Harry Potter no me pertenece, Estafa de Amor no me pertenece.

Hola a Todos! espero les guste esta historia. Me basé en uno de mis novelas favoritas de Caridad Bravo Adams "Estafa de Amor" no es igual, pero me inspiré en lo elemental de su trama. ojalá y les guste. si escribir basado en su trabajo, e prohibido, Avísenme, por favor para eliminarla.

Granate :)

Copihües Mágicos

Capítulo I

La tormenta arreciaba con fuerza. El viento silbaba de manera escalofriante y, el cielo se veía atravesado por imponentes relámpagos, que hacían perder la calma hasta al más frío. Ese era el estado de aquel hermoso poblado chileno cuando la débil mujer apareció de la nada, al pie de aquella montaña.

"Debo llegar… debo llegar" la mujer se levantó con dificultad. Ciñó sus capas con mucho cuidado, asegurándose que su preciada carga estuviera a salvo entre sus brazos. Caminó con esfuerzo contra los azotes del temporal, por el sendero que llevaba a la cabaña. Casi estaba por desfallecer cuando alcanzó la puerta de aquella rústica construcción. Tocó tan fuerte como le fue posible. Al instante, Un elfo abrió la puerta.

"Busco a Remus, Remus Lupin" dijo casi desmayándose. La criatura desapareció, y un joven, de cabellos rubios como la arena que había escuchado el llamado, corría hacía la puerta.

"¡Por los Dioses, Luna!, ¿Qué te sucede?" preguntó al verla apoyarse en el marco de la puerta para no caerse.

"Al fin, Remus. Sabía que te encontraría aquí. Ayúdame, por favor. No tengo mucho tiempo. Necesito de tu ayuda" imploró la joven a punto de caer.

Remus salió de su estado de sorpresa y la ayudó a llegar hasta uno de los sofás de la salita, donde ardía un voluptuoso fuego.

"Ahora sí, dime qué… ¡Dios del Cielo!" se levantó de súbito, retrocediendo involuntariamente, al descubrir lo que la mujer protegía entre sus capas.

"Su nombre es Hermione Jane, y es mi hija" dijo depositando a la pequeña sobre el sofá. El joven se acercó con cuidado. Llevado por la ternura, tomó a la bebé entre sus brazos. La mujer sonrió satisfecha.

"¡Es hermosa!" Exclamó, admirando sus incipientes bucles castaños que concordaban con sus extraños ojos almendrados.

"Remus, necesito que me ayudes. No tengo tiempo"

"¿De qué estás hablando, Luna?" su pregunta fue contestada al ver su capa y sus ropas manchadas de sangre.

"¿Luna, por qué no me informaste?, ¿te ha visto un curador?" no esperó respuesta "Loto, ve por mis cosas a mi cuarto y llama a Nany, inmediatamente" Loto desapareció y casi al instante una elfina apareció ante él. Sin dejar de atender a Luna le ordenó:

"Nany, llévate a la niña a mi cuarto, y llama a Hogwarts, diles que vengan de inmediato"

"Si, señor"

"No puedo creerlo… Estás sangrando" le dijo despojándola de todo menos de su vestido interior.

"Escúchame bien. La hemorragia es debido al parto. Trataba de escapar del colegio cuando rompí fuente. Fui irresponsable y no dije nada a mi familia." Remus la miró asombrado "Sí, Remus. Tuve a Hermione en mi habitación, a escondidas. Cuando nació supe que pagaría caro mi imprudencia, así que, me dispuse a seguir mi plan de dejar a mi bebé en un lugar seguro y alejado de todo" calló por un momento para verlo fijamente a los ojos "Ese lugar es al lado tuyo, Remus"

Remus la miró horrorizado. Su amiga se estaba muriendo y le encargaba a su hija.

"¡Por favor!" le suplicó la mujer, alargando sus brazos hacia Remus, de manera suplicante.

"¿Por qué yo?" preguntó Remus, tomando sus manos delicadas manos entre las suyas.

"Porqué eras mi mejor amigo en el colegio, el único en el que confío a ciegas. Y porqué sé que mi hija no estaría en mejores manos que las tuyas. Promete que velarás por ella como si fuera tu propia hija. Nunca le revelarás a nadie la verdad, a menos que sea necesario. Ella es tu hija. ¡Promételo!" imploró la chica jadeando desesperada.

"Te lo prometo. Juro que todos creerán que es mi hija" Luna lo miró agradecida.

"Gracias, Remus. Yo siempre estaré a tu lado" dijo espirando en los brazos de su gran amigo. Remus quiso llorar pero no pudo, unos pasos apresurados se escucharon en la cabaña.

"Luna…" Albus Dumbledore se acercó al cuerpo sin vida de la joven "Mi pequeño lucero" susurró metiendo su rostro entre sus cabellos rubios.

Remus miró extrañado el cuadro, su profesor lloraba aferrado a la frágil figura de su amiga; la profesora McGonagall parecía petrificada y Hagrid se sonaba su congestionada nariz con un pañuelo.

"¿Cómo pasó?, ¿por qué ella vino hasta aquí en su estado?" preguntó el anciano con voz quebrada "Dime, quiero saber qué ha dicho mi hija antes de morir"

Remus quedó paralizado. No podía creer lo que estaba diciendo el profesor Dumbledore.

"¿Su hija?, No lo sabía" mencionó casi para sí

"No muchos sabían del verdadero origen de Luna. Cuando su madre y yo nos separamos, Atoinette, prefirió volver a llevar su apellido de soltera: Granger. Y mi hija, que era muy pequeña, fue criada con ese nombre."

"Nunca me dijo nada"

"No le gustaba hacerlo. La muerte de su madre fue muy dolorosa para ella. Tenía diez años cuando mi esposa murió y ella quedó a mi cuidado. Quiso mantener el apellido Granger como tributo a su madre. Yo no quise contradecirla, pero desde entonces casi nunca hablábamos del tema" explicó el Profesor con una extraña calma.

"¿Quién es el padre de la bebé?" preguntó Remus

"¿No te lo confesó?" Remus negó con la cabeza "solo sé que se conocieron el verano siguiente a su graduación. Rápidamente se casaron y no volví a verla hasta hace cinco meses. Me confesó llorando que el padre de Armand, su esposo, los había separado por considerarla poca cosa para su hijo. Eso destruyó el corazón de mi Luna"

"¡Cómo es posible que alguien menospreciara a la hija de Albus Dumbledore!" exclamó Remus, enojado.

"Armand era muggle y no cualquiera. Era el heredero de uno de los clanes más poderosos y ricos de Escocia, Luna no era nada en su mundo" le explicó Dumbledore acariciando la frente aún tibia de su hija.

"Luna sobrevivió el embarazo con mucha dificultad. No tenía ganas de vivir." Añadió la profesora Mirnerva.

"No entiendo cómo pudo pasarle esto a Luna. Ella era Hermosa" dijo sin poder mirarla.

"Ya te seguiremos explicando las cosas. Por ahora debemos encargarnos de darle a Luna su último adiós" Albus se levantó y quiso tomar a su hija en brazos, pero estaba muy débil. Hagrid lo hizo por él. "Llévala afuera, Hagrid"

Albus encerró el cuerpo de su hija en ataúd de cristal lleno de flores silvestres, como a ella le gustaban. Remus miró, impresionado, cuando el féretro de cristal se elevó por los cielos.

"Espero que no te moleste que utilice el lago de tu propiedad para depositar a mi hija" le dijo Albus antes de empezar a bajar por el sendero.

Remus recordó las palabras de Luna: "yo siempre estaré a tu lado…"

Albus llevó el ataúd hasta el centro del lago y lo hizo bajar. Todos observaron como desaparecía entre las oscuras aguas. Minerva conjuró una guirnalda de rosas blancas en el lugar por donde había descendido el ataúd. Albus suspiró, aliviado.

"Es hora de terminar lo que empezamos" dijo volteándose hacia los demás.

Al llegar a la cabaña se encontraron con el llanto incesante de la bebé, parecía presentir que su madre no volvería. Minerva se hizo cargo de Hermione, mientras que, Albus, explicaba al joven la historia de su hija.

"Como ya te dije, Luna Jane Granger Dumbledore era mi única hija. Compartíamos un lazo muy estrecho, pero su amor por ese muggle la trastornó. Quiso comerse el mundo de un solo bocado y lo pagó caro. Los muggles se rigen por leyes muy diferentes a las nuestras. Estos últimos meses supuse que algo así pasaría. Sino hubiese sido por su estado se habría dejado morir en el instante en que fue separada de Armand."

"Es una historia muy triste" opinó Remus

"Antes de morir, Luna me pidió que no buscara a Armand, que las cosas se resolverían cuando menos nos lo esperáramos y más lo necesitara Hermione" Albus estaba muy cansado. "Dime, ¿por qué ella vino aquí sin esperar a ser atendida por un curador?"

Remus le contó sobre la promesa hecha a su amiga minutos antes de su muerte. Albus asentía comprendiendo los motivos de su hija. Se rascó la barbilla y sonrió al pensar que sería lo mejor. Remus lo miró con recelo.

"Pero yo no entiendo, ¿cómo pudo ocurrírsele algo tan descabellado?, Yo apenas tengo veinte años, ¿Cómo se supone que cuidaré de esa pequeña si ni yo mismo sé cuidarme solo?" caminaba de un lado a otro por la sala. "¡Y está mi condición de licántropo!"

"Fue su última voluntad. Tú se lo prometiste" le dijo el anciano, viéndolo con aquella forma que él tanto conocía.

"Una promesa en nuestro mundo es muy delicada. Debes cumplirla lo mejor que puedas, joven Remus" le dijo Minerva, meciendo en sus brazos a Hermione que dormía plácidamente.

"¿Cómo voy hacer para educarla?, Usted, más que nadie, sabe la doble vida que llevo, y no me refiero a mi licantropía." Albus lo miró directamente a los ojos.

"Esa bebé tiene un gran futuro y será pieza clave en nuestra lucha. Además es la heredera de uno de los clanes más poderosos de Escocia y, como podrás imaginarte, más de un mago pertenece a él. Hermione debe ser protegida y educada para sobresalir en ambos mundos" A Remus pareció aclarársele el panorama.

"¿Saben a qué clan pertenece Armand?"

"No, ya te dijimos que Luna nos hizo jurarle que nunca buscaríamos a su esposo. Tú debes prometerlo también"

"Esta bien, pero me parece absurdo" contestó Remus. "Quiero pedirles algo antes: quisiera que cuidaran de Hermione mientras puedo remodelar la casa. Necesitaré más espacio para que sea confortable para mi hija" dijo sin poder creer lo que estaba viviendo.

Albus aceptó encantado. Cuando la tempestad amainó los tres visitantes se marcharon dejando a Remus solo para que arreglara su situación. En total fueron tres meses los que Hermione pasó en Hogwarts al cuidado de su abuelo y los maestros. Remus tuvo que ocuparse de la remodelación de su pequeña cabaña sin levantar sospechas en el poblado que descansaba al pie de la montaña. El cambio fue muy notable, mezcló la madera, la piedra y el cristal de forma artística y funcional. La rodeó de jardines y arregló los senderos que conducían al pueblo y al lago, donde construyó un pequeño muelle.

"¡Has hecho un trabajo impecable, Remus! Estoy seguro que a Hermione le gustará crecer aquí, y a mí, vacacionar" Remus sonrió, alegre.

"Quise que la casa tuviera amplios ventanales de cristal para que Hermione pudiera contemplar el lago y el bosque. Su recámara esta junto a la mía y frente a mi taller para siempre saberla protegida. Atrás, cerca del bosque, añadí un invernadero por si hereda el amor a las plantas de su madre." Albus palmeó su espalda en agradecimiento "También tenemos una sala y un estudio cerca de nuestras habitaciones, se podría decir que esa es nuestra ala personal de la casa. Separadas por las escaleras, se encuentras varias recámaras y una sala, para las visitas. Y obviamente agrandé la cocina, el comedor y la sala principal, ¿Qué les parece?"

"Ya te dije que hiciste un maravilloso trabajo. Esta no es una casa, es una mansión de madera, roca y cristal. Entre su madera que con los años irán perfumándose con los olores del paisaje; la roca de sus cimientos y sus cristales, Hermione aprenderá todo lo que necesitará saber" exclamó Minerva, entusiasmada.

"Yo me encargaré del cuidado del bosque y sus alrededores, como en el colegio, y le enseñaré a nuestra Hermione todo lo que se necesita saber para aprovechar las riquezas de la tierra"

"Eso estaría genial, Hagrid, Pero recuerda que el único mago en los alrededores soy yo. No debemos levantar sospecha" le advirtió Remus. Hagrid asintió.

"Bueno, ha llegado la hora de partir. Cosas importantes están sucediendo en Londres y no quisiera descuidarlas" dijo Albus, muy serio "Cuida de mi nieta y hazla feliz"

"Lo haré, Albus" respondió Remus, apesarado. Minerva y Hagrid se despidieron de él y de la niña que descansaba en una pequeña cuna. Al quedarse solo, Remus, se hundió en el sofá de su sala. Miraba fijamente a la pequeña. Estaba perdido. No sabía cómo actuar, ni qué debía hacer ahora. ¿Podría él, un licántropo y renegado del mundo mágico, criar a aquella bebé que parecía ser tan importante para los dos mundos?, Sólo el tiempo tenía la respuesta."

Los días empezaron su habitual desfile en el tiempo hasta que hubo pasado un año completo. Su vida era relajada y muy acomodada, gracias a su trabajo como artista en el mundo muggle. Él y Hermione vivían muy tranquilamente en aquella región andina.

"¡En qué lío te has metido ahora!" exclamó a la nada.

"¡Vaya, vaya Realmente eres un lunático, Moony!" Remus se volteó con rapidez, sacó su varita y se puso en guardia.

"¡Dios Santo, Sirius!, ¿cuántas veces te tengo que decir que no aparezcas de la nada en mi casa, como si no existieran las puertas?" gritó, sin bajar su varita.

"¡Oye, Remus!, ¿qué te pasa?. Nunca antes habías reaccionado así. A estas alturas ya deberías de estar acostumbrado a mis visitas" bromeó Sirius con las manos levantadas sobre su cabeza.

Remus seguía renuente a bajar su varita. No sabía por qué, pero lo había invadido un enorme sentimiento de protección que lo hacía desconfiar hasta de un viejo amigo.

"Baja la varita, Moony" dijo Sirius muy lentamente. Remus pareció reaccionar, bajando su brazo, pero sin dejar de empuñar su varita. A Sirius la renuencia de su amigo no le pasó desapercibida.

"¿Qué pasa contigo, compañero?" le preguntó, sospechando "Vengo a visitarte hasta esta parte del mundo y tú me recibes como si yo fuera un criminal, en vez de tu amigo, que te trae noticias de mi nuevo ahijado" Remus no entendía nada.

"Perdona si me alteré un poco, pero hacía un año que no venías" se disculpó, más tranquilo. Sirius pudo observar que Remus buscaba algo por la habitación con mucho ahínco.

"Ya sabes las cosas no marchan del todo bien en Londres y en todo el mundo mágico. Y recuerdo bien mi última visita, estabas atareado en la remodelación de tu cabaña. Veo que hiciste un buen trabajo" explicó Sirius, mirando para todos lados.

"Sí, me llevó tres meses ampliarla. Ahora es casi siete veces su antiguo tamaño" dijo con indiferencia, mientras Seguía buscando entre los muebles "Y la verdad, no quiero saber nada del mundo mágico. Hace casi dos años que no leo un periódico mágico, y no me hace falta" Remus sonrió al asomarse detrás de un sillón. "¡Te encontré, pequeño copihue!" exclamó, agachándose detrás del sillón. Sirius pudo escuchar un alarido infantil acompañado de una melodiosa risa. Se impresionó al ver a la niña suspendida por los brazos de su amigo.

"Remus…"

"Sirius, ella es mi hija Hermione" respondió, apretando el pequeño cuerpecito de Hermione contra su cuerpo.

"No entiendo. ¿Tu hija?" balbuceó, Sirius sentándose en el sofá sin dejar de observar el cuadro familiar que formaban su amigo y aquella pequeña. "¡Cómo es posible que hayas tenido una mujer embarazada y no lo haya descubierto!, ¡no me dijiste nada!, ¿te enamoraste y no me dijiste nada?" gritó pasando de la calma a la tempestad en menos de un minuto. Hermione gritó asustada

"Baja la voz, Sirius Black. Tus ladridos están asustando a mi hija, y soy capaz de echarte de mi propiedad si llegas a hacerla llorar" lo amenazó, calmando a su pequeña. "Ahora si no tienes nada más que hacer en mi casa, te ruego que te retires. Saludes a todos en casa"

Sirius sintió que las palabras de su amigo le atravesaban el corazón como el filo de una espada.

"Solo quería decirte que Lily y James tuvieron un hijo, se llama Harry James. Y soy su padrino." Dijo desapareciendo al momento.

"Tranquila bebé, ya pasó todo. Ese perro viejo no volverá a ladrar" la niña pronto empezó a reírse y a hacer ademanes a su padre para lograr lo que quería. Remus salió de la cabaña para dar su paseo matutino. Iba muy ofuscado por lo que había pasado, pero Hermione calmaba todas sus preocupaciones, como siempre. Ya se disculparía con Sirius más adelante.

De nuevo el tiempo empezó a rodar, Remus vivía en medio de aquellas hermosas montañas, contemplando a Hermione crecer. Parecía que la tierra se abría ante la chiquilla, mostrándole sus flores y sus cielos, que parecían lienzos inmensos pintados por alguien supremo.

Sin que se diera cuenta más de un año había pasado. Hermione ya daba sus pequeños pasos, con seguridad, y su curiosidad se avivaba cada día más. A su joven padre le encantaba llevarla de paseo por el bosque, o por la pequeña playa del lago; adoraba verla curiosear de un lado para otro, como un pequeño colibrí. Sus reacciones eran tan graciosas y adorables, especialmente, cuando en medio del bosque, encontraba enredaderas colgantes de copihües. Aquellas flores hermosas y muy raras, crecían exclusivamente en la región andina. Remus las había descubierto por casualidad en uno de sus recorridos, cuando aún Hermione no había llegado a su vida. Le fascinaron tanto que hizo uso de su magia para hacer que crecieran y florecieran casi al instante, no podía esperar diez años para ver su bosque poblado de aquellas hermosas flores. Ahora Los copihües eran las flores favoritas de Hermione, tal vez había sido él el causante de aquella extraña afición, al colocarle una enredadera de éstas en su balcón. De esa forma, La niña crecía rodeada de ellas. Su olor inundaba toda su habitación, penetrando en la madera como un sutil perfume.

"No, Hermione. Los copihües son para admirarlos y olerlos, no para comerlos" la reprendió con dulzura. La pequeña hizo un puchero al perder su flor en las manos de su padre"ya aprenderás, mi colibrí" dijo, alzándola en sus brazos. La niña empezó a reír, otra vez.