Disclaimer: Ronja Rövardotter/Sanzoku no Musume Ronja y sus personajes son creaciones de Astrid Lindgren
Hola, gracias por entrar n.n
Dudé mucho de la categoría en la cual debería publicarlo, sólo he visto el animé y en él me basé para escribir esta breve y sencilla escena. Me decidí por la categoría Books porque al menos estará anunciado con el nombre que le corresponde.
Disculpen por los posibles fallos y gracias por leer :D
Sucedió en verano
Una vez que terminaba de bañarse, Ronja tenía que sentarse en un banquillo y ofrecer la cabeza para que su madre pudiera pasarle un peine fino, no tanto para desenredarle el pelo como para combatir la amenaza de los piojos. Era una costumbre tan dolorosa como agotadora, pero la niña comprendía la necesidad y se armaba de paciencia.
Para sobrellevar el momento se distraía con algunos recuerdos, aquellos que la llevaban a lugares cálidos y coloridos, aquellos que le hacían sonreír. Esa mañana en particular evocó uno que le provocó risitas llenas de picardía, captando pronto la atención de su padre.
-¿De qué se ríe mi amada hija el día de hoy? –indagó afectuosamente-. ¿El peine hace cosquillas? ¿Lovis te contó algo gracioso? ¿Caminan hormigas sobre tu panza?
-Yo no tengo nada que ver –aclaró Lovis, más concentrada en el procedimiento que interesada en el intercambio.
Ronja miró a su padre con ojos brillantes y el rostro algo enrojecido aún por las risas pasadas, pero no respondió. Mattis se intrigó todavía más.
-¿Acaso has visto a mis ladrones haciendo sus ridículas piruetas? ¿O asististe al espectáculo de ver comer a Borka?
Al decirlo y evocarlo, esta vez fue Mattis el que soltó una carcajada. Su hija rió también tratando de no moverse mucho para evitarle complicaciones a su madre, y unas lagrimitas saltaron de sus ojos debido a los tirones que sufría. Cuando su padre reparó en esa curiosa mezcla emocional, se paralizó por un instante al comprender lo cerca que estaba de convertirse en una mujer.
Ansioso por la falta de respuesta, Mattis insistió sin poder disimular su infantil curiosidad.
-Vamos, ¿le dirás a tu querido padre qué tanto te hace reír esta mañana?
Ronja volvió a mirarlo con picardía. Lanzó otra risita por lo bajo, provocada esta vez por el empeño de aquel hombre.
-Un recuerdo –dijo por fin-, el recuerdo de una aventura que sucedió en verano.
Durante los instantes que siguieron Mattis aguardó con expectativa que agregase algo más, pero Ronja se limitó a componer una traviesa semisonrisa, reservándose la información. Dado lo inconmovible de aquel silencio, él retrocedió por fin, desalentado. Advirtió además que se trataba de un recuerdo relacionado con Birk y que jamás se lo contaría.
Suspiró con melancolía. ¿Qué había sido de la pequeña que corría siempre hacia sus brazos para contarle lo que había hecho durante el día? ¿Adónde se había ido? ¿Y por qué diablos tenía que compartirla con un mocoso que apenas reconocía su autoridad?
Intentó hacer un esfuerzo para aceptarlo, para resignarse, pero le costaba demasiado. Ronja era su mundo. Agradecía que pudiera crecer entre tantos momentos felices y escasas frustraciones, pero le resultaba duro que casi ni unos ni otros tuvieran ya que ver con él.
Mattis maldijo por milésima vez al perpetuo ciclo de las estaciones, que le negaba los mejores veranos de su hija. Pero más protestó contra el tiempo, que se la llevaba siempre a otra parte.
