Disclaimer: nada de lo que podáis reconocer me pertenece, todo es propiedad de J. K. Rowling. Escribo fics sin ánimos de lucro.
Nota: ¡Hola! Aquí vengo con un nuevo fic, esta vez sobre Helena Ravenclaw. Esto es sólo una especie de prólogo, los capítulos "de verdad" serán los siguientes, con Helena de protagonista, y serán tres más de entre dos mil y tres mil palabras. Espero que os guste :)
Ahora, Victoire, espero que te guste tu regalo tanto como a mí me gustó escribirlo. En un principio ni siquiera me planteé hacer esta petición (me parecía algo complicada), pero después no pude dejar de darle vueltas. Llegué a la conclusión de que Rowena pudo haberse casado y por eso Helena tenía ese apellido, porque en realidad era el de su padre, pero ¿cómo de aburrido es eso? Así que me saqué otra cosa de la manga jiji No sé si he cumplido del todo con tu petición, pero espero que te guste de todas formas. Aún quedan otros tres capítulos, pero espero que estés contenta con la introducción :D
Este fic participa en el "Reto Especial: Intercambio de Regalos 2014" del foro La Sala de los Menesteres y está basado en la petición de mi AS, Victoire Black, en la que pedía un fic en el que se explicase por qué Helena Ravenclaw tiene el apellido de su madre y no el de su padre.
Prólogo:
Entre sombras
La habitación estaba escasamente iluminada por una serie de velas que titilaban a causa de la brisa fresca que entraba por la ventana abierta. El fuego que había ardido en la chimenea al comienzo de la noche se había convertido en cenizas frías, restos de la madera lamida por las llamas. Sin embargo, la figura claramente femenina que estaba tumbada sobre la cama de plumas y seda, no parecía notar el frío. Sonreía, satisfecha y llena de una profunda dicha.
—Estás preciosa así, tumbada en mi lecho. Desnuda para mí. —murmuró un hombre, saliendo de las sombras.
La mujer sonrió seductoramente, invitando al hombre a unirse a ella una vez más. Él observó a su amante sin recato, deleitándose ante la visión de su pelo negro cayendo en ondas por sus hombros, acariciando su piel nacarada y terminando por debajo de sus pechos pequeños. El deseo le recorrió como tantas otras veces y, dejando la copa de vino de la que había estado bebiendo, se acercó a la mujer con el hambre reluciendo en sus ojos. Hambre de ella.
Ella rió cuando el hombre se abalanzó sobre su cuerpo, dispuesto a todo. Le encantaba saber que tenía esa cantidad de poder e influencia sobre él. Sabía que si ella se lo pidiera, él haría que las estrellas cayeran del cielo. Y el sentimiento la excitaba como nada, la llenaba de satisfacción y felicidad. Sólo había algo que no conseguía dejarla disfrutar del todo, un detalle que no conseguía desterrar de su mente: ella no era su única mujer.
Trató de no pensar en eso, concentrándose en los labios de su amante bajando por su vientre plano, pero esa sensación de fastidio, de celos, ya la había asaltado y no habría nada que pudiera sacárselo de la cabeza. Ni siquiera la pasión del hombre.
—¿Qué te ocurre? —preguntó él, percatándose de que su amante no estaba respondiendo como se esperaba.
Ella salió de sus brazos, dándose la vuelta para quedar de espaldas, abrazando la mullida almohada. De pronto, se sintió fría.
—Quiero ser la única —dijo, tan bajito que fue un milagro que él llegase a escucharla.
—No puede ser —El hombre se alejó de ella, sentándose en la cama y haciendo una mueca. Habían mantenido esa conversación decenas de veces y él no era conocido por su paciencia—. Sabes que no tenemos esa opción.
—¿Por qué?
Se dio la vuelta, sentándose ella también, pasando sus brazos por el pecho lampiño de su amante. Le acarició lentamente, consciente de lo que ese gesto conseguía hacer con él. Poco a poco, fue bajando las manos para después subirlas rápidamente, jugando.
—Conoces la respuesta —murmuró, con la voz ronca por el deseo.
—Todo el castillo sabe lo nuestro, sólo tienes que deshacerte de ella y…
—Cállate —la interrumpió, levantándose de la cama y alejándose de los encantos de la bruja. A veces se preguntaba si no sería todo una artimaña suya, una poción de amor, pero no veía la forma de resistirse. Y la quería, Dios sabía que lo hacía—. No te permito decir algo así. Si hiciera tal cosa llevaría al país a una guerra civil. Tú eres mi amante, ella es mi esposa.
La mujer se levantó de la cama, exhibiendo su espléndida desnudez. Su cuerpo, blanco e inmaculado como la nieve de las montañas, parecía brillar a la escasa luz de las velas y sus ojos azules reflejaban toda su ira y celos. El hombre dio un paso atrás, amedrentado ante el poder que zumbaba a su alrededor, envolviendo su cuerpo.
—Entonces, ¿qué soy? ¿Una vulgar prostituta? —inquirió, casi escandalizada ante sus propias palabras. Sin embargo, llevaba demasiado tiempo guardándose su opinión y sus sentimientos—. ¿Eso es lo que esperas de mí?
—Yo no he dicho tal cosa —repuso él, molesto—. De todas formas, ¿qué es lo que tú esperas? ¿Pretendes que me deshaga de mi esposa, lleve a todo el país a la guerra y me case contigo? ¿Es eso?
—Yo… —Sin saber qué más decir, cerró la boca, pero manteniendo sus ojos furiosos sobre el hombre.
Se quedaron así, mirándose, decidiendo qué hacer a continuación. Ella no quería marcharse aún, no quería volver a Hogwarts, donde lo único que la esperaba era una Helga cada vez más distante, un Godric deprimido y un Salazar al que ya no era capaz de reconocer. Todo era gris y vacío sin él, aquel que una vez le prometió que cambiaría el giro de las estaciones por ella. Ese hombre que prometió que con él siempre sería primavera, la estación en la que se conocieron.
—Por favor, Rowena —La miró con más calidez, casi con súplica, y sonrió débilmente—. No quiero que te vayas. No quiero perderte de esta forma.
Rowena trató de mantenerse fuerte. No sería la primera vez que la ablandaba con palabras dulces y sonrisas tímidas. Eso era lo que la había enamorado, que no se parecía a los demás, que no era lo que ella había esperado de una figura de tanta importancia como él. Pero Rowena guardaba un secreto, algo que podría convencerle de convertirla en la única… o destruir todo lo que tenían.
Le miró, buscando algo de valor en su imagen. Habían compartido tanto… Rowena no se había hecho ilusiones, al menos no al principio, pero con el paso de los años, cuando él no la había desechado a pesar de ir haciéndose mayor, cuando ya no era sólo sexo, sino conversaciones a media voz, risas descontroladas y juegos de ajedrez, aderezado todo con retos de ingenio, había llegado a la conclusión de que había algo más. Ellos se amaban. Pero había demasiado que perder si se jugaban todo a la carta del amor. La situación era insostenible y Rowena ya no se sentía capaz de seguir con ello.
—Tengo algo que decirte —murmuró, llevándose una mano al vientre.
Aún no podía sentirlo, pero sabía que su bebé estaba creciendo ahí dentro. Había observado en otras mujeres los mismos cambios por los que su cuerpo estaba pasando, y sabía lo que significaba. Lo había degustado en su orina y lo comprobó tras dos meses sin que La Dama Roja la visitara. Estaba encinta.
—Adelante —la alentó él, feliz de ver que no se marchaba. La llevó hasta la cama y la sentó ahí, tomando sus manos en el proceso—. Habla.
Rowena le miró, indecisa. ¿Podría decírselo? ¿Debía decírselo? Por un momento pensó que era mejor callar, decirle que se marchaba y no darle más explicaciones. Pero la pequeña posibilidad de que la pusiera a ella y a su bebé por encima de todo, la posibilidad de que ese embarazo significase el fin de esos encuentros a escondidas, que se habían convertido en un secreto a voces, pudo con ella.
Tomó aire y confesó:
—Estoy embarazada.
—¿Embarazada? —inquirió, mirándola sin poder creerlo. Su rostro no traicionaba sus sentimientos, pero Rowena le conocía y supo en ese instante que no estaba contento—. Pero… Han sido tantos años que pensé… Tú no puedes tener hijos.
Rowena se levantó, ofendida. No había nada más insultante que decirle a una mujer que era estéril. No entendía por qué la insultaba así, ella se había sentido como la mujer más afortunada del mundo al saber que su útero no estaba muerto, que sus malos hábitos, producto del desapego que le tenía a la rutina alimentaria cuando trabajaba en algo que la apasionaba, no habían influido en su cuerpo a ese nivel. Era una mujer y, como tal, era perfectamente capaz de tener hijos, ¿no debería ser esa la mayor felicidad de un hombre: tener hijos con la mujer que ama?
—Resulta que sí —declaró, orgullosa—. Y será un varón, lo intuyo.
Eso consiguió remover algo en él, pero cuando la miró, Rowena no pudo ver más que fría determinación en sus ojos.
—Ya tengo un primogénito —dijo, aludiendo a los hijos que había tenido con su esposa, que eran más de los que Rowena podía soportar—. No necesito un bastardo que pueda disputarse el poder con ellos.
Aquello se sintió como una cuchillada en el estómago. Rowena vio todas sus esperanzas haciéndose añicos, cayendo al suelo en un montón desordenado. Estaba renegando de su hijo, del niño que era fruto de su amor. ¿O acaso se había estado engañando? ¿Hasta ahí llegaba el amor de ese hombre por ella? Con lágrimas no derramadas, Rowena se alejó todavía más de él y comenzó a buscar sus ropas, deseosa de escapar cuanto antes. Se sentía traicionada, rota y totalmente furiosa. Tenía que irse antes de cometer un error más, uno que podría ser fatal.
—Espera —Él intentó detenerla, pero Rowena ya se había colocado la túnica y se disponía a Desaparecerse—, ¡espera, Rowena!
Con un suave y casi silencioso pop, Rowena Ravenclaw se desvaneció totalmente, apareciendo a cientos de millas de los aposentos en los que había estado un segundo antes, con las lágrimas cayendo por sus mejillas y un nudo en el pecho que le impedía respirar. Se abrazó a sí misma, pasando las manos sobre su vientre compulsivamente. Echó a andar, casi sin ver en la oscuridad, pero consciente de que debía llegar al castillo cuya silueta se recortaba contra los primeros rayos de sol.
Siete meses después de esa fatídica noche, Rowena dio a luz a una niña, demostrando lo mucho que se había equivocado. En todo.
Esto ha sido todo por ahora, subiré más en las próximas horas :)
Muchas gracias por leer. Espero que os haya gustado la introducción al fic y que me dejéis algún review. Perdón si hay alguna falta o cualquier cosa, pero no he encontrado a ninguna beta que estuviera libre.
Muchos besos y hasta dentro de un rato XD
