Bueno, aprovechando que estoy de exámenes he escrito este mini-fic sobre ello. Evidentemente es bastante corto, pero no tengo tiempo para más. De hecho, debería estar comiendo en vez de escribiendo, que luego terminó muy tarde y no aprovecho la tarde como debería.
A ver quién averigua quienes son. Uno es muy fácil, pero el otro esta más dudoso. Jejejeje
Bueno, no se que más decir.
Escribid muchos reviews…
Bss
S. Lestrange
Examen de Pociones
El silencio en la mazmorra número ocho era más denso que de costumbre, lo cual era decir bastante. Pero si la mayoría de los alumnos no se atrevían a hablar en una clase ordinaria de Pociones con el Profesor Snape, en un examen ni respiraban.
Sin embargo, a pesar de que necesitaba aprobar, y si sacaba una buena nota mejor, ese día no se podía concentrar en el dichoso examen. Lo único bueno de la maldita sorpresa de Snape, es que era escrito con lo que evitaba tener que manejar ingredientes. Y es que teniendo a la perfección personificada justo delante suya, no creía que se fuera a concentrar mucho y capaz era de provocar una explosión, del estilo de Longbottom.
Sacudió con fuerza su cabeza y miró hacia la hoja de papel, inmaculadamente blanca. Con un suspiro, escribió su nombre y la casa donde pertenecía y leyó con esfuerzo la primera pregunta. No quería ni mirar la hora, para no agobiarse con el tiempo que había pasado mirando las musarañas.
Mientras escribía con desgana las propiedades de la belladona y sus aplicaciones en las pócimas del sueño, no pudo evitar aspirar su olor. Un ligero aroma a sándalo y menta. Interesante combinación. Única si le pedían su opinión. Aunque claro¿quién si no él tendría una colonia exclusiva?
Umm, su olor le trajo algunos recuerdos del pasado, cuando aún no era consciente del porqué de sus nervios cada vez que se acercaba ni de las cosquillas en el estómago cada vez que se rozaban por los pasillos o cuando se peleaban…
Ya basta. Tienes que hacer el examen.
Volvió a mirar la hoja, donde solo había escrito un par de párrafos sobre la belladona. Suficiente. Pasemos a la segunda.
Antes de que hubiera escrito la segunda frase, un movimiento dorado lo distrajo. A comienzos de su sexto año había cambiado su forma de peinarse, dejándose el pelo corto y de punta, más a su aire. Ni que decir tiene que le sentaba genial. Además, así parecía que tenía el pelo más dorado que plateado. Excepto claro est�, cuando la luz incidía directamente, volviéndolo de la más pura plata. A juego con sus increíbles ojos grises.
Después de unos segundos más de ensimismada contemplación del Slytherin, volvió a la pregunta dos. ¿Pociones de calor? Calor… para eso no necesitaba una poción. Sonrió suavemente.
Vale, esa la tenía. Realmente las pociones no se le daban tan mal como parecía, de hecho si no compartieran clase con su casa rival seguramente tendrían mejor nota. No Excelente, por supuesto, pero si un Sobrepasa las Expectativas, lo que no estaba tan mal.
Aunque claro, si al menos se le dieran fatal lo pondrían con él, para que le revisara el trabajo, como una especia de tutor personal. Tendría que meditarlo.
Todo había sido debido a un intento desesperado por parte de Snape para evitar que Neville Longbottom volara la mazmorra con todos dentro. Así que el Profesor de Pociones lo había puesto con él para ver si hacia miminizaba el riesgo.
Y había funcionado… más o menos. Ya no había tantas probabilidades de desastre total y Snape podía dedicar más tiempo a los demás, pero la paciencia del rubio se había agotado en las primeras clases. Así que Snape tuvo que seguir vigilando de cerca al torpe Gryffindor. Pero había traspasado las tutorías a otros, que si bien no eran tan peligrosos como Longbottom, también tenían dificultades para la materia. Al poco tiempo, tanto él como su amiga Hermione revisaban en las clases el desarrollo de las pociones de los más atrasados.
Huelga decir que él no había tenido el placer de que le revisaran la poción.
Aunque si seguía pensando en él en vez de terminar su examen quizá Snape cambiaría de opinión y lo pondría con los torpes.
Lo cual era una gran tentación
No. Su futuro como auror estaba en juego y eso era más importante que cinco minutos más al día con él.
¿Verdad?
¿VERDAD?
Bueno, ya intentaría algo menos… perjudicial para su futuro.
Aunque claro, si se enteraban de sus… inclinaciones por cierta persona, su madre ya se encargaría de que su futuro no le preocupase.
Bueno, basta de tonterías. Pregunta tres.
…
…
Le encantaba como mordía ligeramente la punta de la pluma para escribir, totalmente ensimismado. Con el flequillo cayéndole sobre la frente en despeinada guedejas, oscureciéndole los ojos.
El objeto de sus deseos se paso la mano por el pelo, alborotándolo con suavidad. Se quedó tan colgado con el gesto que la pluma se le escurrió de entre los dedos y flotó con suavidad hasta el suelo, al lado de su silla.
Hizo el amago de levantarse, estirando la mano todo lo posible para recogerla. Le quedaban apenas unos centímetros para poder cogerla, pero si ladeaba más la mesa podía volcarla. Y no estaba el horno para bollos y tener que levantarse en medio de un examen del profesor más temido de la Escuela.
Se inclinó un poco más, ya la rozaba con la punta de los dedos. De improviso una esbelta mano blanca apareció en su campo de visión, cogiendo la dichosa pluma y tendiéndosela en una extraña muestra de amabilidad.
Al cogerla no pudo evitar rozar su delicada piel, provocando un escalofrío que le subió por el brazo hasta la columna vertebral. Incapaz de mirarle a los ojos, murmuró un débil gracias y se puso a escribir a toda velocidad, haciendo más en ese tiempo que en lo que llevaba de examen.
Detrás suya se escuchó un ¿Estás loco? proveniente de su amiga Hermione, que le regañaba por el escándalo que estaba formando en el examen.
Se encogió disimuladamente de hombros, para hacerle notar que no era culpa suya el que se le hubiera caído la pluma.
Bueno, si hubiera estado más centrado no se le hubiera caído, pero eso era culpa de Snape por ponerlo detrás de él.
Aunque había merecido la pena solo por poder tocarlo. Esa piel tan suave y tan fresca… ahora si que no se podía levantar.
Menos mal que estaba en un examen.
¿Acaba de ver el lado bueno de hacer un examen de Pociones el lunes justo antes de comer?
Bien, pregunta seis. (¿Cuántas malditas preguntas tiene este examen?)
Umm… esa pregunta (Indique los pasos a seguir para preparar un antídoto para el veneno de la luparia) le había recordado al primer entrenamiento de Quidditch, cuando se habían cruzado con el equipo de Slytherin al entrar al campo.
Estaba tan tremendamente sexy con el pelo aún mojado por la ducha y el uniforme a medio poner… se acordaba perfectamente. Arrastraba la escoba con cierta desgana por el césped, con la otra mano metida en el bolsillo del pantalón negro. La camisa blanca a medio remeter, con los primeros botones abiertos. Como siempre, con los colores de tu casa, presentes en la corbata, que sin hacer rodeaba tu cuello. Charlaba con Zabinni de estrategias y hubiera jurado que lo había mirado de refilón cuando se cruzaron.
Seguramente eran imaginaciones suyas.
Sin embargo eso no había evitado que soñara con ese momento todas las noches las siguientes dos semanas.
La primera noche que soñó con él, y no precisamente que se peleaban, fue cuando tuvo que admitir que lo deseaba, a pesar de que fuera él y… bueno, a pesar de que fuera él.
Aunque quizá porque era él lo atraía tanto.
El profesor Snape lo sobresaltó avisando que solo les quedaban diez minutos. Delante, cierta persona se apoyó con tranquilidad en la silla, echándose ligeramente hacia atrás. Volvió a pasarse la mano por el pelo. Y ésta vez estaba seguro de que aprovechando el movimiento había visto unos ojos grises destellando en su dirección.
Claro que esa certeza le valió 8 minutos mirando con cara de embobado la hoja del examen.
Detrás suya sonó un carraspeo irritado, mientras unas hojas se clavaban en su espalda. Se volvió para ver a su amiga tendiéndole unas hojas. Su cara de desconcierto debía de ser muy notable porque le susurró que eran las hojas del examen, que debía pasarlas hacia delante.
Bueno, solo había hecho las 8 primeras preguntas, pero no estaba tan mal. Suspender seguro que no suspendía, a menos que Snape tuviera muy mala leche. Cosa que por otro lado era muy probable.
Las junto con las que Hermione le había pasado y se las tendió a él. Debía de estar esperándolo, porque ya estaba girado cuando levantó la vista. Sus miradas se conectaron los segundos que tardaron en pasarse las hojas, rozándose otra vez sus manos. Quizá más de lo conveniente, o al menos para su salud mental.
Juraría que le había sonreído fugazmente.
Sacudió su cabeza con energía para borrar cualquier pensamiento sobre él, mientras dejaba pasar a la gente, para poder darse tiempo. Estaba demasiado excitado para levantarse el primero.
¡Lo que podía hacer un roce!
Se entretuvo recogiendo las cosas, mientras oía a sus compañeros quejarse de lo difícil que había sido el examen sorpresa. Sus amigos se pararon a su lado, comentando también el examen y urgiéndolo a que se diera prisa. Con un gesto, los mandó a la puerta, donde no estorbarían tanto a la gente y donde sobre todo no lo pusieran más nervioso de lo que ya estaba.
Cuando por fin se levantó, se dio cuenta de que se había quedado solo en la clase. Bueno, solo no, también estaba él. Recorrieron el pasillo juntos, él con su arrogante mirada al frente, con su andar felino. No pudo evitar mirarse los zapatos todo el trayecto. Necesitaba unos nuevos, por cierto.
Cuando cruzaban la puerta, a punto de separarse para ir con sus respectivos amigos, sus manos se rozaron. Contuvo el aliento, seguro que la alejaría con rapidez. Sin embargo, en vez de eso, la mano del rubio no solo no se movió, sino que sus dedos acariciaron levemente la palma de su mano, casi como si fuera sin querer.
Al mirarlo por el rabillo del ojo, vio sin lugar a duda una minúscula sonrisa cómplice, pero sonrisa sin lugar a dudas.
Mucho más alegre que en mucho tiempo, se reunió con sus amigos para dirigirse al Gran Comedor.
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