La mujer de cabello castaño, traje negro, gafas y un parche en el ojo caminaba a través de la base militar esquivando a los soldados que inmediatamente obedecieron la orden de evacuación y seguían el protocolo establecido.

—Christine! —llamó.

—Ah! Sawako, justo a tiempo —respondió Norimi Kawakuchi mientras se ponía a avanzar junto a la mujer del parche. —La esfera está teniendo actividades inusuales. La doctora Ichimonji está haciendo lo posible por solucionar el problema, pero esto es demasiado avanzado para ella… para cualquiera de nosotras. Estamos evacuando, tendremos el edificio vacío en media hora.

—En menos —ordenó Sawako.

Norimi asintió y se alejó para hacer cumplir las órdenes; mientras, Sawako entró al laboratorio.

—Doctora Ichimonji —llamó.

—Sawa-chan —sonrió delicadamente la abuelita. —Que bueno verla, parece que nuestra esfera se está portando mal…

—No es gracioso, Ichimonji —le recriminó Sawako a la abuela.

—No, no lo es —confirmó la anciana. —Estamos haciendo todo lo posible para controlarla, pero esto está más allá de nuestros límites.

—Sí, sí, sí… me da flojera escuchar todo eso —se quejó Sawako. —¿Y Azusa?

—¿La gatita? En el tejado, como siempre.

Sawako asintió y subió al tejado. Azusa la saludó con una inclinación de cabeza y siguió perdida viendo hacia delante.

—¿Qué pasó Nakano? Te di este puesto para que vigilaras.

—Veo mejor desde aquí —respondió Azusa. —De todos modos, por lo que sé, este evento no se inició de nuestro lado. Con todo respeto sensei, esto no lo controlamos nosotros.

—¿De qué hablas?

—La esfera es una puerta, sensei. Las puertas se abren de los dos lados.

Sawako iba a decir algo más, pero algo llamó su atención. La esfera emitió un brillo azul negruzco que formaba diferentes tipos de figuras en el aire. Las máquinas de todos comenzaron a estropearse. Todos se cubrieron cuando la luz por fin terminó en una especie de explosión. Cuando se disipó el humo, divisaron una pequeña figura que sostenía una gran lanza. Era una chica joven, delgada, con el cabello castaño atado en una coleta y ojos color chocolate.

—Baje su arma —ordenó Sawako.

La chica de la coleta hizo un movimiento rápido con su lanza, expulsando una gran cantidad de energía, la que derribó a varios soldados. Comenzaron a disparar, pero la chica estaba rodeada de una especie de barrera de energía que paraba las balas. Sabiendo que era el último recurso, Sawako tomó la esfera disimuladamente y la colocó en un maletín. Mientras, Azusa se lanzó contra la tipa aquella. La tipa colocó la punta de su lanza sobre el pecho de Azusa. La mirada de "la gata" cambió de repente y se alejó de la tipa sin darle mayores problemas. A todo esto, Sawako se encaminaba a la puerta muy despacio, pero fue divisada por la otra.

—Por favor, no haga esto más difícil —dijo con dulzura la tipa. —Fue un viaje muy largo y cansado y no pienso irme de aquí sin eso. Yo soy Ui Hirasawa.

La abuelita se había levantado con dificultad de entre los escombros.

—¿Ui-chan? —preguntó, sacudiéndose el polvo. —¿La hermana de Yui-chan?

Como respuesta, Ui colocó la punta de su lanza sobre el corazón de la abuelita, y con una dulce sonrisa, la sometió al igual que con Azusa.

—Por favor —dijo Sawako muy seria. —No tenemos ningún asunto con su gente, eres tú la que no debería hacer esto más difícil.

—Claro, un terrón de azúcar no tiene ningún asunto que tratar con una taza de té —dijo Ui divertida, mientras Azusa se acercó a Sawako y disparó.

—Ui, la sensei sólo nos retrasa. Tenemos que irnos y tenemos que irnos ya; este lugar se nos vendrá abajo en segundos.

Ui asintió y salió del lugar acompañada de Azusa y la abuelita. En el piso superior, fueron detenidos por Jun.

—Azusa, ¿y ésta qué? —preguntó señalando a Azusa.

—Yo que sé, cosas de la sensei —respondió Azusa encogiéndose de hombros.

Jun no dijo nada más y se apartó dejando que Ui se montara en uno de aquellos jeeps militares y se alejaran de ahí. El radio de Jun sonó.

—Jun-chan, Jun-chan… tenemos problemas. Nakano nos traicionó.

Jun rápidamente volteó hacia Azusa y sacó su arma, pero la gata aceleró el jeep y se alejó de ahí. Pronto todos corrieron hacia donde pudieron. Andando con dificultad por culpa de la herida, Sawako apenas si logró salir, pero el escape no pudo ser evitado; al igual que el colapso de la base de operaciones.

—Maldición —gruñó la sensei mientras sacaba el comunicador. —Jun-chan, reporte de daños.

—No sé cuantos habían dentro de la base cuando se colapsó, pero no sabemos si siguen vivos tampoco. Lo siento mucho sensei…

—Iie… maldición; pero ni modo. Toma nota Jun-chan: a partir de este momento estamos en guerra.

AFTER SCHOOL AVENGER TIME!

—Ehehehe… la pasé estupendamente —dijo la rubia al hombre con el que compartía una taza de té. —Siempre es genial conocer a otros amantes del buen té.

—El placer es todo mío, Tsumugi Oujo-Sama —respondió el anciano con una afable sonrisa.

Sonó el celular de Mugi.

—¿Diga?

—Mugi-chan, lamento la interrupción pero tenemos una situación —dijo la voz de Norimi. —Te necesitamos, es urgente.

—Pero estoy muy ocupada, Norimi-san —respondió Mugi. —Esta fiesterita está cumpliendo con su objetivo, este señor es muy amable y me lo está dando todo.

El viejo iba a responder, pero mejor no dijo nada cuando Mugi lo calló con una cálida sonrisa.

—Como le decía, Norimi-san… no puedo.

—Nakano está involucrada.

El rostro de Mugi cambió.

—Oh no… estaré ahí en cuanto pueda.

—No te molestes —dijo Norimi. —Te toca hablar con el monstruo.

—Norimi-san, tú sabes que no le caigo muy bien a Tainaka.

—No el monstruo del flequillo es mío, yo digo el otro monstruo, la Reina del Peligro.

Mugi colgó.

—Ay, rayos!

xxx

Una niña agonizaba en una cama, mientras su madre miraba impotente cómo la doctora hacía todo lo que podía. Finalmente, la doctora secó la frente de la niña con un trapo y le sonrió a la madre.

—Todo listo, ahora es sólo cuestión de tiempo —dijo con una sonrisa.

—Arigatou! —dijo la mujer.

La doctora, una hermosa joven de cabello negro y ojos grises, devolvió la sonrisa y salió; pero fue interceptada por una llorosa chiquilla.

—Ya, ya, ¿qué tienes? —preguntó Mio.

La niña sollozó:

—Mi papá está muy enfermo, venga por favor…

Mio asintió y echó a correr detrás de la chiquilla, que le ganaba bastante en agilidad. La niñita entró a una casa bien apartada de la ciudad y la doctora entró también. La niña escapó por una ventana y la doctora se topó con una chica rubia de ojos azules que la esperaba con una taza de té humeante.

—Vaya, esa fue bastante buena. ¿La niñita es espía también? —preguntó Mio.

—Mmh… hay que empezar desde muy jóvenes, Mio-chan —dijo la rubia mientras seguía tomando su té. —Mi nombre es Tsumugi, pero puedes llamarme Mugi.

—Muy bien, Mugi, ¿qué se te ofrece? —preguntó Mio.

—Doctora Akiyama, tenemos una situación muy peligrosa entre manos y usted parece ser una experta en este tipo de cosas. Nos urge su ayuda —dijo Mugi.

—¿Y si no quiero? —preguntó Mio de mal humor.

—Te convenceré, Mio-chan —respondió la rubia con dulzura.

—¿Y si la otra no quiere? —preguntó Mio.

—Báh, no creo que pase —respondió Mugi con tranquilidad. —Es todo cuestión de control y tú pareces tenerlo todo bajo control Mio-chan.

Mio suspiró derrotada y Mugi aprovechó a pasarle una fotografía con una esfera que brillaba de una forma misteriosa.

—Hace muy poco perdimos esto. Emite un poco de radiación gama muy débil como para que podamos rastrearla, pero para alguien con tu experiencia en este campo podría ser pan comido. ¿Te gusta Mio-chan?

Mio miró a Mugi detenidamente y luego a la fotografía.

—Mmmh… ¿Entonces no quiere a la otra? —preguntó.

—Nop! Sawako-sensei parece confiar mucho en ti, pero no, no quiere a la otra —respondió Mugi.

Mio se encogió de hombros y le pasó la fotografía a Mugi.

—¿Y cómo me hallaron?

—Nunca te perdimos, Mio-chan, sólo te dejamos en paz. Hasta alejamos a cualquier pervertido que fuera tras de ti.

Mio se echó a reír divertida y estrechó la mano de Mugi.

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—Ey, Nee-chan, ¿qué tal se mira todo? —preguntó Satoshi desde su posición.

—Genial, igualito a la navidad pero con mucho más de mí… la hermosa idol que reparte la felicidad a donde quiera que va —respondió la chica con armadura mientras se acercaba hacia su hogar: las torres Tainaka y aterrizaba en el pequeño puerto construido especialmente para ella.

Cuando aterrizó, la armadura se fue retrayendo hasta quedar reducida a una diadema color dorado, que relucía agarrando el flequillo de la millonaria Ritsu Tainaka. Muy divertida, la chica saltó y su hermano le pasó un vaso de jugo.

—¿Qué? ¿No celebras, Satoshi?

—¿Otro monumento a tu ego? No gracias, Nee-chan.

Ritsu apretó las mejillas de su hermano, él apretó las de ella y comenzaron a rodar por el suelo en una especie de forcejeo. Jugaban así desde que eran niños. La puerta se abrió dejando pasar a Norimi Kawakuchi, la que observaba la escena con una gotita en la cabeza. Norimi carraspeó para llamar la atención de los Tainaka.

—Norimi-san, Irasahi —dijo Satoshi levantándose y sacudiéndose el polvo.

—¿Desde cuando ella es Norimi? —preguntó Ritsu fastidiada por la visita. —Entiende Satoshi: su primer nombre es agente. A-G-E-N-T-E.

—Que simpática, Tainaka —dijo Norimi irritada. —Tenemos una situación y queremos que entres. Es una emergencia.

—¿Es lo de HTT? —preguntó Satoshi aburrido.

Norimi se le quedó viendo mal, por lo que el chico mejor salió del cuarto dejando a las dos mujeres hablar.

—Tainaka, necesitamos a alguien con tus capacidades. Comprenderás que la situación es muy delicada o Sawako no te hubiera llamado —dijo Norimi acercándole a Ritsu una carpeta y un disco.

Ritsu tomó el disco y lo puso en su computadora. Inmediatamente todos sus monitores se llenaron con varias imágenes.

—Lo que me faltaba, ¡tarea! —dijo fastidiada la millonaria.

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Un muñeco de prácticas tras otro eran destrozados por los feroces golpes y patadas de la chica de gafas de montura roja. Estaba harta de todo, se había convertido en una especie de súper-soldado bajo el mando del ejército de Japón, había luchado la guerra y terminó congelada. Era como para fastidiar a cualquier persona responsable el enterarse que durmió por más de cincuenta años. La puerta se abrió dejando pasar a Sawako.

—¿Qué nunca duermes, soldado?

—Ni se le ocurra volver a mencionar esa palabra —gruñó Nodoka mientras destrozaba otro muñeco.

—Sí, todos cometemos errores —dijo Sawako cruzando los brazos. —Algunos más graves que otros.

—¿Tiene una misión, señora? —preguntó Nodoka.

—Así es —respondió la profesora extendiéndole la carpeta.

Nodoka la abrió y lo primero que encontró fue una maldita esfera que le había causado tantos problemas hacía cincuenta años. La siguiente fotografía era la de una chica joven con el cabello atado en una coleta.

—Satomi Tainaka encontró la esfera en el mar mientras la buscaba a usted —explicó Sawako. —Pensamos que nos sería de utilidad, así que la tomamos. Desgraciadamente ella también piensa igual, pero no le dará el mismo uso que le daremos nosotros. Se llama Ui y según ella viene de muy lejos.

—¿Entonces es una misión? —preguntó Nodoka con tranquilidad.

—Así, es. Si la acepta.

Nodoka se quitó las vendas de sus manos y caminó hacia la salida de aquel dojo de artes marciales.

—Manabe-san, ¿alguna recomendación con respecto a la esfera?

—Devuélvalo a donde lo encontró —gruñó Nodoka saliendo de ahí.


Y bueno gente, esta vez les presento una nueva idea. Iba a avanzar más, pero me lo pensé mejor y ver qué les parece hasta el momento. Espero sus comentarios y ya saben:

Chao; nos leemos!

AVENGERS, ASSEMBLE!