D.Gray-man no me pertenece (lamentablemente)

Este es mi primer fic. No tengo ni idea de cómo ha acabado siendo así: tan larga (se suponía que era un oneshot de una sola página) y centrado en Kanda (en mi idea original estaban también Allen y Lavi)... ¬¬UUU ufff, que desastre de persona.

Los comentarios y las críticas serán bien recibidos

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El suelo temblaba furiosamente. Los terremotos se seguían unos a otros. La tierra gemía de dolor.

Todo a su alrededor estaba en ruinas. Podía contemplar los destrozos ocasionados por la cruenta batalla que acababa de ocurrir apenas unos instantes antes. Kanda estaba postrado en el suelo, luchando por mantener la consciencia. Si el lugar donde se había desarrollado su lucha contra el Noah grandullón estaba hecho un asco, no era nada comparado con el estado de su propio cuerpo, lleno de heridas. El daño recibido había sido tan grave que hasta su nuevo uniforme, supuestamente mejorado por Komui y su equipo científico, estaba destrozado. Cada centímetro de su cuerpo parecía estar gritando de dolor. El joven japonés intento incorporarse, pero fue inútil. Sentía como cada uno de sus músculos se desgarraba por el esfuerzo, por lo que optó por permanecer tumbado.

Era humillante. Jamás, en toda su vida, se había sentido tan sumamente avergonzado de sí mismo. No solo le había costado un tremendo esfuerzo acabar con Skin, sino que, durante la pelea, tuvo que hacer uso en varias ocasiones del poder de su tatuaje, acortando así su esperanza de vida. Y para colmo, Mugen estaba destrozada. Esto bien podría significar el fin de su vida como guerrero.

Aunque eso no le importaba. Tarde o temprano alguien remplazaría su puesto como exorcista en esta guerra. Él ya había cumplido su misión. Acabando con la vida de Skin, ya no existía ninguna amenaza para su maestro (al menos de momento). Y, además, aunque no intencionalmente, les había dado una oportunidad de seguir adelante al resto de sus compañeros.

Kanda se sorprendió a sí mismo al descubrir que estaba pensando en esa panda de inútiles que le había acompañado hasta el arca. Kanda no tenía nada en contra de Lenalee, la culpable indirecta de que se encontrara en esta situación. Lo que no le hacía tanta gracia era la compañía de ese alborotador de Lavi y el imbécil del enano canoso. Que se podía esperar de un par de niñatos? Si en lugar de él les hubiera tocado enfrentarse a Skin a alguno de los otros dos, la habrían palmado al instante. Menos mal que se quedó él, así las pérdidas han sido mínimas. Es más fácil reemplazar a un exorcista que a dos, y más si uno de ellos era el proclamado "Destructor del Tiempo", lo que sea que quisiera significar eso.

Otro temblor obligó a Kanda a abrir los ojos. Extrañamente, este último había sido más leve que los anteriores.

Kanda reunió todas las fuerzas que le quedaban para mirar de nuevo a su alrededor. Por muy destrozado que estaba aquel lugar, no parecía estar a punto de desaparecer, como predijo aquel Noah de pelo ondulado. Aunque ese cambio de acontecimientos le sorprendió, acabó por no darle demasiada importancia.

En realidad, ya nada importaba para él. En su lucha contra Skin había usado demasiada vida y, ahora, el círculo de su tatuaje estaba a punto de cerrase, terminando así con ella definitivamente.

Él no quería este final, lo rechazaba con toda su alma. Aún era demasiado pronto para él. Todavía no podía rendirse ante la súbita llamada de la muerte. No podía morir hasta haberle encontrado!! No podía!!

La angustia le desbordaba. No podía negar la cruel realidad. La maldición que le había mantenido con vida durante todo este tiempo, y que le había ayudado a seguir adelante con su vida como exorcista, iba a arrebatarle su bien más preciado sin miramientos.

El cansancio se iba acumulando en su cuerpo. Notó otro temblor de tierra, pero no fue capaz de oírlo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que poco a poco había perdido la capacidad de percibir las cosas con sus sentidos. Ya ni siquiera era capaz de distinguir lo que había delante de el. Su visión se nublaba por momentos.

Sin saber por qué, las caras de sus compañeros le vinieron a la mente de nuevo. Habrían logrado llegar hasta la salida del arca? Como ese par de estúpidos la hubiese palmado, Kanda no se lo perdonaría jamás. Les perseguiría en el otro mundo hasta darles su merecido castigo, por hacer que su sacrificio hubiese sido en vano. Kanda sonrió ante la imagen de Lavi y Allen siendo torturados por él. Seguramente estarían bien. Es lo que pasa con las cucarachas: que son difíciles de matar. Ojalá hayan salido sanos y salvos de esta, así el canoso aprendería de una vez por todas que, en la guerra, son necesarios los sacrificios. Y, en este caso, y muy a su pesar, le había tocado a él ocupar ese lugar.

Lentamente cerró los ojos, aceptando su destino. Aceptando la derrota, por primera y última vez en su vida.

Un líquido caliente recorrió su cara mientras su respiración se debilitaba cada vez más. El dolor desapareció de su cuerpo.

Había llegado el momento.