"Un bromista de ojos miel"
Prólogo:
- ¡Ya vas a ver cuando te atrape, hijo de puta! –gritaba Dean mientras corría lo más rápido que podía detrás de un hombre de castaños cabellos y dorado mirar, el cual se reía fuertemente sin dejar de correr-
- ¡Vamos, hombre! ¿Eso es lo más rápido que puedes correr? ¡Y yo que te consideraba uno de los mejores cazadores de todo el país! –gritaba de vuelta el hombre mirando de vez en cuando hacia atrás para poder localizar cuan lejos estaba el cazador-
Al doblar en la esquina de un gran edificio, el joven se detuvo de golpe al encontrarse de frente con Sam, que lo estaba esperando con una estaca cubierta de sangre en la mano derecha.
- ¡Lo siento chaval, pero estoy algo ocupado para jugar contigo! –dijo esquivándole ágilmente, pasando por entre sus piernas como si nada para continuar su camino- ¡Aunque de seguro mis amiguitos estarán encantados de ocupar mi lugar! –y con un chasquido de dedos aparecieron dos payados de vivos colores que sonreían ampliamente rodeando al menor de los Winchester.
- Hijo de puta… -logro articular con algo de dificultad el cazador antes de desaparecer de la vista del hombre que había salido corriendo nuevamente para perderse en la oscuridad de la noche.
Ya estaba cansado de correr, por lo que se detuvo en medio de una solitaria callejuela. Su respiración sonaba bastante agitada, al parecer había perdido de vista a los dos cazadores. De seguro Sam estaba "divirtiéndose" con sus amiguitos de nariz roja, y Dean, él puede que lo estuviera ayudando o algo por el estilo. La idea le causo bastante gracia, imaginarse la escena le había hecho reír.
- Yo que tu no me estaría riendo antes de tiempo, cabrón –la voz entrecortada de Dean lo había traído de vuelta a la realidad, deshacerse del cazador iba a ser más complicado de lo que pensaba.
- ¡Vaya, me haz alcanzado! –dijo animadamente el hombre, quien le miraba infantilmente- Me gustan las personas que no se dan por vencidas fácilmente –y era verdad, las personas que se rendían rápidamente le aburrían bastante, cosa por la que los terminaba matando.
Dean sacó de su chaqueta una gruesa estaca de madera cubierta de sangre, la cual tomo entre su mano fuertemente.
- Hasta aquí llegaste, bromista –sonrió ampliamente, acercándose poco a poco al susodicho antes de gritar fuertemente- ¡Ahora, Cass! - quien apareció detrás del sujeto para inmovilizarlo.
Una sonrisa traviesa apareció en los labios del bromista antes de ser atrapado por los brazos del ángel, señal de que algo se traía entre manos.
Continuará...
