He visto decenas de fanfics que me parecen excelentes y otros que ni merece la pena leer, pero los primeros no reciben el mismo reconocimiento ya que suelen ser más complejos y los del otro tipo simplemente son adorados porque tienen demasiado romance y cosas insulsas, me gustaría probar que me equivoco y que realmente no los leen ni aclaman por esas cosas, así que he decidido hacer esta adaptación. El nombre de la obra en la que me basé lo diré más adelante, casi al final para que no vayan a ella y sepan lo que viene, pero a los que sí les suene la trama, he de decirles primeramente que no va a ser tal cual como allá, todavía no finaliza pero si veo que se sale mucho del punto al que quiero llegar lo cortaré y terminaré a mi manera.
Contiene Lemmon algo explícito desde este primer capítulo, lenguaje altisonante más adelante y un poco de OoC además de ciertos temas de violencia, sinceramente dudo que guste mucho la temática porque parece NTR (pero no lo es) al inicio pero lo escribo para probarme a mí mismo que si primero puedo lograr una adaptación, podré escribir cosas mejores más adelante y lo publico aquí para quitarme el pánico escénico. Paso por paso. Por favor no se guíen por la apariencia. Lo hice de este fandom puesto que al final se hizo realidad mi pareja favorita de bleach y porque de aquí he visto más el "problema" que digo.
Disclaimer: Nada es mío.
Neglect.
Capítulo 1. Mi necesidad Humana.
A veces no sabía qué hacía ella allí, esperando pacientemente a que el reloj anunciara cierta hora. En tardes como esa se preguntaba si realmente esa era la vida que deseaba. Su rutina diaria era hacer las tareas del hogar, cocinar u ordenar comida, comer, ver la televisión y estar pendiente de la puerta a la hora que llegara él...
Tal vez él no era el mejor de los hombres, pero tampoco era el peor. Había llegado al punto en el que ya no sabía si vivía mejor antes puesto que ni ella misma parecía conocer la felicidad.
Miró hacia el reloj y vio que todavía faltaban un par de horas antes de que él se apareciera por allí, miró ahora hacia otro objeto y decidió que tal podría ponerle un poco de color a su rutina. A sus veinticuatro años, Orihime Kurosaki apenas y había probado el alcohol pero ese día se sentía con las ganas de acabarse la botella, de cualquier manera él no lo notaría...
Fue a la cocina por un vaso y al ser una inexperta, lo llenó a tope de sake y de un trago dejó a la mitad el recipiente. La bebida pareció quemarle la garganta mientras se deslizaba por el esófago y el calor le subió a las mejillas, casi escupe el sake pero decidió pasarlo porque tenía ganas de tener un cambio, bebió el resto más despacio. Sirvió de nuevo otra porción de sake pero aprendió que debía de tomarse a tragos, lo hizo con el segundo vaso ya no tan lleno. Poco a poco el calor se iba apoderando de su cuerpo y decidió ir a ponerse algo más ligero, se quitó todo menos las bragas y encima se puso un camisón sumamente delgado, casi transparente. Regresó a seguir tomando hasta terminarse la botella.
En su camino se encontró con un espejo de cuerpo completo y se quedó mirando a sí misma por unos momentos. El reflejo que veía le pareció algo lamentable, ella allí sola en ese apartamento espacioso, con muebles de diseñador y decorado exquisitamente, ella sola con un vaso de sake en la mano dejando pasar su tiempo esperándolo. Por supuesto que lo amaba y prueba de eso era el anillo dorado en su mano izquierda pero aun así se sentía peor que abandonada. Dio un paso más para acercarse al espejo, se miró detenidamente el rostro. Jamás se había sentido con una belleza excepcional pero ahora que se miraba detenidamente, el reflejo le regresaba una imagen agradable y las curvas de su cuerpo eran cercanas a lo que cualquier hombre podía desear pero ¿por qué él no parecía siquiera tomarle importancia? ¿por qué se había casado con ella? las veces que la había tocado, ea simplemente sexo, no era hacer el amor. A él no le importaba hacerla sentir bien, simplemente dejaba de moverse en cuanto él se venía dentro y se daba la media vuelta para dormir o a veces, la agarraba desprevenida en cualquier lugar del apartamento como para saciar su necesidad, sin importarle que ella no estuviese preparada.
Quizás había algo mal en ella puesto que al recordar esos momentos, su cuerpo pidió que él estuviera allí y tocarse no sería suficiente.
— Pediré algo para comer— se dijo para calmar su ansia pero quizá ese fue el peor error que pudo cometer en su vida. Había preparado algo para cuando él llegara pero en ese momento no se le antojó, fue al teléfono en donde tenía algunos números de restaurantes y marcó el primero que vio, un local que vendía pollo frito.
Después de llamar, siguió bebiendo pero ello solamente incrementó su apetito pero no el de comida. Entre sus piernas el calor aumentaba y estaba comenzando a humedecerse, además de que comenzaba a transpirar del resto de su cuerpo.
La espera por la comida se le estaba haciendo eterna pero luego de quién sabe cuánto, el timbre sonó. Fue a abrir la puerta apretando las piernas. Al abrir, se encontró a un muchacho bastante alto y fornido, tenía un casco en la cabeza y vestía una camiseta blanca sencilla, pantalones de mezclilla y una chamarra de cuero, en resumidas cuentas estaba vestido como el típico repartidor pero la mujer lo miró detenidamente y el calor que sentía momentos antes, ahora la hacía sentirse explotar. El repartidor era un chico de alrededor de veinte años, no veía su cabellera por completo pero era de una tonalidad azulada que armonizaba perfecto con sus ojos de casi el mismo color, tenía cara de que prefería estar haciendo cualquier cosa que trabajando pero puso su atención cuando habló. Se introdujo un poco en el apartamento para hacer bien la entrega y Orihime estaba en el recibidor.
— Usted sabe cuánto es— dijo el muchacho abriendo de más los ojos en cuanto notó la vestimenta de aquella mujer; con tal sólo un vistazo pudo ver que ella estaba casi teniendo un orgasmo frente a él y que pese a poseer semejante cuerpo, no era mayor, tal vez tenía uno o dos años más que él.
— Claro...— mustió ella buscando dinero a su alrededor, en una mesita había un plato con algunos billetes y tomó el de mayor numeración para dárselo al joven pero por su condición, se le cayó de las manos. Ambos intentaron recogerlo pero al agacharse, ella perdió el equilibrió y se cayó en cuatro, él sintió que ella le iba a caer encima por lo que se hizo hacia atrás cayendo también sacándole el casco. La larga y anaranjada cabellera de la mujer se le fue al frente y le escondió el rostro. El joven estaba algo fastidiado por tal torpeza e iba a levantarse para largarse si no iba a pasar nada pero ella se le acercó y puso una mano en la pierna de él. Si ya estaba interesado en cuanto la vio en ese camisón ahora el interés había pasado a ser excitación porque los enormes senos de la mujer se transparentaban y a cada momento los pezones se veían más duros. Su hermoso rostro se veía más ansioso de hacer algo más que pagarle cuando lo miró.
Entonces ella llegó al punto de no retorno.
Se acercó al muchacho y lo besó de la manera más fogosa que pudo, en principio entrelazó la lengua con él que ni tardo ni perezoso correspondió con gusto. Luego de varios segundos de probarse al otro, se separaron un poco, para mirarse. Quizá él sintió un poco de culpa pero ella se veía completamente dispuesta a continuar, entonces mandó la culpa al carajo. No siempre se presentaba una oportunidad como esa. No le faltaban mujeres en su vida pero jamás había surgido algo así espontáneo antes y tenía que aprovechar o seguro que se arrepentiría, no todos los días una mujer así se le regalaba.
Ahora la mujer se separó de él y allí en suelo del recibidor se recostó levantando la prenda que supuestamente la cubría y abrió las piernas para mostrar sus bragas completamente mojadas pero las quitó para darle una mejor vista y las arrojó lejos, cayendo debajo de un mueble. El miembro de él reaccionó enseguida irguiéndose dentro de su ropa interior pero en cuanto pudo lo liberó de su prisión de tela, y como pudo se acomodó sobre ella.
— Hazlo.
Hay cosas que no se deben pedir dos veces. Al estar ella tan lubricada, pudo penetrarla fácilmente, su miembro se deslizó hasta el fondo haciéndola gemir fuertemente. Todo aquello era casi irreal, en un momento estaba en una motocicleta queriendo terminar rápido sus entregas y al otro estaba allí teniendo sexo con una desconocida. Comenzó a moverse despacio, sintiendo cómo la estrechéz de la mujer envolvía su pene; ella echó los brazos hacia los lados mientras gemía debido a las embestidas, el jóven la tomó de la cadera con ambas manos para seguir con el vaivén. Los enormes senos de la mujer rebotaban de arriba hacia abajo debido al movimiento, sus rosados y duros pezones parecían querer explotar. Algo hizo que dejara de mirar el enrojecido rostro de ella y miró hacia enfrente, justo de cara al recibidor había una enorme fotografía de la mujer que en ese momento estaba gimiendo como loca debajo de él y un hombre serio de cabellera anaranjada, distinta a la de ella, de penetrantes ojos cafés y piel aduraznada. Ambos se veían felices, ella un poco más, estaban abrazados posando para la cámara y la foto puesta allí estaba como para darle la bienvenida a todo al que entrase.
― Ahh... Ahhh... Mmmhhh... d-duele― gimió Orihime al sentir que el muchacho se agrandaba un poco más, extrañamente el repartidor se sintió todavía más excitado al sentir que la fotografía los estaba observando. No conocía de nada al hombre de la foto pero se veía como todo un jodido amargado y ahora él se estaba cogiendo a su mujer. Se sentía como el rey del mundo.
― ¿Me... detengo?...― preguntó él tomando uno de los senos de ella para aprisionarlo en su mano y apretarlo, ella se retorció un poco apretando las piernas debido a aquella acción, la soltó de inmediato para apoyarse bien en el piso y seguir con las embestidas. Ni de chiste se iba a detener pero quería que ella le dijera que siguiera.
― N-no...― dijo la de cabellera naranja y para demostrar que quería seguir con él, enredó ambas piernas en la cadera de él lo que hizo la penetración más profunda, alcanzando así la zona que la estimulaba más, entonces el muchacho la besó de nuevo mientras solamente sacaba un poco su miembro y lo metía enseguida hasta que sentía el clítoris caliente chocar con su pubis, al hacerlo, producía un sonido que resonaba en la habitación junto con los gemidos de ella. Lo había abrazado del cuello por lo que al tenerlo más cerca, sus senos chocaban contra su camisa pero aún así sentía los pezones de ella trazar círculos, óvalos y líneas de arriba a abajo en su pecho. Sus lenguas se buscaban, la saliva se intercambiaba y al separarse por momentos, hilos de la misma los conectaban y volvían a besarse. El muchacho se percató hasta entonces que ella estaba un poco borracha.
Ella era realmente era hermosa, era sensual y podía tener a cualquiera, como lo estaba demostrando, sin embargo ¿qué hacía allí encerrada? por cómo estaba poniéndose, parecía que no se la habían cogido por un buen rato y eso hasta podía considerarse un crimen, la estaba estimulando con sólo penetrarla, no había tocado mucho sus senos y su clítoris solamente tenía contacto con la piel de él, tampoco estaba tocando sus gluteos o metido una mano entre ellos; no estaban teniendo sexo en otra posición, como le gustaría que ella lo montase y verla moverse de arriba a abajo mientras ella misma se acariciaba otras partes o penetrarla de lado, para tomarla de los senos y aprisionarla para follarla hasta el cansancio, o quizá penetrarla con alguna cosa y quitarle la virtud de atrás también, hacerla correrse por tener dos cosas duras dentro en cada orificio que pudiese servir para tales propósitos, pero solamente estaba allí encima de ella moviéndose casi en automático, pero se sentía estupendo así que lo dejaría pasar por esta vez. Esa mujer no sabía con quién se había metido.
― Me voy a venir― informó él pero en cuanto lo dijo, ella comenzó a gemir más rápido, se soltó de él y abrió las piernas para arquear la espalda mientras las paredes vaginales se contraían, no dejaba de agitar sus caderas y él no dejaba de moverse pero en un momento ella gritó un poco para después dejar salir un poco de fluido. Pese a haber alcanzado el orgasmo, él todavía siguió moviéndose y ella sintió que el pene del muchacho se agitaba un poco, iba a sacarlo para derramarse fuera.
― D-dentro— pidió Orihime ya toda lánguida, solamente estaba allí recostada con las piernas abiertas y los brazos a los costados como al principio esperando que su "invitado" terminara, pero no era una espera angustiante sino que quería sentirlo correrse en ella, sentir el líquido caliente que hacía varios días no tenía dentro. Un gemido ronco salió de los labios del repartidor, luego con una mano tomó su pene, casi al sacarlo de ella el semen salió pero quedó un poco dentro y el resto se esparció por toda su vulva y pubis, como si la hubiese marcado. Luego se quedó arrodillado frente a ella planteándose si hacerlo de nuevo o no.
Entonces ella pareció reaccionar como si hubiera despertado, de repente se levantó causando que el muchacho también lo hiciera, entonces como si nada hubiera pasado, ella tomó el billete que estaba en el suelo junto con el casco y se los puso en la mano al joven para luego abrir la puerta y sacarlo, todavía con los pantalones a media pierna.
Debido al desconcierto, él no pudo reaccionar como debió. Se vio a sí mismo acomodándose la ropa y preguntándose si todo fue real.
— ¿Pero qué mierda?— preguntó sintiendo la ira apoderarse de él pero como todavía se sentía extasiado decidió dejarla de lado por ahora, así que se quedó allí frente al apartamento mirando la puerta.
Del otro lado, la pelinaranja estaba recargada de espaldas sintiendo que todo su mundo acababa de desmoronarse.
— Solamente yo hago estas tonterías — se dijo y fue a su habitación a cambiarse, fue algo rápido pese a que las piernas le temblaban y sus labios vaginales todavía estaban palpitantes.
— Al menos me pagó— se dijo el repartidor planteándose ir y volver a hablar con ella para saber el por qué, que aunque no importase mucho, tenía que tenerlo. Ya no sabía qué pensar.
Entonces el elevador se abrió dejando ver a alguien que ya había visto pero que no conocía. Vestía un traje de oficina negro y traía en las manos un portafolios pero lo que llamaba la atención era su cabellera, anaranjada como atardecer de verano.
— ¿Qué haces frente a mi casa?— preguntó una voz masculina, el muchacho volteó a verlo y se encontró con la mirada penetrante color café pero ahora cargada de una frialdad glaciar.
— Vine a hacer una entrega — dijo el repartidor intentado no intimidarse por el otro hombre pero le resultó casi imposible, fue como si tuviese lásers en lugar de pupilas. "No lo vas a dejar así, Grimmjow" se dijo mentalmente y se dirigió a las escaleras para bajar como si solamente hubiese hecho lo que dijo.
El de ojos cafés solamente lo miró irse sin prestarle mucha atención, luego sacó las llaves y las introdujo en la puerta adecuada.
― Llegaste temprano, Ichigo-san— dijo con desgane Orihime sin mirarlo, al escucharlo entrar solamente se puso encima una camiseta que le quedaba grande de color verde. La culpa se le vino encima y en un arranque de adrenalina le pediría perdón a su marido por haber cometido tal acto.
— Sí— respondió él mientras se quitaba con cuidado el saco, entonces la miró de reojo y notó que tenía la cara roja, miró a su alrededor y encontró la botella de saque en la mesa de la sala — Bebiste.
— ¿Huh?
— La botella y ahora que estoy cerca de ti, hueles a alcohol — declaró él ahora desatándose la corbata— Esto no es lo que quiero ver cuando regreso del trabajo. No salgas con estas cosas ahora.
— Perdona— dijo ella avergonzada y le iba a tomar el portafolios para ponerlo donde siempre pero él se le adelantó.
— Déjalo, ve a bañarte para ver si así se te quita ese olor— dijo Ichigo tomando sus cosas para irse al estudio.
— Está bien— dijo ella sintiendo un par de lágrimas escaparse. "No, no puede saberlo" pensó ella dirigiéndose al baño pero sintió que algo escurría entre sus piernas, todavía tenía el semen de aquel muchacho entre las piernas y el que tenía dentro todavía no terminaba de salir.
Orihime se metió a la ducha y caviló mientras el agua caliente se deslizaba sobre su cuerpo.
— Él ni siquiera notó algo distinto y no lo sabrá jamás si no doy indicios— se dijo la pelinaranja— ¿Por qué eso no me hace feliz?
Mientras tanto, Ichigo prendía su computadora y dejaba a un lado de ésta su portafolios.
— Esconde algo- dijo el hombre en voz alta y se aseguró que la habitación estuviese cerrada.— No, no puede imaginar lo que hago, pero si sí, tengo que ver cómo lo manejo— dijo mientras abría el maletín y miraba que sus cuchillos y pistola estuviesen en su lugar.
Volvió a mirar hacia la puerta y aguzó el oído, seguía escuchando agua correr.
— No es posible, en estas cosas ella es muy torpe— se autoconvenció el pelinaranja.
Mientras tanto ella seguía debajo de los chorros de agua.
— Ichigo-san...
Él se sentó en la silla frente al escritorio.
— Orihime- murmuró el hombre mirando la pantalla de la computadora, allí tenía una foto de su esposa, de días antes de casarse y frunció el ceño, entonces abrió una ventana para ocultar la imagen.
—No se interesa ni un poco en mí— dijeron ambos al mismo tiempo, aunque estuviesen en distintas habitaciones, lo dijeron con el mismo pesar y sentimiento.
Notas del autor: si ahora creen que Orihime es horrible, no juzguen que viene lo peor y creo que hay un indicio muy grande aquí.No justifico nada de lo que escribí pero recuerden que es una historia ficticia y no vale la pena que gasten su tiempo en reclamos además de que la advertencia puesta está.
Saluti.
