Regular Show – Juguetes sin vida.

Capítulo 1. Borrachera, y al coche.

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-¡Tráigame otra cerveza!

-Eh… ¿Señor? No creo que sea bueno que siga bebiendo…

-¡Solo cállate y tráela!

Si, te sentías un completo idiota al gritarle al barman del local, pero te encontrabas sacado de tus casillas. Y es que, ¿Quién no se enojaría cuando tu mejor amigo y primer amor te deja plantado en frente del cine por ir a una cita con una chica? ¡Eso si era imperdonable! Jamás pensaste que Mordecai hiciera algo como eso…

Pero quizá no haya sido la mejor idea venir a un antro lleno de jóvenes borrachos o drogados bailando desenfrenados con la música que de por cierto, te está rompiendo los tímpanos. Ya de por si casi no te dejan entrar por pensar que eras menor de edad; eso y que no soportas en lo más mínimo el alcohol.

Justo cuando el barman te trae lo que sería tu segunda ronda de cerveza –sí, segunda y ya estabas que te caías de culo con solo estar sentado por el mareo – un chico aparecido de la nada te habla.

-Hey, chico. No creo que un niñato como tú deba estar bebiendo más de la cuenta. - ¿Un albino? Solo miraste al recién llegado con los ojos entrecerrados y un mohín; el tipo no debía pasar de los 19.

-No me llames niño, mocoso. – soltando esas palabras ásperas te llevaste el bazo a boca bebiendo su contenido. Sólo escuchaste un bufido de tu inesperado acompañante.

-En serio – comentó divertido – no sé qué hiciste para que el guardia dejara pasar a un menor de edad. Debes tener tus contactos, ¿Eh? – después de pedirle algo al barman apoyó su codo en la barra y su cara en la palma de su mano, mirándote.

-¡Qué menor ni qué menor! – este tipo realmente quería sacarte de quicio. – tengo 23.

No pudiste evitar que una sonrisa se asomara por tu rostro al ver como el otro se sorprendió y casi se cae de espaldas de donde estaba sentado.

-Qué broma sin gracia.

-¡Qué no es broma!

-Pruébalo.

Con expresión de fastidio rebuscaste en el bolsillo de tu pantalón, sacaste tu billetera, y le mostraste tu carnet de conducir. Tan rápido como vio lo que deseaba lo guardaste. No porque estés molesto y algo borracho vas a permitir que te robaran.

-Ahí lo tienes. 23 años. ¿Ahora puedes ir a molestar a otra persona, mocoso? – el chico solo sonrió con una mezcla de cinismo y diversión, lo cual te dio un pequeño escalofrío.

-No me llames mocoso, al fin y al cabo los dos tenemos 23, Rigby.

-¡Hey! ¿¡Quién te crees para llamarme por mi nombre!? – abriste los ojos enojado y golpeaste la barra de madera.

-Tu puedes decirme Jeremy, con eso estaríamos a mano, ¿No? – miraste como el albino bajó de donde estaba sentado, y con las manos en los bolsillos de su sudadera roja, te miró con sus ojos tan intensos que no supiste como que contestarle. – Como sea Rigby, ¿Te han dejado plantado, no?

¿¡Q-qué!?

-¿¡Cómo diablos sabes eso!? – sin quererlo tus mejillas tomaron color.

-Toda tu aura dice "Retraso"

-¡Oye, tú! ¿¡Quién te ha-!? – te paraste decidido para darle un golpe pero este te cayó con un dedo en tus labios. Definitivamente quiere morir. – pensaste.

-Como sea, mi pareja me rompió hoy por pasar más tiempo con mi Tablet que con él. – respondió como sin nada. – Estamos iguales.

-¿Qué? ¡No! Primero que nada, ¡A mí no me han dejado, deja de inventarte cosas raras! – inmediatamente te vino la imagen de Mordecai riéndose con Margarita en el cine, o en el parque, a saber dónde estarían… eso fue un golpe bajo. –Después de todo, él ya tiene a alguien con quién pasarla mejor que conmigo…

No sabes cuándo te deprimiste; sentías tus ojos humedecerse, así que los cerraste y bajaste la cara, dejando que tu cabello marrón tapara tus ojos. Pero inmediatamente, sentiste como una mano se posaba en tu mejilla, subía hasta tu cabeza y revolvía tu cabellera.

-No viniste aquí para deprimirte, ¿Verdad? Divirtámonos.

En su momento no escuchaste nada raro en su voz, indicios de malicia o algo que te diera a pensar que este tipo fuera algún violador, ladrón o asesino a sueldo, por lo cual confiaste en las palabras de este desconocido. Hace ya mucho que no venías a divertirte a sitios como estos.

-Sí, Jeremy.

Después de todo, ¿Qué podía salir mal?

...

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No entendiste muy bien que pasó después de eso, ni tampoco como llegaste a tu situación actual. Lo único que se te venía a la mente eran los millares botellas de alcohol que había por ahí, la música resonando y haciendo temblar el local… Bailabas como en antaño, cuando eras joven e ibas a estos lugares con Mordecai, con la única diferencia, de que ahora era Jeremy en lugar de Mordecai.

-Rigby… - escuchaste gemir al más alto. Entre pasos torpes por el estado de la borrachera que cargabas y entre besos que se daban llegaron a lo que creías era el auto de aquel albino.

-Mnh… - suspiraste cuando sentiste las manos frías de Jeremy acariciarte el pecho por debajo de tu playera, haciendo un recorrido desde tu clavícula, pasando por tu estómago, y terminando en el borde de tus pantalones.

Sin esperar mucho el mayor metió su mano dentro de tus pantalones, bajándolos y dejando a la vista tus boxers. Ni lento ni perezoso empezó a masajear por encima de la tela tu pene que ya se encontraba erecto a más no poder.

Jadeabas y gemías sintiendo como esa habilidosa mano de masajeaba, mientras con la otra te tiraba indirectas para que te sacaras la playera, y eso hiciste. Lanzándola a la parte del baúl de aquel coche recostaste tu espalda la puerta.

Jeremy te besó, y con sus dos manos bajó completamente tus pantalones junto con los boxers. Ahora que tenía más libertad agarró firmemente tu miembro y empezó a bombear de arriba abajo con una gran velocidad.

-¡A-Ah! – gemiste al sentir como un dedo se colaba en tu entraba, y empezaba un mete-saca continuo, mientras la estimulación a tu parte baja seguía. Jeremy lamió tu oreja, jadeando en ella.

-¿Eres virgen?

-Mnh… - ahora eran dos dedos los que se movían dentro de ti sin descanso, con tus manos agarrabas fuertemente los hombros de aquél tipo de ojos rojos, y con la cara completamente roja y los ojos cerrados le contestaste. –… no.

-Qué mono eres. – el tono divertido que usó te hizo chillar. Su voz era tan profunda y detonaba una lujuria que hacía que cada célula de tu cuerpo se estremeciera.

Al momento que los dedos no fueron suficientes, Jeremy paró todo lo que estaba haciendo de golpe, y a la velocidad de la luz abrió su pantalón, bajando sus boxers de una, y posicionándose en tu entrada.

Empujando sin meterla realmente jugó un poco contigo, y justo cuando creías que ibas a explotar de impaciencia, habló.

-¿No te arrepentirás de esto mañana? – susurró en tu oreja, lamiéndola y mordiéndola en el proceso.

El amague que estaba manteniendo, las caricias en tu muslo y pecho… todo te estaba volviendo loco, tanto que no podías pensar con claridad; eso sin contar el alcohol que llevabas en sangre.

Pero aun con todo eso no pudiste evitar que la imagen de Mordecai con Margarita rasgara un poco más de la cuenta tu corazón. Si estaba claro que Mordecai jamás iba a quererte, y mucho menos volverse homosexual, ¿Vale la pena esperar y sufrir en silencio cada día esperando algo que es imposible?

… No, no lo valía.

-Hazlo. ¡Hazlo, ahora! – gritaste, con lágrimas saliendo de tus ojos. Esta tampoco iba a ser tu primera vez, ¿Qué podías perder?

-A tus órdenes. – sentiste la burla en esas palabras, por alguna razón tuviste el presentimiento de que este tipo podía leer lo que había en tu cabeza, y eso te hizo sentir desnudo. Bueno, ya lo estabas.

-¡A-ah! Mnh, ¡Sí, más! Ahh… - gemías sintiendo como Jeremy arremetía una y otra vez dentro de ti tocando un punto que te hacía chillar de vez en cuando, que hacía que una corriente eléctrica te recorriera de la cabeza a los pies y se detuviera en tu erección.

Muy pronto los dos se encontraban idos, tanto Rigby como Jeremy apagaron sus cerebros, y dieron rienda suelta a su deseo. Rigby podía jurar que Jeremy en varias ocasiones había susurrado el nombre de alguien que no era él, pero que por tus propios gemidos no pudiste escuchar.

Y también eras consiente de que más de una vez gritaste el nombre de Mordecai, pero te daba igual. A Jeremy no parecía importarle en lo más minino.

Sin saber por qué, al sentir cada oleada de placer, una lágrima se te escapaba junto con un gemido. Sentiste como Jeremy lamía las lágrimas de tus ojos, haciendo que tú le abrazaras por el cuello, pegándote más al cuerpo de aquél albino.

-¿Puedo… terminar dentro? Mnh. – jadeó Jeremy sobre tus labios, aprovechando y dándote un beso corto pero húmedo.

-S-Si… ¡Ah! – inmediatamente arqueaste la espalda, arañando la espalda del mayor, y soltando todo el aire que llevabas en los pulmones de golpe, te corriste mandando tu abdomen y el de Jeremy.

El albino sintió como por el placer apretabas más tus entrañas haciéndolo enloquecer, y casi un segundo después de ti, el derramó su esencia dentro de ti.

Los dos cayeron exhaustos, Rigby recostado completamente en el asiento trasero – en el cual cabía perfectamente por su estatura – y Jeremy sobre él, arqueado para poder entrar cómodamente. Los jadeos llenaron el aire, tanto tuyos como los del mayor, y sin poder aguantar más te dejaste caer en un profundo sueño.

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Al despertar, tenía todas las articulaciones dolidas, seguramente por dormir en una mala posición.

-Aaaaah. Qué dolor de cabeeeza. – llevándote las manos a la cabeza, te estiraste levemente tus cabellos castaños, frunciendo el ceño.

-Creo que eso es obvio considerando la cantidad de alcohol que bebiste anoche.

-¿Qu-? ¿¡Dónde estoy!? – miraste a todos lados desesperado. No reconocías el lugar en el que estabas. Todo era muy, ¡Muy brillante y lujoso!

-En mi casa. – contestó simple el albino, quien se encontraba sentado en la misma cama, pero recostado contra la pared, con una Tablet en mano.

-¿Cómo? ¿Cuándo? ¿¡Por qué!? – preguntaste alterado, apretando las sabanas y tapándote hasta la nariz. Afilaste los ojos mirando al albino que te dirigía una mirada entre incrédula y divertida.

-Después de que te dormiste tan despreocupadamente en mi coche frente a ese antro de mala pinta, conduje hasta acá. No ibas a dormirte desnudo en un auto donde todas las personas puedan verte, ¿O sí?

Como si hubiera contado la hora siguió tranquilamente hojeando la Tablet que tenía. Hasta que arrugó la nariz y la apagó.

-Puedes ducharte. Te preparé ropa. Yo tengo algo que hacer. – se levantó como Pedro por su casa (Porque eso era) y desnudo caminó por todo el lugar buscando un par de cosas y vistiéndose. – Afuera cuando estés listo hay un chofer que te llevará a tu casa, solo dile la dirección.

-¿Es que eres alguna clase de mafioso o qué? – preguntaste desconfiado y matándolo con la mirada. Veas por donde lo veas, este tipo parecía ser multimillonario.

El albino solo rio.

-Jefe en una empresa tecnológica de videojuegos. – se sentó en el borde de la cama para atarse los cordones de sus tennis.

-¿¡Con 23 años!? - ¡No podías creerlo!

-Tengo mis contactos. – se paró y fue derechito a la puerta de la gran habitación. – bueno, nos veremos, Rigby.

Y desapareció de tu vista…

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¡Buuuueeeeno! Holis, primero que nada. Este va a ser un fanfic lleno de lemon, morbosidades, y sexo. No apto para menores o sensibles. Lo que me inspiró a escribir esto fue una apuesta que hice con una amiga. Y también que los personajes se veían ¡MONÍSIMOS! En su forma humana.

Especialmente va dedicado a Blade, la chica de la apuesta, y a Alexis, un buen amigo mío, que en paz descanse; ¡Y por supuesto a ustedes!

Para antes del Miércoles que viene planeo tener la actualización, o incluso antes del lunes. Sin más me despido, ¡Espero que les haya gustado esta historia que se me ocurrió!