Renuncia: todo de Sui Ishida.

Prompt: 001. Pasado [Tabla "Tiempo"; minutitos]

Advertencias: lime, porno suave eh, algo.

Nota general: Iba a escribir un Nishio/Kimi hasta que… no sé, dah. No había hecho un smut en TG y como que me corrompí por mi misma ¿? Losientomuchoestoesunaabominación. Ignoren mi (intento de) literatura erótica que avergüenza hasta a un fan de 50 sombras.


i. Magia

No es mágico.

No es suave (es decir, él intenta serlo, pero la situación tilda más bien de sosa) ni resuenan las campanas como si fuese una boda, o un funeral. Aunque ¿por qué no? Quizá sea así. Puede, si ellos expresan sus anhelos en voz alta.

Y es que si le pregunta —su conciencia— de quién es la unión, Ken contendría una exhalación, un par de segundos en que los pulmones no le van a fallar y respirar no duele (tanto) antes de contestar que sus cuerpos. Sus cuerpos que se entremezclan, cual ingredientes preparados con sumo cuidado en una bebida caliente. Y si la interrogante se refiere a quién entierran, es a su autocontrol y temores.

(Y todo arde, hacen combustión espontanea y se incineran al unísono).

Es posible que quizá haya contraído fiebre, igual.

El aire es húmedo, pegajoso, y siente las mejillas tibias, desciende el sudor mientras Kaneki procura no hacer el ridículo con su obvia falta de experiencia pese a que la nota también torpe e indecisa. Ella finge que no, pero sí —"sí" a que sus manos se posen dubitativamente en las montañas de su cuerpo, busto y caderas y las recorra lentamente como un viajero que se toma su tiempo; "sí" a que ladee el cuello para que sus bocas se encuentren de la mejor manera y Touka de uno (varios) siseos (s), "sí" a que sus caderas choquen y encajen, siendo ellos rompecabezas donde todo está en su lugar—.

Porque es bruto al principio y todavía se mantiene así, sin embargo para Ken es de lo más natural tener a Touka entre sus brazos (y piernas).

Ella le va guiando, se retuerce un poco y le entierra las uñas sin intención, tatuándole un montón de líneas rojizas inconexas y diminutas salpicaduras de rojo-pasión. Ken contiene un sonido gutural más animal que humano y avergonzado, como disculpa, se calla. Recibiendo un jaloneo sutil en el cabello —negro, tan negro que la absorbe— por parte de Touka a manera de reproche.

No te contengas, conmigo más que nadie, sé tú mismo (porque este tú que eres ahora, me será arrebatado, y quiero atesorarte mientras sea capaz antes de que te transformes en estática incolora). Y él no la entiende, ¿cómo podría perderlo si no piensa irse a ningún lado? De todas formas, obedece. Con esa debilidad fuerte que lo caracteriza, Ken le alza el dobladillo de la falda y escarba con los dedos en la jungla negra que hay entre sus muslos; inexperto y torpe, ganándose ruidos sordos y un jadeo que aumenta a la par de la temperatura. Cree que lo hace bien. Decente, por lo menos.

Y estoy enfermo claro que sí muy enfermo y me inquieta contagiarte con esta calamidad que acrecienta mi fiebre pero aún así

«No me iré».

Desabotonan los botones, ayudándose mutuamente. Kaneki traga saliva, en ese estado entre la razón y el instinto.

Touka se remueve con la impaciencia acariciándola a la par de él. Se resbala la blusa y considera que las clases de biología en Kamii no le prepararon para esto. Oh dios, está tan nervioso. No obstante, se distrae, lo suficiente, con la piel lechosa. Dos lunas rosadas de las cuales se asume astronauta, llevándoselas a los labios. Chupando. Lamiendo. Con Touka tan expuesta debajo de él. Con ese lado que no muestra a nadie a menos que sea digno —y tú lo vales todo, idiota Kaneki—. Y vuelve a procurar no arruinarlo, ser dulce como a las chicas se supone les encanta, aunque urja de comerla

(no a ella literalmente sino su enfermedad; la que Touka le otorgó. Un sentimiento —amoramoramor— el cual con desesperación necesita engullir para no estar del todo vacío en el futuro).

Y yo te lleno ahora, pero Touka-chan, mis entrañas ruegan por afecto.

¿Está mal, acaso?

De alguna manera, capta, de alguna manera, Touka se lo da. No, no es así. Sin restricciones. Ni pedir nada a cambio.

«Sólo no me dejes».

Y por eso ella—

justo cuando él va a entrar, rompiendo puertas y ventanas interiores

justo cuando se mecen, como una ola

y los gemidos simulan ser parte de una sola persona, no dos.

—le besa.

(no los labios, sino el alma).