Disclaimer: Los personajes no son míos, la trama sí. No robes o el coco te comerá.

N/A: No es muy bueno, probablemente. Pero me gusta tener todo aquí almacenado, así que me trago el orgullo y lo subo. Los huffies no son lo mío.


Las que se pelean, se desean

Hannah y Susan no empezaron con buen pie. Cuando se conocieron, chocaron bastante. Justin diría que chocaron mucho, pero prefiere callarse; demasiado carácter en dos chicas tan jóvenes. Muchos días los empezaron enfadas y los terminaron aún más enfadadas. Un par de veces incluso fueron castigadas. A Zach nunca le importó demasiado, pero Justin pasaba el día pidiendo paz. Ernie se limitaba a murmurar una frase entre dientes, algo así como que los que se pelean se desean.

Pero han crecido y ya han pasado cinco años desde que se conocieron. Una vida y un instante, mucho y poco. Hannah no sabe muchas cosas de la vida. No es una Ravenclaw ni ha vivido cosas como la chica Weasley o el trío dorado de Gryffindor, pero sabe que Hogwarts es una de las mejores cosas que le han ocurrido en la vida; en gran parte por Susan.

Es el tercer día que se despiertan juntas en la misma habitación, fuera de Hogwarts, y le encanta. Puede decir, sin lugar a dudas, que Susan es la chica más guapa que ha visto nunca. Los rayos de sol acarician sus pecas y se recrean arrancando brillos a su melena pelirroja con cada uno de sus leves movimientos. La boca permanece entreabierta y con un brazo se agarra a un enorme oso marrón que ninguna noche parece abandonarla.

Suspira y cierra los ojos y piensa que es una lástima que sólo queden tres semanas para el final del verano, porque es así como le gustaría empezar todos los días de su vida.

-Buenos días, dormilona.

Gatea hasta su cama y se coloca a su lado, capturando su mano y tirando de ella para incorporarla un tanto. La besa en los labios, dulce, castamente, diciendo todo y aún más y ni siquiera la voz de la señora Abbot al otro lado de la puerta importa demasiado. Oyen un murmullo lejano acerca de ir a desayunar y se separan un instante, antes de que Susan comience a hacerle cosquillas, con ese brillo en los ojos. Hannah la mira, con una ceja levantada y una expresión que intenta ser de amenaza, susurra un "ni se te ocurra" mientras la pelirroja sonríe con picardía. Retrocede un paso (un pasito muy pequeño, a decir verdad) y niega con la cabeza.

-No es una buena idea.

-¿Ah, no? A mí me parece una idea genial.

Ataca de nuevo y las dos ruedan al suelo, riendo y revolviéndose al principio, besándose con dulzura después de un rato, tendidas sobre la alfombra. Hannah aún intenta fingirse enfadada, pero no sabe rechazar esos besos y cuando se separan se le hace difícil no sonreír.

-A veces me pones de los nervios, ¿sabes? Recuerda que no me gustan las cosquillas. -pero la sonrisa le traiciona. La sonrisa radiante que asoma poco a poco en sus labios.

-¿Bajamos a desayunar?

Hannah pone los brazos en jarra y el rostro serio (no sin un enorme esfuerzo) y le sostiene la mirada unos segundos, para luego girarse y acercarse al armario. Antes de que haya podido moverse demasiado, unos brazos se enroscan en su cintura y unos labios se acercan a su cuello. Reprime un escalofrío e intenta concentrarse en buscar su ropa, pero los labios de Susan cerca de su oído son suficientes para desconcentrarla.

-Yo también te quiero, idiota.

Se besan y se abrazan y vuelven a hacerse cosquillas y rodar por el suelo, riendo, risueñas, y pensando que tal vez sea cierto eso de que las que se pelean se desean.