Quería aclarar que soy de esas fanáticas de Rogue que piensan que solo Remy Le Beau es el único amor de Rogue… Y quizás, solo si saben escribirlo, una relación entre Rogue y Logan. Pero luego de ver varios años atrás X2, no pude evitar enamorarme del personaje de Pyro (por supuesto, el de la película) y me dio una leve piquiñita (un pequeño picor o escozor)… ¿Qué tal una relación amorosa entre esos dos? Por fin tuve los, ajem, el valor de escribir un fanfic y deseé hacerlo alrededor de Rogue y Pyro. Así que aquí una pequeña introducción.

Advertencia: Decidí postear la historia aquí, bajo M, por su lenguaje bastante rudo, más posibles escenas gráficas de sexo en el futuro. Desde ahora lo digo, o sea a que a quien no le guste esas cosas, por favor no lo lean. ¡Gracias!


Ella pensó que después de ser sanada todo volvería a su curso. Como si fuera un hechizo mágico, con un chasquido de sus dedos, todo sería perfecto y tendría una vida como cualquier otra jovencita. Una risa amarga se escapó de sus sensuales labios. ¡Qué equivocada estaba! Había sido una pendeja. Ella necesitó escuchar esa palabra en su cabeza de nuevo. ¡Pendeja, pendeja, pendeja! Era importante que no lo olvidara, haber creído que Bobby la amaba; eso sí había sido la más grande estupidez de toda su corta vida. Pero nunca jamás. Ya no era la niña ingenua que había entregado su amor a dos hombres para que se lo retornaran hecho añicos. Con apenas sus diecinueve años había aprendido muy bien su lección. Tratando de controlar su rabia, iba colocando sus pocas pertenencias en su bolso estilo militar. Ya no tenía sentido continuar viviendo en la mansión, nada la ataba a ese lugar. La escuela para jóvenes dotado de dones especiales no era el preciso lugar para una persona sin sus dones especiales. Era aterrorizante la posibilidad de un destino dudoso e indefinido. ¿Qué podía lograr ella, sin ningún tipo de certificación o estudio alguno para ayudarla a encontrar un empleo decente en la ciudad? Sin importar lo que podría hallar en la ciudad, no podía quedarse allí y torturarse con las presencias de Bobby y Kitty. Bobby abrazando a Kitty; Bobby murmurándole al oído de Kitty dulce frases de amor; Bobby mirando a Kitty como un mamón… No era ninguna mártir y no era su intención convertirse en una. Cerró el bolso y se lo echó al hombro. Dándole una última ojeada a su habitación, salió de ella cerrando la puerta tras de si en silencio.

Sus pasos se dirigieron a la habitación que Logan compartía con 'Ro. Ella colocó la frente sobre la puerta. No lo despertaría; Logan tenía un alto sentido del honor y contrario a lo que él le había dicho, estaba segura de que muy en lo hondo de su corazón sí la amaba como a una hija. No permitiría que ella se fuera. Cerrando sus ojos, rogó al cielo que Logan abriera sus ojos y viera lo hermoso y genuino del alma de 'Ro. Logan aparentaba ser un hombre que no necesitaba de nadie y proyectaba esta imagen de macho insensible. Pero ella sabía que no era cierto; muy dentro de él se escondía un hombre con grandes deseos de amar y ser amado. Solo 'Ro era la indicada para tan importante tarea. Les deseaba lo mejor a ambos y todas las fuerzas del mundo para que continuaran con la misión que el profesor Xavier les había legado. No debía demorarse más; sin ningún sentido de remordimiento, pasó frente a la habitación de Bobby y desde lo más profundo de su alma, le murmuró:

-Te puedes ir al carajo. – y alzando su mano, levantó su dedo del corazón.

Bajó las escaleras justo en el momento que tocaban el timbre en la mansión. Abrió la puerta para hallar en su umbral un hombre.

-¿Llamaron un taxi? –

-Si. – y sin mirar hacia atrás, subió al auto con destino a la estación del tren.


Encendedor en mano, clásico sonido de abre y cierra, John Allerdyce caminaba bajo la lluvia. De nuevo se hallaba solo, como se había encontrado a los treces años cuando sus padres descubrieron sus peculiares habilidades. Solo, a su suerte. Era mejor así. Entonces¿por qué aún a su cabeza venían las imágenes de un rostro hermoso, con dulces ojos marrones y una cálida sonrisa en sus sensuales labios? Desde que abandonó la Escuela para Mutantes, había tratado de luchar contra esos recuerdos, había intentado cerrar su corazón contra ese sentimiento que solo lograba hacerlo débil. Esa había sido la principal razón por la que había aceptado la proposición de Erik Magnus. Quería huir lejos de todo lo que ella despertaba en él y no podía permitir sentirse así. El estaba manchado, su alma estaba en completo estado de putrefacción, viviendo en la total oscuridad del rencor y el odio. No, definitivamente ella no era para él. Ella que era todo lo limpio, lo sublime, lo hermoso e inalcanzable. Para su total desesperación y rabia, admitía que Bobby si lo era. El era el tipo de hombre correcto, que nunca dudaría tomar el camino adecuado ante una encrucijada. Bobby, el chico digno de confianza, el buen chico que toda mujer aceptaría en su vida para amar y serle fiel por el resto de sus días. Pero a pesar de ello, se vio tan tentado…

-Estoy cansado de la misma mierda, que siempre nos traten como unos niños. Voy a entrar. –

-¡John!- exclamó ella¡cómo amaba escuchar su nombre en sus labios! – Nos dijeron que nos quedáramos aquí. –

El la miró, tratando de memorizar cada rasgo de ese bello rostro. Tan pronto bajara esa rampa no daría vuelta atrás y su vida tomaría un rumbo distinto al de ella. Por su corazón pasó una sola súplica, "Ven conmigo", para tenerla siempre a su lado. No era ningún idiota, sabía que ella sentía cierta atracción hacia él… y tampoco podía ser un egoísta para llevarla bajo un camino que solo podría traerle penas y dolores. No podía hacerle eso. Y solo le dijo:

-¿Siempre haces lo que te dicen que tienes que hacer?- y dando media vuelta, bajó por la rampa, dejando atrás su corazón y su alma.

¿Cuánto tiempo había transcurrido desde ese día? Quizás una eternidad… y quizás nunca había sucedido, siendo ella solo una creación de su alocada imaginación. ¡Qué no daría él para escuchar su voz solo una vez más! Escucharla decir "Johnny" como solía decirle en raras ocasiones, casi como una caricia, en ese acento sureño que adquiría su voz cuando algo la conmocionaba. Su cuerpo temblaba, desconociendo si era debido a las frías gotas que escurrían por todo su ser o porque necesitaba sentirla junto a él, de nuevo como en los viejos tiempos en que ambos solían escaparse al techo de la mansión a fumar porque dentro de los predios de la escuela no se estaba permitido hacerlo. Ambos riendo ante alguna broma o comentario sagaz del otro. Fueron muchas las ocasiones que se preguntó si Bobby conocía esa faceta de ella o si había sido honrado con esa dicha de solo presentarle a él esa refrescante personalidad suya. Momentos robados que solo le pertenecían a él, al loco piromaniaco de la escuela.

El tenía un pequeño cuartelucho en una de las áreas menos deseables de la ciudad de Nueva York. Nada agradable el lugar, algo sucio y desordenado pero un techo al menos para cubrir su cabeza. Aún no quería regresar a él. Prefería caminar sin rumbo alguno, no tenía deseos de dormir y si se acostaba, solo se dedicaría a torturar su alma con esos recuerdos que llevaba guardado en ese lugar especial que toda su presencia ocupaba. Caminando bajo la fría lluvia eran menos dolorosos. Sus ojos miraban ningun punto en particular, permitiendo que recorrieran sobre la desabrida vista que le ofrecía ese lugar, Por unos segundos sintió su corazón detenerse en su pecho; una figura bajo la lluvia. No podía ser, su visión tenía que estar haciéndole un juego cruel a su corazón.

-¿Rogue? –

La joven se volteó a mirarlo. Nada en la vida solía dejar sin aire a St John Allerdyce, excepto esos ojos marrones que lo miraban algo atemorizados.