El mundo que solo Dios conoce.

Las tres siluetas se desplazaban a gran velocidad por entre los tejados de la ciudad, una de ellas siendo perseguida por las otras dos.

"¡Espera un momento!"

Grito una de las perseguidoras, pero su presa solo negó con la cabeza.

"¡No puedo pelear aún! ¡Todavía no encuentro a mi ashikabi!"

Contesto sin dejar de correr, observando de cuando en cuando hacia atrás. Las dos chicas que la habían atacado hacia casi una hora y la habían perseguido por toda la ciudad ahora se estaban quedando rezagadas, probablemente victimas del cansancio por la dura persecución. Si seguía así sería capaz de perderlas en pocos minutos más.

Musubi giro su vista hacia él frente para observar a que edificio saltaría ahora, sin embargo, se encontró con que ya no había ninguno cercano en varias manzanas a la distancia.

"¡Ah!"

Exclamo con preocupación, su cuerpo ya iba a medio camino de dar el salto, por lo que no podría detenerse ahora. Dándose cuenta de esto, empleo todas sus fuerzas con la esperanza de que fuera suficiente para llegar al lejano edificio frente a ella.


Primera pluma: Sekirei.

Opening: hakuyoku no seiyaku (Sekirei Pure Engagement opening).

Destino.

Los engranes de la vida que giran hacia una única dirección.

No tenía manera de escapar, su destino ya había sido sellado por una fuerza superior.

Por la voluntad de un Dios.

"Ju."

Sonrió con cierta arrogancia al ver a la pequeña ovejita descarriada que se negaba a corregir su camino.

"La resistencia es inútil."

Murmuro mientras sus dedos golpeaban furiosamente los botones de su consola. Una sonrisa de superioridad cruzo su rostro mientras el brillo de la pantalla se reflejaba en sus lentes.

"Tu destino es ser capturada por mí."

Si, lo veía. Cada vez era más y más claro para él.

"¡Ya puedo ver el final!"

Exclamo mientras sus dedos comenzaron a moverse el doble de rápido que antes, volviéndose prácticamente invisibles a la vista. La mano invisible de Dios que decidía el destino de sus fieles ovejas.

"Yo… ¡Yo también te he amado siempre!"

Se escucho la voz de una bella chica decir a través de los parlantes de la consola para después sonar una música suave y alegre.

"Fuuh…"

Sahashi Keima soltó un suspiro de cansancio mientras limpiaba el sudor que se había acumulado en su frente. Con este ya eran 6 las heroínas que lograba capturar ese día.

Nada mal, considerando que el reloj de la estación de trenes marcaba a penas las 2:45 de la tarde.

No pudo evitar sonreír al observar en la pantalla de su PFP a la chica que acababa de capturar, vestida en un elegante traje de novia color blanco, y que le sonreía con una enorme sonrisa.

"¡Muchas gracias Kami-sama!"

Parecía decirle con ese gesto, Keima podía escucharlo claramente, aunque esas palabras nunca hubieran salido de la consola, el podía sentirlas.

Terminaron los créditos del juego por lo que Keima bajo su consola, preguntándose qué juego debería empezar ahora.

Justo en ese momento su celular sonó, por lo que guardo su consola mientras observaba el número. Como supuso, su madre le llamaba para saber los resultados del examen de ingreso. Keima había salido desde temprano para ir a la tienda de videojuegos a conseguir algunos para el viaje, y después se encamino a la universidad. Como supuso, había logrado pasar el examen con una nota sobresaliente, así que tenía planeado pasar el resto del día jugando para recuperar el tiempo que invirtió estudiando para el examen.

"Si ¿Oka-san?"

"Ah, Keima, supongo que ya sabes para que te llame."

"Si, los resultados del examen. Aprobé."

Dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo.

"Ya veo."

Aunque no podía verla, tenía el presentimiento de que su madre estaba sonriendo del otro lado de la línea.

"Era algo más que obvio que pasaría, el examen no era particularmente difícil."

Keima recargo su celular en su hombro mientras lo sujetaba con la cabeza, para después sacar de nuevo su PFP y cambiarle el disco de juego.

"Di lo que quieras, ¿pero no tuviste que dejar de jugar tus juegos durante una semana para poder estudiar?"

Keima podía ver claramente la sonrisa burlona de su madre.

"Eso fue porque Yukari estuvo insistiéndome para que estudiara. Incluso me amenazo con destruir mi colección de juegos si no lo hacía."

Explico con una mueca de disgusto, Yukari no tenía por qué tomar a su preciosa colección de Galges como rehenes, él solito pudo haber estudiado sin esa amenaza… probablemente…

"Yukari solo trataba de ayudarte, aún se siente culpable de que hubieras faltado al examen el año pasado con tal de cuidarla."

La voz de su madre sonaba en un timbre diferente al anterior, seguramente ahora estaría con un cigarro en su boca, pensó él chico. Sus pensamientos quedaron confirmados al escuchar como su madre liberaba el humo de su boca.

"Tal vez, pero ya habíamos aclarado que no era su culpa y que un año de retraso no me supondría ningún inconveniente."

Yukari, su hermana menor, había pescado una fuerte fiebre el año pasado, justo el día de su examen. Su madre estaba fuera del país por negocios así que Keima decidió quedarse en casa a cuidarla, aunque tuviera que perder el examen.

"Ese fue un gesto muy dulce de tu parte."

Keima no supo decir si su madre lo estaba felicitando o se burlaba de él.

"Solo cumplía con mi rol como hermano mayor."

Le resto importancia mientras tecleaba su consola, decidió que lo mejor sería contestar los mail que sus fieles seguidores le enviaban, solicitando su ayuda para poder terminar los diversos juegos que existían.

"Como siempre, nunca eres honesto."

Keima dejo pasar el comentario mientras contestaba los primeros correos de su bandeja.

"Bueno, me alegra saber que lograste pasar, Yukari estará muy contenta, aunque tampoco lo admita. Tu y ella son tan similares."

Keima frunció el seño ante el comentario, ¿eso no era en serio o sí?

"Entonces, me retiro por ahora, estoy muy ocupada y no puedo gastar mucho tiempo. Hasta pronto."

Y sin esperar una respuesta, colgó el teléfono. El chico lo guardo en su bolsillo para después levantarse y encaminarse al tren que lo llevaría de vuelta a su departamento.

Keima salió de la estación de trenes aún mirando la pantalla de su consola, esta heroína tenía una ruta particularmente interesante, con varios giros en la trama que le estaban dificultando la labor de ver el final definitivo. Nada mal, pensó con alegría. Más juegos así y su mundo ideal estaría completo.

"¡Aaaah, cuidado! ¡Muévase a un lado por favor!"

"¿Uh?"

Keima parpadeo sorprendido, ese grito parecía provenir desde arriba. Dirigió su mirada hacia la fuente de esa curiosa voz pero solo pudo ver la difusa forma de lo que parecía ser una persona, antes de sentir un duro golpe y ser arrojado al suelo violentamente.

"Ugg…"

Se quejo adolorido mientras lentamente abría sus ojos, esperando a que el mundo dejara de girar. Por fortuna sus gafas seguían en su lugar y no parecían haber sufrido daño alguno. Su mente finalmente logro aclararse y se descubrió a sí mismo, tirado boca abajo en el suelo, con algo en su espalda que le impedía levantarse. Algo ligeramente pesado, pero suave. Mentalmente se estaba preguntando que sería ese algo cuando…

"¡AAAAH! ¡MI PFP!"

Grito horrorizado al ver la consola tirada frente a él, con la pantalla cuarteada en varias partes y algunas fisuras en el resto del aparato. Como el rayo, Keima se levanto para poder recogerlo, tirando en su acción a ese algo que antes estaba sobre él.

"Auu… sabia que ese edificio estaba demasiado lejos para llegar…"

Se escucho lamentarse una voz tras él por lo que se giro a ver de quien se trataba.

Sentada en el suelo junto a él, una chica de cabellera castaña y un curioso traje de miko se hallaba, masajeando su adolorida cabeza mientras parecía concentrada en sus cavilaciones. Finalmente, la chica miro a su alrededor y notó al chico junto a ella.

"¡Ah! Usted debió ser quien me atrapo. Gracias por su ayuda."

Sonrió la chica mientras se levantaba y hacia una reverencia al confundido chico. Sin embargo, antes de que Keima pudiera preguntar nada, se vio empujado de nuevo al suelo por la chica mientras algo que parecía ser un rayo de color purpura golpeaba el lugar donde segundos antes ellos se encontraba, creando un pequeño cráter en el pavimento.

La castaña se levanto rápidamente y observo a las dos chicas que la habían estado siguiendo tan insistentemente. Estas eran dos gemelas de larga cabellera negra hasta debajo de la espalda. Ambas vestían una rara vestimenta negra que constaba de un top, un short diminuto, unos guantes largos y unas botas, todo hecho de cuero al parecer.

"Al fin te alcanzamos, pequeña."

Fueron las palabras de una de las gemelas mientras sonreía arrogantemente, ambas los miraban desde lo alto de un edificio cercano.

"Es mejor que te prepares para pelar."

Le advirtieron y pronto, unos cuantos rayos cruzaron entre sus dedos abiertos, mientras apuntaban sus manos a la chica.

"¡Ya les dije que aún no encuentro a mi ashikabi! ¡Una sekirei sin ashikabi no puede pelear!"

Exclamo mientras las miraba molesta, como si estuvieran cometiendo una gran injustica.

"Eso no importa, mejor para ti si no encuentras un ashikabi."

Por su parte, Keima observaba toda la situación sin entender nada. ¿Sekirei? ¿Ashikabi? ¿Qué demonios era todo eso? Además, esas gemelas estaban lanzado electricidad por sus manos. ¿Era alguna especie de truco o tecnología súper avanzada?

"Debo guardar, sea como sea debo guardar."

Murmuro para sí mientras trataba de hacer reaccionar su juego, que debido al golpe se había quedado congelado.

Sin embargo, Keima tuvo que dejar de lado sus desesperados intentos al sentir como una mano lo jalaba del brazo, comenzando a arrastrarlo a una velocidad aterradora.

"¿¡EEEEEHHH!"

Fue todo lo que pudo decir ante lo absurdo de toda esa situación.


Varios minutos más tarde, Keima y Musubi se hallaban debajo de un puente, a las orillas de un amplio rio. La chica trataba de recuperar el aliento mientras Keima permanecía en el suelo, aun con los ojos abiertos de la sorpresa.

"Parece que al fin las perdí."

Comento Musubi mientras dirigía su vista hacia su mano, extrañamente sentía que estaba sujetando algo, pero no sabía qué.

"¡Ah!"

Exclamo asustada al ver al como el chico que le había ayudado a amortiguar la caída ahora estaba tirado en el suelo con varias marcas de golpes por todo el cuerpo. Soltó su mano mientras automáticamente retrocedía unos pasos y hacia varias reverencias.

"¡Discúlpeme, discúlpeme! Tome su mano sin pensar."

Keima salió de su asombro al ver a la castaña hacer reverencias, pareciendo sumamente apenada. El chico se reincorporo del suelo y comenzó a sacudir su ropa, para después sacar un pequeño pañuelo y limpiar sus gafas. Las acomodo de nuevo frente a sus ojos y después observo a la chica frente a él.

"Comencemos por el principio. ¿Quién eres tú?"

Pregunto mientras tomaba un trozo de ladrillo y se acercaba a la pared del puente para empezar a anotar lo que la chica le dijera.

"¡Ah! Soy la Sekirei #88, Musubi. Es un placer conocerte."

Hizo una ligera reverencia y Keima la observo con extrañes.

"¿Sekirei?"

Pregunto casi como acto reflejo y la chica se tapo la boca con ambas manos.

"¡Ah! ¡Takami-san dijo que era un secreto!"

Keima guardo silencio durante unos instantes. Primero la chica que caía del cielo, después el ataque de un par de gemelas eléctricas, y ahora un secreto denominado 'Sekirei'.

"Jujuju."

Sonrió con burla ante esto mientras un destello cubría el cristal de sus lentes.

"Lo has hecho muy bien, te felicito."

Murmuro de pronto, para total confusión de la castaña.

"Le has puesto mucho empeño para que cayera en esta trampa, pero soy más listo que tu."

Su nivel de voz aumento mientras reacomodaba sus lentes en el puente de su nariz para después lanzar su brazo hacia el frente, apuntando a la 'chica sekirei´.

"¡No caeré en esta absurda broma de la realidad!"

Declaro firmemente para después darse la vuelta y comenzar a alejarse del lugar. Por un momento se dejo sobrellevar por lo extraño de la situación, pero lo mejor era alejarse rápidamente del lugar, todo eso solo podría representar problemas para él.

Sin embargo, el sonido sordo de algo cayendo a su espalda lo hizo detenerse. Con cierta resignación se giro para ver que ocurría y observo a la castaña, tirada en el suelo aparentemente inconsciente.

Al parecer la realidad no iba a dejarlo marchar tan fácilmente. Suspiro con resignación mientras se acercaba a ella. No podía dejarla allí, inconsciente debajo de un puente y a merced de la traicionera realidad. La chica pareció abrir lentamente los ojos en el momento que Keima se arrodillo a su lado y un fuerte sonido surgió de su estomago.

"Muero de hambre."

Se explico la sekirei con una voz lastimera y los ojos llenos de lágrimas contenidas.

Keima solo pudo golpearse el rostro con la palma de su mano abierta.

Eso tenía que ser una broma.


Media hora después, ambos jóvenes se encontraban sentados en el interior de un restaurante mientras la castaña devoraba una montaña entera de hamburguesas y papas fritas. Keima se limito a jugar el PFP (que siempre llevaba de repuesto) con una mueca disgustada en su rostro.

"Gracias, muchas gracias, me has salvado la vida."

Musubi agradeció con ojos llorosos al chico frente a él. No solo la había salvado del daño de esa gran caída, sino que también la había ayudado a llegar a ese restaurante y ahora le estaba invitando a comer.

"Ah, aun no me has dicho tu nombre."

Dijo de pronto la chica al recordar este hecho. Keima permaneció en silencio unos segundos y después suspiro.

"Sahashi Keima."

Dijo sin despegar la vista de su PFP, sin embargo, Musubi solo mostro una amplia sonrisa.

"Gracias por toda tu ayuda, Keima-san."

Hizo otra reverencia sincera junto a una sonrisa tan radiante que Keima ya no pudo quejarse por ser llamado por su nombre de manera tan casual. Apretó más rápidamente los botones de su consola, maldita realidad.

"En verdad seria agradable…"

Susurro la chica de manera suave por lo que Keima no pudo evitar observarla con una ceja levantada.

"Que una persona tan amable como Keima-san fuera el Ashikabi de Musubi…"

Finalizo y Keima no pudo evitar bajar su PFP, otra vez la palabra Ashikabi surgía. Miro a su alrededor, notando que estaba en un mesa relativamente alejada de todas las demás, por lo que las plantas cerca de ella y la música de fondo que sonaba por los parlantes del lugar les daban cierta privacidad.

"Antes mencionaron esta palabra, 'Ashikabi'. ¿Qué significa?"

Pregunto sin poder detener su curiosidad. Más tarde se lamentaría por no elegir simplemente quedar ignorante de toda esa situación.

La castaña pareció meditarlo durante unos segundos para después juntar sus manos frente a su pecho, como si estuviera haciendo una oración.

"Ashikabi… es la persona especial a la que todas nosotras, las Sekirei, estamos destinadas a permanecer a su lado para siempre."

Explico de manera suave y después extendió sus brazos sobre la mesa, acunando en sus manos las del chico frente a ella, para total sorpresa del mismo.

"Musubi en verdad sería muy feliz si una persona como Keima-san se convirtiera en su Ashikabi."

Dijo con convicción mientras miraba a los ojos del castaño, este se movió algo incomodo por esta intensa mirada.

Espera, ¿Qué está sucediendo? Se pregunto el chico al ver como el rostro de Musubi parecía enrojecer y su respiración se aceleraba mientras ella acortaba poco a poco la distancia entre ambos.

Para su total fortuna, su celular sonó en ese preciso instante, provocando que ambos dieran un pequeño salto por el susto antes de que Keima se levantara, disculpándose para poder atender la llamada.

Alejándose de inmediato y encaminándose hacia los baños, Keima tosió un poco para recuperar su compostura y después contesto el celular.

"¡Kami-sama! ¿Cómo estás?"

Se escucho una alegre voz sonar por el parlante del aparato y Keima tuvo que alejarlo de su oreja para evitar que le rompiera el tímpano por lo fuerte de la voz.

"Yukari, ya te he dicho que no grites por el celular."

Le regaño mientras regresaba el aparato a su oreja, escuchando la suave voz de su hermana sonar.

"Jajaja perdona Kami onii-sama, es solo que ya escuche la noticia de Oka-san."

Keima asintió, ya esperaba que su hermana lo llamara apenas se enterara de ello. El y Yukari nunca habían sido muy apegados, y sin embargo, se tenían una extraña confianza. Rara vez peleaban por algo y Yukari principalmente le contaba todo sobre su día a día cuando cenaban en casa. Eso era algo fastidioso algunas veces para él, pero había aprendido a sobrellevarlo y termino acostumbrándose a los parloteos nocturnos de su hermana menor.

Ambos nunca habían sido de ponerse apodos tampoco, pero Yukari había comenzado a llamarlo ´kami-sama´ desde hacía un año ya. Keima no suponía la razón real, pero deducía que la chica solo lo hacía para fastidiarlo debido a su estilo de vida.

"¡Ah! ¡Adivina que!"

La chica volvió a subir los decibeles de su voz por lo que Keima hizo una mueca, hablar con esa chica por teléfono era literalmente doloroso.

"Acabo de ver las listas de la universidad a la que presente examen. ¡Aprobé también! ¡Deberíamos reunirnos para celebrar!"

Dijo irradiando felicidad, para dolor del pobre oído del chico.

"No creo tener tiempo. Estaré muy ocupados estos días."

Tenía toda una pila de videojuegos esperando en su departamento, no podía tomarse un solo día de vacaciones si quería mantener su titulo como el Dios de las conquistas.

Así era, Sahashi Keima era mundialmente conocido en el mundo virtual como el Otoshigami, el dios de las conquistas que podía terminar más de 3 juegos el mismo día en que eran liberados. Nadie sabía en realidad quien era este 'Dios´, ya que mantenía su identidad en el anonimato, pero Keima insistía en subir críticas, guías y reseñas de los juegos que terminaba a una sencilla pagina web que ya tenía varios miles de millones de seguidores.

"Vamos Kami onii-sama, ambos sabemos que solo te pasaras los días jugando hasta que inicien las clases, eso es aburrido."

Se quejo la chica seguramente haciendo un puchero, Keima lanzo un silencioso suspiro, ella nunca entendería la importancia de sus actividades.

"Aun así, estaré ocupado. Felicidades por tu ingreso, Yukari, es un logro bien ganado."

Keima recurrió a inflar el ego de su hermana en un intento por hacerla desistir del tema de la celebración. Pareció funcionar cuando la voz de Yukari sonó como si le estuviera costando mucho trabajo ser humilde.

"Si, bien, no eres el único inteligente de la familia ¿sabes? Yo también tengo mucho de eso. Sin embargo, eso no hará que cambie el tema. Mañana pasare por tu departamento para que vayamos a algún lugar a celebras, así que espéralo con ansias. ¡Hasta luego!"

Igual que su madre, la chica colgó sin darle tiempo de decir nada más. Keima soltó un nuevo suspiro y se encamino a la mesa, preguntándose mentalmente que debería hacer con la chica que lo miraba de manera sonriente al regresar.

"Era mi hermana menor. Tenía cosas que decirme."

Sin saber bien por qué termino explicándole eso a la chica, Keima procedió a sentarse de nueva cuenta mientras arreglaba las cosas de su mochila. Durante todo el ajetreo se le habían dañado una consola y dos discos de juegos. Por fortuna, tenia copias de ellos en su departamento.

Ambos chicos se encaminaron a la salida del restaurante y Keima miro a la castaña directamente a los ojos.

"Bien, Musubi-san, al parecer tus energías ya están restauradas y las gemelas que te seguían ya no representan una amenaza. Quiero suponer que puedes seguir por tu cuenta de aquí en adelante."

Hablo de la manera más educada que pudo, tratando así de que la chica entendiera y se fuera de una vez, pero la castaña solo pareció confundida mientras ladeaba la cabeza levemente.

"¿Eh?"

Pregunto con tal inocencia que Keima se pregunto si no estaría fingiendo para hacerlo enfadar. Estaba a punto de ser más claro con sus intenciones cuando una explosión resonó por el lugar mientras una leve sacudida obligo al chico a sujetarse de la pared para no perder el equilibrio.

'Realidad ¿¡Ahora qué!'

Grito en su mente con suma desesperación el chico, las cosas se complicaban más y más a cada segundo.

Pronto, desde una esquina cercana, una chica de con un vestido blanco de una pieza apareció. Al parecer había dado un salto hacia atrás para lograr alejarse de algo o alguien. La chica era algo pequeña, de cabello corto color café claro. Lo que más llamo la atención de Keima, fue el hecho de que sostenía un enorme mazo en sus manos. El chico por alguna razón dudaba que ese martillo fuera tan ligero como la chica lo hacía parecer.

La chica dio otro salto, pero ahora hacia la derecha, esquivando otra oleada de rayos que se le hicieron demasiado familiar al castaño, cayendo unos metros frente a ellos. Pronto, las mismas gemelas eléctricas que los habían atacado hacía poco, aparecieron por la esquina de la calle.

"¡Deja de correr! ¡Te decimos que hacemos esto por tu bien!"

Le grito la más temperamental de las gemelas mientras ambas corrían hacia ella. La castaña sujeto con fuerza su mazo, preparándose para continuar la batalla.

Mientras tanto, Keima había guardado su PFP en su bolsillo y se aprontaba para irse del lugar, esas chicas aun no los habían reconocido, si se iban sin hacer ruido, podrían evitar tener que meterse en una lucha innecesaria…

"¡Ah! ¡Son ustedes otra vez!"

El grito de Musubi atrajo la atención de todos los presentes y Keima se juro que esa era la última vez que se involucraría con chicas del tipo cabeza hueca como ella. ¡¿Es que no podía pensar la situación?

"¡Son ustedes! "

Dijeron las gemelas al reconocerlas y Keima odio que hubieran usado el 'ustedes' y no el 'tu'. Era indudable que ya lo habían involucrado en todo eso.

"¡Otra vez están persiguiendo Sekirei sin alas! ¡Eso está mal!"

"Solo les estamos haciendo un favor, ¡tener un Ashikabi no es tan bueno como piensan!"

Mientras decía eso, su tono de voz pareció cambiar a uno más quebradizo.

"Ellos son… ellos son…"

Un aura depresiva la rodeo mientras caía al suelo, su hermana a su lado solo comenzó a acariciar su espalda.

"Hikari, solo nos estás haciendo quedar mal."

Le dijo su hermana con cierta resignación.

"¡Como sea, prepárense para pelear!"

Ambas gemelas comenzaron a acumular electricidad y la arrojaron hacia donde se encontraba Musubi, esta por acto reflejo sujeto a Keima de la cintura y salto para esquivar el ataque, cayendo junto a la otra castaña, la cual se puso en posición de combate, sin saber si este nuevo par eran amigos o enemigos.

"Veo que no te separas de ese chico, pero no parece ser que ya te haya dado tus alas aún. Eso es bueno para nosotras."

Sonrió la llamada Hikari y estuvo a punto de lanzar otra ronda de rayos hacia ellos pero tuvo que saltar hacia un lado, seguida de su hermana, para poder evitar que una intensa llamarada las golpeara.

"Veo que ustedes dos no aprenden."

Se escucho una voz decir y todos pudieron observar como un sujeto peligris enfundado en un traje negro aparecía en uno de los tejados cercanos y saltaba tranquilamente la cantidad de 5 pisos hasta el suelo, cayendo con gracia sobre sus dos piernas. Las gemelas parecieron ponerse nerviosas ante la aparición de este sujeto y retrocedieron unos pasos.

"Ho…Homura. Otra vez interfiriendo en asuntos que no te incumben."

Acuso Hikari con molestia ante el constante acoso de ese Sekirei.

"Proteger a las Sekirei que aún no han recibido sus alas es de mi incumbencia."

Homura chasqueo sus dedos y sobre su palma, una flama de color anaranjado rojizo apareció, haciendo retroceder de nueva cuenta a las gemelas.

"Ustedes tres, váyanse de aquí ahora que pueden."

Les dijo el peligris y Musubi asintió con un fuerte '¡Hai!' para después tomar la mano de Keima y la de la Sekirei a su lado, que totalmente confundida y abrumada por la velocidad y fuerza de la castaña, se dejo casi arrastrar por ella.

"Vaya… es rápida…"

Murmuro Homura al ver como Musubi solo dejo un rastro de polvo tras de sí, para después girar su vista a las hermanas frente a él.

"Así que díganme… ¿Aún tienen ganas de pelear?"

La flama en su mano aumento en intensidad y las gemelas negaron con la cabeza al mismo tiempo.

"Eso pensé."

Comento el peligris y desvaneció la flama en su mano.

"Las estaré vigilando, recuérdenlo."

Advirtió antes de saltar a otro edificio y desaparecer de vista sobre él.

"¡AAAHHH! ¡Maldición, ese Homura me saca de mis casilla!"

Grito Hikari mientras se sujetaba la cabeza, presa del enojo, Hibiki solo negó con la cabeza.

"Al menos no nos quemo esta vez, hermana."

Ambas suspiraron ante esto y se retiraron, ese no había sido un buen día para ellas.


Keima sentía que estaba al borde de sufrir una terrible migraña en ese preciso instante. No solo había sido involucrado en esa absurda broma denominada Sekirei, si no que ahora no solo tenía a una, si no a dos chicas, sentadas en el suelo de su departamento. Una miraba totalmente emocionada a su alrededor y la otra daba discretas miradas hacia los lados, su inmenso martillo recargado contra la pared. Para su merito, la chica parecía también confundida con el cómo se había desarrollado la situación.

El chico comenzó a jugar su PFP en un claro intento de calmar ese punzante dolor de cabeza que había aparecido desde que Musubi surgió de la nada y solo había ido en franco aumento a lo largo del día.

"Esto…"

Finalmente, la chica nueva se decidió a hablar, su rostro parecía nervioso.

"Gracias por ayudarme a escapar de esas Sekirei."

Dijo haciendo una reverencia para después mirar fijamente al chico, el cual apenas y le había dirigido una mirada por sobre ese aparato que jugaba.

"Yo no hice nada, en todo caso deberías agradecer a ese sujeto que apareció de la nada y a la chica a tu lado, que fue la que te arrastro con nosotros."

Explico volviendo su vista a su PFP, en verdad no quería involucrarse más de lo que ya estaba en esa absurda situación. La castaña asintió y dirigió su vista hacia Musubi, la cual la miraba atentamente.

"Muchas gracias por ayudarme. Soy la Sekirei #84, Yashima. Es un placer conocerte."

Dijo haciendo otra reverencia, la cual Musubi imito.

"Soy la Sekirei # 88, Musubi, encantada de conocerte."

Ambas se reincorporaron y Yashima miro hacia el chico, el cual parecía ajeno a todo lo que pasaba.

"¡Ah! El es Keima Sahashi-san."

Presento alegremente Musubi y Yashima asintió.

"¿Sahashi-san es tu Ashikabi?"

Pregunto confundida, no estaba muy segura de eso, pero creía que si una Sekirei era tan apegada a una persona, seria porque esa persona era su Ashikabi. Para su sorpresa, Musubi negó con la cabeza.

"No, aún no. Pero Musubi desea que Keima-san se convierta en su Ashikabi."

Explico alegremente y Yashima asintió.

"Entonces estas reaccionando a él."

Comento más para sí pero Keima logro escucharla, preguntándose internamente que significaría eso de 'reaccionar'.

El silencio cayó en ese departamento mientras el tic tac del reloj de pared resonaba junto al sonido de los dedos de Keima al golpear su PFP. Finalmente, el silencio fue roto por el gruñido del estomago de Musubi.

"Creo que tengo hambre de nuevo, hehe."

Musubi se dio un suave golpe en la cabeza mientras sacaba la lengua, ligeramente apenada. Keima no pudo evitar alzar una ceja, totalmente incrédulo, pero para su sorpresa, el estomago de Yashima gruño también, aunque más suavemente. Yashima llevo sus manos a su estomago y bajo su mirada al suelo, totalmente apenada ante esto.

Lanzando un suspiro de resignación, Keima se levanto del suelo y camino rumbo a la cocina.

"Solo tengo ingredientes para preparar tamagoyaki y arroz al curry. ¿Estará bien con eso?"

Pregunto sin voltear a mirarlas, revisando su alacena en busca de lo que necesitaría para preparar la cena.

"¡Ah! ¡Musubi puede ayudar con el curry!"

Dijo la chica levantándose de inmediato para ir a ayudar al joven, el cual solo asintió y la dejo moverse a su gusto.

Yashima los observo atentamente, totalmente confundida por la actitud del chico. Su actitud parecía fría y desinteresada, aunque también parecía molesto con la presencia de ambas allí, sin embargo, les había dado refugio y ahora les preparaba la cena sin que ellas se lo hubiesen pedido. No pudo evitar preguntarse si todos los humanos eran así, o el chico era diferente. Centro su atención en Musubi, la cual también era una Sekirei, pero a diferencia de las gemelas, había sido amable con ella. Yashima supuso entonces que todos los humanos serian diferentes, así como todas las Sekirei lo eran.

Se sintió un tanto incomoda, al ver a la castaña moverse tan cerca del chico en esa pequeña cocina, mientras hacia uno que otro comentario al los cuales el castaño algunas veces asentía. Ese cuadro le causo una ansiedad que no supo describir.

"Esto… ¿Hay algo en lo que pueda ayudarles?"

Se sorprendió a sí misma al oír su voz, más fuerte de lo que normalmente solía hablar, mientras sus piernas ya habían acortado la distancia hasta la cocina. Keima se giro y la miro unos instantes para después preguntar.

"¿Sabes cocinar?"

La chica se avergonzó ante la pregunta y con cierta pena bajo su mirada mientras negaba, sabía que debería haber asistido a esas clases suplementarias de cocina.

"Entonces quizá puedas ayudarnos a batir los huevos y preparar el arroz."

Yashima se sorprendió cuando el chico simplemente comenzó a explicarle de la manera más clara que pudo el que debía de hacer. Ni siquiera parecía estar decepcionado al saber cuan escasos eran sus conocimientos de cocina en realidad.

Fue un poco difícil moverse por el pequeño lugar con tres personas allí a la vez, pero Yashima se sintió bien consigo misma al ver como sus esfuerzos dieron frutos y ahora los tres estaban sentados alrededor de una mesa llena de humeante comida.

"Que aproveche."

Dijeron los tres mientras juntaban sus manos y comenzaban a comer. Los ojos de Yashima se abrieron cuando llevo un poco de tamagoyaki a su boca.

"Delicioso."

Murmuro con un leve sonrojo ante el sabor que inundo sus papilas gustativas.

"Es verdad, ¡Keima-san cocina bien!"

Exclamo una feliz Musubi mientras llenaba su boca de comida.

"Mi hermana me obligo a aprender a cocinar. Dijo que era el deber de un hermano mayor."

Explico mientras comía con calma, su madre se había encargado de dejarle grabado en la memoria (y en su cuerpo) que la hora de la cena se respetaba, y que todos los integrantes de la casa tenían que estar allí para compartirla.

Permanecieron en silencio mientras terminaban sus alimentos y con un 'Gracias por la comida' dieron por finalizada la cena. Keima se sorprendió del buen sabor que tenía el curry que Musubi preparo, pero no iba a estarlo divulgando.

Estaba por levantar los platos para lavarlos cuando Yashima se adelanto.

"No es necesario, no hice mucho para ayudar con la cena. Al menos déjeme ayudar con esto, por favor."

Dijo con cierta pena y Keima solo asintió, para después sacar su PFP y continuar su partida justo donde la había dejado. En ese momento unos suaves golpes se escucharon en la puerta por lo que el chico fue a ver quién era.

"Buenas noches Sahashi-san."

Frente a él, la pequeña figura del casero se mostro.

"He notado que durante el día trajiste a algunas chicas al departamento. He venido a recordarte que tu contrato especifica que este es un departamento para solteros."

Keima asintió ante esto, el señor tenía toda la razón.

"Solo son unas primas que vinieron a visitar la ciudad y pasaran una noche aquí, no serán un problema para nuestro contrato."

Dijo de manera tranquila y el casero lo miro fijamente.

"Espero que así sea chico. A la primera señal de lo contrario y tendré que expulsarte del lugar."

Keima frunció el seño mientras el casero bajaba las escaleras, dejando tras de sí esa advertencia. Tenía que hallar la manera de que esas chicas se fueran de su casa, no tenía tiempo para desperdiciar buscando un nuevo lugar donde vivir si es que el casero descubría la verdad. Con eso en mente cerró la puerta y regreso a la mesa, volviendo a retomar su juego.

"Keima-san, disculpe…"

La voz de Musubi lo saco de sus cavilaciones por lo que dirigió su mirada hacia ella. Sintió los colores subir a su rostro al verla solo en ropa interior y con lo que parecía ser su traje de miko en su mano derecha.

"¿Hay algún lugar donde pueda lavar mi ropa?"

Pregunto de manera inocente avanzando hasta él y Keima se levanto inmediatamente, retrocediendo unos pasos y tropezando con algo del suelo, cayendo de espaldas. Musubi vio esto y trato de detener su caída al tomarlo de la mano y jalarlo hacia ella, pero la chica no calculo bien su fuerza y fue derribada por el empuje del chico, cayendo ambos al suelo.

*Música de fondo: Oratoria al mundo que solo Dios conoce*

Keima abrió los ojos sintiendo que había caído sobre algo suave, su cerebro comenzó a trabajar rápidamente mientras recapitulaba todos los juegos que había jugado hasta ahora para llegar a la única conclusión lógica posible ante esta situación.

Había caído sobre los pechos desnudos de la chica. El sonido de una plato al caer al suelo y quebrarse, mas el agudo '¡Kyaaa!' que dio Yashima, le alerto que su otra visita estaba muy atenta de la situación en la que habían caído, por lo que trato de reincorporarse lo más rápidamente que pudo, pero se encontró imposibilitado por unos gentiles pero fuertes brazos que lo rodearon.

"Ke… Keima-san…"

La voz de Musubi sono afiebrada mientras su suave pecho comenzaba a subir y bajar rápidamente. Keima noto como la temperatura en el cuerpo de la chica aumentaba y pronto se sintió atraído un poco mas al rostro sonrojado de la castaña.

"Mi cuerpo… esta muy caliente… ¿Qué debería hacer?"

Le pregunto con sus ojos nublados y Keima trago saliva profundamente.

¡¿Qué rayos pasaba con esa frase sacada de un juego erótico?

"Keima…san…"

Sin poder evitarlo, Keima encontró sus labios siendo atrapados por los suaves y acalorados labios de Musubi, la cual parecía víctima de una inexplicable pasión e introdujo su lengua, logrando hacer contacto con la del chico.

Un totalmente asombrado Keima observo como Musubi lo dejaba ir, aun con los ojos cerrados mientras se sentaba sobre sus piernas. De pronto, tras de la chica una extraña marca de luz apareció seguida de lo que parecían ser alas de un color rosa pastel, que se extendieron un poco más, iluminando el cuarto por entero, para después desaparecer poco a poco en pequeños haces de luz.

"¡Ten encontré!"

Grito Musubi totalmente alegre mientras se lanzaba sobre un aun confundido Keima, el cual no pudo evitar ser derribado por el efusivo abrazo de la chica.

"¡Mi Ashikabi-sama, finalmente te encontré!"

Dijo la castaña, feliz a más no poder mientras apegaba lo mas que podía su cuerpo al chico debajo de ella.

Keima permaneció en silencio unos instantes, sintiendo el abrazo de la castaña hasta que finalmente su cerebro pudo reaccionar. ¿Ashikabi?

"¿¡Qué demonios!"

Su voz resonó en más de una cuadra de distancia.

Ending: Insert Song-Happy End (Sountrack Kami nomizo shiru sekai).