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Las desapariciones
Era una hermosa tarde de verano, acompañada del calor típico de la época del año y de un sol abrasador que se dejaba caer sin compasión alguna sobre los campos de aquel valle. Una familia paseaba por los alrededores de un bosque. Iniciando la procesión se encontraban dos pequeños niños de cabello rubio con ojos de color azul profundo como con 8 años de edad y eran seguidos por sus padres; él, era un hombre alto, de tez clara y ojos azul cielo, delgado y de rostro bondadoso. La mujer que lo tomaba de la mano, su esposa y madre de los niños, era una mujer joven, delgada y con el cabello rubio como el sol. Los pequeños corrían sin parar, esquivando los obstáculos que el bosque les ponía enfrente, mientras que su madre les daba indicaciones de no alejarse demasiado. Tranquila Isabelle, no va a pasarles nada a los niños - le dijo con voz tierna y en tono despreocupado su marido. Pero y si algún animal les hace daño o si caen y se lastiman, andar por el bosque no es asunto fácil Henry - Respondió la mujer con la preocupación acostumbrada de las madres. Mira, mejor nos sentamos en aquellos troncos y disfrutamos del hermoso paisaje y de este atardecer tan bello - y Henry señaló hacia unos troncos que antes albergarían a unos pinos de gran altura y belleza.
Resignada a que su marido no le prestaba atención a su preocupación natural de madre y cansada ya por la larga caminata iniciada hacía ya horas, Isabelle aceptó la invitación. Miró con inquietud hacia el lugar donde jugaban sus hijos y dándoles una última recomendación, siguió a Henry y se dirigieron hacia el lugar en donde se encontraban los troncos.
Por su parte, aquellos dos traviesos niños estaban prestando atención a un extraño escarabajo que se habían encontrado en el tronco de uno de los árboles. El animal era un gordo y rechoncho escarabajo que parecía tener problemas al caminar por su enorme sobrepeso. Mientras lograba captar la atención de los niños, el escarabajo que parecía imposible de poder lograrlo, voló alejándose de los niños y aterrizando en el tronco de otro árbol que se encontraba más alejado de la vigilancia de los padres de los niños. Los pequeños, interesados y vencidos por la curiosidad, siguieron al escarabajo hasta el siguiente árbol en donde se colocó. Uno de los niños se acercó con extrema cautela y lo atrapó entre sus manos. Mira Gabrielle, lo atrapé, atrapé al muy pillo - Dijo el niño a su hermana que lo miraba a alguna distancia considerable de donde su hermano estaba. Vaya, creo que te debo un helado de chocolate Jack - Sonrió a su hermano y se acercó poco a poco. Y no se te olvide que es con doble bola de sabor - Le respondió Jack que intentó con las manos simular el tamaño del helado. Con ese movimiento de las manos, dejó una pequeña abertura en la mano por la que el escarabajo pudo escapar.
El escarabajo una vez más y pareciendo ser una criatura inteligente, voló hacia el tronco de otro árbol que se encontraba ya lejos de las miradas de los padres de los niños. ¡Eres un torpe Jack! - le grito Gabrielle en tono de burla - Ahora déjame mostrarte como se atrapa a los escarabajos.
Grabrielle corrió hacia donde se encontraba el escarabajo seguida por su hermano, pero de pronto, detrás del árbol en donde se había colocado el escarabajo, surgió la figura de una mujer un poco rolliza, con el cabello enmarañado y amarrado en un extraño peinado que dejaba ver unos rizos extremadamente rígidos, tenía el rostro pálido, tan blanco como la leche y en él sobresalían unas fuertes mandíbulas que la hacían parecer un perro viejo. Iba vestida de una forma muy peculiar, una especie de túnica de color verde esmeralda que estaba ya muy desgastada, sucia y rota de algunos lados. Gabrielle se detuvo de pronto sin saber que hacer; si gritar, correr o ambas y cuando Jack chocó con ella por el impulsó de la carrera, Gabrielle se encontró casi de frente a esa rara mujer que sonrió y se reflejaron en esa macabra y lúgubre sonrisa, tres dientes de oro.
Hola pequeños, me da mucho gusto saludarlos - dijo la mujer a los niños que seguían de pie frente a ella paralizados, sin poder mover un solo músculo del cuerpo, como si una extraña fuerza se los impidiera. Vaya que si son mal educados los niños por los muggles - continuo la mujer - pero bueno, para lo que les necesitamos no importa si tienen educación o no. En fin, mi nombre es Rita pequeños y van a acompañarme a un lugar muy bonito - La mujer sonrió de nuevo, pero parecía más malvada que nunca. ¡No nos toque o le gritaremos a nuestros padres! -respondió de pronto con furia en el rostro Jack, que se había librado de la inmovilidad y se encontraba de pie frente a su hermana, con los brazos extendidos como si pretendiera protegerla. Vaya, que valiente y raro es un niño muggle que logra librarse del maleficio inmovilizador, aunque pensándolo bien, no creo que seas un muggle, porque ninguno de ellos podría hacerlo, yo creo que eres un mago también pero, en fin, no llegarás a saberlo - le dijo la mujer a Jack y caminó hasta donde se encontraban los niños. ¡No de un paso más señora porque...
Pero Jack no pudo terminar la frase que antes había iniciado. La extraña mujer de los dientes dorados saco de pronto de algún lugar de su túnica algo parecido a una varita de madera y grito: ¡Imperius!
Jack y Gabrielle vieron salir un chorro de luz de la varita de madera que tenía la mujer. De pronto se sintieron como volando, nada en su cabeza ni en sus mentes les preocupaba y sin más en la cabeza de ambos empezó a sonar una voz que le decía "camina hacia donde está la hermosa mujer que tienes de frente". Jack sintió como si una extraña fuerza lo obligara a dirigirse hacia la mujer de los dientes dorados y camino de manera torpe dando pasos como si fuera un bebé que estuviera aprendiendo a caminar. A Gabrielle le ocurría lo mismo porque ahora avanzaba de la misma forma que Jack hacia la mujer que les extendía las manos para recibirlos. Gabrielle aceleró más el paso y llegó hasta donde se encontraba la mujer mientras que Jack se encontraba en una gran lucha interna porque mientras que una voz le ordenaba avanzar, otra le decía que no lo hiciera. Vamos niño, no tengo todo el día para que llegues - dijo la mujer que ya tenía sujeta por una mano a Gabrielle que tenía la mirada extraviada.
Rita caminó hasta donde estaba Jack, jalando a Gabrielle que daba algunos tumbos por la forma en la que Rita la arrastraba de la mano. Rita llegó hasta donde estaba Jack, lo tomó de la mano y sacó la varita de nuevo para lanzar un nuevo hechizo cuando una voz detrás de ella la hizo detenerse. ¡¿A dónde lleva a mis hijos?! - gritó un hombre desesperado y dirigiéndose deprisa hasta el lugar en donde estaba Rita con los dos chicos.
Henry, que ya se había preocupado por la larga ausencia de sus hijos y ante la insistencia de Isabelle para que fueran a buscarlos, había visto como Rita se acercaba hasta Jack y lo tomaba de la mano. Rita sonrió de nuevo, brillaron otra vez sus tres dientes de oro, y levantó la varita ahora sobre Henry, gritando: ¡Avada Kedavra!
Un destello de luz verde salió de la varita de Rita directo hasta donde estaba Henry que, en cuanto le toco la luz, cayó pesadamente sobre la hierba del bosque con un grito de horror de Isabelle que venía corriendo detrás de él después de haber escuchado el primer grito de Henry. Histérica, corrió y se arrodillo frente a su marido que se encontraba muerto en el suelo del bosque, con los brazos y las piernas extendidas. Luego volvió la mirada hacia Rita que le sonreía como si fuera un juego muy divertido el que estuviera realizando. Isabelle vio a sus hijos sujetos de la mano de Rita con la mirada perdida e intentó levantarse para ir por ellos hasta donde esa extraña mujer se encontraba. Sin embargo, Rita levantó la varita una vez más y grito: ¡Crucio!
Un nuevo chorro de luz salió de la varita de madera e Isabelle se sintió morir. Parecía como si todos los huesos del cuerpo le ardieran y con ese ardor un dolor insoportable que la hacía gritar como nunca. Podía escucharse a sí misma pidiendo clemencia para que la mujer ya se detuviera.
Rita estalló de pronto en carcajadas que sonaron por todo el bosque haciendo que miles de aves salieran volando por el cielo. Mientras ella se recreaba la vista con aquella horrible imagen de Isabelle tirada en el suelo retorciéndose de dolor, la imagen nebulosa de un hombre vestido de la misma manera que Rita pero de túnica negra y mejor cuidada se apareció frente a ella. ¿Qué diablos crees que estas haciendo Skeeter? - le dijo el hombre.
Rita al verlo se arrodilló de inmediato y con voz en tono de suplica con un toque de miedo y terror se dirigió hacia la imagen que le hablaba. Era la imagen de un mago alto y delgado que tenía el pelo de color negro y el rostro tan pálido como Rita. Lo que más impresionaban eran sus ojos, de color rojo que no dejaban de mirarla con infinito desprecio. Discúlpeme mi señor, es solo que estos muggles se interpusieron en el camino mientras realizaba la labor que me has encomendado - le respondió Rita apenas en un susurro. Tu labor era traer a los niños Skeeter, no jugar y divertirte con los muggles. Ahora ya vete antes de que aparezcan los estúpidos magos del ministerio.
La imagen del mago desapareció. Rita sujeto fuertemente a los niños y dirigió otra vez su varita hacia el lugar donde se encontraba de nuevo Isabelle que se estaba recuperando ya de los efectos de la maldición cruciatus. Levantó la varita de nuevo y gritó: ¡Avada Kedavra!
De inmediato Isabelle quedó muerta en el suelo a unos pasos de donde se encontraba Henry. Rita los miro con desprecio y con un toque de su varita desapareció llevándose a los niños y dejando la imagen de sus padres muertos en medio del bosque, sin ninguna esperanza de que alguien los encontrara dentro de aquel lugar que habían elegido para dar una tranquila caminata familiar.
Minutos más tarde, Rita aparecería con los pequeños niños en una habitación de piedra con antorchas encendidas que la iluminaban a medias y daba la impresión de que era el calabozo de un castillo medieval. Era una habitación bastante grande con varias mesas pequeñas acomodadas cerca de la pared en las que se encontraban sentados algunos magos (en total eran cuatro) que parecían estar descansando, aunque por su aspecto, aparentaban encontrarse en un estado de hipnosis, como si esperaran órdenes a seguir. Rita entregó a los niños a otro mago que se le acercó. Este mago era pequeño de estatura, gordo y tenía una mano de plata resplandeciéndole. Tardaste un poco ¿No Rita? - le preguntó el mago con voz temerosa - El amo tuvo que ir a buscarte. Ya lo sé Colagusano, lo vi con mis propios ojos, no es necesario que me lo repitas - le respondió Rita con un tono altanero y chocante - mejor deberías llevarte a estos niños con los dementores. Esa es tu labor Rita, recuerda que cada mago que capture niños, es responsable de llevárselos él mismo -le dijo uno de los magos que estaban cerca del lugar en donde se encontraban Rita, Colagusano, Jack y Gabrielle.
Este mago era de aspecto diferente. Era alto y fornido, con enormes ojeras bajo los ojos de color gris que aparentaban no haber dormido en muchos días; sus rasgos faciales decían que en otras épocas, en su juventud, había sido un mago muy bien parecido, pero los estragos del tiempo y el cansancio le habían dado a su rostro un aspecto de más viejo de lo que era. Mi querido Macnair - le sonrió Rita - ya sé que es nuestra responsabilidad, pero Peter es tan lindo que lo va a hacer por mí - y Rita miró a Colagusano a quien se le había subido el color del rostro un poco por que hacia ya mucho tiempo que nadie le llamaba por su nombre. Si Macnair, yo llevaré a los muggles con los dementores - respondió Colagusano y tomo a Jack y a Gabrielle y los condujo hacia una pequeña puerta por la que cruzó, no sin antes dirigirle una mirada de mago bajo la maldición de imperius a Rita. Debería de darte pena la forma en la que tratas a Colagusano Rita - le reclamó en un tono de burla Macnair. ¿Pena?, de qué hablas, no me digas que se te está ablandando el corazón Macnair, esa sería una noticia que no le gustaría saber a nuestro amo, además, mientras el imbécil de Colagusano me lo permita, me aprovecharé de él todo lo que pueda - la mirada de Rita fue más dura con Macnair - y no pienso acercarme a esos bichos llamados dementores, me hacen ponerme muy mal. Haz lo que quieras Skeeter, yo ya me voy - le dijo con desprecio Macnair - pero antes, permíteme darte algo que te llegó antes de tu entrada triunfal con los niños muggles - le entregó a Rita un sobre color negro - creo que el Señor Tenebroso quiere tener una alegre charla contigo.
Macnair se alejó con una mueca parecida a una sonrisa en el rostro, mientras que a Rita se le desapareció la risa de los labios al ver el sobre. Con cuidado y más por compromiso que por valor, Rita abrió el sobre y se encontró un pequeño trozo de pergamino que estaba amarillo y viejo que solo contenía el dibujo de una calavera con la lengua en forma de serpiente que le salía de la boca, era la marca tenebrosa, el signo indiscutible de Lord Voldemort. Rita lo examinó y con miedo toco la marca pronunciando algo parecido a un "Sí señor...". Del trozo de pergamino, se escuchó de pronto una voz que estremeció el lugar y a los otros tres magos que quedaban sentados en las mesas. Era la misma voz del hombre que se le había aparecido en el bosque; la voz del señor tenebroso al que todos huían, la voz de Lord Voldemort. ¡Eres una tonta Skeeter! - le gritó la voz a Rita y los demás magos salieron de la habitación con el miedo reflejado en la mirada - mira que entretenerte jugando con los muggles en lugar de cumplir con mis órdenes tal y como yo te había encomendado, que no te das cuenta de que pones en riesgo todo el plan - y el eco de la voz del Señor tenebroso resonó por todo el lugar. Señor, de verdad ya le expliqué que no fue mi culpa, los padres de los niños muggles se interpusieron en mi camino y yo ... ¡Cállate Skeeter! -la interrumpió Voldemort - creo que tendré que darte una lección para que aprendas a obedecer ciegamente a tu amo. Malfoy, acércate por favor.
De una de las esquinas de la habitación, apareció un muchacho que se acercó lentamente hasta el lugar en donde se encontraba Rita que temblaba con el trozo de pergamino en la mano. El chico tendría unos 20 años, era un tipo alto y en extremo delgado, con el rostro tan pálido como la cera y una mirada de amplia maldad y rencor. Una vez que llegó hasta Rita, toco también la al marca tenebrosa y la voz de Lord Voldemort se escuchó de nuevo. Malfoy, lleva a esta incompetente a la sala de tortura, para que recuerde lo que le puede suceder. Si señor, como usted mande - respondió Malfoy y tomó a Rita del brazo, soltando ésta el pergamino. Mira Draco, no es necesario que lo hagas, por favor mira, soy solo una vieja mujer que... ¡Silencio! - le gritó Draco.
Draco condujo a Rita hacia la esquina de donde había surgido él desde la oscuridad. Sacó la varita mágica y con un toque en un rostro que aparentaba ser una gárgola, se abrió una puerta que la condujo a un cuarto que estaba menos iluminado que el anterior.
La imagen que vio Rita la dejó horrorizada. Frente a ella se encontraban cuatro magos que parecía que estaban sufriendo las peores torturas por los gritos de desesperación que emitían. El Señor Tenebroso nos ordenó que los mantuviéramos bajo estas condiciones mientras duran vivos - le dijo Malfoy a Rita mientras se regocijaba observando el horror que reflejaba el rostro de Rita. Pero ¿Es necesario aún que me tengas aquí?, ya entendí perfectamente lo que el Señor Tenebroso quería - le dijo Rita cubriéndose la nariz con un trozo de capa y haciendo un gesto de repulsión. Mejor acércate para que veas bien quienes son los que están sufriendo, y no te atrevas a pensar siquiera que puedes escapar a la ira de nuestro amo - le dijo Malfoy y la empujó hacia uno de los magos que estaban siendo torturados. ¡Santo Cielo! - grito Rita - ¡es la Luz de Azael!
El mago estaba encadenado a una mesa por los pies y por las manos. Las cadenas que los sujetaban eran de una color verde que parecían ser una especie de planta. Era de color verde y tenía espinas en el tallo. El pobre mago que se encontraba atado con esa planta, sangraba de manera abundante de las cuatro extremidades en las que estaba atado y a un lado de la sangre, se podía ver un líquido negro correr. Supongo que debes de saber que la luz de Azael tiene un veneno muy poderoso que suelta en las heridas que le causa al mago, provocándole un dolor insoportable - dijo Malfoy sin piedad en la voz.
Rita miró hacia el lado izquierdo del mago encadenado y lo que vio la dejo casi sin habla. Había un mago muy parecido a Malfoy, pero mucho más acabado por la maldición cruciatus y el dementor que tenia a un lado, estaba sentado en una especie de banco de piedra que lo sostenía a duras penas. Tenía el cabello blanco, lleno de canas, numerosas marcas en el rostro y la mirada estaba infinitamente perdida en dirección de uno de los rincones más obscuros del cuarto. Rita miró horrorizada a Malfoy que estaba de pie junto a ella y más impactada quedó aún cuando Draco le dirigió al mago que observaban una mirada de infinito desprecio y odio. Draco no es ese... ¿Mi padre Skeeter?, si, ese era mi padre, ahora para mi está muerto porque se atrevió a traicionar a nuestro amo y eso jamás se lo perdonaré. Creo que debes de estar enterada de que yo mismo lo entregue - y el rostro de Draco Malfoy se mostraba implacable ante su padre. ¡Vámonos de aquí Draco!, ya no lo soporto más
Malfoy tomó del brazo nuevamente a Rita y la condujo por el mismo camino por el que habían ingresado. Rita no dejaba de susurrar "Pobre Lucius, su propio hijo", pero a Malfoy no le importó y salieron del cuarto. Será mejor que te vayas Skeeter, cuando el amo te necesite, te llamará - le dijo Malfoy a Rita y dándose la vuelta, volvió dentro del cuarto de tortura.
Rita se quedó ahí de pie, pensando en lo terrible que era ser un fiel vasallo del Señor Tenebroso y que de ahora en adelante, debía de tener más cuidado si apreciaba su vida. Miró uno de sus brazos y observó con cuidado la señal de la marca tenebrosa en él. Caminó hacia la puerta por donde habían salido todos los magos en cuanto escucharon la voz de Lord Voldemort y salió muy deprisa por ella, sin sospechar que dos hombres la habían estado vigilando al salir. Colagusano salió corriendo tras de ella con el fin de alcanzarla y en cuanto estuvo seguro de que no había nadie más en la habitación, Malfoy surgió otra vez de la oscuridad, tomo el trozo de pergamino que Rita había dejado caer al suelo cuando él se la había llevado al cuarto de tortura, toco la marca tenebrosa y se escuchó la voz de Voldemort. ¿Y bien? Creo que entendió la lección amo - respondió Malfoy cortantemente. Muy bien.
Y en ese momento, el pergamino inició a consumirse por un pequeño fuego quedando de él solo las cenizas en el suelo. Malfoy camino lentamente hacia la puerta del cuarto de tortura con una sonrisa sarcástica en el rostro diciendo Ya voy padre, ya es hora de aplicar la maldición cruiatus de nuevo
Y la puerta se cerró dejando la habitación sola con un frío humo que la invadía por completo.
Era una hermosa tarde de verano, acompañada del calor típico de la época del año y de un sol abrasador que se dejaba caer sin compasión alguna sobre los campos de aquel valle. Una familia paseaba por los alrededores de un bosque. Iniciando la procesión se encontraban dos pequeños niños de cabello rubio con ojos de color azul profundo como con 8 años de edad y eran seguidos por sus padres; él, era un hombre alto, de tez clara y ojos azul cielo, delgado y de rostro bondadoso. La mujer que lo tomaba de la mano, su esposa y madre de los niños, era una mujer joven, delgada y con el cabello rubio como el sol. Los pequeños corrían sin parar, esquivando los obstáculos que el bosque les ponía enfrente, mientras que su madre les daba indicaciones de no alejarse demasiado. Tranquila Isabelle, no va a pasarles nada a los niños - le dijo con voz tierna y en tono despreocupado su marido. Pero y si algún animal les hace daño o si caen y se lastiman, andar por el bosque no es asunto fácil Henry - Respondió la mujer con la preocupación acostumbrada de las madres. Mira, mejor nos sentamos en aquellos troncos y disfrutamos del hermoso paisaje y de este atardecer tan bello - y Henry señaló hacia unos troncos que antes albergarían a unos pinos de gran altura y belleza.
Resignada a que su marido no le prestaba atención a su preocupación natural de madre y cansada ya por la larga caminata iniciada hacía ya horas, Isabelle aceptó la invitación. Miró con inquietud hacia el lugar donde jugaban sus hijos y dándoles una última recomendación, siguió a Henry y se dirigieron hacia el lugar en donde se encontraban los troncos.
Por su parte, aquellos dos traviesos niños estaban prestando atención a un extraño escarabajo que se habían encontrado en el tronco de uno de los árboles. El animal era un gordo y rechoncho escarabajo que parecía tener problemas al caminar por su enorme sobrepeso. Mientras lograba captar la atención de los niños, el escarabajo que parecía imposible de poder lograrlo, voló alejándose de los niños y aterrizando en el tronco de otro árbol que se encontraba más alejado de la vigilancia de los padres de los niños. Los pequeños, interesados y vencidos por la curiosidad, siguieron al escarabajo hasta el siguiente árbol en donde se colocó. Uno de los niños se acercó con extrema cautela y lo atrapó entre sus manos. Mira Gabrielle, lo atrapé, atrapé al muy pillo - Dijo el niño a su hermana que lo miraba a alguna distancia considerable de donde su hermano estaba. Vaya, creo que te debo un helado de chocolate Jack - Sonrió a su hermano y se acercó poco a poco. Y no se te olvide que es con doble bola de sabor - Le respondió Jack que intentó con las manos simular el tamaño del helado. Con ese movimiento de las manos, dejó una pequeña abertura en la mano por la que el escarabajo pudo escapar.
El escarabajo una vez más y pareciendo ser una criatura inteligente, voló hacia el tronco de otro árbol que se encontraba ya lejos de las miradas de los padres de los niños. ¡Eres un torpe Jack! - le grito Gabrielle en tono de burla - Ahora déjame mostrarte como se atrapa a los escarabajos.
Grabrielle corrió hacia donde se encontraba el escarabajo seguida por su hermano, pero de pronto, detrás del árbol en donde se había colocado el escarabajo, surgió la figura de una mujer un poco rolliza, con el cabello enmarañado y amarrado en un extraño peinado que dejaba ver unos rizos extremadamente rígidos, tenía el rostro pálido, tan blanco como la leche y en él sobresalían unas fuertes mandíbulas que la hacían parecer un perro viejo. Iba vestida de una forma muy peculiar, una especie de túnica de color verde esmeralda que estaba ya muy desgastada, sucia y rota de algunos lados. Gabrielle se detuvo de pronto sin saber que hacer; si gritar, correr o ambas y cuando Jack chocó con ella por el impulsó de la carrera, Gabrielle se encontró casi de frente a esa rara mujer que sonrió y se reflejaron en esa macabra y lúgubre sonrisa, tres dientes de oro.
Hola pequeños, me da mucho gusto saludarlos - dijo la mujer a los niños que seguían de pie frente a ella paralizados, sin poder mover un solo músculo del cuerpo, como si una extraña fuerza se los impidiera. Vaya que si son mal educados los niños por los muggles - continuo la mujer - pero bueno, para lo que les necesitamos no importa si tienen educación o no. En fin, mi nombre es Rita pequeños y van a acompañarme a un lugar muy bonito - La mujer sonrió de nuevo, pero parecía más malvada que nunca. ¡No nos toque o le gritaremos a nuestros padres! -respondió de pronto con furia en el rostro Jack, que se había librado de la inmovilidad y se encontraba de pie frente a su hermana, con los brazos extendidos como si pretendiera protegerla. Vaya, que valiente y raro es un niño muggle que logra librarse del maleficio inmovilizador, aunque pensándolo bien, no creo que seas un muggle, porque ninguno de ellos podría hacerlo, yo creo que eres un mago también pero, en fin, no llegarás a saberlo - le dijo la mujer a Jack y caminó hasta donde se encontraban los niños. ¡No de un paso más señora porque...
Pero Jack no pudo terminar la frase que antes había iniciado. La extraña mujer de los dientes dorados saco de pronto de algún lugar de su túnica algo parecido a una varita de madera y grito: ¡Imperius!
Jack y Gabrielle vieron salir un chorro de luz de la varita de madera que tenía la mujer. De pronto se sintieron como volando, nada en su cabeza ni en sus mentes les preocupaba y sin más en la cabeza de ambos empezó a sonar una voz que le decía "camina hacia donde está la hermosa mujer que tienes de frente". Jack sintió como si una extraña fuerza lo obligara a dirigirse hacia la mujer de los dientes dorados y camino de manera torpe dando pasos como si fuera un bebé que estuviera aprendiendo a caminar. A Gabrielle le ocurría lo mismo porque ahora avanzaba de la misma forma que Jack hacia la mujer que les extendía las manos para recibirlos. Gabrielle aceleró más el paso y llegó hasta donde se encontraba la mujer mientras que Jack se encontraba en una gran lucha interna porque mientras que una voz le ordenaba avanzar, otra le decía que no lo hiciera. Vamos niño, no tengo todo el día para que llegues - dijo la mujer que ya tenía sujeta por una mano a Gabrielle que tenía la mirada extraviada.
Rita caminó hasta donde estaba Jack, jalando a Gabrielle que daba algunos tumbos por la forma en la que Rita la arrastraba de la mano. Rita llegó hasta donde estaba Jack, lo tomó de la mano y sacó la varita de nuevo para lanzar un nuevo hechizo cuando una voz detrás de ella la hizo detenerse. ¡¿A dónde lleva a mis hijos?! - gritó un hombre desesperado y dirigiéndose deprisa hasta el lugar en donde estaba Rita con los dos chicos.
Henry, que ya se había preocupado por la larga ausencia de sus hijos y ante la insistencia de Isabelle para que fueran a buscarlos, había visto como Rita se acercaba hasta Jack y lo tomaba de la mano. Rita sonrió de nuevo, brillaron otra vez sus tres dientes de oro, y levantó la varita ahora sobre Henry, gritando: ¡Avada Kedavra!
Un destello de luz verde salió de la varita de Rita directo hasta donde estaba Henry que, en cuanto le toco la luz, cayó pesadamente sobre la hierba del bosque con un grito de horror de Isabelle que venía corriendo detrás de él después de haber escuchado el primer grito de Henry. Histérica, corrió y se arrodillo frente a su marido que se encontraba muerto en el suelo del bosque, con los brazos y las piernas extendidas. Luego volvió la mirada hacia Rita que le sonreía como si fuera un juego muy divertido el que estuviera realizando. Isabelle vio a sus hijos sujetos de la mano de Rita con la mirada perdida e intentó levantarse para ir por ellos hasta donde esa extraña mujer se encontraba. Sin embargo, Rita levantó la varita una vez más y grito: ¡Crucio!
Un nuevo chorro de luz salió de la varita de madera e Isabelle se sintió morir. Parecía como si todos los huesos del cuerpo le ardieran y con ese ardor un dolor insoportable que la hacía gritar como nunca. Podía escucharse a sí misma pidiendo clemencia para que la mujer ya se detuviera.
Rita estalló de pronto en carcajadas que sonaron por todo el bosque haciendo que miles de aves salieran volando por el cielo. Mientras ella se recreaba la vista con aquella horrible imagen de Isabelle tirada en el suelo retorciéndose de dolor, la imagen nebulosa de un hombre vestido de la misma manera que Rita pero de túnica negra y mejor cuidada se apareció frente a ella. ¿Qué diablos crees que estas haciendo Skeeter? - le dijo el hombre.
Rita al verlo se arrodilló de inmediato y con voz en tono de suplica con un toque de miedo y terror se dirigió hacia la imagen que le hablaba. Era la imagen de un mago alto y delgado que tenía el pelo de color negro y el rostro tan pálido como Rita. Lo que más impresionaban eran sus ojos, de color rojo que no dejaban de mirarla con infinito desprecio. Discúlpeme mi señor, es solo que estos muggles se interpusieron en el camino mientras realizaba la labor que me has encomendado - le respondió Rita apenas en un susurro. Tu labor era traer a los niños Skeeter, no jugar y divertirte con los muggles. Ahora ya vete antes de que aparezcan los estúpidos magos del ministerio.
La imagen del mago desapareció. Rita sujeto fuertemente a los niños y dirigió otra vez su varita hacia el lugar donde se encontraba de nuevo Isabelle que se estaba recuperando ya de los efectos de la maldición cruciatus. Levantó la varita de nuevo y gritó: ¡Avada Kedavra!
De inmediato Isabelle quedó muerta en el suelo a unos pasos de donde se encontraba Henry. Rita los miro con desprecio y con un toque de su varita desapareció llevándose a los niños y dejando la imagen de sus padres muertos en medio del bosque, sin ninguna esperanza de que alguien los encontrara dentro de aquel lugar que habían elegido para dar una tranquila caminata familiar.
Minutos más tarde, Rita aparecería con los pequeños niños en una habitación de piedra con antorchas encendidas que la iluminaban a medias y daba la impresión de que era el calabozo de un castillo medieval. Era una habitación bastante grande con varias mesas pequeñas acomodadas cerca de la pared en las que se encontraban sentados algunos magos (en total eran cuatro) que parecían estar descansando, aunque por su aspecto, aparentaban encontrarse en un estado de hipnosis, como si esperaran órdenes a seguir. Rita entregó a los niños a otro mago que se le acercó. Este mago era pequeño de estatura, gordo y tenía una mano de plata resplandeciéndole. Tardaste un poco ¿No Rita? - le preguntó el mago con voz temerosa - El amo tuvo que ir a buscarte. Ya lo sé Colagusano, lo vi con mis propios ojos, no es necesario que me lo repitas - le respondió Rita con un tono altanero y chocante - mejor deberías llevarte a estos niños con los dementores. Esa es tu labor Rita, recuerda que cada mago que capture niños, es responsable de llevárselos él mismo -le dijo uno de los magos que estaban cerca del lugar en donde se encontraban Rita, Colagusano, Jack y Gabrielle.
Este mago era de aspecto diferente. Era alto y fornido, con enormes ojeras bajo los ojos de color gris que aparentaban no haber dormido en muchos días; sus rasgos faciales decían que en otras épocas, en su juventud, había sido un mago muy bien parecido, pero los estragos del tiempo y el cansancio le habían dado a su rostro un aspecto de más viejo de lo que era. Mi querido Macnair - le sonrió Rita - ya sé que es nuestra responsabilidad, pero Peter es tan lindo que lo va a hacer por mí - y Rita miró a Colagusano a quien se le había subido el color del rostro un poco por que hacia ya mucho tiempo que nadie le llamaba por su nombre. Si Macnair, yo llevaré a los muggles con los dementores - respondió Colagusano y tomo a Jack y a Gabrielle y los condujo hacia una pequeña puerta por la que cruzó, no sin antes dirigirle una mirada de mago bajo la maldición de imperius a Rita. Debería de darte pena la forma en la que tratas a Colagusano Rita - le reclamó en un tono de burla Macnair. ¿Pena?, de qué hablas, no me digas que se te está ablandando el corazón Macnair, esa sería una noticia que no le gustaría saber a nuestro amo, además, mientras el imbécil de Colagusano me lo permita, me aprovecharé de él todo lo que pueda - la mirada de Rita fue más dura con Macnair - y no pienso acercarme a esos bichos llamados dementores, me hacen ponerme muy mal. Haz lo que quieras Skeeter, yo ya me voy - le dijo con desprecio Macnair - pero antes, permíteme darte algo que te llegó antes de tu entrada triunfal con los niños muggles - le entregó a Rita un sobre color negro - creo que el Señor Tenebroso quiere tener una alegre charla contigo.
Macnair se alejó con una mueca parecida a una sonrisa en el rostro, mientras que a Rita se le desapareció la risa de los labios al ver el sobre. Con cuidado y más por compromiso que por valor, Rita abrió el sobre y se encontró un pequeño trozo de pergamino que estaba amarillo y viejo que solo contenía el dibujo de una calavera con la lengua en forma de serpiente que le salía de la boca, era la marca tenebrosa, el signo indiscutible de Lord Voldemort. Rita lo examinó y con miedo toco la marca pronunciando algo parecido a un "Sí señor...". Del trozo de pergamino, se escuchó de pronto una voz que estremeció el lugar y a los otros tres magos que quedaban sentados en las mesas. Era la misma voz del hombre que se le había aparecido en el bosque; la voz del señor tenebroso al que todos huían, la voz de Lord Voldemort. ¡Eres una tonta Skeeter! - le gritó la voz a Rita y los demás magos salieron de la habitación con el miedo reflejado en la mirada - mira que entretenerte jugando con los muggles en lugar de cumplir con mis órdenes tal y como yo te había encomendado, que no te das cuenta de que pones en riesgo todo el plan - y el eco de la voz del Señor tenebroso resonó por todo el lugar. Señor, de verdad ya le expliqué que no fue mi culpa, los padres de los niños muggles se interpusieron en mi camino y yo ... ¡Cállate Skeeter! -la interrumpió Voldemort - creo que tendré que darte una lección para que aprendas a obedecer ciegamente a tu amo. Malfoy, acércate por favor.
De una de las esquinas de la habitación, apareció un muchacho que se acercó lentamente hasta el lugar en donde se encontraba Rita que temblaba con el trozo de pergamino en la mano. El chico tendría unos 20 años, era un tipo alto y en extremo delgado, con el rostro tan pálido como la cera y una mirada de amplia maldad y rencor. Una vez que llegó hasta Rita, toco también la al marca tenebrosa y la voz de Lord Voldemort se escuchó de nuevo. Malfoy, lleva a esta incompetente a la sala de tortura, para que recuerde lo que le puede suceder. Si señor, como usted mande - respondió Malfoy y tomó a Rita del brazo, soltando ésta el pergamino. Mira Draco, no es necesario que lo hagas, por favor mira, soy solo una vieja mujer que... ¡Silencio! - le gritó Draco.
Draco condujo a Rita hacia la esquina de donde había surgido él desde la oscuridad. Sacó la varita mágica y con un toque en un rostro que aparentaba ser una gárgola, se abrió una puerta que la condujo a un cuarto que estaba menos iluminado que el anterior.
La imagen que vio Rita la dejó horrorizada. Frente a ella se encontraban cuatro magos que parecía que estaban sufriendo las peores torturas por los gritos de desesperación que emitían. El Señor Tenebroso nos ordenó que los mantuviéramos bajo estas condiciones mientras duran vivos - le dijo Malfoy a Rita mientras se regocijaba observando el horror que reflejaba el rostro de Rita. Pero ¿Es necesario aún que me tengas aquí?, ya entendí perfectamente lo que el Señor Tenebroso quería - le dijo Rita cubriéndose la nariz con un trozo de capa y haciendo un gesto de repulsión. Mejor acércate para que veas bien quienes son los que están sufriendo, y no te atrevas a pensar siquiera que puedes escapar a la ira de nuestro amo - le dijo Malfoy y la empujó hacia uno de los magos que estaban siendo torturados. ¡Santo Cielo! - grito Rita - ¡es la Luz de Azael!
El mago estaba encadenado a una mesa por los pies y por las manos. Las cadenas que los sujetaban eran de una color verde que parecían ser una especie de planta. Era de color verde y tenía espinas en el tallo. El pobre mago que se encontraba atado con esa planta, sangraba de manera abundante de las cuatro extremidades en las que estaba atado y a un lado de la sangre, se podía ver un líquido negro correr. Supongo que debes de saber que la luz de Azael tiene un veneno muy poderoso que suelta en las heridas que le causa al mago, provocándole un dolor insoportable - dijo Malfoy sin piedad en la voz.
Rita miró hacia el lado izquierdo del mago encadenado y lo que vio la dejo casi sin habla. Había un mago muy parecido a Malfoy, pero mucho más acabado por la maldición cruciatus y el dementor que tenia a un lado, estaba sentado en una especie de banco de piedra que lo sostenía a duras penas. Tenía el cabello blanco, lleno de canas, numerosas marcas en el rostro y la mirada estaba infinitamente perdida en dirección de uno de los rincones más obscuros del cuarto. Rita miró horrorizada a Malfoy que estaba de pie junto a ella y más impactada quedó aún cuando Draco le dirigió al mago que observaban una mirada de infinito desprecio y odio. Draco no es ese... ¿Mi padre Skeeter?, si, ese era mi padre, ahora para mi está muerto porque se atrevió a traicionar a nuestro amo y eso jamás se lo perdonaré. Creo que debes de estar enterada de que yo mismo lo entregue - y el rostro de Draco Malfoy se mostraba implacable ante su padre. ¡Vámonos de aquí Draco!, ya no lo soporto más
Malfoy tomó del brazo nuevamente a Rita y la condujo por el mismo camino por el que habían ingresado. Rita no dejaba de susurrar "Pobre Lucius, su propio hijo", pero a Malfoy no le importó y salieron del cuarto. Será mejor que te vayas Skeeter, cuando el amo te necesite, te llamará - le dijo Malfoy a Rita y dándose la vuelta, volvió dentro del cuarto de tortura.
Rita se quedó ahí de pie, pensando en lo terrible que era ser un fiel vasallo del Señor Tenebroso y que de ahora en adelante, debía de tener más cuidado si apreciaba su vida. Miró uno de sus brazos y observó con cuidado la señal de la marca tenebrosa en él. Caminó hacia la puerta por donde habían salido todos los magos en cuanto escucharon la voz de Lord Voldemort y salió muy deprisa por ella, sin sospechar que dos hombres la habían estado vigilando al salir. Colagusano salió corriendo tras de ella con el fin de alcanzarla y en cuanto estuvo seguro de que no había nadie más en la habitación, Malfoy surgió otra vez de la oscuridad, tomo el trozo de pergamino que Rita había dejado caer al suelo cuando él se la había llevado al cuarto de tortura, toco la marca tenebrosa y se escuchó la voz de Voldemort. ¿Y bien? Creo que entendió la lección amo - respondió Malfoy cortantemente. Muy bien.
Y en ese momento, el pergamino inició a consumirse por un pequeño fuego quedando de él solo las cenizas en el suelo. Malfoy camino lentamente hacia la puerta del cuarto de tortura con una sonrisa sarcástica en el rostro diciendo Ya voy padre, ya es hora de aplicar la maldición cruiatus de nuevo
Y la puerta se cerró dejando la habitación sola con un frío humo que la invadía por completo.
