Disclaimer: ¿Te suena un niño con una cicatriz en la frente que debía enfrentarse al mago tenebroso más peligroso de todos los tiempos? ¿Una empollona marisabidilla de pelo indomable o un chico pelirrojo apellidado Weasley? Es normal, los creo J. K. Rowling y le pertenecen.
# Náufragos
Allí, en San Mungo, subiendo hasta la quinta planta, entrando en una habitación apartada, hay dos camas. En una yace un hombre prematuramente envejecido, con los ojos hundidos, que mira constantemente por la ventana. En la otra duerme una mujer de pelo ralo y blanco, con la mirada ausente.
Neville va a verlos a veces.
Su abuela es fuerte, pero Neville no lo es tanto. Y cuando ella se va a tomar una taza de té, él se arrodilla al lado de la cama de su madre y llora. Ella le da unas palmaditas en la cabeza, aún con esa mirada ausente, y su padre se limita a observarlo, sin dar muestras de estar viéndolo realmente.
Porque por mucho que se empeñe su abuela, Neville no es más que un niño, solo y perdido. Que ansía demasiado una madre que lo mime y un padre que le de ánimos.
Al cabo de un tiempo, se calma. Respira hondo, se seca las lágrimas y se levanta. Su abuela ya se ha terminado la taza de té, y se pueden ir a casa.
Lo que Neville no sabe, es que su abuela también llora. Se va, diciendo que tiene que tomar una taza de té, y llora por su hijo y su esposa. Porque es fuerte, pero también es humana, y la guerra les ha quitado demasiadas cosas.
Y así, ambos se alejan del hospital, guardándose su dolor, sin permitirse demostrarlo y buscar consuelo en los brazos del otro.
Alice y Frank Longbottom no saben nada de esto. Condenados en sus camas blancas, en una habitación de paredes aún más blancas, no pueden saber que su hijo —porque tienen un hijo, aunque ellos no se acuerden— llora cada vez que va a verlos como cuando tenía cinco años. Ni pueden saber que guarda todos y cada uno de los papeles de los chicles que le dan. No lo saben, porque no pueden.
Porque aquella desastrosa noche, los aurores más queridos de la comunidad mágica perdieron la razón, y con ella la oportunidad de cumplir los sueños de los que tanto habían hablado las noches sin luna.
Sin embargo, aunque apenas sean retazos que aparecen en contadas ocasiones, pueden llegar a recordar momentos más felices y mejores. Logran atisbar la cara de un bebé sonriente al ver su primer juguete, dos manos entrelazas bajo el agua, un vestido blanco y dos alianzas encerradas en una cajita negra.
Bellatriz Lestrange les arrebató la oportunidad de cuidar a su hijo, de cumplir sus sueños y de valerse por sí mismos. Pero no les arrebató los buenos recuerdos.
Ellos siguen ahí, encerrados y escondidos, pero brillantes y poderosos, como el crucio que les quitó todo.
Excepto los buenos recuerdos.
¿Reviews? ¿Por los Longbottom?
Lils
