Este fic participa en el Reto del mes de Julio "Parejas: InuYasha y Kagome" del foro "Hazme el amor"

Disclaimer: los personajes pertenecen a la única y gran Rumiko Takahashi

Me esforcé mucho en hacerlo, así que espero que les guste y lo disfruten mucho! :D estaré a la espera de sus hermosos y preciados reviews... :3 Sin mas que decirles, les dejo disfrutar de su lectura, besos!

La mejor noche de mi vida

Se vio al espejo una vez más, sentía que nada le quedaba bien, definitivamente llamaría a sus amigas y les diría que no podía ir.

—Te ves linda—le dijo su mamá entrando a la habitación—Me alegra que salgas con tus amigas para variar, hace mucho que no las ves, ¿cierto?.

—Creo que no iré—declaró.

—Ay Kagome, realmente estoy sorprendida contigo—rió suavemente—Cualquier otra chica de 18 años estaría deseosa de salir de noche con sus amigas, a disfrutar un poco de buena música y la compañía de gente de su edad. Tú por el contrario, pareces disgustada de que te quieran llevar a una fiesta. Eres rara.

Ambas rieron.

Bueno, su madre tenía razón, desde que habían terminado el instituto no había visto a sus amigas. El hecho de que ahora viviera en el Sengoku no ayudaba mucho tampoco.

Se vio de nuevo en el espejo, realmente la minifalda negra entallada y la blusa de tiras en color jade no le quedaba para nada mal. Solo que no se encontraba de ánimos desde el pequeño incidente que había tenido con Inuyasha esa tarde, estaba demasiado avergonzada consigo misma. Sacudió la cabeza tratando de liberarse de esos pensamientos y sonrió.

—¿Te gusta?—le preguntó a su madre.

—Estás preciosa—declaró sonriente—Por cierto, vine porque quería darte esto.

Le tendió una pequeña caja de terciopelo. Kagome la abrió, encontrándose con una fina cadena bañada en oro con un hermoso dije de corazón lleno de pequeños cristales.

—Es hermoso—exclamó ahogando un grito—Gracias

Se abalanzó hacia su madre, la abrazó y le llenó la cara de besos.

—¿Me ayudas a ponérmela?

—Seguro—Kagome se sujetó el cabello para que fuera más fácil de prender el broche de la cadena—¿Sabes? Este fue el primer regalo que tu padre me dio luego de casados, quiero que la conserves ahora que tú también has logrado encontrar al amor de tu vida—le guiño el ojo a través del espejo en el que ambas se reflejaban.

—¿Estas segura? —preguntó atónita, acariciando la joya que colgaba de su cuello, que de pronto había tomado un gran significado.

Su madre simplemente asintió y le regaló una sonrisa.

—Te dejo que te termines de arreglar, si necesitas algo estaré en la cocina.

Y sin más, salió de la habitación dejando sola a Kagome, que pasó las manos por su ropa tratando de alisarla más de lo que ya estaba. Miró la hora, mejor se terminaba de peinar de una vez, la buclera ya estaba caliente así que empezó a rizar su cabello mechón a mechón.

No llevaba ni la mitad, cuando Inuyasha acercó la cabeza por la ventana. La miró algo avergonzado por un segundo, antes de atreverse a hablar.

—¿Tu madre está enojada con nosotros?—preguntó.

Las mejillas de Kagome se colorearon, y tuvo que tragar dos veces antes de que le saliera la voz.

—No, creo que no. Realmente no mencionó nada al respecto.

La postura rígida de Inuyasha pareció relajarse ante esa respuesta.

—¿Y… que estás haciendo?—preguntó cuando se percató de su ropa y del extraño aparato en el que enrollaba su cabello.

—Me estoy arreglando. Esta noche saldré con mis amigas.

Bien, la relajación de Inuyasha no duró demasiado.

—¡¿Cómo?! Pero ya casi es de noche. Es peligroso andar por ahí sola cuando el sol se oculta—había una cierta nota de histeria en su voz, Kagome simplemente ignoró este hecho.

—No estaré sola, somos 4 chicas.

—¡Si, como no! 4 chicas indefensas que no podrán hacer nada si un monstruo las ataca. ¡No irás!

—¿Qué pasa contigo? No tienes derecho a impedirme salir con mis amigas

—¡Claro que si!

—¡Claro que no!

Los gritos alertaron a la señora Higurashi, que se hizo presente una vez más en la habitación de su hija.

—¿Qué pasa aquí?—preguntó interrumpiendo a los dos jóvenes que discutían.

—Que Kagome quiere salir sola en medio de la noche. Es demasiado peligroso, así que se quedará aquí donde yo la pueda vigilar—declaró Inuyasha, cruzándose de brazos y dando por terminada la discusión.

—¿Pero qué…?—su reclamo quedó en el aire, cuando su madre intervino.

—¿Y por qué no la acompañas? Sería maravilloso que tú también fueras y cuidaras de Kagome y sus amigas. Yo estaría más tranquila si estuvieras con ellas.

Sus ojitos brillosos dejaron sin habla a los dos jóvenes, Inuyasha recordó lo de esa tarde y simplemente no quiso contradecir a su "suegra". Kagome por su parte no supo que decir. La simple idea era descabellada, Inuyasha era demasiado extraño como para llevarlo a una fiesta sin tener que dar explicaciones a todo el mundo de porque se comportaba como lo hacía. Rogó a que Inuyasha se negara como siempre lo hacía.

—Bien. Iré con ella.

Eso le cayó como balde frío a Kagome. Esa noche sería una locura, definitivamente llamaría a sus amigas y les diría que no podía ir.

—Maravilloso—exclamó mamá Higurashi—El otro día vi un conjunto y simplemente no pude resistirme a comprarlo, esta es la ocasión perfecta para que lo uses. Te lo traigo enseguida así te cambias, Inuyasha.

Sin darle más opción de respuesta salió de la habitación.

Con un bufido, Kagome se sentó de nuevo frente al espejo para terminar de rizar su cabello. Increíble, esa noche seria infernal y ni siquiera había empezado.

Un rato después, luego de muchas peleas para que Inuyasha se cambiara, finalmente estuvieron listos para salir. Eri, Yuka y Ayumi ya los esperaban en un WcDonald cerca del Club Vanilla, a donde se supone que irían esa noche.

Inuyasha llevaba unos jeans oscuros, una camisa leñadora con las mangas enrolladas y sin abotonar sobre una camiseta que se pegaba a sus músculos, y para completar el look llevaba una gorra cubriendo sus orejas.

Kagome casi no podía soportarlo, nunca había pensado que Inuyasha quedara tan… sexy, en ropa del siglo XXI.

Kagome iba agarrada del brazo de Inuyasha mientras caminaban por las calles de la ciudad, no podía evitar mirarlo cuando sabía que él no la atraparía espiándolo. Sus mejillas estaban sonrosadas, pero podía echarle la culpa a demasiado colorete si alguien preguntaba.

Inuyasha parecía tenso por la situación, así que ni siquiera había notado el nerviosismo de Kagome. No sabía cómo había hecho para meterse en semejante lío.

Las amigas de Kagome gritaron y se abalanzaron sobre ellos haciendo mil preguntas antes de que siquiera lograran entrar a WcDonald.

—No sabía que vendrías con tu novio Kagome—exclamó Yuka.

—Realmente se ven bien juntos, me alegra que se hayan reconciliado luego de tanto tiempo. Kagome rechazó a un montón de chicos que querían salir con ella, ¿sabes?—dijo Ayumi dirigiéndose a Inuyasha.

—Así que cuídala, o te la podrían robar—aportó Eri.

—¡Eri, Ayumi!—chilló Kagome avergonzada.

—Cierto, cierto. Kagome no tiene ojos para nadie más que no sea su sexy novio—contestó Eri entre risas.

—Ya chicas, dejen en paz a Kagome—intervino Yuka.

¿Eri le había dicho "sexy" a Inuyasha? Realmente no le agradaba que le dijeran esa clase de cosas a SU ¿novio?, aunque por otra parte se sentía orgullosa de estar con alguien a quien le retribuyeran ese adjetivo.

Le echó una mirada a Inuyasha, que parecía tener la cabeza en otro lado, y se sonrojó inmediatamente cuando éste le devolvió la mirada al par se segundos.

—Bueno, ya que estamos todos deberíamos ir yendo—declaró Eri.

Todos asintieron y salieron del lugar con rumbo hacia el Club Vanilla, uno de los clubes nocturnos más grandes de Tokyo.

—Este lugar está demasiado lleno, no lograremos entrar—bufó Kagome al ver la larga fila de espera que había.

—Déjamelo a mí—exclamó Eri victoriosa, y se encaminó hacia los guardias de seguridad que se encontraban en las puertas.

—Su primo es el encargado del lugar—le susurró Ayumi al oído.

Eri les agitó la mano desde la puerta y todos se acercaron a ella, los guardias de seguridad les cedieron el paso hacia el interior del club.

La música sonaba fuerte, el show de luces era todo un espectáculo y la enorme bola de espejos colgada al techo refractaba aun más las luces de colores.

—Esto es increíble—susurró Kagome.

Inuyasha se encontraba maravillado y aterrado con todo eso, era la primera vez en su vida que veía algo semejante.

—La música está demasiado alta, me duelen los oídos—le susurró en el oído a Kagome, la cual se estremeció ante el cálido aliento en su cuello.

—Vamos a la barra a pedir unos tragos—anunció la siempre energética Eri—¿Vienen o qué?

Kagome e Inuyasha se miraron entre sí, y siguieron a las tres chicas hasta la barra. Se tuvieron que hacer lugar entre la gente para lograr pasar, y una vez allí Eri encargó dos chupitos de tequila que puso instantáneamente frente a Inuyasha.

—¿Qué haces?—preguntó Kagome nerviosa de lo que pudiera tener su amiga en mente.

—Te ves tenso, esto te ayudará a relajarte y a animarte un poco más—le contestó a Inuyasha, que fruncía la nariz ante el fuerte olor del licor—Vamos, yo te ensañaré como se debe de tomar.

Le puso el pequeño vaso en una mano, sal entre los dedos índice y pulgar del dorso de su otra mano y una rodaja de limón sobre la barra. Le dijo paso a paso como debía de tomarlo.

Inuyasha estaba confundido, ¿por qué era él el que debía hacer eso? Ese licor no olía especialmente delicioso, es más, ya le estaba haciendo doler la cabeza la mezcla de olores que había en ese lugar.

—Vamos, hazlo de una vez—presionó Eri.

—Sí, sí. Apresúrate—alentaron las otras dos.

—Chicas, no creo que esta sea una buena idea—intervino Kagome—Con unos simples refrescos estaremos bien.

—No seas aburrida Kagome, deja que el chico sea valiente y lo haga.

Inuyasha repasó la mirada por las cuatro chicas que lo rodeaban, tragó saliva y se dispuso a beber su tequila, un vaso seguido rápidamente del otro.

Las chicas lo vitorearon, antes de girarse y pedir más tragos para todo el grupo.

—Lo siento por eso—le susurró Kagome, una vez que estuvieron en la pista de baile.

—No te preocupes, eso no fue nada.

Trataba de permanecer firme pero lo cierto era que estaba mareándose, y el ruido que taladraba sus sensibles oídos no ayudaba mucho tampoco.

—¿Van a bailar o qué? Esto es una discoteca, no se queden ahí parados—reclamó Yuka cuando los vio quietos mirándose el uno al otro en medio de la pista.

—Creo que iré a tomar aire fresco—dijo Inuyasha.

—Iré contigo—se apresuró en decir Kagome.

—No hace falta, quédate a bailar con tus amigas—le sonrió.

¿Inuyasha se estaba comportando extraño o era su imaginación? No tuvo tiempo de replicar nada, puesto que Yuka la empujó hacia donde se encontraban las otras dos chicas. Le pusieron un trago en la mano y empezó a bailar con ellas, su bebida era dulce y deliciosa, así que se la tomó rápidamente, y casi sin darse cuenta se bebió dos vasos más.

Kagome era nueva en lo que a beber se refería, así que en poco tiempo la cabeza le empezó a dar vueltas y empezó a moverse al ritmo de la música sin importarle demasiado si lo hacía bien o mal.

De repente sintió unas manos en su cadera, y a alguien moviéndose detrás de ella, así que simplemente se dejó llevar y empezó a mover lenta y sensualmente su cuerpo. Vio a sus amigas reírse y darse codazos entre sí mientras la miraban bailar, hasta que de pronto se quedaron petrificadas mirándola.

El chico que bailaba con ella rápidamente alejó sus manos de su cadera y le sujetó fuertemente el brazo. Se giró para reclamarle que la soltara, y grande fue su sorpresa al ver allí parado a Inuyasha, con el cejo fruncido y una expresión peligrosamente seria en su rostro.

Definitivamente Inuyasha no era con quien había estado bailando 5 segundos atrás.

—Oh, oh… Inuyasha! Nos alegra verte, creo que ya conociste a nuestro amigo heee… Erick, si.. hace mucho que no los veíamos y quería bailar con Kagome. Oye, acompáñame a comprar unos tragos, ¿quieres?—intervino Eri, tratando de ayudar a su amiga.

Inuyasha no dijo nada, y dándole una última mirada aterradora a Kagome, siguió a Eri hasta la barra.

—¿Qué vas a hacer Kagome?—le preguntaron sus amigas

—No lo sé—respondió confundida y mareada, viendo a la distancia a Inuyasha tomarse 3 vasos de tequila seguidos.

Luego, vino directamente hacia ella, la tomó del brazo y la arrastró consigo.

—Espera, ¿qué haces?—le gritó por sobre la música mientras se tropezaba con sus tacos tratando de seguirle el paso.

—Te saco de aquí. No dejaré que otro tipo ponga sus asquerosas manos sobre ti de nuevo.

—¿Qué?—exclamó una vez fuera—No me puedes sacar así de aquí—bufó enojada, quizás el alcohol la estaba poniendo de mal humor.

—Lo siento señorita, una vez afuera no puede volver a entrar a menos de que haga la fila nuevamente—le dijo el portero cuando quiso entrar de nuevo al club.

—Mierda—susurró cuando vio la interminable fila—Voy a buscar una cabina telefónica para llamar a Ayumi y avisarles que me voy.

Empezó a caminar buscando un teléfono público, en ese preciso momento odiaba no tener un celular, aunque de todas maneras en el Sengoku no serviría, y pasaba allí gran parte de la semana.

Inuyasha la seguía de cerca.

—¿Qué haces? Vámonos a casa—reclamó enfadado.

—Busco un teléfono, no molestes—respondió fastidiada.

Alcanzó a ver una cabina telefónica al estilo ingles en la siguiente esquina. Fue un milagro que lograra reconocerla como tal, puesto que estaba cubierta por papeles promocionando mil cosas diferentes, desde paseadores de perros hasta la inauguración de un nuevo centro comercial al sur de la ciudad.

Marcó el número de Ayumi, que era el único que lograba recordar, o eso esperaba.

Diablos, la habían mandado al buzón de voz. Le dejó un corto mensaje diciéndoles que se había ido a casa con Inuyasha y colgó. Le lanzó una mirada asesina al muchacho, que se mantenía afirmado contra la puerta, cerrándola con su peso.

—Gracias por arruinarme la noche—exclamó fastidiada—Muévete, vámonos de aquí.

—No—contestó con firmeza—No me moveré hasta que te disculpes conmigo

—¿Qué? Estás loco. Yo no hice nada malo, y no tengo porqué pedirte disculpas.

—Si, si tienes—su voz era potente, y la acorraló contra la pared de la cabina poniendo sus manos a los costados de la cabeza de Kagome—¿Crees que es divertido verte allí vistiendo así de atractiva, y teniendo que aguantar a todos los sujetos que te comían con la mirada? ¿Crees que es divertido ver como otro te tocaba cuando yo me moría por hacerlo?

Kagome se quedó sin palabras ¿Qué era todo eso? Su enojo se disipó y todo lo que quería era besarlo, besarlo apasionadamente hasta quedar sin aire.

Se paralizó cuando sintió el aliento de Inuyasha chocar contra su cuello.

—No lo hagas de nuevo Kagome, no sé si podría soportarlo—dijo antes de empezar a besar su cuello.

Soltó un pequeño gemido cuando Inuyasha le pasó la lengua por la clavícula.

—Te prometo que no lo haré—respondió solemne.

Dejó caer su cabeza hacia atrás y cerró los ojos, disfrutando de las oleadas de placer que recorrían su cuerpo cada vez que Inuyasha la tocaba. Una de sus fuertes manos la sostenían firmemente por la nuca, atrayéndola hacia él; la otra fue bajando por su espalda hasta quedarse en la parte baja de ésta, desde donde poco a poco fue subiendo su falda.

Kagome arqueó la espalda hacia Inuyasha que poco a poco iba llenando de besos cada centímetro de su pecho, y enredó sus dedos en el sedoso cabello platinado, acercándolo más hacia ella, si eso era posible. De pronto sintió una sensación desagradable recorrer su espalda, abrió los ojos levemente justo a tiempo para ver que la puerta de la cabina se abría levemente, sus ojos se abrieron como platos, recordando el lugar en el que se encontraban y lo que estaban haciendo.

—¡Oh, por dios!—pensó.

Continuara...

muajajaja! quiero dejarlas con la duda, al menos un poquito jaja

en breve el siguiente capitulo, espero sus reviews! :D