Disclaimer: Ya sabemos, Hey Arnold no me pertenece, son de Craig Barlett, esto es solo un mar de ideas que tenía que plasmar.
Dedicado a Ti CG que has sido mi profunda inspiración por tantos años.
COMETAS POR EL CIELO
"Quédate esta fría madrugada, quédate hasta que la luz del alba muestre mi corazón, quédate conmigo en esta noche abisal porque sólo tú me puedes enseñar a volar cometas por el cielo..."
Capitulo 1. Agonía.
"Si pudiera ser tu héroe,si pudiera ser tu Dios que salvarte a ti mil veces puede ser mi salvación"
Frío.
Hacia frío afuera, el cielo lucia abarrotado de nubes, estaba casi oscuro aun a pesar de que la tarde no era tan avanzada, anunciaba con furia que seguramente iba a llover, ni siquiera el clima se detenía a combinar el ambiente pesado que ya rodeaba el edificio, las inclemencias del tiempo hacían una excelente conjugación al mar de desesperación que lo absorbía, y es que por más que buscara no había nada alentador. Ya no recordaba con exactitud cuando había sido la última vez que había probado un bocado y su cuerpo ya le estaba cobrando factura, su vista se empezaba nublar, temblaba y comenzaba a sentirse débil, pero es que ir por alimento significaba dejar aquella habitación y no podía separarse de ella, quería estar al pendiente en todo momento, tal vez podría ocurrir algo cuando él estuviera lejos de ella.
"Aguanta Arnold, saca fuerzas de tu interior" una voz interior lo invito a permanecer allí, como si en verdad no fuera necesario que tomara un respiro, como si en verdad pudiera ser un héroe…
-Como quisiera ser tu héroe…-susurro en voz baja, en señal de que si forzaba un poco mas su voz se quebrantaría, no es que ya no sabía hasta cuánto tiempo más llegaría a ser fuerte pero no, no podía rendirse había personas que dependían de él y después de todo el había sido el único culpable. Se odiaba a el mismo como había sido posible que se convirtiera en un ser tan egoísta por su propia culpa su amada estaba en aquel lugar. Su mirada cabizbaja brillo por unos momentos mientras contemplaba la hermosura de su mujer, aun en las condiciones en las que estaba seguía conservando la hermosura que los años le habían regalado, sus facciones delicadas, tan bien definidas, su cabello dorado, esos labios carmesí que tanto ansiaba volver a besar, pero sobre todo el quería ver de nuevo el intenso azul de sus ojos.
La agonía que inundaba el lugar era el único testigo que presenciaba en directo el sufrimiento que aquel hombre de cabellos rubios sentía, y lo cierto era que no sabía cuánto más iba a poder seguir, quería cerrar los ojos y jamás despertar, dejar de respirar para que fuera ella quien volviera a la realidad. El, que había sido alguna vez un ejemplo a seguir ahora no era más que un simple mortal, débil, sin esperanza…a no ser de la débil sonrisa que de vez en cuando aparecía en el rostro de la mujer que yacía sobre la cama, eso era lo único que lo impulsaba. Sí, porque a él le habían dicho que ya no tendría salvación pero después de una larga noche, una desesperada suplica al cielo y una mirada llena de esperanza al menos ella podía seguir respirando el mismo aire, aun seguían bajo el mismo cielo, y de momento eso era lo único que necesitaba, aunque sabía que faltaba más para él quisiera verla a los ojos, esos ojos azules tan profundos que lo hipnotizaban, pero estaba decidido a dejárselo al tiempo, el ya se había encargado de traer a los mejores especialistas del país y ya nada más se podía hacer, tan solo esperar.
Esperar.
Y esa espera se hacía eterna, le carcomía el corazón, y las fuerzas de su interior poco a poco se agotaban pero aquellos días cuando ella solía sonreír volvía a recordar que la guerra no estaba perdida, no, no lo estaba , ella era valiente, ella era todo una guerrera.
-Helga…me arrepiento de tantas cosas, me siento tan…miserable-agacho su mirada y no encontró respuesta, tan solo el silencio que se hacía presente en la habitación. Tomo la mano de la chica que estaba tendida en la cama y la acerco a él y la beso con suavidad-Se que me escuchas, amor, puedo sentirlo- una sonrisa se dibujo en el nostálgico rostro del rubio hombre.
Dejo lentamente la mano de su amado y esta vez su mano derecha fue directa al rostro dormido de la mujer para acariciar sus mejillas, su largo cabello, pudo notarla sonreír, o al menos eso lo quiso imaginar. El destino a veces podía llegar a ser muy cruel, pero él sabía que estaba pagando los platos rotos de su pasado, pasado que deseaba cambiar pero no existía máquina del tiempo, sino el sabría que ni ella ni él se encontrarían en esa fría habitación del hospital de Hillwood. Alzo su vista hacia las ventanas que apuntaban hacia el centro de la ciudad y vio que la lluvia ya se había apoderado de ella, era noviembre y el invierno estaba a punto de llegar, aquel había sido el otoño más duro de todos, había sido un verdadero otoño en su vida. Observo su reloj y se dio cuenta que ya pasaban de las nueve de la noche, podía pasar tan rápido el tiempo mientras el quedaba admirando su rostro, queriendo ser él lo primero que ella vería cuando sus ojos volviesen abrirse.
-Helga quiero que sepas que aquí voy a estar para cuando decidas despertar, espero que no tardes mucho, hay tantas cosas que tenemos que hacer-sonrió con dulzura.
Podrían llamarle loco, pero el sabia que ella algún día le respondería, el no podía permitirse el no hablar con ella, no volvería a cometer los mismos errores del pasado.
-Dicen que a pesar de todo el pequeño Phil va por buen camino, que ha sido todo un milagro pero eso se lo debo al cielo, y claro está, a ti también amor, el es igual de fuerte que tu- Arnold se acerco a su mujer y dio un suave beso en la frente –Pero no te preocupes, te dejare descansar pero aquí seguiré- sonrió en forma sincera y esta vez ocupo un lugar en frente de la cama, en un sillón que descansaba frente a ella. Era viernes y agradecía que todo el dinero que había hecho durante anos le daban el privilegio de no tener que trabajar durante ese tiempo, aun así seguía siendo dueño de un centro psicológico y de vez en cuando tenía que darse sus vueltas, pero no en fin de semana. Y sin saber en qué momento el chico cerró los ojos y voló a otro lugar.
Había sido toda una aventura, circo y mil peripecias para poder llegar hasta allá, pero después de mucho esfuerzo él y sus amigos lo habían logrado. No podía pedir más, después de todas las aventuras que había vivido con ellos durante su infancia, y ahora en su recién entrada adolescencia eran testigos de uno de los momentos más importantes de su vida y claro que quien encabezaba la lista era su mejor amigo Gerald, pero tampoco podía omitir el nombre de cierta rubia que había sido todo un extraño espécimen en su infancia pero los anos le habían sentado bien y él, no podía negarlo, la encontraba encantadora.
-Hey cabeza de balón!-una suave voz femenina pero que protestaba lo hizo volver y reaccionar, no había tiempo de quedarse sentados-Siento despertarte de tu letargo pero, tenemos que seguir adelante, si dejamos pasar más tiempo tendremos que planear alguna otra estrategia para salvar a tus padres y no tenemos tiempo para idear un plan B-sonrió la chica mientras hablaba con firmeza, y es que sin duda alguna sin ella no se habría logrado gran cosa. Bob había "financiado" el viaje y entre ella y Gerald habían armado un excelente equipo que había rastreado a sus padres en esa aldea perdida en medio de la selva.
-Gracias Helga…vamos a dormir…-el chico la invito a pasar a una de las casas de campana que habían tendido sobre una de las montanas para mantenerse escondidos.
-Viejo-una voz masculina inundo la habitación en penumbras moviendo a su amigo con algo de inquietud por los hombros- ¿Arnold estás ahí?- empezaba a preocuparse.
Había dejado la puerta entreabierta, antes de eso Arnold había olvidado poner candado a la chapa y Gerald agradecía que hubiera caído exhausto, a veces pasaban días sin que pudiera ver a su mejor amigo, el chico había conseguido un "permiso especial" para poder quedarse en la habitación de Helga durante todo el día, y solo salía de ella cuando en verdad fuera necesario y todo eso gracias a Phoebe, la mejor amiga de Helga y quien se adentraba en la habitación en silencio. Ella era uno de los médicos de cabecera de Helga.
-Déjalo Gerald, debió caer agotado, hace días que no le veo probar ni un solo bocado de comida y seguramente tampoco ha dormido bien-la dulce voz de Phoebe trato de tranquilizar también a Gerald mientras ella se dirigía a su paciente para dar el último chequeo general del día.
El moreno se recargo sobre la pared cruzándose de brazos sin apartar la mirada de su cansado amigo, en verdad le preocupaba pero sabía que no podía hacer nada por él, desde que lo conocía había sido bastante terco, y aun a pesar de sus casi 26 años seguía bien conservando como uno de sus rasgos más característicos. Cerró los ojos con fuerza y suspiro, después observo a Phoebe que seguía revisando a Helga y sonrió con dulzura.
-Sabes Phoebs, comprendo a Arnold, yo tampoco podría vivir en paz, sin separarme de ti si a ti te pasara algo, es que simplemente es intolerante el querer imaginar mi mundo, mi vida sin que tu estas en ella-dijo con toda la sinceridad del mundo y hablando desde su corazón. La chica de descendencia oriental volteo y le dedico una mirada llena de amor, aun sin apartarse de sus laborales.
-Y yo haría lo mismo por ti-afirma Phoebe que casi terminaba el chequeo médico, en realidad no había nada nuevo en su amiga y paciente pero eran ordenes de Arnold y es que el chico estaba decidido a que cualquier día vería un cambio positivo en ella, después del primer mes y que Helga comenzó a sonreír con debilidad la esperanza de Arnold se había iluminado.
Gerald estaba por dejar su lugar y acercarse con lentitud a su ahora esposa pero el ruido que Arnold hizo lo distrajo, y el rubio termino por despertar, aun adormilado se tallo los ojos y observo con curiosidad y cierto recelo a sus dos amigos que ocupaban sitio en la habitación, una de las cosas que más le molestaban era que invadieran "su privacidad con Helga". Arnold los observo de mala gana sin decir ni una palabra
-Oh no Shortman, a mi no me mires así, yo tengo todo el derecho de entrar a este cuarto cuando lo vea necesario, recuerda que soy médico de cabecera de Helga- dijo Phoebe mientras dejaba su equipo médico de lado y anotaba las señales vitales de Helga. Sin duda alguna, tal vez la única que había tenido bien en claro su destino era Phoebe, quien había logrado graduarse un poco antes por llevar clases avanzadas y que a sus recientes 26 ya fuera una medico cirujana excelente, claro que esto se debía a su dedicación desde pequeña.
Arnold torció el gesto y luego volvió la mirada a su mejor amigo preguntándose qué hacia ahí, no era necesario que el chico hablara para saber su cuestionamiento.
-Lo siento viejo, pero me preocupan ambos-señalo primero a la cama donde se hallaba la menor de los Pataki y después a donde se encontraba Arnold-Tu también me tienes con mucho pendiente, pasas todo el día aquí, y lo comprendo, pero deberías de descansar un poco y también comer algo…- menciono Gerald realmente preocupado, Phoebe le dedico una mirada a Arnold.
-Se los agradezco pero no tienen que preocuparse por mí, estoy bien-dijo en tono seco.
Pero era más que evidente que no se encontraba bien, su aspecto era desaliñado, su barba crecida aunque sin llegar al total descuido, claro que le daban una apariencia varonil y que a Helga volvía loca, pero su palidez y sus marcadas ojeras podían denotar lo mal que comenzaba a estar Arnold. Phoebe seguía con la mirada clavada en Arnold y este la sostuvo un poco incomodo.
-Vamos a la cafetería a que pruebes bocado, solo unos minutos-trato Gerald de convencerlo. El otro hombre solo negó con la cabeza.
-Tienes que ir con Gerald, Arnold. Y estas son ordenes mías como medico de Helga, necesito a estar a solas con mis pacientes, llamare a la enfermera de turno, tenemos que asearla, y no es bueno que tu estés aquí en este momento, así que les tengo que pedir a los dos que se retiren- Phoebe sonaba como toda una profesional y aunque en ese momento sentía la mirada de furia del rubio no le daba mucha importancia porque sabía que tenía que hacerlo.
-No, no puedes…-trato de reprochar aunque sabía que sería inútil.
-Sí, sí puedo y bien lo sabes, así que con su permiso los escolto a la salida mientras voy por la enfermera-afirmo la doctora tranquila.
-Vamos Arnold, hazlos por ellos…-dijo casi en tono suplicante el moreno.
-Solo por esta única ocasión…-
Y a regañadientes Gerald y Arnold abandonaron la habitación y Phoebe se encargo de asegurarla por fuera mientras ella iba a buscar a la enfermera, esa llave tan solo la tenia ella y de esta manera podría impedir que Arnold volviera a entrar sin su autorización, al menos no por unas horas, quizás menos ya que sabía que el chico apenas, y con mucha suerte, una hora lejos de su amada. Y cierto era que era necesario un aseo, pero no era tan urgente, lo hacía más por el hecho de que Arnold necesitaba un respiro pero sobretodo alimento. Y por sentidos contrarios se marchaban, Gerald llevaba casi arrastrando a Arnold hablando de trivialidades pero no lograba capturar por completo su atención, aun así decidió que trataría de distraerlo aunque fuera por unos minutos. Llegaron a la cafetería.
-Vamos viejo, tenemos descuento especiales y podemos ordenar cualquier cosa, gracias a una excelente medico-sonrió recordando el hermoso rostro de Phoebe. Arnold dibujo una débil sonrisa por ver a su amigo tan enamorado.
-Al menos me da gusto que entre tanta tragedia tú puedas ser feliz, digo, tu historia con Phoebe tampoco fue muy sencilla-dijo el rubio mientras se adelantaba a su amigo y pidió tan solo una ensalada y un emparedado, y no, no tenía hambre pero si no comía nada Gerald iba a despotricar en contra de él y de lo que menos tenía ganas en ese momento era de un regaño.
-Lo sé, pero también se que tu las has tenido más complicado y trato de comprenderte-el moreno vio con pena lo que su amigo había pedido pero no dijo nada, el si tenía hambre y tomo varios pedazos de pizza. Caminaron a una mesa libre.
-Sí, pero también comprendo que muchas cosas han sido por errores míos y es por eso que tengo que luchar por ella, porque la amo, ya han pasado casi cinco meses…-dijo con dolor mientras trataba de probar su ensalada.
-La vida es difícil de comprender, pero mira has salido delante de muchas y sé que tal vez esta ha sido la experiencia más dura pero eres fuerte-sonrió el moreno después de dar bocado a su pizza.
El resto de la charla fue reconfortante para Arnold, al menos logro distraerse y recordó que tenía el apoyo incondicional del ahora matrimonio Johanssen, le provocaba algo de gracia que su mejor amigo había quedado con la mejor amiga de Helga, el circulo había quedado pequeño. Arnold observo el reloj y se dio cuenta que era hora de volver con Helga, si Phoebe no lo dejaba entrar aun podría esperar en el pasillo. Dejaron las charolas en su lugar y caminaron bromeando, recordando el pasado y sus viejas aventuras. El camino para Arnold fue algo largo (aunque claro que era corto) pero todo por el ansia de ver de nuevo el rostro pálido y dormido de Helga, pero sobretodo esperanzado en que volviera a sonreír antes de que la noche acabare y a Arnold lo invadiera el sueño. Cuando se acercaron a la habitación, Gerald iba unos pasos adelante y pudo notar el ajetreo que se escuchaba dentro, Arnold regresaba sonriendo, charlando amenamente como hace mucho no lo hacía pero la atención del moreno se dirigió hacia donde se encontraba su esposa con Helga, y justo en ese momento una punzada de dolor inundo su pecho, como si se tratara de una estaca directa al corazón, su espina dorsal y el resto de su cuerpo se estremeció, sudando frio sin aun saber que ocurría, pero lo presentía.
-Vamos Pataki, eres fuerte, no, no, aun no nos puedes dejar- la voz de desespero anuncio lo peor para Arnold cuando llego a la habitación llevándose de paso a Gerald, el equipo de enfermeros estaban a un lado de Phoebe mientras ella trataba de revivirla, el sistema anunciaba que sus signos vitales comenzaban a decaer, las lagrimas se apoderaban del rostro de Phoebe pero ella seguía haciendo su mayor esfuerzo.
-Que paso aquí!-pregunto Arnold alterado entrando a la habitación alejando con brusquedad pero sin intención de herir a un par de enfermeras que le obstruían el paso para llegar donde Helga.
-Solo paso de repente Arnold, empezó a dejar de dar señales de vida-la chica que sudaba y no perdía atención a su amiga trato de explicarle a Arnold, eran cosas que pasaban y ella temía lo peor.
-Pero como!-dijo Arnold mientras su rostro se llenaba de lagrimas, no le importo y se posiciono a un lado de la doctora tomando una de las manos de Helga.
-No lo sé, Arnold, no lo sé-grito con desespero Phoebe, ella ignoro al rubio pero no le dijo mas, no debía estar ahí pero sabía que discutir con él sería inútil y un segundo en ese momento era crucial, la vida de Helga estaba en un hilo, ella seguía ordenando a su equipo con notable desesperación y ansiedad, Gerald decidió alejarse y esperar en el pasillo notablemente preocupado por ambos.
Arnold se acerco mas a Helga, ella seguía convulsionándose y su rostro no lucia nada tranquilo, el tomo la mano de la mujer con fuerza y la llevo hasta su corazón, su rostro estaba tenido en lágrimas.
-Vamos amor, eres fuerte, puedes salir de esta-los signos vitales de Helga se debilitaban cada vez mas – Mira soy tu cabeza de balón, escucha a mi corazón, no puedes dejarnos…-y justo en ese momento Helga abrió los ojos, débil y perpleja.
-Arnold…yo…-susurro muy débil.
-Doctora Johannsen-grito una enfermera mientras Phoebe estaba preparando suero para inyectarlo a Helga –Su paciente despertó- Phoebe se acerco dudosa.
-Te amo…-apenas alcanzo a pronunciar y el chico sonrió, sonrió como no lo había hecho en toda su vida.
-Yo te amo mas mi vida…-y Helga le dedico una sonrisa y justamente en ese momento…su corazón se detuvo, el sistema ya no detecto señas vitales.
-NO, Helga, NO!- y Arnold quebrantado se dejo caer al suelo, hundido, rendido, sin esperanza, su vida había acabado en ese momento.
-Espera, Arnold, espera- Phoebe se acerca y comenzó con el resucitador, no dejaría ir a su amiga tan fácilmente, algo tenía que hacer –Aun falta la última palabra- dijo con firmeza, tenía que salvarlos.
Continuara...
N/A: Hola!
Bueno, tengo tantas cosas que decir pero la verdad no sé por dónde empezar estoy emocionada porque hace mucho que no escribía ningún fic (después de que perdí la contraseña de mi primer cuenta aquí me desanime un poco), después de toda una semana leyendo fics de esta serie y con esta idea rondándome por la cabeza en un solo día pude escribir esto y además que este es mi primer fic de Hey Arnold, que claro se centrara en mi pareja favorita Arnold y Helga. Pero antes debo decir que no se las pondré nada fáciles, van a sufrir bastante ( lo siento amo el drama) pero también adoro los finales felices…y hablando de finales debo decir que comencé con el final, después de este capítulo, los siguientes se remontaran al pasado, es decir como comenzó todo entre estos dos y cómo fue que termino así (si pinta para que sea una historia larga), tal vez no les guste de esta manera o me odien por el capitulo tan triste pero se llevaran sus sorpresas, aun no es el final y espero que me puedan acompañar a lo largo de la historia, así que espero con emoción sus comentarios. Y pues bien tratare de actualizar al menos cada dos semanas. Nos vemos!.
El capitulo se podría disfrutar mejor con la canción de Héroe, de Enrique Iglesias, al menos para mi así fue, a partir de aquí, también dejare soundtrack para cada capítulo, tal vez les haga mas amena la lectura.
