Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece
Este fic participa en el reto temático de junio "¿Qué hubiera pasado si...?" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Harry caminaba entre los andenes 9 y 10 de la estación de King's Cross. Hagrid, en su momento, no le había contado dónde se podía encontrar el misterioso andén 9 y ¾, donde podría coger el Expreso de Hogwarts, por lo que ahora Harry empezaba a sentir la desesperación corriendo por sus venas. No tenía ni pajolera idea de dónde estaba el dichoso andé si este existía de verdad. ¿Le estaría alguien tomando el pelo? Casi esperaba que sus tíos y su primo apareciesen ahora en el andén gritando ¡Inocente! y llevándolo de nuevo a su tortura estilo Cenicienta.
En un determinado momento, se dio cuenta de que tenía los cordones de una de sus zapatillas desatados. Se inclinó y se los ató, ya que era muy importante ir con los cordones atados. Varios tropezones y golpes contra el suelo daban fe de ello. Mientras se los ataba, ni siquiera se percató de una familia de pelirrojos que caminaba apresurada por el andén, cómo desaparecía y cómo, una a una, desaparecía a través de una gran columna. Harry seguía enfrascado en sus cordones.
―Menos mal que me leí el libro "Teo se ata los cordones", si no ahora mismo estaría sin saber qué hacer.
También pensó que, ahora que era un mago, cosas como atarse los cordones serían más fácil ¿Os habéis parado un momento a pensar la de cosas que serían más fáciles de hacer con magia? Como el eterno dilema del "Tira y Empuja" al llegar a una puerta. Harry sabía, a partir de ahora, que sería su varita mágica quien decidiría por él, no su cerebro, ¡bien!
Una vez acabó su complicada tarea, el muchacho se levantó y siguió buscando, cada vez con menos esperanza, el andén 9 y ¾. A decir verdad, incluso la hora de salida ya había pasado. Demasiado tiempo había empleado en los dichosos cordones de las zapatillas, hostias.
Horas después, ya había anochecido y Harry seguía vagando como un demente por King's Cross, buscando aún el andén 9 y ¾. Seguía pensando que todo era una broma, pero aún confiaba en encontrar el imaginario andén.
―Tengo frío y miedo ―temblaba el muchacho.
De repente, vio que tres figuras se acercaban, un hombre gordo, un niño aún más gordo y una mujer alta y espigada. Los tres corrían hasta Harry y, en cuanto llegaron y los dos gordos recuperaban aire debido a la carrera, señalaron al niño y gritaron.
―¡Inocente!
―¿Tío Vernon? ¿Tía Petunia? ¿Dudley? ―Harry no podía aceptar lo que ahí estaba pasando, que en verdad todo parecía una broma de sus tíos― Decidme que no es verdad.
―¡Inocente! ¡Inocente! ―gritaba Dudley.
―Todo ha sido una broma, pequeño tonto, el tal Hagrid es primo mío lejano ―confesaba Vernon Dursley.
―¿No iré a Hogwarts? ―quiso saber Harry, casi con lágrimas en los ojos.
Siguieron riendo.
―No, estúpido, Hogwarts no es real. Vamos, volvemos a casa, tienes que hacernos la cena, Cenicienta ―comentó su tía Petunia.
Cabizbajo, Harry siguió a sus tíos y a su primo. Por su parte, un hombre alto y barbudo caminaba por la estación, buscando a alguien o a algo.
―¿Harry? ¿Harry? O, por Merlín, ahora sí que la he hecho buena. Tendré que escribir a Dumbledore diciéndole que he perdido a Harry Potter. ¿Por qué no le explicaría cómo se llega al andén 9 y ¾? El chaval no me parecía tan tonto como parecía.
