-Tú... entrégame la bola de dragón...
-¡No!
-Tú lo has querido...
Bulma se tapó el rostro, anticipando que solo la muerte la esperaba entre aquel precipicio a sus espaldas y el dedo iluminado que la apuntaba. Gritó... y acto seguido se despertó sobresaltada por aquella pesadilla. Otra vez. La joven sacudió la cabeza con irritación. Ya era la segunda o tercera vez que le pasaba y odiaba que su mente fuera tan débil.
"A ver si Gohan y Krilin vuelven de una vez y nos largamos de este maldito planeta", rezongó para sus adentros, irritada. Un extraño tono verdoso y violáceo al mismo tiempo anticipaba un cambio de luz sobre los riscos que la rodeaban, lo que no contribuyó a mejorar su humor.
Si hubiera estado más atenta, quizá hubiera sentido aquella extraña vibración en el aire sobre su cabeza, o hubiese detectado que había alguien a su espalda. Pero no lo hizo y, por ello, apenas pudo reprimir un grito de terror cuando se giró, con la guardia baja, y se encontró a Vegeta a un metro escaso de distancia. El guerrero, al comprobar que había captado su atención, echó las manos hacia delante a una velocidad sobrehumana; apoyando una sobre los labios de Bulma y usando la otra para retorcerle un brazo por detrás de la espalda y empujarla contra la pared de roca, con el rostro vuelto hacia la piedra. Bulma reprimió un gemido cuando notó una esquirla rozar su mejilla y cerró los ojos, temblando.
-Bueno, bueno, humana -susurró entonces Vegeta a su espalda, en un tono de todo menos amistoso-. Parece que tú y tus amigos os creéis muy listos, pero no vais a poder engañarme por más tiempo -con rudeza, el saiyajin le alzó la barbilla un poco más y la obligó a echar la cabeza hacia atrás, hasta que su oído quedó a escasos milímetros de su boca-. ¿Dónde está?
Bulma negó con la cabeza, tozuda y con los ojos aún cerrados. No pensaba darle a ese engreído lo que buscaba, por nada del mundo. Vegeta resopló, impaciente. Aunque, al cabo de unos segundos, pareció pensarse mejor su táctica y susurró, como de pasada:
-¿Sabes, humana? A pesar de lo que otros digan me considero un príncipe justo -despacio, para sorpresa de Bulma, soltó el brazo que mantenía inmovilizado y deslizó la mano hacia su costado al tiempo que la aprisionaba con el cuerpo contra la pared. Bulma intentó revolverse sin conseguirlo. Aquel guerrero, a pesar de su corta estatura, parecía esculpido en piedra. Por un instante, la joven tuvo un fugaz pensamiento erótico que se difuminó tal y como había venido. Vegeta era su enemigo. Era un criminal sin escrúpulos que había matado a Yamcha y quería acabar con la Tierra. Si de Bulma dependía, jamás le permitiría conseguir su objetivo. Antes muerta. Sin embargo, no esperaba las siguientes palabras que salieron de la boca de Vegeta-. Una mujer tan atractiva como tú, abandonada en este pedrusco por esos a los que llamas amigos, sin nada que hacer más que esperar... -junto a las nalgas, Bulma notó levantarse unos centímetros una de las solapas de la armadura de Vegeta y abrió mucho los ojos, creyendo que soñaba. Ella... Él...-. Yo estaría dispuesto a darte lo que quisieras, vivirías como una reina... Solo necesito que me entregues la última Dragon Ball.
Por un instante, la joven tuvo una idea que, de entrada, le parecía denigrante. Pero, por otro lado, podía ser que... Bulma tragó saliva. Tenía que intentarlo. Por mucho que la repeliera, la misión podía depender de ello. Por ello Bulma cerró los ojos, respiró hondo y se relajó visiblemente. Con la mano libre, acercó sus dedos libres y golpeó la mano de Vegeta que tapaba su boca. Él pareció no entenderla al principio pero, cuando ella gesticuló elocuentemente, formando un pico abierto y cerrado con los dedos, él lo entendió y la soltó despacio.
-Si gritas, te disparo -la amenazó.
Pero Bulma ya había perdido el miedo. Si hacía aquello y todo salía bien, quizá solo sería un mal trago momentáneo, algo que podría olvidar cuando volviese a la Tierra y todo hubiese acabado. "Perdóname, Yamcha, donde quiera que estés".
-Está bien, Vegeta -susurró, girándose despacio hacia él dentro de su aprisionamiento. Él la dejó, pero sin bajar la guardia-. Vamos a hacer esto a tu manera.
Y antes de que él pudiese hacer nada, lo besó. Tras la sorpresa, Vegeta se apartó unos centímetros, con el ceño fruncido.
-¿Qué estás haciendo, humana?
Bulma se aseguró de que su rostro no transluciera ninguna emoción real y, en cambio, aferró sus brazos alrededor del cuello de él y se aproximó aún más, ciñendo sus curvas a la armadura de él.
-¿Qué ocurre, Vegeta? Estás muy tenso. ¿No quieres pasarlo bien con una mujer guapa como yo o es que me has mentido?
El príncipe apretó los dientes.
-Ahora no tengo tiempo para esto, humana -se intentó zafar, aunque hacía bastante rato que su pene le pedía fiesta con aquella preciosidad-. Primero dime dónde está esa maldita bola y luego hacemos lo que quieras.
Ella sonrió con candidez.
-Qué lastima -pronunció, llorosa-. Ahora estoy libre. Y... sin mí nunca sabrás donde está esa Dragon Ball, ¿verdad que no?
Acto seguido, le acarició la nuca, lo volvió a besar con lengua y él la atrajo hacia sí sin poder evitarlo. En realidad, aquella mujer, con semejantes tetas y ese culo respingón, lo ponía más cachondo de lo que admitiría jamás. Y, ¿por qué no aprovechar si ella estaba dispuesta? Todos sus instintos de hombre le pedían tirársela allí mismo; estaba buena, para qué engañarnos. El trato parecía justo. Y después ella le diría dónde estaba la Dragon Ball...
-Está bien, humana. Pero que sea rápido.
Bulma sonrió y se deslizó hasta el suelo, quedando de rodillas frente a él.
-No te preocupes, Vegeta. Después de esto me lo agradecerás.
Vegeta bufó casi como por costumbre, aunque tenía la adrenalina disparada. Bulma levantó la armadura, que para su sorpresa era elástica, y Vegeta la sujetó mientras ella le empezaba a bajar los pantalones. La mujer tuvo que reprimir un jadeo de deseo real cuando destapó su pene por completo. En realidad, jamás había chupado algo así.
-Vamos, humana, no tenemos todo el día -gruñó él sujetándola por el pelo, antes de agregar con maldad-. ¿No te estarás pensando el echarte atrás, cierto?
Bulma se obligó a dejar de temblar con aquella mezcla contradictoria de deseo y terror que invadía cada centímetro de su ser, antes de cerrar los ojos y meterse la verga de él en la boca de una tacada, sin pensar apenas. Su glande le rozó la lengua, el interior de los carrillos y el paladar. Para su sorpresa, sabía bastante bien, a una mezcla extraña de sabores que le produjo un escalofrío sin querer y provocó que su sexo se humedeciera. Bulma se obligó a centrarse. Su plan tenía que funcionar, sin reparar en lo que ella sintiese o dejase de sentir. Adelante y atrás, con una mano aferrada al mástil en todo momento y acariciando al compás con los dedos, Bulma sintió sin quererlo que aquello relajaba la tensión que llevaba sufriendo desde que se había quedado sola en Namek y pensó que aquello, en el fondo, tampoco estaba tan mal. Si aquel guerrero era tan estúpido como para sucumbir así a un truco tan fácil... Claro que ella no era una mujer a la que fuera fácil resistirse...
En un momento dado, Bulma se sacó el pene de la boca y, sujetándolo con los dedos, lamió toda su longitud. Después pasó la lengua despacio por todo su pubis sin vello, mientras su mano seguía masturbando aquel portento y Vegeta jadeaba sin dejar de sujetar su cabeza en ningún momento. Bulma se metió un testículo en la boca y jugó con todo el escroto recorriendolo con la lengua, haciendo que el saiyajin gruñese de placer, antes de retornar al cabo de unos minutos a su posición y relamer el glande como si fuera un caramelo. Después, volvió a meterse el pene entero entre los labios y siguió chupándolo despacio, siendo consciente de cada roce dentro de su boca y sintiendo que, si no hubiera sido él y no fuera un acto de supervivencia casi desesperado, ella misma estaría a punto de correrse.
"Menuda verga tiene..."
Unos segundos después, los músculos y las venas del pene se tensaron dentro de su boca, Bulma se movió con más vigor de delante hacia atrás sin casi atreverse a abrir los ojos y, unos segundos después, Vegeta le adelantó la cabeza empujando con la mano hasta que tuvo todo el pene metido en la boca y el principio de la garganta.
Bulma, ahogada, emitió un corto gemido y abrió los ojos, mirándolo, antes de comprobar cómo él gemía y algo cálido se empezaba a derramar cerca de la laringe de Bulma. Por supervivencia, ella se retiró a tiempo haciendo fuerza con la nuca hacia atrás, un gesto que él pareció comprender; pero Vegeta no le dejó retirarse del todo hasta que no se hubo corrido casi por completo dentro de ella. Momento en que el saiyajin le sacó despacio el miembro de la boca, casi como si la acariciase, pasando toda su longitud sobre su lengua y terminando con un suave roce del capullo sobre el labio inferior.
En cuanto soltó su pelo, Bulma se dejó caer sentada sobre el suelo, jadeando. Maldito arrogante... Pero Vegeta aún tenía una cosa por hacer. Despacio, tras suspirar relajado y vestirse de nuevo, se acuclilló junto a la joven y, sin darle tiempo casi a reaccionar, la besó con brevedad y, tras separarse, le dijo:
-No ha estado nada mal, pequeña humana. Cuando conquiste la Tierra te prometo que serás a la única que no haré ningún daño -dicho esto, se levantó y tras acariciarle la barbilla, agregó-. Me voy en busca de esa Dragon Ball perdida, y luego hablamos... Algo me dice que no tienes ni idea de dónde está, pero la mamada que me acabas de hacer compensa el hecho de que no te mate por ello. ¿No crees?
Bulma no respondió. Pero, mientras lo observaba alejarse, el rostro de la joven cambió. Sus ojos brillaron, su lengua relamió sus labios junto a los restos de semen y murmuró para sí:
-¿Conquistar la Tierra? Ni en tus mejores sueños, mi amor...
Con aquella maniobra por su parte, sus compañeros ya habrían conseguido el tiempo necesario para que aquel fantoche no tuviese nada que hacer. Las Dragon Ball y su sueño de poder se escurriría como el agua entre sus dedos y Bulma se reiría de él cuando eso pasara.
Aunque Bulma tenía que admitir que tenía una buena polla que no tendría reparo en volverla a catar si se presentaba la oportunidad..
