiosa como yo por volver a casa, echaba de menos a su familia.

- ¿Me estas escuchando Edward? – me preguntó riéndose.

- Disculpa, que me decías.

- Que tu secretaria podrá volver contigo. Ya hablamos en su día de la posibilidad de que te la llevaras y sinceramente si a ti te gusta cómo trabaja puedes empaquetarla con tus cosas y llevártela – me dijo en tono divertido, pero sabía que en el fondo, Leah no le caía nada bien.

- Eso es genial – le sonreí.

Miró su reloj costoso de pulsera y volvió su mirada a mí.

- Sera mejor que vayas para tu despacho ya. La persona que hemos contratado ya estará esperándote allí y sé que tienes muchas ganas de contarle a Leah que regresáis a casa.

Nos despedimos en su despacho hasta la próxima vez que fuera a verle ya que él tenia que salir de viaje. Le agradecí todo lo que había hecho por mí y por darme la oportunidad de trabajar aquí y ahora por devolverme a casa.

Después de un abrazo y un apretón de manos, salí corriendo hacia mi despacho. Leah estaba de pie hablando con una chica, en cuanto oyó mis pisadas rápidas se giró hacia mí y una sonrisa se formó en su cara.

Corrí hasta ella y con cuidado de no darle ningún golpe a la chica con la que estaba hablando, la alcé y le di un par de vueltas en el aire sobre mí mismo.

- ¿A qué viene tanta alegría? – me preguntó cuando la había dejado en el suelo y haberle dado un sonoro beso en su mejilla.

- ¡Volvemos a casa! – exclamé emocionado. Tan emocionado que me recordé a Alice.

- ¡Oh, eso es genial! – Leah se unió a mi emoción. - ¿Yo también? – preguntó con cautela.

- Tú también – le sonreí.

Hablamos durante unos minutos más bajo la atenta mirada de la persona que iba a ser mi suplencia. En esos pocos minutos, planeamos como envolver y enviar nuestras cosas a Seattle, después de esos minutos en donde ya habíamos hecho un plan, empecé a enseñarle como iba la empresa a la chica, lo que se le iba a exigir y como tendría que manejar cada situación.

La semana pasó demasiado rápido, tal vez fue porque habíamos estado todos los días ocupados envolviendo y empaquetando nuestras cosas, las cuales enviamos a casa de Alice antes por una empresa de transporte. Nos quedamos con la ropa justa y nuestras pocas cosas de diario en casa para sobrevivir los tres días que nos quedaban para coger el avión.

Estaba tan emocionado por todo esto, parecía un niño el día de navidad o mi propia hermana en un día de rebajas por el centro comercial, solo me faltaba dar saltitos como ella solía hacer. Leah estaba igual que yo, ambos habíamos llamado a nuestras familias un día antes, para comunicarles que regresábamos a casa.

Su familia se lo tomó tan bien como la mía.

Mi madre estaba emocionada, llevaba un par de meses sin verme, ya que había viajado para hacerme una visita con mi padre en verano, ahora estábamos a un par de meses para la navidad. Después de tener una larga charla con mis padres, llamé a Alice, la cual debía de estar en una situación bastante comprometida con Jasper, pero en cuanto de mi boca salieron las palabras regreso a casa, dejó de hacer lo que dios sabe que estaría haciendo y comenzó a gritarme por teléfono lo emocionada que estaba. Le advertí de que llegarían nuestras pertenecías a su casa.

Le pedí o más bien le obligué que no dijera nada a nadie de mi regreso, quería darles una sorpresa a todos. A ella se lo había contado porque era la única persona que se ponía en contacto conmigo a excepción de mis padres que llamaban mínimo una vez a la semana y de Rose que me solía llamar muy de vez en cuando. También he de decir que hablaba con Jasper cuando este no estaba ocupado y llamaba Alice, pero lo que es mi hermano y Bella no sabía nada de ellos, solo lo que Alice me contaba.

El lunes siguiente llegó lluvioso y con mucho frio, antes de salir de casa con nuestra única maleta cada uno, comprobamos que no nos dejáramos nada. Nos metimos en nuestros gruesos abrigos y salimos a la calle a coger un taxi para que nos llevara al aeropuerto.

...

Estábamos ya en el avión, nos quedaba apenas una hora para aterrizar. Empecé a moverme nervioso en mi asiento, pasé mis manos por mi cabello una y otra vez, pero los nervios que se habían apoderado de mi estomago no se iban.

- ¡Estate quieto! – me susurró Leah.

- No puedo, estoy nervioso – intenté excusarme.

- Pues deja de estarlo.

- No sabes lo que dices, esto es…

- Sé de lo que hablo, estas hablando conmigo, ¿recuerdas? – me cortó.

Tuve que darle la razón, Leah sabía muy bien de lo que hablaba. Le había contado prácticamente mi vida un día de borrachera, no debimos de beber mucho ya que ambos recordábamos lo que habíamos hablado aquella noche. Le conté más sobre Bella, como fue nuestra situación y como me fui sin dejar que se despidiera de mí. Pero sabía que si dejaba que lo hiciera yo no iba a ser capaz de ir a Londres y me quedaría allí con ella.

Leah me advirtió de que posiblemente Bella estaría cabreada por cómo me fui y que el día que la viera de nuevo me esperara lo peor. A pesar de que no la conocía en persona, mi descripción minuciosa sobre su persona le bastó a Leah para saber cómo podría reaccionar Bella.

- Vale, pero no puedo evitar ponerme nervioso.

- Ha pasado mucho tiempo, Edward.

- Razón de más.

Habían pasado más o menos cinco años desde la última vez que la vi, desde la última vez que escuché su voz. La había llamado incontables de veces pero nunca me cogía el teléfono. Le había mandado e-mails que no me contestaba. Una vez a la desesperada por su ignorancia – vale, que yo le había "abandonado", pero no debía de guardarme tanto rencor, ella había sido la que me pidió que viniera a Londres a cumplir mi sueño, sí hubiera sido por mí me hubiera quedado allí con ella – reservé un billete de avión, pero cuando iba de camino hacia el aeropuerto en el metro me encontré por primera vez con Leah. Sin saber muy bien como empezamos a hablar, descubrimos que ambos íbamos a la misma universidad, bueno yo iba a dos – cosa difícil sí, pero no imposible, además de que si enseñas unos pocos billetes no te ponen pega alguna, - hablamos tanto en el metro que en un acto de confianza le conté lo que iba a hacer debido a mi situación, me aconsejo que no lo hiciera, que iba a ser un completo gilipollas si perdía mis oportunidades aquí por una chica a la que seguramente tendría en mis manos cuando volviera – cosa que dudaba. – Poco a poco fuimos haciendo de ese encuentro casual, encuentros citados y así empezando una amistad, hasta el día de hoy.

- Deja de hacer eso – me reprendió cuando pasaba como por centésima vez las manos por mi pelo.

- Ya te he dicho que no puedo evitarlo.

- Voy a atarte las manos como no pares – me advirtió.

- ¡Estoy nervioso! – gruñí.

- Deja de estarlo. ¡Dios!, es solo una chica más.

- No, ella no es solo una chica más, es…

- Sí, sí, Edward – me cortó. – Es el amor de tu vida, estar a su lado hace que tu corazón se acelere, sin ella no eres nadie, bla bla bla. Tengo eso muy escuchado.

- No sabes lo que es estar enamorado – le gruñí.

- No, no lo sé. Y doy gracias a Dios por no haberme enamorado de ti cuando tuve mi oportunidad – le miré con los ojos muy abiertos y la boca ligeramente abierta. – Es broma, tonto – se rió. - No podría enamorarme de ti. Ahora mismo pareces una mujer no me gustan los hombres como tú, deja de lloriquear y de ponerte nervioso y sé un hombre – me dijo con burla.

Entrecerré los ojos, si las miradas matasen, Leah sería una mujer muerta ahora mismo. Yo parecería una mujer, pero ella era basta como un hombre. Físicamente esta buena, no lo iba a negar, pero su forma de hablar parecía la de un chico poco fino, al igual que ella, que de femenina lo único que tenia era el cuerpo.

Iba a contestarle algo desagradable pero escuchar la voz del piloto diciendo que nos quedaban diez minutos para aterrizar hizo que mi corazón un poco calmado, empezara a martillear incluso en mis oídos. Nos atamos el cinturón y pasados unos minutos comenzamos a descender.

Después de coger nuestra maleta nos dirigimos hacia la puerta de salida del aeropuerto, donde había quedado con Alice. Intenté por todos mis medios buscarla entre la multitud, pero su estatura no ayudaba mucho. Después de unos minutos su pelo negro y corto apareció delante de mí. Dejé caer la maleta y corrí hacia ella, que ya estaba con sus brazos abiertos y una gran sonrisa en su boca.

La cogí y la alcé en el aire, dimos vueltas, muchas vueltas abrazados el uno al otro y riendo como idiotas. Después de sentir un pequeño mareo debido a las vueltas la dejé en el suelo.

- ¡Wow! – exclamó alejándose un poco de mí. – Has crecido mucho – me miró de arriba abajo.

- Veo que tú no – le sonreí. Me pegó con su mano en el pecho y sonrió.

- ¿Vamos? – me cogió la mano y tiró de mí.

- Espera – le pedí girándome sobre mis talones y mirando a Leah que venia cargada con las dos maletas y una cara de muy pocos amigos. – Lo siento – le dije una vez que estuvo a nuestra altura.

- Sí, ya – gruñó soltando mi maleta encima de mi pie. Le gruñí por el dolor que me había provocado y me giré de nuevo para mirar a mi hermana.

- Alice – pasé un brazo por los hombros de Leah. – Esta es Leah.

Alice sonrió y con dos pequeños saltitos estuvo a nuestro lado, empujándome a un lado y enganchando el cuello de Leah y tirando de ella hacia abajo para dar un par de besos en sus mejillas.

- Encantada – dijo Alice con un tono de voz un poco más alto de lo normal.

- Igualmente – la cara de estupefacción de Leah no tenia precio. Comencé a reír y me disculpe con la mirada, por el entusiasmo de mi hermana.

- Edward me ha hablado mucho de ti – comentó mi hermana caminando ya hacia su coche.

Alice sabía toda mi historia con Leah, nunca le había ocultado nada a mi hermana y esta vez no iba a ser diferente.

- ¿En serio?. Espero que no me haya criticado mucho.

- ¡Oh, no!. Todo lo contrario, solo tiene palabras buenas para ti – me sonrojé un poco, iba a matar a mi hermana.

Leah me miró, tuve que apartar la mirada de su mirada burlona con la que me estaba mirando. Esto empezaba a ponerse incomodo. Si Alice no cerraba la boca, se la iba a cerrar yo.

- ¿Ya tenéis donde vivir? – preguntó mi hermana ya dentro del coche camino a… ¿a dónde nos llevaba?.

- No. Estuvimos mirando pisos en Londres por internet, pero no hemos encontrado nada – le contesté.

- Bueno de hecho, yo vi uno que tenía buena pinta, el precio era pasable. Tengo el número apuntado, si quieres mañana llamamos y vamos a verlo – nos dijo Leah desde el asiento trasero.

- Bien.

- ¿Vais a vivir juntos aquí también?.

- Parece ser que sí – le contesté encogiéndome de hombros.

- Bueno de momento podréis quedaros a vivir con Jazz y conmigo. A él no le va a importar y yo tengo que hablar de muchas cosas contigo, Edward. Además tenéis todas vuestras cosas en mi trastero, porque Edward no te costaba nada llamar antes de enviarme todos vuestros trastos para que los guardara yo. Tuve que hacerle abrir las cajas una a una al chico de la empresa por la que enviasteis todo, para comprobar que eran vuestras cosas – Alice podía llegar a ser muy precavida. - Lo único que tendréis que compartir habitación… y cama – giró unos segundos para ver mi reacción.

- Vale, no hay problema – le saqué la lengua en un acto muy infantil como el que solía hacer ella cinco años atrás.

Me la devolvió, lo seguía haciendo.

Llegamos al bloque de pisos donde ella y Jasper vivían. Después de aparcar el coche en el garaje subterráneo, nos encaminamos hacia el ascensor. Vivía en un primero, pero ya que subíamos desde el garaje y con nuestras maletas, decidimos coger el ascensor.

Llegamos a su casa, nos dijo que Jasper estaba hasta el día siguiente de viaje y nos llevó a nuestra habitación. Era grande, al igual que la cama, tenia un solo armario también grande y una televisión plana grande.

A Alice le gustaba todo lo grande.

Después de ponernos ropa cómoda y pedir algo para cenar, nos acomodamos en el largo sofá del salón. Cenamos entre risas y pequeñas anécdotas por parte de los tres. Leah se disculpo unas horas después diciendo que estaba muy cansada y que se iría a dormir. Alice y yo nos quedamos en el sofá sentados con nuestras piernas cruzadas al estilo indio y hablando.

- Edward, tengo algo que decirte – susurró de pronto.

- ¡Oh dios!, ¡estas embarazada! – exclamé burlón.

- No idiota – me lanzó un cojín dándome de pleno en la cara.

- Suéltalo ya – le tranquilicé y le apremié riéndome un poco por su puntería.

- Bueno… veras…

- Alice.

- Es sobre Bella – mi respiración se quedo trabada en mi garganta.

Bella.

Su nombre sonaba una y otra vez en mi cabeza. No me había dado tiempo a pensar en ella desde que estaba en presencia de Alice y ahora que Alice había dicho su nombre, no podía parar de pensar en ella.

- ¿Recuerdas cómo te dije hace un año aproximadamente que tenía un nuevo amigo? – me preguntó con cautela. Asentí. – Ya no es tan amigo.

En la forma con la que me había dicho que ya no era tan amigo y la cara triste con la que me estaba mirando, me dio a entender lo que más temía.

Bella tenía novio.

Ese solo pensamiento me cayó como un balde de agua fría. Me levanté del sofá y me puse mis zapatillas rápidamente. Tenia que salir de ahí ya, me estaba empezando a ahogar.

- ¿A dónde vas? - me preguntó preocupada.

- A tomar el aire – le contesté dirigiéndome hacia la puerta principal.

- Es tarde, Edward – cogió mi mano dándome un apretón en ella.

- Necesito aire, Alice – le miré a los ojos unos segundos, ella pareció darse cuenta del daño que me habían hecho esas simples palabras.

Bella tenía novio…

- Está bien. Coge mis llaves y no vuelvas muy tarde.

Cogí sus llaves, mi abrigo y salí al frio tiempo de Seattle, a tomar todo el aire que pudiera para que al volver a casa de Alice, no me ahogara.


Hola! bueno no me he podido resistir... aun me queda escribir el tercer capitulo para subir la secuela... pero la tentacion de tener el capitulo escrito y no subirlo era demasiada... así que rindiendome a mis impulsos de subirla... lo he hecho jajajaja. Tambien espero no joderla y esperar que la secuela tambien tenga la buena acogida que ha tenido "quisiera..." y os guste.

Para los que os pensabais que se iban a reencontrar en este capitulo... lo siento pero no... jajaja. Eso ya pasara en el siguiente. Y para las que os pregunteis cuando subiré el proximo capitulo... sé que os dije que tuvierais paciencia con la otra historia, ahora os pido que la tengais con esta... sé que he tardado demasiado en subirla y que no deberia de pediros nada... pero os lo pido igual :-P. PACIENCIA, por favor :-D

Bueno el siguiente capitulo... lo tengo escrito y corregido... pero no tengo fecha fija para su publicacion. Esperaré a acabar de escribir el tercero para subir el siguiente, espero no tardar mucho :-P. Por ahora estoy escribiendo el caputilo 11 de "En busca de la felicidad". En cuanto lo acabe me pongo de nuevo con la secuela.

Gracias a todas por vuestra paciencia a la hora de esperarme para subir este capitulo.

Gracias adelantadas por los reviews :-P por las alertas y para los favoritos! Gracias tambien a todas por leer ^^

Saludos!