Disclaimer: South Park pertenece a Trey Parker y Matt Stone.

Summary: Para Kenny, el amor se ha vuelto un sinónimo de la sangre en sus pulmones y los pétalos que caen sin permiso de entre sus labios.

Pareja: Stan Marsh/Kenny McCormick unilateral.

Advertencia: OoC gratuito. Lenguaje soez. Hanahaki Disease!AU. Intento de tragedia que más parece un melodrama.

Nota: amo los au hanahaki, no podía quedarme sentada sin escribir uno, aunque me quedó algo cortito (?)


petals blooming on the lips (and love songs bleeding in the lungs)


Aquel que haya dicho que el amor duele no podría haber estado más en lo cierto, ni más equivocado al mismo tiempo.

Al menos; eso es en lo que cavila en medio de la oscuridad de su cuarto, recostado sobre su estómago en su viejo y roído colchón, la cabeza girada hacia un lado mientras trata inútilmente de ahogar el sonido producido por su tos. No puede más que agradecer silenciosamente que sus padres se hubiesen emborrachado hasta dormir y que Kevin tenga el sueño tan pesado, y también que Karen haya ido a casa de los Tucker a pasar la noche; así al menos puede estar seguro de que nadie lo verá en esas condiciones— apenas siendo capaz de controlar las convulsiones provocadas por los ataques de tos, ahogándose en su propia sangre y saliva y en aquellas flores que escapan de su boca y a las cuales apenas es capaz de mirar, sin importar que no sea la primera vez que eso ocurre.

La primera vez que muere de esa forma.

Está bastante seguro de que no sobrevivirá esa noche.

Pero, ¿a qué iba con todo esto? Ah, sí— Aquella persona, quien quiera que haya sido, ciertamente debió tener una vida jodidamente dura para decir algo como eso. Para llegar a asegurar que el simple (y complejo) hecho de caer en el amor acarrea sufrimiento, sin excepción alguna. Kenny no puede evitar estar un poco en desacuerdo.

Porque el amor —oh, el amor— no se supone que duela. Se supone que es aquello que te provoca mariposas en el estómago cada vez que miras a esa persona; que hace que tus mejillas ardan y tu cerebro deje de funcionar —pero de una forma extrañamente agradable—, que tus pies se despeguen del suelo y te sientas flotar y ser capaz de tocar el cielo (él conoce bien esa sensación, tanto figurativa como literalmente) si extiendes la punta de tus dedos. Se supone que es un algo que te trae felicidad; que te hace sentir como un torpe optimista con la convicción de que todo en el mundo estará bien mientras esa persona esté a tu lado y te sonría, y te guíe a través de cualquier tiniebla o peligro.

El amor no es el que trae sufrimiento, no duele. Son esos absurdos sentimientos no correspondidos y esas putas flores las que duelen. Empero, ¿acaso hay alguna diferencia?

Y es que, para Kenny, el amor se ha vuelto un sinónimo de la sangre en sus pulmones y los pétalos que caen sin permiso de entre sus labios. Y, probablemente, al final sólo está contradiciéndose a sí mismo, sumergido en sus pensamientos sin sentido producto del hecho de que está agonizando. Reiría de no ser porque hacerlo sólo provocaría que escupiera más sangre.

No es la primera vez que pasa, pero siempre termina en ese estado, merced del dolor que se vuelve especialmente insoportable durante las últimas horas. No es la primera vez, ni tampoco será la última. Eso lo sabe.

Porque todo eso se ha vuelto una rutina; él moriría y, al volver a revivir se juraría a sí mismo que esa vez sería diferente— para después fallar miserablemente con tan sólo toparse con el rostro de Stan en cualquier oportunidad en la que se vieran, lo cual es bastante seguido considerando todos los años que llevan siendo parte del mismo grupo. Y le sería inevitable no volver a caer por su sonrisa, por su pasión por cualquier tema a favor de los animales, por cada uno de sus gestos, y sus ojos— tan azules como el mismo océano y a Kenny no le importaría zambullirse en ellos, ahogarse en ellos. Sería una muerte mucho más hermosa que aquella que su propio corazón lo obliga a experimentar. Una y otra vez.

E incluso, tras todo ese dolor, no puede decírselo. No puede confesarle todo a Stan. Que le quiere, más que como a un amigo, que no es una simple atracción física o algo por el estilo. Que ha muerto y muere cada día por él, por ese amor que sabe de antemano que no es recíproco. Decirle todo eso y mucho más, más de lo que alguna vez le ha dicho a alguien, más de lo que se cree capaz de poder expresar. Simplemente no puede.

Especialmente debido a que, además, sabe que Stan ya tiene a otra persona en su corazón.

Y él puede seguir adelante con todo esto— realmente puede; no es como si fuera capaz de morir del todo,a fin de cuentas. Aguantaría el dolor que conllevaba el amar a Stan tantas veces como fuera necesario, al menos hasta que, algún día, pudiese dejarlo ir. Porque parte de él mismo se aferra a esos sentimientos; como un náufrago a un salvavidas— o, más bien, como un adicto a su fuente de placer.

No quiere dejar ir esos sentimientos, no puede— y llegados a ese punto quizá sólo está divagando, perdido en cíclicos pensamientos que tratan de brindarle un último consuelo, totalmente inútil. Se refugia desesperado en la calidez imaginaria de Stan, aquella que sabe que nunca será suya.

Y las flores no dejan de caer ni de crecer en su interior, a un ritmo demencial. Mueve un brazo con dificultad, apenas siendo capaz de sentir los músculos trabajar por debajo de todo el dolor, hasta que es capaz de rozar una de las flores con la yema de sus dedos.

Gardenias. "Amor secreto".

Esboza una sonrisa temblorosa. Ciertamente no podría ser algo más apropiado.

Aquella sonrisa se mantiene en su semblante mientras exhala por última vez, los pulmones llenos de sangre y pétalos y un amor que nunca sería.