Oportunidades

¿Qué hubiera ocurrido si Allen hubiera aceptado la oferta del Conde del Milenio en el capítulo 196? ¿Si hubiera tomado la mano de Tyki y se hubiera unido a la familia Noé?

"En apenas un segundo Allen tuvo en sus manos la vida de todos sus amigos, y tan solo tenía que pronunciar un sencillo "si" Parecía tan fácil, pero realmente no lo era, sin embargo al ver la mano extendida de Tyki Mikk –que realmente no le desagradaba- supo que estaba dispuesto a dejar de ser él mismo para salvar a sus compañeros, desde aquel instante ya no era Allen Walker, sino Neah Walker, el decimocuarto Noé."

Spoilers del Manga, si no habéis llegado al capítulo 196 leed bajo vuestra propia responsabilidad, quedáis advertidos. -Man pertenece a Hoshino Katsura y a la editorial Shuheisha (Shounen Jump y demás filiales) yo solo empleo sus personajes y escenarios para mi propia diversión no lucrativa. La historia contiene escenas no aptas para estómagos débiles además de las advertencias señaladas más adelante.

Mi primera historia basada en un manga/anime espero que os guste.

Atte. Pink_Spider1998

I

"Si te unes a nosotros detendré esta horripilante matanza"

La voz del Conde del Milenio se convirtió en un martillo que golpeaba su cerebro. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo podía actuar? ¿Era correcto entregarse a sus enemigos para salvar a sus amigos? En apenas un segundo Allen tuvo en sus manos la vida de todos sus amigos, y tan solo tenía que pronunciar un sencillo "si" Parecía tan fácil, pero realmente no lo era, sin embargo al ver la mano extendida de Tyki Mikk –que realmente no le desagradaba- supo que estaba dispuesto a dejar de ser él mismo para salvar a sus compañeros, desde aquel instante ya no era Allen Walker, sino Neah Walker, el decimocuarto Noé.

Con la cabeza gacha reconociendo su derrota dejó que Tyki le abrazara, al sentir los fuertes brazos del Noé rodeando su espalda y cintura se echó a llorar, dolía tanto haber sido derrotado así, pero pronto los dedos largos y elegantes le acariciaron el cabello calmándolo lentamente, el hombre apretó un poco más su abrazo y le susurró al oído –Bienvenido a la familia Allen- No contestó, no había razón alguna para hacerlo, solo descansó apoyando la cara sobre el hombro moreno que olía a sangre y miel. Se movieron en dirección al Conde al que fue ofrecido por Tyki como si de un regalo se tratara, su corpulento enemigo simplemente lo tomó por la cintura, lo abrazó aún más fuerte de lo que lo había hecho Tyki, y no lo soltó. Allen que se dejaba mover como una muñeca rota rodeó los hombros de su archienemigo acercando la boca a sus puntiagudas orejas –Dijiste que pararías esto si me iba con vosotros, ya lo he hecho, ahora libera a Alma Karma de la materia oscura- El sonriente pero sádico ser rió un poco antes de cumplir con lo exigido, no fue difícil para él invertir su propia creación pero lo que vino a continuación dejó perplejo al exorcista –Tomad a Kanda Yuu, Alma Karma y los Terceros Exorcistas, nos los llevaremos con nosotros- Entonces Allen se revolvió levemente -¡Ese no era el trato Conde!- pero este le miró por encima de sus gafas redondas, y estiró su cabello obligándole a mirarle a los ojos -¿El trato? Te ofrecí su vida a cambio de tu anexión a nuestra causa y lo he cumplido, no te creas con derecho a exigir más- La voz del Conde fue suave, pero tan cortante y fría como el filo de una navaja, luego soltó el cabello de Allen acariciándolo, como si tratara de compensarle por su tirón, y miró a los exorcistas –Deberíais buscar el Corazón y jugar según las reglas, solo tomo aquello que me pertenece, así que no tratéis jamás de emularme de nuevo, no habrá otro Allen Walker al que me interese tener, la próxima vez os destruiré sin pestañear pequeñas ratas exorcistas- El Arca apareció bajo sus pies y los Noé junto con los Terceros, los Segundos, el Conde del Milenio y Allen Walker desaparecieron de la Sede de la División Americana de la Orden Religiosa Oscura, para nunca más volver.

Una extraña decoración los recibió pero para el de cabello gris todo se volvió negro y dejó caer sus miembros inertes sobre la figura de su enemigo, que, transformándose en humano, lo acunó tiernamente tumbándolo sobre su propia cama, de la que ya no iba a salir.