Caminaba desesperado por el pasillo. Había dado fácil treinta vueltas frente la puerta.
Sabía que un parto era tardado, pero no sabía si era impaciente o en serio llevaba tiempo esperando. Fue tan inesperado el hecho que a Elena le llegaran los dolores de parto unas semanas antes de cuando le habían dicho que serían padres.
Tantas cosas rondaban por su mente. La menor de sus preocupaciones era si sería el padre de un niño o una niña, si era uno o más, si se vería como él o Elena, pues lo que más le angustiaba, y por lo que rezaba, era que ambos estuvieran sanos.
Finalmente escuchó como abrían la puerta de la habitación donde su esposa estaba en labor de parto y se dirigió a ella para encontrarse con los laguz enfermeros y enfermeras que habían recibido a su pequeño.
Uno de ellos con orejas cafés y ojos azules le sonrió.
–Felicidades señor Greil…–sintió un gran alivio al escuchar eso–…fue un varón…
En cuanto terminó la frase entró al cuarto, solo para ver a su esposa medio recostada en una pila de almohadas, sus azules cabellos normalmente bien peinados estaban desalineados y su cara reflejando cansancio, pero sus ojos celeste veían con amor infinito al pequeño bulto que llevaba entre sus brazos.
–Greil…–le habló con una dulce y cansada voz–…ven a ver a nuestro hijo…
No necesitó que le dijeran dos veces, pues se dirigió a la enorme cama donde ambos estaban y se sentó en el borde con cuidado de moverlos demasiado.
Entonces vio los azules y rebeldes cabellos que salían de las sábanas. Se movió un poco, revelando su blanca piel, la cual heredó de su madre, así como su nariz.
Sonrió al ver como dormía pacíficamente y se acomodaba en los cálidos y amorosos brazos de su madre.
Se veía tan frágil…
Tan delicado…
Dos nuevos sentimientos nacieron al verlo: amor infinito e incondicional, y miedo de perderlo…
Pero, por ahora no pensaría en lo último, y se dedicaría a consentirle como se debía…
No pudo resistir la tentación de remover su guante y acariciar su mejilla con suma delicadeza…
Era tan suave…
Le recordaba a la piel de su amada Elena…
Tampoco resistió en tomarla con firmeza y depositar un dulce beso en su frente, no sin antes remover sus cabellos con cuidado con su otra mano.
Al retirarse notó que un par de enormes zafiros le veían, analizándolo con cuidado.
–Son…–dijo en un susurro.
–…Tus ojos amor…–completó la peli azul de la misma manera. Greil soltó un par de lágrimas de emoción y volvió a acariciarle.
–Hola bebé…–no quiso contener unas cuantas lágrimas de alegría que le invadieron. El pequeño ladeó un poco la cabeza, como si estuviera confundido, sin dejar de mirarle fijamente–…soy tu padre…
Y como si su hijo le hubiera entendido, sonrió. El corazón del castaño dio un vuelco de alegría al presenciar lo más hermoso que había visto en la vida: una sonrisa de su pequeño hijo Ike, y juró que haría lo que fuera con tal de que él siguiera sonriendo…
;u; belleza y amor en su más puro estado uwu
Tuve esta idea en la mañana y no pude no escribirla ;u;
Espero les haya gustado tanto como yo y si fue así te invito a dejar review y a leer mis otras historias.
Nos leemos ;u;
