¡Hola!
Este es un reto para el intercambio navideño del Foro Proyecto 1-8 y va dedicadísimo para... *drumrolls* ¡Genee!
Traté de seguir tus instrucciones pero mi lado over-dramatic tomó el control. Este capítulo es pura cizaña, perdona por eso, pero se compondrá(?)
¡Feliz Navidad a todos!
Veredas
—¿Sabes? —Preguntó a su amigo, que estaba tumbado en una de las bancas de aquel parque que siempre habían frecuentado—, todos son unos mentirosos. Todos dijeron que iba a ser fácil, que estábamos destinados a estar juntos y seríamos la pareja perfecta.
—¿Vas a culparnos? Bueno, culparlos, yo jamás pensé que fuesen almas gemelas.
Sora apretó las manos dentro de sus propios guantes y recordó que habían sido un regalo de Yamato, el invierno anterior. Eran rosados y en las puntas de los dedos tenían unas gomas en forma de conejitos, para evitar que las cosas se resbalasen por el tejido. Recordó también que los había adorado, eran perfectos, Taichi le había dicho que eran demasiado rosados para ella.
—¿Cómo lo manejas tú? —Hizo otra pregunta, esperando que la respuesta ahora si le sirviera— ¿Qué te dijo cuándo le avisaste que vendrías a verme a estas horas de la noche?
—No lo sé… es decir, no le dije. No pensé que fuese necesario… pero ahora que lo mencionas realmente no he tenido esos problemas.
Sora rio nerviosa y se dejó caer a su lado. Las cosas debían ser al revés, se dijo mentalmente, debería ser capaz de colocar su cabeza en las piernas de su novio y estar incomoda al hablar con su exnovio, a mitad de la noche, en el parque en el que se dieron su primer beso. Pero no sucedía así.
[***]
—¡Finalmente! ¡No creí que viviría para este día! ¡Estoy súper feliz por ustedes! —gritó Mimi cuando se enteró que Taichi y Sora eran pareja. Justamente Taichi la había telefoneado para contarle, o más bien a Koushiro, que se encontraba siempre con ella—. Tienes que contármelo todo: ¿Cómo fue que te le declaraste? ¿Lloró? ¡Seguro que fue de lo más romántico! … Ta-Taichi… ¡deja de renegar!
Taichi miraba desde lejos la escena real de sus eternas pesadillas. Yamato, acostado sobre la banca de cemento mientras Sora estaba sentada al nivel del piso y con la cabeza a lado de la del rubio. Podía ver los labios de su novia moviéndose, es decir, se encontraba hablando con él. No sabía que Yamato se convertiría en su depósito de quejas, probablemente le contaba de la pelea que acababan de tener y que él había venido a remediar. Tal vez era bueno que los hubiese visto, porque lejos de saber cómo solucionar las cosas, le puso en perspectiva la relación.
Así como Mimí, reaccionaron todos al haberse enterado de su noviazgo. Habían mencionado las palabras: inevitable, inminente, destinado, y un sinfín de sinónimos más. Él se lo había creído, había caído de bruces en la alegría de tener a la chica que siempre amo para él. Más allá del amor, encontraba el alivio que había estado buscando por tanto tiempo, de saberse amado por ella. Alivio, amor, deseo, y todo aquello que había encerrado en un dique dentro de su corazón por todo el tiempo que ella estuvo con Yamato, lo dejó fluir.
Pero el que mucho abarca, poco aprieta; y la insistencia terminó por desenterrar la realidad. A Sora le daba miedo porque sus deseos iban más allá de lo que Taichi tenía para ofrecerle. Era normal, se lo dijo Mimi, Sora había estado en una relación seria con Yamato y estaba más allá de caminatas por el parque, helados y dedicatorias de canciones por la radio. A Taichi le dio pavor preguntar más detalles, de lo seria que pudo haber sido aquella relación, y de lo que Sora esperaba de él. ¿Quería más? Con mucho gusto, por él no había problema, él lo quería todo con ella.
—Creo que tu único enemigo es el 'qué diran', ya sabes.
Lo hizo todo, incluyendo las propuestas indecorosas, que deberían de haber sido completamente válidas: ahí Sora perdió todo el control. Salió corriendo… a los brazos de su exnovio, aparentemente.
Taichi sacó su celular y apretó el discado rápido del celular de Koushiro.
—¿Taichi? ¿Tienes idea de que hora es?
—Hola Mimí, ¿estás con Koushiro?
—…Sí. ¿Lo necesitas?
—Olvídalo, regresen a lo que estaban.
—¡Okay!
Colgó y antes de que su impulsividad le empujara a romperle la cara a Yamato, dio media vuelta y regresó a casa.
Había olvidado que cara pondría al llegar, odiaba traer sus problemas a casa, pero estaba demasiado ensimismado para darse de cuenta de lo que hacía. No fue hasta que Hikari le habló que cayó en cuenta de que había llegado y que estaba sentado en la sala de su casa.
—¿Estás bien?
—Sí, solo un poco cansado.
—¿Estás seguro? No te ves nada bien, estas pálido, y tienes la frente arrugada —Hikari se sentó a su lado y le acarició el cabello hacía atrás, para dejar su frente bien descubierta—. ¿Qué pasa?
—Tu novio pasa —le dijo sin pensar.
—¿Qué con Yamato? Pensé que ya no habría tanto problema ahora que estas con Sora, que entenderías lo que pasé al enamorarme de él.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Qué te incomode que salga con tu hermana menor. Ya no soy una niña.
Taichi le tomó por la muñeca y se la regresó, aunque muy delicadamente.
—No quiero decir más, por favor.
Hikari lo dejó ser, aunque solo por un par de segundos, después se tragó el temor que pudiese sentir hacia su hermano, y dejó que su preocupación tomara control de ella.
—Por favor, hablemos y solucionemos esto de una vez por todas —le rogó a Taichi, que apenas iba estirándose a alcanzar el control remoto de la televisión.
Taichi suspiró al mismo tiempo que se repasaba el rostro con las manos.
—Vale, hablemos. ¿Sabes que tu novio está consolando a la mía en este momento? ¿Puedes entender lo mucho que eso me molesta? ¡Es como si jamás hubiesen terminado! Todo el tiempo, es como si cargase con los dos, como si Sora estuviera esperando el momento en que me convierta en él y pudieran seguir con su historia.
Hikari apretó los labios para no soltar ningún quejido. Realmente esperaba que fuese otra vez el eterno pleito del hermano sobreprotector y no que Yamato estuviese solo con Sora a altas horas de la noche.
[***]
—Por supuesto que me afecta —Yamato finalmente había sucumbido a la honestidad que hacía su camino por su garganta sin que él lo quisiera—. Creo que siempre vamos a estar compenetrados, de alguna manera, siempre seremos parte de la historia del otro. Pero tú y yo lo sabíamos y lo discutimos cuando decidimos darnos una oportunidad a pesar de que todo mundo pensara que debías estar con Taichi. ¿Lo recuerdas? Fue igual de difícil, pero logramos superarlo.
—Yo no me siento mal cuando te veo con Hikari.
Yamato sonrió nostálgico: —Tal vez sea porque tú fuiste quien me terminó.
Sora tembló un poco, no era un tema que le agradara en lo absoluto.
—Tan solo tienes que recordar porque lo hiciste y podrás tener la clausura que necesitas. Yo soy feliz con Hikari, te lo prometo.
Sora se atrevió a estirar su mano y alcanzar los dedos fríos de él. Guante contra piel, Sora creyó que lo hacía menos íntimo.
—Taichi es avasallador. Siento muchas veces que espera tenerlo todo de mí, pero de esa Sora que conocía antes, creo que no se ha dado cuenta que soy diferente ahora.
—Entonces, ¿De qué va esa relación?
—Por todo lo que ha pasado, cualquiera diría que estoy con Taichi solamente porque él así lo quiere —aceptó Sora—. En realidad, yo tuve que robarle nuestro primer beso y decirle que dejara de hacer el idiota y me invitara a salir. Todas esas noches me sentí increíble a su lado, pensaba como es que habíamos dejado pasar tanto tiempo sin sincerarnos.
»No se qué pasó durante el camino, no sé cómo empezaron las dudas. Pero no dudo de Taichi, dudo de mí.
Yamato apretó el agarre de su ex novia.
—Taichi ha estado enamorado de ti desde antes que supiera que significaba eso. Cuando estuvimos juntos estuviste ahí para él como amiga, pero como mujer creciste diferente —le explicó, acariciando el tejido de los guantes—; Hikari va por ese mismo camino.
El comentario le provocó a Sora un estrepitoso sonrojo y volteó a ver a Yamato completamente alarmada.
—¡¿Tú y Hikari-chan...?!
—¿Qué? —lo comprendió de inmediato— ¡No! Yo lo decía en un sentido... diferente.
—Ahhh. Ya entiendo, creo.
Yamato aguantó todo lo que pudo pero terminó soltando una carcajada que acabó con el ambiente tenso y lleno de preguntas. Sora pronto se contagió de aquella risa incontrolable que rara vez Yamato dejaba salir. Ambos terminaron con el estomago adolorido de tanto reír.
—¡Hace tanto que no reía así! — exclamó Sora, corta de aire.
Yamato la miró, aún con una sonrisa en los labios, y de nuevo tomó su mano.
—Entonces eso es lo que tienes que hacer. Taichi es un bruto la mitad de las veces, pero te ama. Tómatelo con calma, ríe con él, y así encontrarán su propio camino; sin que tengan que repetir el nuestro.
Sora asintió bastante más animada y supuso que Yamato se reía a carcajadas con Hikari todo el tiempo.
c: no me mates por el alto contenido de Sorato, pls
