Iwaizumi era un tipo calmado, con la suficiente paciencia como para tener de mejor amigo a Oikawa Tooru. Pero si había algo que le hacía perder el control era el cuerpo de su ahora pareja; después de todo, Iwaizumi era un adolescente con la hormonas alborotadas, (y un sexy novio que le tentaba con cada uno de sus movimiento).

Oikawa destilaba sensualidad hasta cuando fregaba los trastos, de eso Iwaizumi no tenía duda, pero la cuestión que lo asaltaba a menudo era: ¿lo hacía intencionalmente?

Y, en ese mismo momento, le importaba un comino.

No era justo para sus hormonas compartir una cama con su novio, pero siempre había sido así: desde niños acostumbraban dormir juntos cuando hacían pijamadas, y el hecho de que ahora fueran pareja no iba a cambiar las viejas costumbres.

Pero no podía soportar sentir el calor del cuerpo de Oikawa tan cerca del suyo, no cuando estaban en verano, no cuando no se había hecho ninguna paja en toda la semana. Su cuerpo lo estaba traicionando.

Oikawa se apegó más a él e Iwazumi se estremeció involuntariamente.

― ¿Estás bien, Iwa-chan? ―Lo sabía, el muy maldito sabía lo que su tacto ocasionaba en él.

Sin decir nada, Iwaizumi se dio la vuelta y se acomodó sobre el capitán, con ambas piernas a los costados de las caderas de Oikawa.

―Lo estoy.

Y luego se dispuso a devorar la boca de Oikawa. Su cavidad bucal estaba caliente y ansiosa de recibirlo. Con avidez, el otro muchacho le pasó las manos por debajo del pijama y acarició su espalda, tan lento que le arrancó un gemido, ahogado en la boca de su amante.

Se separó de sus labios y depositó una corriente de besos en su mejilla derecha, eran apenas unos toques castos, como el aleteo de un montón de mariposas. Con ellos Iwaizumi trataba de decir que lo amaba, que era una de las personas más importantes para él, que nunca lo abandonaría, que le haría el amor en la penumbra de su habitación.

Descendió hasta el cuello y plantó un montón de besos húmedos, intercalándolos con mordidas y chupones. Iwaizumi no era particularmente fanático de éstos últimos, pero su pareja adoraba que los demás vieran que tenía dueño, que alguien lo quería, (Hajime tenía la certeza de que le encantaba exhibirse y llamar la atención para compensar la falta de amor que había en su casa). Pero no importaba, porque él se encargaría de que Oikawa tuviera todo el amor que se merecía.

Le quitó la parte superior del conjunto y su boca jugueteó con sus pezones, mientras el otro tiraba de su camiseta y gemía débilmente. Sus manos bajaron con lentitud hasta el pantalón de Oikawa, enganchó sus dedos en el elástico y los dejó ahí.

Levantó una rodilla y la posicionó en la entrepierna de Oikawa. Al frotarlas, Tooru comenzó a jadear alto y arañar la piel de su espalda. ¿Por qué era tan ruidoso y dramático?

Planeaba seguir con este movimiento por un tiempo indefinido, cuando de pronto, Oikawa se incorporó y se quitó el pijama. Iwaizumi se preguntaba que pensaba hacer.

―Quítate la ropa ―demandó, señalándolo. Iwaizumi pensó que era graciosa la manera en que le exigía tal cosa, con las mejillas sonrojadas y los labios hinchados.

Tan sexy.

Iwaizumi asintió e hizo lo que ordenó. Al final, Oikawa era un rey, y él un simple plebeyo que debía obedecer sus órdenes. ¿Cuándo se había vuelto tan sumiso? No importaba, no si Oikawa lo recompensaba con ese raro streaptease que hacía que él quisiera hacerlo suyo en ese mismo instante.

Oikawa, totalmente excitado, se volvió a acostar. Iwaizumi se quedó quieto, porque era raro que Oikawa no quisiera montarlo

― ¿Qué esperas, Iwa-chan? ¿Una invitación? ―Y dicho esto, abrió sus piernas, dejando ver todo lo que lo hacía un hombre sin avergonzarse siquiera un poco.

A veces, Iwaizumi olvidaba que no había sido el único hombre en la vida de Oikawa.

Tomó las piernas de Tooru y las colocó sobre sus hombros, dejando más cerca de él su objetivo: su entrada. Deslizó su lengua sobre la longitud de su muslo, y entonces lamió esa cavidad.

Sólo con sentir su caliente respiración cerca, Oikawa ya había gemido.

No supo decir con precisión cuánto tiempo estuvieron así, ni cuándo sus dedos habían remplazado a su boca. Ni cuándo de la entrepierna de Oikawa comenzó a manar líquido preseminal , pero en cuanto notó este último detalle, frenó todos sus movimientos.

―Iwa-chan…―se quejó Oikawa, molesto de que interrumpiera sus movimientos.

Hajime acercó su rostro al de su novio y besó sus labios con fervor; su diestra tomó su miembro y lo dirigió hacia la entrada de Oikawa. En ese mismo instante, mordió su cuello, tratando de evitar que su amante notara el dolor que la primera embestida le producía. Espero unos segundos, hasta que los músculos de la cara de Oikawa se relajaran.

Comenzó con un lento vaivén, provocando leves gemidos de parte de su novio, quien rápidamente imploró por más, de una manera bastante ruidosa, en opinión de Iwaizumi. Enfocó sus ojos en los de su novio y los vio cristalizados en su totalidad, debido al placer que el choque de sus cuerpos le causaba.

Sintió su propia respiración acelerarse, y con ella, el ritmo de sus embestidas. Con la mente nublada y sin poder pensar correctamente, buscó un apoyo para sus manos, que ya no podían permanecer quietas en la cintura de Oikawa. Halló, por fin, las manos de su novio y entrelazó sus dedos.

Cuando las uñas del otro joven se clavaron en el dorso de sus manos, supo que Oikawa estaba a punto de correrse. Aumentó el ritmo de sus penetraciones...

― ¡Ah! ¡Ah! Iwa-chan, a-ahí ―gimió Oikawa, cuando en una de las embestidas Iwaizumi tocó un punto que debió de haberle resultado sumamente placentero.

Iwaizumi repitió esa acción cuatro o cinco veces, en la que Oikawa no reprimió sus gemidos. Vio la cabeza de su amante girar descontrolada de un lado a otro, abrumado de sensaciones.

Y, cuando el cuerpo de Tooru se tensó, y sus paredes internas se contrajeron en torno a su falo, supo que su novio había llegado al clímax: el líquido blanco manchó el vientre de Oikawa, el suyo y hasta la cama.

Apartó su mirada y buscó con desesperación la cara de Oikawa.

Justo después de tener un orgasmo, con el cabello despeinado, las mejillas sonrojadas, los ojos brillantes, los labios empapados de saliva y los jadeos que salían de éstos, Iwaizumi no tuvo duda de que esa era la imagen con mayor erotismo que vería en toda su mundana existencia.

Amaba el rostro de Oikawa justo después de venirse. Estaba totalmente obsesionado con él. (No es como si estuviera orgulloso de eso, ¿para para que mentirse a sí mismo?), (aún así jamás se lo diría a Oikawa, ya tenía el ego demasiado alto, no era necesario que siguiera aumentando).

No supo si fue por la sexy visión de Oikawa o por el hecho de que esa embestida fuera más profunda que las anteriores, pero en ese momento tuvo uno de los mejores orgasmos de vida.

Se retiró de Tooru con lentitud y se dejo caer a su lado, causando un chirrido de la cama, un sonido que no había notado antes, pero que sin duda había estado presente en cada instante. Sintió a Oikawa buscar sus manos; las enredó con las suyas propias y acercó su cabeza a su pecho.

―Hajime... ―suspiró. Iwaizumi guardó silencio, porque eran contadas las veces que Oikawa lo llamaba así―. Te quiero, mucho...

Y por más que no fuera algo propio de Iwaizumi, soltó un suspiro, se armó de valor y...

―Yo también te quiero, Tooru; pero si le dices esto a alguien te golpearé tan fuerte que acabarás en Tokio.

―En la cara no, Iwa-chan.


Dedicado a las amigas intraumables, a los mejores amigos que comparten cama, y a los que tienes sobrenombres y apodos

Tal vez se convierta en una clase de serie en la que narre obsesiones de los personajes, no se.

¿Review?

EDIT 23/04/2017: Se agregó dedicatoria y se arreglaron ciertos errores ortográficos.