Uno.

Dos.

Tres golpes le aticé al saco de boxeo.

Sus nudillos arden a pesar de estar utilizando vendas, pero no le molesta.

Uno.

Dos golpes más.

Ya llevaba entrenando bastante tiempo, pero no quería descansar, necesitaba sacar toda esa frustración encima.

Desde hace un tiempo se sentía de esa manera y la única forma de sacarlo de su sistema era lanzar puñetazos y patadas a ese saco de boxeo a diestro y siniestro hasta desfallecer, era su medicina y terapia.

Entrenaba desde pequeña, comenzó a los seis años con karate a petición de su padre, luego a los once con aikido y ahora a sus diecisiete años a judo.

Si, tiene una larga carrera en las artes marciales. Pero ese no es el punto, al fin y al cabo lo hace para aplacar su impulsividad y su hiperactividad crónica, por decirlo de alguna manera. Entrenaba tres veces a la semana en la academia de judo de su escuela, suficiente para mantenerla a raya su efusividad. El cansancio era el remedio factible para aplacar la hiperactividad, al menos desde el principio, ahora le era cada vez más difícil controlarse, pero no es solo por su energía, sino por su histeria. Es por eso que estaba ahí en primer lugar, el entrenamiento en la academia es fantástico y siempre, de algún modo, la relajaba, pero ya no era suficiente.

Necesitaba cada vez más adrenalina, después de cada situación difícil que se le presenta, aunque sea mínima, espera que terminen las clases, cuando no haya nadie en la escuela salvo ella, luego se dirige al camerino de mujeres para cambiarse de su uniforme escolar a ropa deportiva para, finalmente, caminar en dirección al gimnasio y tener su tan ansiado entrenamiento exhaustivo.

Suponía que era el estrés al estar en el último año de la preparatoria, exámenes, la universidad, exámenes, el costo de su futura carrera, exámenes, ser la primera de su clase, graduarse con honores y, oh… más exámenes.

Sin embargo, no solo era eso… pero preferiría no pensar en aquello y enfocarse en lo más importante y esencial.

A quién engañaba, si estaba así no era un qué, sino un quién.

Desde hace un tiempo había… un chico. No es que le gustase o algo parecido, al contrario, el tipo le pone los pelos de punta y eso aumentaba su estrés y, por supuesto, su histeria. Pero ya no quería pensar más en eso, estaba entrenando para distraerse y olvidarse de todo, aunque sea tan solo un momento.

Dejó de dar puñetazos para levantar su pierna izquierda y propinarle una fuerte patada. De inmediato sintió la desagradable corriente eléctrica desde su empeine hasta su rodilla, de tal modo que su pie comenzó a palpitar del dolor. Con cuidado, se sentó en el suelo para sacar su zapatilla y, con lentitud, el calcetín. Toda la zona del empeine comenzaba a tomar un tono sonrosado con puntitos rojizos provocado, obviamente, por tremenda golpiza.

"Creo que esta vez me sobrepasé"- piensa. Ya llevaba un buen tiempo entrenando y debió parar apenas comenzó a sentir dolor, pero al menos no estaba su entrenador para darle una reprimenda por descuidada. Yamato-sensei es muy estricto, cosa que para ella le venía como anillo al dedo.

Pensó, que por hoy era suficiente, ya que para mañana tenía que entrenar nuevamente, pero con su equipo de la academia. Así que, sin más volvió a acomodarse la zapatilla y el calcetín en su pie herido, ya en casa tomaría los cuidados necesarios, por ahora solo quería ir a las duchas e irse de allí.

No dio ni dos pasos cuando sintió esa presencia que tanto la atormentaba, giró bruscamente con los pelos de punta, pensando que lo encontraría espiándola, pero no… no había nadie a su alrededor. El gimnasio era demasiado grande como para que haya corrido hasta la salida sin verlo, tampoco había nadie en las gradas, todo parecía indicar que estaba totalmente sola. Aun así, no podía sentirse tranquila, sin embargo pensó que tal vez se estaba dejando llevar por la paranoia y que no había nadie acechándola.

Con eso en mente, se dirigió hasta los camarines no sin antes de checar una última vez el gimnasio y cerrar la puerta con cerrojo… solo por si las dudas. Se duchó y se vistió en menos de lo que se demora Naruto en comer un tazón de ramen. Ya lista, con su uniforme escolar puesto y la mochila en un hombro, se fue del establecimiento lo más rápido que su pie lastimado le permitía hasta llegar al paradero y tomar el autobús.

No podía sentirse tranquila, sabíaque él la estaba mirando… observando desde algún lugar. Y más aún cuando estaba más expuesta y vulnerable, una chica sola en la calle cerca del anochecer. Claro que, Sakura no era cualquier chica, ella era capaz de defenderse sola sin ayuda, era fuerte, hábil y astuta, eso muchos lo sabían, pero al fin y al cabo era una chica como cualquier otra, por mucho lo fuerte que sea.

Soltó un suspiro, era mejor tranquilizarse, él realmente nunca ha hecho nada más allá de acecharla… bueno, eso sonó bastante mal, lo que quería decir era que nunca le ha hecho nada de nada, solo observarla como un maniaco que hace ponerle los pelos de punta, o aparecerse de la nada al lado suyo sobresaltándola, dejándola totalmente histérica. Lo peor es que no solo lo hacía en la escuela, sino que en todos lados, es como si la siguiera… no, corrección, la sigue por todos lados, en cualquier lugar donde ella está, él va. Al principio creyó que eran coincidencias, pero luego se dio cuenta que él siempre la mira cuando se encuentran… con esos penetrantes ojos negros que te taladran la nuca, haciéndole imposible ignorarlo. Así que apenas se lo encontraba, ella huía y, por supuesto, él la seguía.

Nunca se lo contó a nadie, pensaba que la tacharían de paranoica, pero más que nada, era porque si contaba sus sospechas, era asumir en voz alta que Uchiha Sasuke la estaba acosando, y eso era algo sumamente grave, tomando en cuenta de que nunca fue cercana al Uchiha. Si bien es cierto que tienen un amigo en común, y que por ese amigo se han encontrado en gran parte de su infancia, no significa que alguna vez hayan tenido algún lazo amistoso. Sería muy extraño e incómodo contar que alguien que conoces, pero no tienes contacto con él, te esté acechando. Sin embargo, si quisiera denunciarlo no tendría ninguna evidencia, él realmente no ha hecho nada malo contra ella, solo… él es muy raro… y no se puede denunciar a alguien por ser extraño.

Volvió a soltar otro suspiro. Optó por sentarse en la banca que estaba al lado suyo para esperar el autobús. Miró su reloj de muñeca; 19:40 horas. ¡Tenía veinte minutos para llegar a su casa! Tanto se le fue el tiempo entrenando y pensando que no se dio cuenta la hora que era. Su madre iba a matarla si llegaba tarde, a ella no le gustaba que anduviera de noche en la calle y más si está sola, su madre es igual o más histérica que ella. Comenzó a mover su pierna con nerviosismo, mirando la esquina esperando que salga el autobús de la nada, pero se resignó a que ese no era su día, y que tal vez su madre la regañe por llegar tarde a casa. Era mejor dejar de preocuparse, por su salud mental y tratar de mantener la calma, y que mejor con un poco de música.

Abrió su mochila y sacó sus audífonos. Estaba tan ensimismada buscando su Iphone que no se dio cuenta que alguien se sentó al lado suyo.

-–Oye... – dijo una voz profunda.

Sakura se sobresaltó y miró a su lado, casi se cae del espanto al ver quién era el que le hablaba. Allí estaba Sasuke, con sus penetrantes ojos negros observándola.

–Oye, tranquilízate– habló nuevamente Sasuke, se notaba que no estaba contento con su reacción, después de todo, su cara debió expresar auténtico terror al reconocerlo, y siendo sinceros, no era para menos.

–Ah… Hola... – dijo quedamente. No se le ocurrió que más decir, su boca se secó de repente y todo su cuerpo se quedó paralizado. Aun con vestigios del espanto ocasionado trató de serenarse y conservar lo poco que le quedaba de calma.

–Hmm – no es que Uchiha sea muy conversador que digamos, pero su silencio siempre la incomodaba, ahora más al estar tan cerca de él.

Trató de mirar a ambos lados de la calle disimuladamente, solo para darse cuenta que estaban completamente solos, ni un alma pasaba por las calles, ¿y si por fin se atrevía atacarla? Era el ambiente perfecto, sin nadie que los molestara y era prácticamente de noche, con tan solo un farol al lado de la banca que los iluminaba. Tenía miedo, era la primera vez después de mucho tiempo que estaba a solas con él. Siempre que se lo encontraba estaba acompañada y nunca, nunca, nunca le ha dirigido la palabra estando a solas… bueno, no desde que eran niños, pero esa es otra historia.

Observó la banca en donde estaban, era lo suficientemente larga para tener una distancia prudente entre ambos… pero él estaba prácticamente pegado a su costado, podía sentir su pierna expuesta por la falda de la escuela el calor corporal que desprendía de su pantalón gris… ¿acaso es su uniforme?.

Lo miró de arriba abajo, estaba con el uniforme de la escuela ¿acaso se quedó hasta tarde dentro del establecimiento? ¿Entonces si la estaba mirando entrenar? ¿Cómo pudo no verlo? ¡El gimnasio es demasiado grande! Eran muchas preguntas para su estresado cerebro, que en el fondo era mejor no saber.

–Toma. Se te calló esto. – Sasuke le tendió su Iphone de color rosa. Ella, con todos sus sentidos alertas, lo recibió evitando lo más posible el roce de sus dedos, pero le era imposible, se lo tendió de tal manera que su mano masculina ocupaba gran parte del aparato, pareciese que lo hiciera a propósito, eso de rozar sus manos. La idea era estúpida, pero estaba tan histérica que se creía cualquier cosa que pasaba por su mente.

–Gracias– Esta vez su voz sonó menos petrificada que antes, tal vez incluso un poco más segura, pero aun así se mantenía alerta a cualquier movimiento extraño de su parte.

Una vez con el aparato en la mano (e ignorando el contacto de sus manos) lo guardó atropelladamente dentro de su mochila junto con los audífonos, ya no tenía caso tenerlos en la mano, no creía que era buena idea escuchar música frente a él. Esperó a que se fuera, pero él se encontraba en la misma posición, observándola, como si estuviese esperando algo de su parte. Trató enormemente de evitar sus ojos negros y mirar hacia el otro extremo de la calle para ver si por fin aparecía el maldito y condenado autobús.

Sintió el movimiento de Sasuke, y ella, con la paranoia en la garganta giró bruscamente su cabeza hacia él. Sasuke, se posicionó frente a ella aun sentado en el banco, era obvio que no quería ser ignorado y la miraba como si estuviese esperando algo más de su parte. Sus ojos negros centellaban por la luz del farol, era una mirada exigente, sus brazos estaban cruzados, todo en él reclamaba atención. Así que se aventuró a preguntar.

– ¿Necesitas algo? – Preguntó bruscamente.

–…No realmente– habló en voz baja, como si estuviera pensando en algo. La expresión de sus ojos cambió, ahora más calmados, quizás hasta suaves, pero esa es una posibilidad muy remota. Lo poco que recuerda de él en su infancia, era un niño frío e inexpresivo, jamás le ha visto dirigirle a alguien esa mirada como lo está haciendo con ella… pero como nunca fueron amigos, no podría decir que fuera cierto, pero aun así... –Te llevo a casa, ya es muy tarde– habló de repente.

Eso no se lo esperaba, pero su respuesta salió de su boca sin si quiera pensarlo.

–No. – su negación salió más bien a un regaño, cuando tu madre te niega comer dulces antes del almuerzo y tú le preguntas una y otra vez hasta que ella te contesta con un rotundo no. Bueno, así fue como sonó. No era su intención, la verdad es que la tomó desprevenida, él nunca ha sido amable con ella, siempre la ignoró durante años. ¿Por qué ahora?

Pudo notar como sus facciones endurecían, mostrándose enfadado por su nada amable respuesta, y eso la asustó. Trató de enmendar su error, para evitar cualquier cosa que fuera hacerle.

–Yo… Lo siento, pero preferiría esperar el autobús, gracias. – dijo con amabilidad. No quería ser una pesada, pero tampoco quería su atención. Solo quería que dejara de hostigarla.

Sasuke, aun la observaba con algo de enojo, pero se fue apaciguando de a poco, pero aun así, se podía ver un destello extraño en sus ojos negros. Sakura, no sabía cómo interpretar esa mirada, nunca supo leer los ojos del Uchiha, ni si quiera cuando eran niños, y, en el fondo, tampoco quería saber.

–El último recorrido es a las 9, tendrás que esperar más de una hora– informó.

Se le cayó el alma a los pies. Era cierto, lo había olvidado, era imposible llegar a su casa antes de las 8, aunque no viviera muy lejos tampoco podía llegar a tiempo a pie.

–Mi auto está en el estacionamiento de la escuela. Vamos. – demandó. No espero respuesta de su parte y se levantó en dirección a la escuela.

No sabía realmente que sentir, si enojo por eludirla de esa manera o, sentirse agradecida por su ayuda. Optó por ambos, de todas maneras, no era la forma correcta de hablarle a una persona, pero por esta vez no diría nada, no fuera a que cambiase de opinión y la dejase plantada.

Se levantó dispuesta a seguirle, pero una punzada de dolor en su pie herido la hizo volver a sentarse. Casi había olvidado aquel golpe, no lo sintió mucho al caminar hasta allí, pero suponía que al estar sentada había relajado el músculo, por lo que al ejercer presión dolía dos veces más que antes.

Miró donde se había ido Sasuke, esperando a que se hubiera dado cuenta que no lo estaba siguiendo, pero la oscuridad de la noche no le favorecía la vista.

Trató nuevamente de levantarse, pero no tenía caso. Le dolía a horrores al ejercer presión, era mejor quedarse sentada y esperar a que Sasuke vaya por ella.

No es que ella confíe repentinamente en él, pero no le quedaba otra alternativa. No tenía auto ni mucho menos sabía manejar uno. Su madre tenía uno, pero lo vendió hace mucho. Podría haberla llamado para decirle que llegaría tarde y que la iban a dejar a casa, pero preguntaría con quién y, por ciertas razones, no quería que supiera que es Sasuke. Claro, podría mentirle y decirle que fue Naruto o Ino, pero su madre no es nada de tonta.

Primero. Naruto es pésimo conductor, chocó su auto cinco veces en menos de un año, dos de ellos salió herido (afortunadamente, en ambas no fue nada de grave, tampoco involucró a terceros) y lo han multado más veces que diez conductores juntos. No se arriesgaría ir con él ni estando a punto de morirse en llegar a urgencias, ni mucho menos por su pie lastimado y, afortunada o lamentablemente, su madre sabía eso.

Naruto, descartado.

Segundo. Ino tiene auto y maneja bastante bien, hubiera sido una opción aceptable sino le hubiera contado a su madre que Ino se fue de viaje con su familia a un funeral. Tal parece, fue el fallecimiento del tío de la prima de la media hermana de su madre, que nunca había visto y ni supo de su existencia hasta que se enteró que murió de viejo… En resumen, no llegará hasta el lunes que viene, y eso también se lo comentó a su madre. Aunque, podría decirle que llegó antes de lo esperado y que la dejará en casa… no, no servirá. Querrá darle sus condolencias. Rayos, Ino casi lo logras.

Ino, descartada.

Por último, Sasuke. Por obvias y lógicas razones, no le diría a su madre nada de NADA sobre él. Ya había dicho que no era cercana a él, ni si quiera cuando eran niños, pero la verdad es que hubo… momentos, por decirlo así. Ambos tenían a Naruto en común, y durante su infancia jugaba mucho con ellos, pero eso solo era porque Naruto estaba presente. Especialmente, porque casi siempre Naruto los invitaba a jugar a su casa con la intención de que congeniaran, nunca funcionó, pero debía reconocer que hubo algo… no era amistad precisamente, pero podía decirse que se llevaban relativamente bien en algún punto… pero eso no es relevante por ahora.

Al caso. De las tantas veces que fue a casa de Naruto cuando niña y su madre la iba a buscar, ella se ha topado varias veces con Sasuke.

No sé cómo, no sé por qué, pero su madre quedó encantada con él. Durante mucho tiempo, su madre le ha insistido en invitar a Sasuke a casa, claro que ella se ha negado de forma tajante cada vez que su madre saca a luz el tema. Ahora que están más grandes, los juegos de niños han quedado atrás, Naruto con el tiempo ha ido dejando de invitarlos a ambos a su casa, por lo que ya no veía Sasuke como antes, no hasta que entraron a la preparatoria y comenzara a hacer… lo que está haciendo.

En fin… cuento corto. Su madre no debía saber por ningún motivo que es Sasuke quien la iría a dejar a casa. Si le decía, lo más probable es que su madre lo invite a cenar, cosa que es bastante malo ya, que la vaya a dejar a casa, como para que se quede como invitado. Y eso no es lo peor, conociendo a su madre, lo más seguro es que se dé ideas totalmente erróneas entre ellos dos.

No entendía como logró caerle bien a su madre, ella ni si quiera aguanta a Naruto; por muy descuidado, hiperactivo e idiota que sea, no es una mala persona. Y su madre, no era un pan de Dios que digamos, era demasiado estricta y testaruda, además de poseer un ojo-detector de mentiras innato. Por eso, ni pensar en mentirle a su madre si quiere evitar un cuestionario que va cambiando cada vez que trata de mentirle, siendo imposible seguirle un patrón, pareciese que fuera entrenada esa mujer.

Por otro lado, ¿Cómo pudo Sasuke caerle bien a alguien como ella? Por guapo estaba segura que no, su madre no era superficial, y por más atractivo que sea el Uchiha, era evidente su frialdad y falta de emotividad en su persona…

No pudo seguir en sus cavilaciones al escuchar un ruido cerca de ella. Al levantar la vista, vio un automóvil negro con las ventanas polarizadas. Desconocía de marcas de autos, pero a juzgar su estilo no dudó de que debía ser muy bueno.

De repente la ventana del conductor comenzó a bajar, mostrando el rostro del Uchiha. Lucia algo molesto, suponía ella que debiese ser porque no lo siguió hacia la escuela. Así que, con apuro, pensando que se arrepentiría de llevarla a casa, habló.

–Am... Lo siento, es que tengo problemas con mi pie izquierdo– dijo dudosa. Su respuesta no pareció satisfacer a Sasuke, quien la miraba como si le estuviese mintiendo. –Me lastimé mientras entrenaba… – agregó.

Por segunda vez en esa noche (y quizás en toda su vida) volvió a ver esa mirada extraña en el Uchiha, era como si…

–Te ayudaré a subir– dijo de repente. Bajó del vehículo para ir a su dirección. Sakura no estaba muy segura si debiese dejarse cargar, pero no logró a protestar cuando Sasuke la levantó, con un brazo debajo de las rodillas y el otro en su espalda, cargándola como si no pesara nada hasta el asiento del copiloto.

Sakura se avergonzó, sintió sus mejillas ruborizarse ante la situación. Y se avergonzó más ante la posibilidad de que él la encontrase pesada. Eso era estúpido, de todas las cosas que pudiesen preocuparse esa sería la última de ellas.

Una vez adentro del auto, se dio cuenta de lo tibio y espacioso que era, hasta que Sasuke entró. Fue como si la hubiesen apaleado en el estómago y en vez de sentir dolor, sintió un frío extremo que le recorrió en todo el cuerpo. Toda vergüenza desapareció, dando paso al miedo.

Estaba dentro de un auto con el tipo que la sigue por todas partes, completamente sola e indefensa y con un pie herido. ¿En verdad la llevaría a casa?

–No voy a secuestrarte, si es lo que piensas. – adivinó Sasuke. No la miró en ningún momento, no fue hasta que se puso el cinturón de seguridad en que volvió a hablar. – Ponte el cinto– ordenó. Esta vez sus ojos se encontraron, pero como siempre, no leía nada en ellos, salvo una cosa.

Sasuke no mentía, al contrario. Estaba demasiado serio, como si le molestara el hecho de que ella hubiera pensado en esa posibilidad. Pero no podía mentirse con eso, él de verdad la asustaba, no solo el hecho de que la espiaba, sino que sus ojos tan serios y siempre inexpresivos, de repente empezaran a querer transmitirle algo, pero no sabía qué.

Con lentitud y sin dejar de mirarle a los ojos, Sakura fue colocándose el cinturón de seguridad. Con la mochila pegada al pecho, Sakura abrió la boca para decir algo, pero las palabras se le atoraron en la garganta, como si algo impidiera su liberación. Prefirió cerrar la boca por el momento, y pensar lo que tenía que decir después.

Sakura fue la que rompió el contacto de sus miradas y fijó su vista en la ventana.

–Vivo a cinco calles más arriba– informó Sakura. No hubo contestación por parte de él, pero se negaba rotundamente a mirarlo, no quería ver esos ojos observándola de la manera en que lo hace, porque le hace pensar en cosas que le dejaban dudas, pero que no quería responder.

Con la misma lentitud que ella, Sasuke encendió el motor del auto y comenzó a conducir en dirección a su casa.

Ambos iban en un silencio incómodo, Sasuke se limitaba en seguir las instrucciones dichas anteriormente por ella. Sakura lo miró por el rabillo del ojo, no pareciese querer romper el silencio, pero tampoco se le veía a gusto, luce más bien pensativo.

Un sonido proveniente de la mochila de Sakura interrumpió el silencio. Rápidamente sacó su teléfono celular, no sin la penetrante mirada de Sasuke sobre ella. Su corazón dio un vuelco al ver la pantalla; era su madre. Miró a Sasuke con aprensión. No quería que su madre supiera que iba con él, pero no sabía cómo mentirle o qué decirle.

Sasuke la miraba de vez en cuando, fijando su vista en ella y al teléfono al ver que no contestaba. Sin pensarlo, Sakura contestó antes de que colgara.

– ¿Hola? –

– ¡Sakura! Por Dios, ¿sabes la hora que es? – exclamó su madre. Se notaba que estaba preocupada y se sintió muy mal por eso. Rápidamente miró la pantalla del teléfono para comprobar la hora; eran pasadas de las 20:30.

–No me di cuenta, en verdad lo siento muchísimo. No quería preocuparte– contestó arrepentida– voy en camino– agregó. Rezó para que no le preguntara más del asunto y librarse de la situación. Miró a Sasuke, estaba concentrado en el camino, pero sabía que estaba atento a lo que decía.

–De acuerdo…pero no llegues muy tarde, jovencita– advirtió su madre. Casi se le escapa un suspiro de satisfacción. No tendría que mentirle, solo tenía que asegurarse en distraerla y evitar que no escuchase el ruido del automóvil.

–Ya casi llegamos– habló Sasuke.

– ¿con quién estas? Escuché a alguien– preguntó con sospecha su madre.

Sakura casi se atraganta con su propia saliva. Miró a Sasuke con los ojos abiertos, y pudo ver el reflejo de una sonrisa pasar por sus labios. ¡Lo había hecho a propósito!

– ¡Nadie! No es nadie, jeje– rió nerviosamente, sabía que no le creería, así que agregó –debe ser alguien del autobús– mintió con descaro. Sasuke ya no se molestó en disimular que no escuchaba, esta vez la miró directamente asegurándose de lo que estaba diciendo.

–Mentira. –

Ni le creyó un poquito, no tuvo tiempo ni si quiera a pensar que más decir, cuando Sasuke volvió hablar.

–Ya llegamos–

No se dio cuenta que ya estaban frente a su casa. Estaba a punto de salir a rastras del auto y echar como sea al idiota de Sasuke, cuando se dio cuenta que su madre la miraba por la ventana del segundo piso con el teléfono en la oreja.

–Sal de ese auto en este instante– habló cortante.

"Estoy frita" –pensó con derrota.

Su madre cortó la llamada y desapareció de la ventana. Sakura guardó con torpeza su teléfono, estaba preocupada. Esto era lo último que quería que pasara.

Miró a Sasuke con odio, ahora tenía que vérselas con su madre. No pareció inmutarse por su mirada y de la nada, se bajó del auto. Sakura pensó que ya no podría ser peor, hasta que él abrió la puerta del copiloto y le tendió la mano.

–Estás lastimada, ¿recuerdas?– dijo al ver que lo miraba extrañada.

– ¿Por qué lo hiciste? Ahora me bombardeará con preguntas– preguntó enojada. Se cruzó de brazos negándose a bajar del auto.

–Solo dile la verdad– dijo con simpleza. No parecía preocuparle de que podría pensar su madre al verlos, pero a ella sí que le importaba.

–No entiendes, no puedo– confesó.

Sasuke la miró con una chispa de sospecha en sus ojos.

– ¿A que le temes?– preguntó, mirándole a los ojos. Sakura se sonrojó, no quería decirle, porque crearía un ambiente extraño entre ellos, y la verdad se vería muy infantil diciéndoselo.

– Olvídalo– dijo sacudiéndose la cabeza, como tratando de sacar un pensamiento de su mente. Ya derrotada y asumiendo su destino al entrar a esa casa, desabrochó el cinturón de seguridad y sin mirar a Sasuke, trató de levantarse por su cuenta.

Ignoró olímpicamente la mano de Sasuke y, apoyando su peso en un solo pie, se levantó afirmándose del auto como soporte, pero no trató de ir a su casa. Se vería realmente estúpida saltando de un pie, y ya bastaba con su persona para también tener que aguantar eso. Se rehusó a mirar a Sasuke, todavía enojada por lo que hizo, y es que, ¡lo hizo con el propósito de fastidiarla! ¿En que estaba pensando ese sujeto?

Ambos se dieron la vuelta al escuchar un ruido que provenía de la entrada del hogar. La madre de Sakura se hizo presente en segundos.

Era exactamente igual a Sakura, salvo por el color de cabello, el de Sakura es rosa y el de la madre castaño claro, pero ambas tenían la misma cara y los mismos ojos jades. Era delgada y ligeramente más alta que Sakura, pero ante todo, era realmente bella… igual que Sakura.

En ese momento, se encontraba con un delantal de cocina, con los brazos en jarras, mirando a Sakura con desaprobación. Pero, a continuación, al reparar en Sasuke, su expresión cambió de molesta a sorprendida.

Los dos estaba en silencio, expectantes a lo que diría la madre de Sakura. Al principio parecía no reconocerlo, pero luego de un par de segundos un brillo de reconocimiento asaltó en sus ojos. Y comenzó a mirar a ambos intercaladamente, sin dar crédito a lo que veía.

Sakura pudo ver en esos ojos, iguales a los suyos, lo que tanto había temido. Reconoció esa chispa de picardía al enterarse de algo grande y, con horror, vio cómo su madre abría la boca para decir lo último que quería que sucediera esa noche.

–Ustedes… – una sonrisa bailó en su rostro.

–Sakura se lastimó el pie durante su entrenamiento. Yo solo la ayudé a llegar a casa– interrumpió Sasuke.

Sakura lo miró sorprendida de su ayuda, no se esperaba que el Uchiha la justificase. Sasuke la miró de reojo, y pudo ver un nuevo destello en su mirada, como si supiera algo que ella no.

–Ah…– Habló su madre, se veía ligeramente confundida, aun mirando a ambos de forma intercalada –entonces ustedes dos no… –

–No– esta vez respondió Sakura. Aún estaba perpleja por Sasuke.

–Oh… de acuerdo– Ya recompuesta de la sorpresa, su madre se acercó a ambos, para ayudar a Sakura a caminar –muchas gracias, Sasuke– le habló con una sonrisa –me alegro mucho de verte de nuevo, siempre le he dicho a Sakura que te invite a cenar a casa, pero no escucha– confesó con una mueca en su rostro.

A Sakura le ardieron las mejillas de la vergüenza, de todas las cosas que pudo haber dicho su madre, esa es la más humillante. Sasuke la observó con las cejas levantadas de ligera sorpresa, pero no comentó nada. Solo la observó momentáneamente hasta posar nuevamente su atención en la madre de Sakura.

– ¡Ya sé!– exclamó la madre de Sakura – ¿Por qué no te quedas a cenar con nosotras? Es lo menos que puedo hacer, después de tomarte la molestia de traerla a casa– dijo con ojos brillantes.

Sakura lo miró con ojos suplicantes, rezando para que no aceptara la oferta. Él le devolvió la mirada, debió darse cuenta lo que quería decir con los ojos, porque su expresión tranquila cambió a una más fría.

–No, muchas gracias– siseó Sasuke. Casi pareciera que le desagradó la muda suplica de la chica, pero si le afectó o no, es lo de menos (a opinión de Sakura) – debo ir a casa– habló por lo bajo.

La señora Haruno lo observó fijamente, sopesando las posibilidades o, según Sakura, está evaluando sus expresiones. Si averiguó algo o no debajo de esa mirada fría, no lo expresó, al contrario, mantuvo su sonrisa en todo momento. Esto frustró a Sakura, era como si su madre ya supiera lo que hay detrás de esa capa de hielo, esa frialdad e indiferencia que muestra los ojos negros del Uchiha.

– ¡Bueno! – habló su madre, rompiendo la incomodidad del ambiente, como si no hubiese pasado nada. –espero volver a verte por aquí Sasuke, es grato encontrarte de nuevo, ¡y pensar que casi no te reconozco! Haz crecido mucho, eres todo un hombre ahora...

–Mamá– cortó Sakura. Por muy analítica que sea su madre respecto a las expresiones de las personas, ella olvida con frecuencia que no las conoce realmente. Sasuke no es una persona muy comunicativa, y sabía que le incomodaba el parloteo, si es que no le desagrada ahora (culpa de Naruto, que desde niño, lo perseguía y parloteaba sin descanso) –Sasuke debe estar cansado, después de todo se tomó la molestia de llevarme a casa– agregó.

Sasuke la miró de reojo. No lo dijo directamente, pero era un agradecimiento por ayudarla. Al parecer captó el mensaje porque asintió quedamente. Volvió su mirada a la señora Haruno que lo observaba aun con una sonrisa.

–Buenas noches… – se despidió Sasuke.

–Buenas noches, Sasuke ¡saluda a Mikoto de mi parte! –volvió a exclamar la madre de Sakura.

Sasuke se limitó asentir, mientras que abría la puerta de su auto. Antes de desaparecer por la puerta del automóvil, puso sus ojos en los de Sakura. Era una mirada penetrante, de esas que le perforaban la nuca cuando la observaba desde lejos, como queriendo llamar su atención. Fue solo un segundo antes de correr la mirada y cerrar la puerta.

Ambas mujeres observaron como el Uchiha hacía rugir el motor y desaparecía en la oscuridad de la noche.

Sakura pensaba... "¿qué situaciones debió pasar él para tomar decisiones que le orillaron hasta este punto?". Podía oír a su madre regañándola por su falta de consideración mientras la ayudaba a entrar a la casa. "¿En qué momento pasó de miradas furtivas a observarla y perseguirla a dónde fuera?". No sabía cómo, pero estaba en su habitación sentada en su cama, en tanto su madre estaba arrodillada frente a ella sacando su zapato de su pie lastimado. "¿En qué momento todo esto evolucionó a algo más? no sé si era personal o íntimo la palabra adecuada". Su madre ya había curado y vendado su pie izquierdo, en ese instante la está ayudando a sacarse el uniforme y colocarse el pijama. "¿En qué momento pasé de ser… la molesta de pelo rosa… a ser el centro de su atención? Nunca me había mirado de esa forma, no hasta hace algunos meses". Su madre le susurró un buenas noches antes de irse, pero estaba demasiado ensimismada como para devolvérselo. "¿En qué jodido momento comenzó a fijarse en mí?". Sakura abrió los ojos desmesuradamente ante los hilos de sus pensamientos la estaban llevando. "No… no, no, todo menos eso". Y antes de que su mente sacara conclusiones, se dio vuelta en su cama manteniendo la mirada fija en la ventana, tratando de evitar pensar en el Uchiha.

Pero la oscuridad de la noche no la ayudaba mucho, la histeria que había dejado hace pocos minutos volvió con intensidad. Y es que… ¡¿qué demonios había hecho ella para merecer esto?! Le costaba creer que al Uchiha le interesa al sexo opuesto, y le costaba aún más pensar… que Uchiha Sasuke gustase de ella…

"¡Agh! Después de todo, creo que no estaría mal seguir siendo la molesta de pelo rosa"

Y con ese último pensamiento, cerró sus ojos entregándose al sueño.