Notas de autor: El otro día vi Encantada y me inspiró a terminar esta historia que tiene más de un año parada. XD Y como estoy aprendiendo de ciertas confesiones que leí en una página de FB sobre que hay que escribir por amor a tu OTP yyyyy el HYPE de la semana ASKDASDKAD quién soy yo para resistirme. :x
Para Lop porque le debo su regalo de cumple desde marzo y por ser mi compañera gruvia y de muchas más cosas. Es medio basado en Encantada y cómo eres especial, tendrá más de un cap. xD
Advertencia:
Fairy Tail pertenece a Mashima. Yo le agradezco infinitamente por la OTP *hearts*.


La sirena pobre

Parte I


Cuando era pequeña, y unas horas atrás; el mundo humano le parecía atrayente. Lleno de diversidad y belleza. Siempre deseó explorarlo, pertenecer a ese lugar lleno de detalles maravillosos que alimentaban a su traviesa curiosidad. Tal vez fue así porque desde niña siempre le prohibieron acerarse y entre más querían alejarla de ese mundo que quería conocer, más deseó formar parte de él y la razón más grande todas era que, nunca y ni por error, se sentía parte de algo. La soledad siempre fue su única amiga.

Así que creció haciéndose locas ideas acerca de los humano, se fascinó con las historias que su imaginación creaba con cada objeto que llegaba al fondo del mar. Pensó tanto en el amor porque eso era lo que ella sentía cada vez que sacaba la cabeza por la superficie; ella estaba enamorada de aquel mundo de fantasía que la soledad de su hogar la llevó a imaginar. Creó tantos cuentos con finales felices para ella, pero estando ahí, poco a poco, se bañó de realidad y ahora todo era completamente diferente a lo que siempre pensó.

El mundo humano era cruel.

Todo le parecía horrible y lo comparaba con su hogar; aun oscuro por la profundidad, era mucho mejor que ese sitio.

Todo lo que imaginó fue un espejismo porque cuando asomaba la cabeza por encima del agua y volteaba hacia arriba, le parecía bonito el cielo pero ahora le parecía despiadado y sentía que la odiaba.

Ese día, más que nunca, extrañó su cola. Extrañó estar rodeada de agua. Añoró esas horas nadando y flotando.

Y deseó, con todo su corazón, volver… Volver al mar.

Volver a ser una sirena.


Estaba bastante feliz.

Ese día no era para nada normal porque para empezar… ¿qué hacía una sirena en la superficie recibiendo los rayos del sol? Se suponía que las sirenas andaban bajo el mar; nadaban entre colares, arrecifes, peces y algas marinas. Tenían una cola, no dos… ¿cómo era que se llamaban? ¡Piernas!

Y eso era genial porque siempre lo buscó, deseó y quiso y ahora, eso era una realidad. ¡Ella era humana! ¡Al fin había aprendido a transformarse en humana! ¡Tenía dos piernas! Y no dudó en sacudirlas con emoción. ¿Eso era lo que se sentía tener piernas? Las palpó para creerlo. Sentía cada toco, eran suyas... sus piernas.

Se fascinó cuando las vio, pidió a todos los dioses marinos que no se tratara de un sueño, ese que concurrentemente tenía, pero conforme pasaba el tiempo y ella no despertaba, fue aceptando que esa era la realidad. Se fue creyendo lo que vivía; ya no era una sirena. ¡Al fin aprendió el hechizo! ¡Al fin el entrenamiento dio resultado! Bueno, de que era sirena, lo era pero en esos momentos ya no lo era. Bastaba con ver esas dos piernas blancas que tenía. Las había estirado y doblado un par de veces, como probando que obedecieran a los mandatos de su cerebro. ¿Le dolían? No. ¿Le molestaban? Tampoco. Era un gran cambio en su físico que quería afrontar de frente; quería caminar, correr, saltar, bailar. ¡Hacer todo lo que las personas con piernas hacían!

En esos momentos no pensó en que estaba sola en un lugar desconocido porque ella tenía que avanzar, así que hundió los pies en la arena, disfrutó de ese contacto y se dijo que luego aprovecharía más de esa sensación. Apoyó sus manos para agarrar el impulso para levantarse. Lo hizo lento, sintiendo que no estaba firme y que sus piernas temblaban, varias veces vaciló pero logró levantarse luego de muchos intentos.

Una vez de pie, tuvo que alzar sus manos para mantener el equilibrio y sin bajarlas, empezó a caminar de forma que parecía que caminaba sobre un delgado hilo en las alturas aunque por donde intentaba caminar fuera la plana arena del mar. Con miedo y desequilibrándose, puso un pie adelante en un corto paso. Se meneaba con torpeza y sus brazos seguían en el aire, se felicitó cuando se sintió lo demasiado estable como para acercar su otro pie y estacionarlo junto al otro. Bien, llevaba uno, tenía que seguir. Así que resopló y repitió sus movimientos.

Dos, tres, cuatro pasos. Lentos, chicos e inseguros. Lo hacía de manera torpe pero sentía que ganaba equilibrio, hasta que se percató de algo. Sus ¿pies ardían? ¿Por qué? Pensó en que los humanos tenían demasiados obstáculos en ese mundo. Dio un grito y de un salto, se dejó caer al suelo. Palpó la arena a su alrededor, y se percató que estaba caliente gracias, no lo había notado antes. Ahora, ella necesitaba idear un plan pero de poder caminar, correr, saltar, bailar... pero el suelo no cooperaba con ella. Sus pies descalzos no podían exponerse así. Pero qué podía hacer una sirena en un mundo humano... ¡Necesitaba inspiración porque el fondo del mar jamás le había dado esa lección!

Así que mejor se acomodó, abrazó sus piernas y vio sus pies descalzos, antes de hundirlos en la arena. Alzó la mirada al cielo y pensó que hacía más calor que antes. El sol estaba quemando más, miró la piel de sus hombros y se percató de que estaba poniendo rojiza y comenzaba a arderle. ¿Cuánto tiempo llevaba anclada a ese lugar? ¡No lo sabía! Pero sin duda, si tenía que hacer algo, ese algo era buscar sombra si no quería morir rostizada antes de poder realizar lo que siempre soñó, pero no podía caminar por dos razones: la arena le quemaba los pies y no podía caminar con seguridad y rápido, no aún… ¿y si se arrastraba como una foca para encontrar un mejor lugar en donde aprender a caminar? Esa era una gran opción pero la siguiente era, ¿a dónde iba?

Sus ojos mapearon la playa y miró unos cuantos puestos un poco retirados de ella. Vio que salía mucha gente de esos lugar y enfocó su mirada en esas personas que salían con varios artículos, eso atrajo su atención… después, enfocó su vista a las personas que estaban más cerca de ella y estos llevaban ropa ligera, shorts, trajes de baño y ens sus pies tenían algo que les facilitaba caminar sobre la caliente arena… ¡Ella necesitaba eso! ¿Pero cómo? ¿Caminaba, corría o se arrastraba hasta esos puestos? Y al llegar, adquiría unos y podría explorar más allá de la playa, caminaría sin problema alguno. ¡Oh, dios, eso sí que era divertido! Una sirena con piernas y sandalias, sonaba encantador. ¡De verdad tenía que llegar a esos puestos!

―¡Juvia tiene que ser valiente! ―se dijo, motivándose. Tragó saliva y calculó la distancia de donde estaba a los puestos ―¡Ni siquiera está tan lejos! ¡Será tan fácil! ―sonrió e inyectada de valor, se levantó rápido.

Se sintió orgullosa porque ni siquiera se tambaleó y adelantó uno de sus pies en una zancada, se meneó pero mantuvo el equilibrio gracias a sus brazos extendidos en ambos costados. Ignoró lo caliente de la arena y se dispuso, mejor, a mover su otro pie, esta vez no a la atura del otro, sino que más lejos pero se tambaleó tan bruscamente y de nada le sirvió la paciencia para evitar su caída.

Ok, tal vez no sería tan fácil llegar al puesto.

¡Pero se estaba divirtiendo en los procesos!

~O~

Se rindió después de mil intentos infructíferos.

El universo parecía conspirar en su contra, nada le salía cómo lo planeaba.

Ahora, sola y bajo el sol. Con la piel de sus brazos y hombros ardiéndole a cada segundo más se encontraba desconsolada y sin esperanza alguna. Aprendió a caminar, o ya no se mecía tanto, pero ¿de qué le servía si no podía apoyar sus pies en el suelo?

Había tratado de recapitular qué hacía ahí, cómo es que había llegado gracias al hechizo que pocas sirenas pueden aprender. Esa era la única forma de llegar hasta tierra firme. Al inicio creía que era una gran idea para cumplir su sueño de exploración, para aprender nuevas historias y conocer la amabilidad del mundo que le regalaba bellezas al mar, pero ya lo dudaba. Dudaba de sus deseos.

Nada era cómo lo soñó.

Tenía bastante tiempo sentada en la ardiente arena, abrazaba sus piernas y se hundía en ellas ―al menos algo bueno tenían, también rescataba la sensación de la arena entre los dedos― pero era muy poco lo que había recibido en mucho tiempo. Y como si su situación no fuera lo suficientemente mala, su estómago estaba comenzando a pedirle comida. ¡Genial! ¿Ahora qué? No podía caminar mientras el sol estuviera en lo alto, no sabía dónde ir, no sabía qué hacía ahí. Lo único de lo que tenía certeza era de que nadie, absolutamente nadie, la iba a ayudar (porque ya habían sido groseros con ella anteriormente).

Estaba sin ánimo de levantarse para explorar ese mundo que mucho tiempo quiso subir pero por respeto a las reglas del mar no había podido. Ahora que estaba en el mundo humano sola, tenía miedo. Había visto y hablado con personas pero ninguno había sido amable y aun le costaba acostumbrarse a caminar. No era una experta aún, no se tenía la confianza suficiente y ya se había llevado varios golpes. Las piernas le temblaban y se tambaleaban, además de la poca práctica que tenía, había otros factores externos que no sabía cómo manejar como la condición del suelo.

En esos momentos, Juvia extrañó el agua que nunca había sido dañina con ella.

Extrañaba nadar y llegar al lugar que quería en poco tiempo.

Y volver no estaba resultando tan fácil como imaginó.

Respiró hondo y contuvo el llanto. No era momento de llorar aunque era lo que más quisiera y porque aún sin cola, debía respetar las reglas de su mundo; las lágrimas de una sirena eran sagradas, no tenía por qué derramarlas a la ligera aunque estuviera completamente desesperada… pero ¿qué y si esa lágrima tenía la respuesta? ¿Qué si era la solución? ¿Qué si significa el fin a ese sufrimiento? ¿O era que estaba siendo demasiado melodramática solo porque las cosas, hasta ese momento, no estaban saliendo cómo quería?

―Juvia no lo entiende, ¿En verdad todo fue en vano? ―susurró, fijando su vista al mar. Se sentía sola y con muchas ganas de llegar a esa línea donde el cielo y el mar se conectaban, ¿pero qué si volvía a su forma original? ¿Qué iban a decir de ella? ¿De la tonta sirena que siempre quiso el contacto con el mundo humano?

Tal vez ya no había un hogar al cual volver.

Quizás nunca tuvo ese hogar.

Sacudió la cabeza para espantar todo pensamiento oscuro. No era momento de rendirse, y quizás era mejor pedir una señal de que iba por buen camino. Que lo único que el destino le mostraba era que la vida humana era más difícil de lo que ella podía comprender pero que no era momento de rendirse, porque podía con esas pruebas y más.

―Tal vez Juvia necesita aprender mu... ¡Auch! ―su cabeza se movió con brusquedad hacia enfrente y de inmediato, llevó una de sus manos para frotar su nuca, algo la había golpeado fuerte. Volteó para ver el causante, y descubrió que había un objeto redondo a su espalda.

―¡Lo siento!

Juvia abrió los ojos con sorpresa, esas eran las primeras palabras amables que escuchaba en el día. Su mirada se mostró conmovida al ver cómo un chico de cabello negro se acercaba a ella. Su cabello brillaba bajo los rayos solares, se veía suave aunque era largo y algo desalineado. Llevaba una camiseta desabrochada y un short de playa que le llegaba casi hasta las ¿rodillas? de color negro.

―El idiota de mi amigo lanzó muy fuerte y te golpeó, no fue intencional ―se disculpó. Parecía sincero,

Ella negó y sus labios temblaron. En todo el día nadie se había preocupado tanto por ella, le pareció la señal que necesitaba para permanecer. El destino apenas se encaprichaba en mostrarle lo bueno. Los apretó fuerte para evitar sollozar fuerte. Negó de inmediato. ―E-está bien.

Él le sonrió y Juvia se sonrojó cuando se agachó, era alto, más que ella. ¿Esa era la diferencia entre hombres y mujeres humanos? Y no supo por qué pero ella hizo nota mental de su altura. El chico recogió el balón y se quedó unos cortos segundos, observándola directamente a los ojos, el sonrojó de ella se intensificó debido a la cercanía de ambos, y porque gracias a esa corta distancia apreció que era guapo, y fue ahí cuando él se irguió, apartando la mirada porque comenzaba a sentirse nervioso.

―¿Oye… estás bien? ―titubeó pero se atrevió a preguntarlo. Todo mundo en la playa había observado a la chica de cabello azul que estaba quieta en medio de la playa. Nadie se acercaba a ella y ella no se acercaba a nadie. Parecía una estatua porque no cambiaba de posición. Él supuso que tal vez estaba pasando por momentos duros y solo buscaba conectarse con su elemento para encontrar serenidad pero al observarla de cerca, tuvo el presentimiento que no era nada de eso.

Tal vez ella necesitaba un amigo. Odió a su alma protectora y preocupada por los demás.

Juvia se giró, le dio la espalda y enfocó su vista al océano y negó, moviendo su cabeza de un lado a otro. Se sintió nostálgica de sus creencias pasadas y dolida de las decepciones que estaba acumulando ese día.

―El mundo humano es cruel ―respondió con tristeza

Puso los ojos en blanco. ―Sí… pues… Bienvenida a Magnolia.

Juvia se volteó a verlo y esbozó una sincera y encantadora sonrisa, a él le pareció la sonrisa más bonita de todas. Bueno, si se sinceraba la chica era linda y resaltaba en ese lugar porque su color de cabello no era muy común pero con ese gesto fue como el mejor maquillaje que podía usar. Lucía bien. Bella y natural.

―¡Gracias!

Él arqueó una ceja y agitó su cabeza, extrañado de la respuesta. La chica no había apreciado su sarcasmo y no tuvo el valor, ignoraba por qué, de sacarla de su error. De verdad se veía contenta, y parecía que tenía bastante tiempo sin sentir esa emoción. ―No es nada, supongo ―rió nervioso.

Ella mantuvo la sonrisa en su rostro pero volvió a fijar su vista al mar, tal vez eso era lo que siempre esperó en ese mundo. Llegaba tarde pero seguro.

―¡GRAAAY! ¡TRAE LA MALDITA PELOTA! ¿O TIENES MIEDO DE PERDER?

Juvia se estremeció ante el grito y parpadeó confundida, el chico solo se encogió de hombros.

―¡Voy cerebro de flama! ¡Te patearé el trasero después de ganarte!

Luego, giró la pelota sobre sus manos y de nuevo, ignoró las razones que lo llevaron a mantenerse ahí, pero se quedó parado y aclaró su garganta antes de hablar. ―¿Necesitas ayuda? ―un ligero sonrojo cubrió sus mejillas. Soltó la pelota con una de sus manos para dirigirla a revolver su cabello―. Es decir, tienes bastante rato sentada en medio de la playa, sin moverte… pareces perdida o no sé... pero...

Ni siquiera terminó de decirlo porque ella se levantó como un torbellino y dio la vuelta para quedar frente a él. Observó que su cabello azul se revolvía con elegancia conforme ella se movía. Vio que ella traía una especie de bikini blanco y una falda del mismo color amarrada a la cadera, era larga de un lado y del otro estaba corto, exponía el largo de su pierna y no pudo seguir mirando más, porque ella se inclinó con torpeza hacia delante, perdía el equilibrio como si estuviera ebria. A Gray no le importó soltar la pelota si con eso evitaba que la chica cayera. Ella, chocó contra su pecho y lentamente la apartó para analizarla mejor.

―¿Te sientes bien? ―volvió a preguntar, casi seguro de que no estaba bien. Se arrepintió, en automático, de tocar ese tema porque vio que sus grandes y expresivos ojos se pusieron llorosos.

―¡Juvia es una sirena que finalmente aprendió a cambiar a su forma humana! ―la vio de forma rara por el disparate que decía pero a ella no le importó porque siguió expresando su tragedia ―¡Y por supuesto que Juvia necesita zapatos y calcetines ahora para poder caminar porque la arena quema! ―agarró aire y prosiguió―: todas esas cosas humanas parecen divertidas para Juvia y en verdad, Juvia las necesita pero no aceptan sus monedas de arena ¡Eso es muy triste porque todo se empezó a complicar! ¡Juvia es una sirena pobre!

Ella calló abruptamente y él abrió los ojos. Todo pasó muy rápido, ¿Sirena? ¿Sandalias? ¿Calcetines? Y lo primero que pensó es que ella estaba loca y él estaba más loco por seguirle el juego...porque pudo preguntar de qué demonios hablaba pero no lo hizo, tal vez porque parecía que en cualquier momento empezaría a llorar y él no quería ser la detonante de su llanto.

―¿Puedo hacer algo por ti? ―preguntó, inseguro. Incitado por ella, porque lo vio de tal forma como si esperara que preguntara eso. Y como si de verdad necesitara su ayuda. Esa chica tenía poderes…

―¡Juvia sería muy afortunada si la pudieras ayudar a comprar unas! ¡Y también quiere probar un café contigo porque tiene mucha hambre!

Gray asintió, ese tipo de ayuda era fácil: las sandalias era fácil. ―E-espera… ¿Café? ―ella asintió, sonriente ―¡Pero si hace calor!

Ella rió cantarinamente, haciéndolo maldecir porque o sea… ¿ya había aceptado? Su único pretexto fue que hacía calor. Gray ya no lo entendía nada, tal vez todo era una metáfora y sí era una sirena que lo hechizaba porque sus respuestas eran más para no desalentarla porque no quería ser él quien lo hiciera.


¿Continuará?


No puedo hacer fantasy porque apesto y me dan flojera las descripciones así que recurro a mi único talento; la comedia romántica XDXDXD. Se me extendió la idea, cueck, típico de mí. Pero bueno, me dije que para volver a escribir gruvia debía llegarle a las 3K y lo hice juas juas. Me doy por bien servida. Se lo dedico a LOP porque se lo debo por su cumple y porque es amante de las princesas, a ver si encuentras a Ariel, Moana y Giselle. xD

Review, crítica y sugerencia bienvenidos. :)

Énfasis en:

'I'm a mermaid who's finally learnt how to change to human form, and of course I need shoes and socks now! Those human things look so fun, I need all of them, but apparently sand coins aren't a currently on land! It was so lucky that you saw me struggle with the currency and bought a pair for me, and of course I want to try this coffee thing with you!'

PD: Cambié unas cosas en el prompt para hacerlo más gracioso, según yo. xD