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Con un grito el amor desapareció, se diluyo como la juventud de su cuerpo. Y entonces los recuerdos se reflejaron sobre la pared blanca. El cinematógrafo en sus ojos proyectaba momentos borrosos; recreaciones de una mujer: más bonita o más fea, más infantil o más madura, más malévola o más angelical, más inocente o más lasciva, más inteligente o más estúpida… No había punto medio, esa mujer sólo había existido para cubrir el vacío de la vida; Alejaba a la muerte, fiel amante de todo ser vivo.
¿Amor? Un afrodisiaco para los suicidas, enajenación de un trastornado o una mentira dicha una infinidad de veces; con una vida parasitaria, sin ser eterna, sin ser inmortal; una abominación donde su creador se llama: SER HUMANO.
Intuyo que el amor es diabólico, sangriento, delicioso; escondido tras los genitales.
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