Disclaimer: The Prince Of Tennis y sus personajes pertenecen al gran Konomi Takeshi, sólo los uso para divertirme y sin fines lucrativos.
~Never Give Up!~
El Sol brillaba con una intensidad digna de admirar a pesar de estar desapareciendo en el crepúsculo. Imponente, lleno de un fuego del cual se sentía realmente orgulloso aquella gran estrella que nos alumbraba el camino y con la que tantas veces nos hemos comparado nosotros al superar todas y cada una de nuestras metas.
Su estela nos dejaba apreciar las primeras estrellas. Adornaba a tonos anaranjados aquél paisaje marítimo en el que tantos recuerdos, buenos y malos, habíamos dejado pasar. Ahora mismo no sería capaz de nombrarlos, pues la vida es un constante cambio aunque todo pasó en apenas un año.
Victorias, derrotas, problemas, sonrisas, lágrimas, nuevos y viejos amigos... Todas esas experiencias una vez las vives, la atesoras en tu corazón con mimo y esmero. En esa pequeña cala que ahora observábamos desde la bici de mi compañero de juegos en la que me llevaba, llegamos a saborear lo que era la amistad en estado puro. Incluso nuestros rivales fuera de la pista, eran todos y cada uno especiales e importantes pues nunca olvidaríamos las experiencias adquiridas los unos de los otros.
Detuve a mi amigo y bajé sin dificultad aquella rampa hasta donde pudiera hundir la suela de las zapatillas en la arena húmeda, omitiendo los gritos del que me hizo el favor de traerme para sustituirlos con ese oleaje suave y esa brisa que siempre nos había sido de apoyo y reconfortante.
Busqué con la mirada por mi alrededor y al final pude divisar una rama rígida con la que poder escribir donde pisaba.
Ya nos despedimos de aquél mágico rincón el día anterior y aún se podían ver los restos donde colocamos la barbacoa.
Los más mayores del instituto iban a graduarse y ese verano era el último que compartiríamos como compañeros de instituto y club, así que era muy difícil volver a revivir aquellos momentos, aunque... si ya los habíamos experimentado ¿Qué importaba?
Prometimos no dejar de visitar aquél lugar, pero no podía esperar hasta esa próxima vez que seguramente iba a ser lejana. Sentía que tenía que volver una vez más, me tomaría sólo unos minutos y podría descansar en paz sin remordimientos de no haber hecho lo que quise en su momento.
El aire salado me transportaba a aquellos momentos de bromas, de desesperación, pero sobretodo de diversión inolvidable -¡Se está haciendo tarde! ¡Como no te des prisa te quedo aquí, enano!
-Ya, ya... Ya voy –contesté con un característico sonido de fastidio, pero con una mueca de satisfacción en los labios.
Dejé la rama sin ni siquiera mirar atrás y volví a montarme tras su bici no sin antes recibir un golpe en la cabeza, aunque este fue suave. Sabía que era su modo de mostrar su cariño y ya me había acostumbrado a su forma de ser.
Ajusté mi gorra a pesar de no quedar rastro de luz diurna y cerré los ojos quedando de pie en la parte trasera, agarrándome de los hombros del primer chico que conocí en el instituto -¿Se puede saber por qué querías volver? –interrogó al fin, pues veía que no iba a responderle y tan solo sonreí de lado, observando el cielo estrellado –Oye ¿Me has escucha..?
-Never give up.
-¡¿Eh? –su desconcierto le hizo perder casi todo el control del vehículo y reí con picardía al ver su reacción –¡No tiene gracia! –vociferó irritado –No todos sabemos inglés.
-Mada mada dane, Momo-sempai. –el otro rió divertido e incrédulo por mis palabras.
-Nunca cambiarás, Echizen. –Por mi parte ladeé el rostro, pues habíamos dejado la cala bastante alejada de nosotros.
Esa frase, por mucho que se borrara con el oleaje, seguiría imprimida en nuestras mentes tomáramos el camino que fuera de ahora en adelante porque el Seigaku, aunque separado, nunca dejaría de luchar para dar lo mejor de cada uno, sea cual fuere el reto que nos impusiera el futuro.
