Pareja: Yullen.

Disclaimer: D. Gray-man no me pertenece, es de la queridísima Katsura Hoshino.

Esto va dedicado a Bonnie.

¡Feliz cumpleaños Bonnie!

Con amor para tí.


Tal vez siempre estábamos destinados a decir adiós.

Siempre lo supe, que tú destino y el mío no se entrelazaban. Que la palabra "Juntos" no se aplicaba a nosotros. Pero tú no te rendiste, luchaste por lo que creíste era lo correcto, y te detuve un millón de veces, te grité otro millón más. No porque no quisiera lo mismo, sino porque sabía que eso no era posible. Nunca lo dije en voz alta, pero no quería verte lastimado.

¿Y ahora qué?

¿Qué quedó de todo aquello?

Solo yo, en la nieve, abrazando tú cuerpo frío como si fuera el cristal más fino. Y para mí lo era.

Maldiciéndote como siempre lo hice. Reclamándote la estupidez que hiciste, pero ¿qué podía esperar de ti? siempre fuiste un Moyashi idiota.

Allen... —Te llamé, como contadas veces lo hice; tocando tus cabellos. Tan blancos como la nieve que te rodeaba. Pero tú eras más puro que ella.

Besé tus cabellos, aquellos qué jamás volvería a acariciar. Recorrí con mis dedos tú rostro, el que no volvería a mostrarme una sonrisa. Mis alas acunaron las tuyas, con un último roce. Tú maestro siempre presumía que eran las más blancas de todo el cielo, y secretamente le daba la razón.

Con ojos acuosos y llenos de dolor e ira miré al cielo. El que ahora mismo odiaba más que nada en el mundo.

Y ellos se jactaban de ser los más justos, los correctos, los puros de corazón. Pura mierda.

¿Qué había de justo en lo que acaban de hacer?

Matar a sangre fría a uno de los suyos solo por no seguir sus órdenes, por mantener la imagen perfecta que se tenía de los ángeles.

¿No se suponía que el amor en todas sus formas seguía siendo amor?

Nunca pensó enamorarse, menos de alguien como él. Con un solo vistazo supo que lo iba a odiar, y lo hizo. Justo ahora lo hacía, por abandonarlo, por enseñarle a amar. Si hubiera sabido que iba a ser así, hubiera sido mejor nunca haberte conocido. Pero lo hice, te conocí, te odie, peleamos, nos gritamos, y por sobre todas las cosas te amé.

Te abrace fuertemente, así, incluso si venia una tormenta de nieve, ¿cómo podría sentir frío así?

Si pudiera me quedaría contigo aquí, para siempre. Pero entonces, ¿quién les patearía el trasero a los de arriba?

Con cuidado te deje en el suelo, tu cuerpo comenzaba a desaparecer. A volverse finos destellos blancos que subían al cielo. Me incliné sobre ti, mis cabellos, largos porque así te gustaban, acariciaron tu piel. Con un último beso en tus labios me paré.

Adiós, Allen.

Este era el final de nuestra historia. Y tal vez, siempre estuvimos destinados a decir adiós.