Bueno decidí escribir esta historia, pero sinceramente no sé si vaya a ser aceptado, pero espero que me tengan paciencia y perdonen mis errores.
También debo mencionar que el carácter de algunos personajes va a cambiar y los personajes de Naruto no me pertenecen, sino a su respectivo autor.
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Esta era la rutina de siempre, no obstante a ella le encantaba, el solo hecho de ver sonreír a los miembros de su familia la hacía feliz.
- Mama´ - Oyó una suave voz a sus espaldas, se trataba de su pequeña hija de 6 años que volvía con un sonrojo en sus mejillas – Ya termine.
- Bien hecho pequeña – Le sonrió con la ternura que solo una madre podría irradiar – Ahora solo falta que tu padre llegue y podamos cenar – Y como si lo hubiera invocado se oyó el sonido de pisadas dirigiéndose hacia ellas.
- Hana – Ahí estaba su esposo con una imperceptible sonrisa en su rostro.
– Bienvenido a casa – Dijo Hana y también su pequeña Hinata. El hombre se acercó a su hija y la tomo´ entre sus brazos y así se dirigieron a la mesa, eran una familia feliz de eso no había duda, puede que no fueran adinerados pero para ellos el solo hecho de tenerse el uno al otro era todo lo que podían desear.
- Y cómo te fue – Hana casi siempre le preguntaba a su esposo como le había ido en el trabajo.
- Bien…pero desde que el rey enfermo´ este reino está decayendo cada vez más - Desde hace bastante tiempo que el servía en el palacio del país del fuego y debido a eso eran pocas las veces que se podía reunir con su familia, por eso mismo trataba de aprovechar cada momento con su esposa e hija.
- Hace más de 7 años que el rey permanece postrado y el heredero al trono es todavía muy joven – Realizo una pequeña pausa – Si esto sigue así seguro que Konoha se torna en una nación de completo caos – Si, Konoha se había convertido en aquello que menciono Hana, la capital era muy segura aun, pero según rumores las demás aldeas no eran seguras, a menudo se decía que los asesinatos aumentaban y cada vez se hacía más difícil sobrevivir, la situación era muy mala, no obstante su pequeña no debía saberlo, era tan inocente. El resto de la cena transcurrió normal y al anochecer los padres acomodaron a su hija en la cama y esta yacía profundamente dormida.
-Sabes el día de mañana es…. – No pudo terminar debido a que Hiashi complemento´ la frase
- el cumpleaños de Hinata – Ambos se miraron – Lo celebraremos en la noche, hare´ todo lo posible para venir.
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- Mama´- Hana volteo a ver a su pequeña y esta como era habitual en ella tenía las mejillas pintadas de un suave color rosa – ¿Pa-Papa´ va a ve-venir? – Otra cosa muy habitual en la pequeña de ojos perlados es que casi siempre tartamudeaba pero a Hana eso se le hacía muy tierno.
- No se lo perdería – Menciono´ la mayor – En cualquier momento aparecerá por esa puerta y entonces… - Su frase quedo suspendida, ahí estaba Hiashi y estaba muy agitado.
- ¡Hana toma a la niña y vámonos ya! – Vocifero´ el hombre, Hana y Hinata respingaron por el tono usado, de inmediato la mujer supo que algo había sucedido y sin cuestionar nada más corrió a su habitación, bajando enseguida. Hinata no sabía lo que sucedía, ¿no se supone que su padre llegaría y la felicitaría por su séptimo cumpleaños?, entonces por qué ahora mismo galopaban en un caballo en medio de la noche con el inmenso frio golpeando sus mejillas.
- ¿Qué sucedió? - Hana siempre había confiado en su esposo y por ello al verlo de esa manera no atino más que obedecer a lo que le pedía su esposo.
- Escuche una conversación que no debí y ese hombre no descansara hasta verme muerto – Menciono´ con la cabeza gacha, Hinata lo escucho´ estupefacta, puede que solo fuera una niña pero entendía muy bien esas palabras y el miedo la invadió, por otro lado Hana se había imaginado algo parecido y eso fue confirmado por las palabras de Hiashi, así que solo atino a abrazar a su pequeña que ahora mismo se encontraba acobijada entre su esposo y ella.
De pronto escucharon ruidos, sin duda los seguían, se tenían suerte podían escapar, no obstante las posibilidades eran nulas, sea lo que sea que haya escuchado Hiashi, lo que querían era silenciarlo y eso con la muerte. Siguieron corriendo, aun así por mucho que el mayor forzara al caballo a acelerar, los estaban alcanzando y sus probabilidades de huir se hacían nulas.
Hiashi adoraba a su familia y jamás se imaginó que su vida diera este giro, se dio cuenta que por mucho que trataran de huir no lo lograrían todos juntos, así que tomo una decisión y paro´ al caballo que los transportaba abruptamente.
- ¿Qué estás haciendo? – Cuestiono´ la mujer en un tono desesperado.
- Ambos sabemos que no lo lograremos, al menos no juntos – Ya lo había decidido, era la única forma.
- Pero
- ¡Vete! – Rugió, entonces unas gotas saladas cayeron por las mejillas de su esposa y su hija.
- Pa-Papa´- Se oyó la suave voz de su pequeña hija.
- Sayonara – Fue lo último que menciono´ Hiashi antes de darle una palmada al caballo y este siguiera galopando, nunca había sido bueno con las palabras, era difícil explicar sus sentimientos de esa manera y eso al parecer no cambio´ ni siquiera en el momento de su muerte.
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Había cabalgado toda la noche consciente de lo que le había sucedido a su esposo, sollozo con todas sus fuerzas a noche, a pesar del sacrificio de Hiashi, aun las seguían, incluso el caballo que las traía recibió una flecha muriendo un poco después, se las ingeniaron para escapar pero en un intento por proteger a su pequeña fue herida en la pierna, afortunadamente encontraron esta choza abandonada, pero algo le decía que no estaban a salvo y como si intuyera lo que pasaría a futuro, tomo un cuchillo´ y corto la larga cabellera azulina de Hinata asemejándola a un niño, con mechones rebeldes que caían sobre su frente y sin más Hana la tomo´ de sus hombros.
- Hinata quiero que me escuches y prometas que harás todo lo que te diga – Nunca había visto de esa manera a su madre y la sensación que invadía su pequeño cuerpo no le gusto´ mas no tuvo otro remedio que asentir.
-Dejaras tu nombre, desde ahora ya no eres Hinata, tu nombre es Homura y ya no eres más una niña, sino un niño y harás todo lo posible porque nadie se entere sobre eso – Hinata se sorprendió, ¿porque debía hacer eso?
- ¿Por qué? – Pregunto esta vez sin tartamudear, esas palabras le sonaban a despedida y no le agradaba, sus ojos se cubrieron de lágrimas.
- Por que como un niño tal vez tengas más probabilidades de sobrevivir y también hasta aquí llego yo – Rompió en llanto, si, al igual que Hiashi este era el final para ella y sabía muy bien que en este reino las cosas no eran fáciles, no fuera de la capital, había escuchado que en las aldeas que eran saqueadas por vándalos, las mujeres se lo pasaban peor, si, la violación, pero solo tal vez si su pequeña hija se hacía pasar por un niño eso no sucedería.
- No quiero, no quiero que me dejes – Movió su cabeza de un lado a otro como intentando negar la realidad, pero su madre solo la abrazo mientras sollozaba muy cerca de su oído.
- También quiero que me prometas que….que vivirás, que sobrevivirás y ve el futuro con tus ojos, hazlo por tu padre y madre – Hinata se derrumbó cayó al suelo y lloro´ como nunca lo había hecho y de su boca surgió un simple "LO PROMETO"
- Lo siento – Siguió sollozando con todas sus fuerzas y por último se quitó la cadena que colgaba de su cuello para dársela a su hija. Luego se incorporó con dificultad por la herida en su pierna y escondió a Hinata y le pidió que pasara lo que pasara no se moviera del lugar hasta que todo haya pasado, a lo lejos oyó murmullos y a pesar de estar escondida fue testigo de la muerte de su madre frente a sus propios ojos y nunca se le olvidaría el rostro de su asesino, eso jamás.
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Ha pasado más de un año desde aquel fatídico día, ha vivido su vida como ha podido, su pequeño rostro ya no muestra ese sonrojo habitual en ella y sus ojos han perdido el brillo de la inocencia, de la Hinata del pasado ya no queda nada, está completamente sola, sin nadie a quien recurrir, tan solo con el recuerdo de la promesa que le hizo a su madre, si, viviría para matar a la persona que le arrebato a su familia y que la condeno´ al peor de los castigos "la soledad"
No importa lo que tuviera que hacer, ella sobreviviría y tal como le dijo su madre, ella ya no era Hinata Hyuga, ahora era Homura y en medio de este caos ella seguiría adelante con el único objetivo de su vida.
La primera semana se la paso muy mal. Pero el hambre la obligo´ a robar en la primera aldea que encontró, la realidad la golpeo de manera que nunca la espero. Ahora mismo su cabello era completo desorden y se encontraba sucia, además de vestir unas ropas masculinas ya viejas.
- ¡Vete de aquí! – Le grito´ una mujer y la ojiperla se dio la vuelta con fastidio.
- Tsk – siseo, antes nunca hubiese hecho aquello, pero ya no quedaba nada de la personalidad que antes mantenía, en medio de todo, la vida le enseño que en este lugar la ley del más fuerte prevalece. Las peleas son constantes y su madre tenía razón, como niño había podido sobrevivir, una vez en esta aldea habían aparecido unos vándalos que intentaron quemar la aldea, los gritos de horror se escuchaban por doquier y también habían herido a bastantes personas, se llevaron a algunas niñas, sin embargo a ella solamente le golpearon.
"El reino decae cada vez más", casi siempre escuchaba esa frase, a menudo se decía que el rey había muerto y que su hijo era demasiado joven para ascender al trono.
A Hinata no le interesaba mucho y así se fue al bosque donde solía meditar y perderse en los dulces recuerdos de antaño, pero esta vez fue diferente, escucho voces lejanas y termino por seguirlas, al llegar vislumbro a 5 hombres armados frente a un hombre mayor con una cicatriz muy notoria en el hombro, de ojos marrones y largo cabello atado en una media cola.
-¡Bastardo! – Grito´ uno de ellos, se lanzó hacia su adversario pero fue derribado de un solo golpe.
-¡Largaos si aprecian su vida! – Declaro´ este hombre con un rostro estoico. Pero ninguno de ellos le hizo caso y para Hinata que observaba escondida desde un árbol este hombre mato´ a sus enemigos en un abrir y cerrar de ojos, fue sumamente rápido el desenfundar su espada y dar cinco cortes limpios y los 5 cuerpos cayeron inertes – Se los advertí – Menciono este antes de voltearse hacia Hinata.
- Piensas esconderte todo el tiempo, sal ya pequeña rata – La ojiperla salió de su escondite y lejos de sentir miedo se paró frente al hombre y con un rostro lleno de determinación declaro´
- ¡Llévame contigo y…. enséñame a usar la espada! – Grito´ Hinata, lo había decidido, si quería vengarse necesitaba aprender las artes de la pelea y quien mejor que este señor para instruirla, había prometido que daría lo que fuera por que un día matara a aquel bastardo responsable de la muerte de su familia. El hombre frente a él se sorprendió para después carcajearse.
- ¿Bromeas verdad? – Dijo el hombre dejando de reír para después posar su mirada en el niño, se notaba a leguas que era de la calle probablemente huérfano, pero pocos tenían esa misma mirada que ese mocoso – De cualquier forma no tengo tiempo para jugar a la niñera, será que te vayas – El hombre se giró y empezó a caminar lentamente, pero Hinata le siguio´ sin hacer caso a las palabras del hombre.
- Oye en realidad mi paciencia no es mucha – La ojiperla se paró imitando al hombre al cual había elegido por maestro.
- Le prometo que no seré una molestia – Manteniéndose con la cabeza gacha.
- ¡Tu sola presencia ya es una molestia! – Vocifero´ el hombre y se rasco´ la cabeza de una forma cómica – Te lo digo chico, vuelve atrás.
- ¡Por favor, enséñeme a pelear y le prometo que haré todo lo que quiera! – Levanto el rostro lleno de determinación, pero eso no fue lo que sorprendió al hombre, lo que le sorprendió fue el hecho de que este tuviera las manos fuertemente apretados en puños y que las saladas gotas de lágrimas surcaban su rostro y al final comprendió que no podía sacarse a este chico de encima.
- Bien sígueme – Hinata se limpió las lágrimas que había dejado salir, colocándose al lado del hombre – Mi nombre es Shido, ¿qué hay de ti chico?
- Soy Homura
- Pues de una vez te digo que espero que estés preparado y no me hare´ cargo de ti si mueres en el entrenamiento.
- Me esforzaré – Dijo Hinata con un rostro estoico.
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Ha pasado casi tres meses desde que Hinata está bajo el entrenamiento con Shido, realmente es agotador, pero lo que le frustra es que no ha logrado progresos. Ahora mismo se encuentra llena de moretones con una espada de madera en las manos.
- Creo que esto no es para ti, eres todo un desastre – Dijo el hombre antes de carcajearse. Sin embargo Hinata apretó los puños tanto que sus uñas casi se clavan en su carne.
-Sera mejor hacer la cena y darnos una buena siesta, chico ve a cocinar – Al escuchar aquello la ojiperla se levantó aun cansada y adolorida, en este tiempo que había permanecido con Shido, este le enseño a sobrevivir, además de seguir rastros y estar siempre alerta por si alguien los atacaba. Refunfuño antes de ir a cocinar.
- Tengo una suerte capital – Menciono´ su maestro, desde que Homura venía con él, no tenía por qué preocuparse de cocinar – Me estoy acostumbrando a esto.
Más tarde se fueron a dormir, La ojiperla se levantó con cuidado de no despertar a su maestro, entonces se quedó observando la luna en todo su esplendor e instintivamente sus manos viajaron hacia el collar que traía en el cuello, este tenía la forma de una media luna. Entonces tomo su espada de madera y se fue a un lugar alejado, se quedó casi toda la noche practicando, su cuerpo estaba adolorido, lleno de moretones, había fallado incontables veces, su entrenamiento era duro y en algún momento se le paso por la cabeza el renunciar pero se recriminó a si misma de tener esos pensamientos tan cobardes.
- Lo juro Madre, Padre…..Yo no descansare hasta ver muerto a ese hombre.
CONTINUARA…..
