¡Hola a todos! Hoy traigo algo diferente a lo que suelo subir. Últimamente me he estado viciando a la maravillosa serie "Los 100" y no he podido resistirme a escribir algo de LL en este universo. Si sois fans de ambos shows espero que disfrutéis de esto, si solo lo sois de LL también. No hace falta haber visto Los 100 para entender este pequeño fic y por si las dudas os dejo este apéndice explicando un par de cosas:

Arca: una nave que gira alrededor de la Tierra y que esta formada por 12 antiguas estaciones espaciales. En ella viven los descendientes de los supervivientes a una guerra nuclear que hizo desaparecer del planeta a los humanos. Tienen la esperanza de que tras varias generaciones en el espacio la raza humana vuelva a la Tierra cuando esta esté libre de radiación.

Flotar (a alguien): el sistema de ejecución del Arca. Cuando un delincuente es condenado a muerte es lanzado al espacio sin ningún tipo de protección para que se asfixie en el vacío.


Yo nací en el espacio. Nunca he sentido el sol en la cara, ni he respirado aire de verdad, ni he flotado en el agua. Ni yo ni ninguno de nosotros. Durante tres generaciones el Arca ha mantenido con vida a los últimos supervivientes de la raza humana pero ahora nuestro hogar se muere.


Nishikino Maki

La calidad del aire había sido horrible últimamente, en algunas estaciones había llegado a suponer un riesgo para la salud, sin embargo, poco se podía hacer hasta que las reparaciones pertinentes se efectuaran. Un gran número de personas hacían cola frente a la consulta médica esperando a ser atendidas, casi todos con problemas respiratorios o síntomas derivados de la falta de oxígeno y la intoxicación por dióxido de carbono. Pese a la mala situación en la que se encontraba, Maki no podía evitar la pequeña sonrisa que llevaba en los labios. Le encantaba ayudar a su madre en su trabajo, la joven planeaba seguir sus pasos y ya estaba estudiando medicina, sus calificaciones altas destacaban sobre las de sus compañeros, más aun al sumarle su juventud. La doctora Nishikino era una de las personas más respetadas dentro del Arca. Formaba parte del consejo que ayudaba a la Canciller a tomar decisiones y esto le daba a ella y a su familia cierto estatus y privilegios. Sin embargo, lo que realmente la hacía popular entre la gente era la dedicación a su trabajo como médico. Maki estaba ahí como asistente. Se le permitía echar una mano con los casos más leves cada vez que la consulta se abarrotaba de pacientes y la doctora y su equipo no daban abasto. Aquella semana había estado trabajando allí jornadas enteras, incluso se le había conseguido un permiso especial para faltar a clase.

Se despidió con una sonrisa del paciente del que acababa de ocuparse y salió fuera en busca del siguiente.

-¿Ayase?

Al instante una joven rubia levantó la cabeza y se acercó, le indicó que pasara y la acompañó hasta la camilla en la que atendía a sus pacientes.

-Cuéntame que te pasa. –Maki no necesitó más de un vistazo para saber que era otro de los muchos casos relacionados con el aire deficiente pero aun así no quiso arriesgarse.

-Mm… mareos, dolor de cabeza…

-¿Fatiga?

-Sí.

-Levántate la camiseta voy a auscultarte.

La joven obedeció y respiró hondo cuando la otra se lo indicó.

-¿Has sufrido vómitos?

-Un par de veces.

Los síntomas de la rubia eran preocupantes. Podía mantenerse en ese estado pero si la situación de la nave empeoraba su vida estaría en riesgo. Sacó de su bolsillo una pequeña linterna y apuntó a los ojos de la chica en busca de una reacción de sus pupilas. Al menos no parecía haber daño neuronal.

-¿Vives en la estación Factory?

Los casos más graves venían de allí. Los niveles de contaminación en los sectores de esa estación solían ser más altos ya de normal y la sobrepoblación que sufría empeoraba aún más la situación. Vio como la joven confirmaba sus sospechas con un pequeño movimiento de cabeza y soltó un pequeño suspiro. No había mucho que pudiera hacer, recetar analgésicos para el dolor de cabeza y poco más. Lo único que necesitaban todas esas personas era oxigeno pero tenía totalmente prohibido suministrarlo. La única solución era que terminaran de una vez con las reparaciones del sistema de ventilación.

-No sé si te debería estar diciendo esto… -miró hacia los lados para asegurarse de que no había nadie del personal cerca para oírla. –Te recomendaría que pasaras el menor tiempo posible allí. Si puedes visita la estación Agro, cuanto más permanezcas ahí mejor te sentirás. A parte de eso me temo que no puedo hacer mucho más por ti. Lo siento.

Maki comenzó a escribir en un papel los medicamentos que necesitaría para disminuir los síntomas más molestos.

-¿Puedo hacerte una pregunta? –La voz de la rubia sonaba cansada pero la seriedad de sus palabras hizo que la asistente volviera a fijar la atención en su paciente.

-Claro.

-¿Cómo están los prisioneros de la caja del cielo?

Maki la miró algo sorprendida por la pregunta. La caja del cielo era la prisión en la que los delincuentes del Arca menores de edad eran retenidos hasta cumplir los dieciocho. La chica parecía realmente preocupada y la miraba expectante.

-Um…

-Por favor -sujetó a Maki por la muñeca para que no pudiera evitar la pregunta. –Mi novia está ahí dentro. Hace ya casi una semana que han prohibido las visitas y no me quieren decir por qué.

Maki entendía la preocupación de la chica. El arca estaba en una situación complicada. De vez en cuando surgían problemas como aquel, técnicos o de abastecimiento, los ingenieros siempre lograban solucionarlo pero mientras tanto todos ellos sufrían las consecuencias aunque no de igual forma. La caja del cielo era la primera en quedarse siempre sin recursos ante un problema. En el Arca cualquier delito tenía como castigo la pena capital a excepción de los menores de edad, a ellos los encerraban hasta que dejaban de serlo. Entonces su condena tenía una revisión y se decidía si el delincuente seguía mereciendo la muerte o por el contrario se le liberaba, aunque esto pasaba en contadas ocasiones. El caso es que esa sociedad consideraba a los habitantes de la caja del cielo como dispensables. En teoría vivían con tiempo prestado cuando deberían de haber muerto por sus crímenes por lo que no había reparo en dejarles sin recursos y distribuir esa parte entre el resto del Arca en caso de emergencia. En este caso no sería descabellado pensar que hubieran limitado el flujo de aire del sector para usarlo en gente de bien que no mereciera morir.

-Yo solo soy una asistente, no tengo ni idea de ese tema. –La mirada intensa de la rubia la intimidaba. –Me gustaría ayudarte pero no sé nada, puede que mi madre sepa algo pero ahora es imposible que pueda atenderte, estamos desbordados de trabajo. Lo siento.

Maki le tendió el papel con las medicinas que debía tomar y esta lo agarró de malas maneras, claramente molesta por no haber conseguido la información que quería. La vio marchar en silencio y se quedó pensativa unos segundos antes de ir a por otro paciente.

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-Maki, voy a tomarme mi descanso para comer ahora. ¿Quieres venir tu también? Parece que ya no hay tanta gente esperando fuera así que es un buen momento.

Su madre la había estado observando mientras despachaba a uno de sus pacientes esperando a que acabara para no interrumpirla.

-Claro. Voy a por mis cosas.

Las dos caminaron por los pasillos mientras su madre saludaba de vez en cuando a alguien.

-Maki, quiero que sepas que lo estás haciendo muy bien. Estoy muy orgullosa de tu trabajo.

La mujer paso un brazo sobre los hombros de su hija y la atrajo hacia si mientras caminaban. Las mejillas de Maki se sonrojaron ante el alago y una pequeña sonrisa tímida apareció en su rostro.

-No es para tanto, casi todos mis pacientes tenían los mismos problemas…

-No te quites mérito. Es importante que aprendas a afrontar crisis como la que estamos viviendo estos días. Sabía que podía contar contigo.

Aquellas palabras de reconocimiento significaban mucho para la joven quien no pudo evitar mirar con ilusión a su madre.

Una vez en la fila de racionamiento Maki recordó a la chica rubia con la que había estado hablando antes.

-Esta mañana una chica me ha preguntado algo pero no he podido responderle, quería saber si la gente de la caja del cielo estaban bien. ¿Tú sabes algo?

Vio que la mujer se ponía tensa y que un brillo de advertencia aparecía en sus ojos. Maki miró alrededor justo para ver como un hombre que hacía fila tras ellas apartaba la mirada para disimular mientras escuchaba lo que estaban diciendo. Ninguna de las dos habló más hasta llegar a la ventanilla y recibir sus raciones. Cuando se sentaron en una mesa algo apartada del resto la más mayor suspiró.

-Maki… no es inteligente hablar de ciertas cosas tan abiertamente, menos delante de desconocidos.

-Perdona –la joven dudo en volver a preguntar. Sin duda si había alguien que podía saber del tema era su madre. –Pero… ¿Sabes algo de ellos?

Su madre la miró con duda, evidentemente no quería contarle algo.

-Te prometo que no diré nada a nadie, solo tengo curiosidad nada más.

La mayor suspiró de nuevo mientras se pasaba la mano por el pelo y miraba alrededor para asegurarse de que nadie las oía.

- Allí la gran concentración de gente hace que el oxígeno sea aún más escaso y la situación es grave. Aun así han cancelado la asistencia médica de todos los presos por lo que están abandonados a su suerte. También han retirado a todo el personal para no ponerlo en riesgo y solo se hace una ronda de reconocimiento y de racionamiento en cada celda al día.

-Pero no han cortado el suministro de aire ni lo van a hacer ¿verdad?

Todo aquello no le gustaba. Sabía que todas esas personas eran delincuentes pero aun así le parecía muy cruel. Pensó en lo desesperada que parecía aquella chica de la estación Factory por saber si su novia estaba bien. Todos aquellos presos tenían familias que lamentarían su pérdida aunque esta fuera por el bien común.

-No han llegado a ese extremo y quiero creer que no lo harán.

El rostro de la mujer se ensombreció con tristeza por un instante y a Maki no le costó mucho adivinar lo que pasaba por la mente de su madre al caer en la cuenta de la inquietante verdad.

-Es cierto, Kotori…

El silencio se hizo entre las dos durante unos instantes hasta que la doctora volvió a hablar.

-De todas formas la situación es muy seria. Ya ha habido varios muertos y en las últimas visitas que pude hacer había casos graves de ceguera y daños neuronales que seguramente ahora son mucho más numerosos. No me dejan entrar para atender a nadie así que lo único que puedo hacer es votar en contra de cada propuesta del consejo que los perjudica –miró a su hija y le tomó la mano que tenía sobre la mesa. –Prométeme que no le dirás nada de esto a nadie, si se sabe podría cundir el pánico y eso sí que sería peligroso para todos. Si alguien vuelve a preguntarte di que no sabes nada. ¿Entendido?

Maki asintió con un nudo en la garganta y ambas abandonaron el tema.

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Faltaba poco para acabar su turno, en un par de horas tendría permiso para volver a casa y descansar. Había sido un día largo, al igual que los últimos. Aún no se hacía con aquel ritmo, acostumbrada como estaba a la vida de estudiante. La espalda de Maki le recordaba las horas que llevaba de pie y antes de ponerse a escribir una nueva receta para otro de sus pacientes movió el cuello buscando aliviar el dolor con un par de crujidos de sus vertebras. El niño de la camilla tosía sin descanso bajo la mirada preocupada de su padre. El pequeño tenía un problema respiratorio, aunque era congénito la situación actual del Arca lo había empeorado provocando una serie de ataques de asma que habían estado a punto de quitarle la vida. Por suerte el tratamiento era sencillo, con un inhalador para cortar cualquier ataque que pudiera sufrir podría seguir viviendo perfectamente.

-Con esto no tendrá problemas mayores.

Maki guardo su bolígrafo en el bolsillo y le tendió el papel al padre que se quedó mirándolo con el ceño fruncido.

-Disculpa pero… ¿no hay otra cosa?

La joven se quedó mirándolo confundida sin saber que decir.

-¿Cómo…?

-No puedo pagar esto. ¿No hay otra cosa que no sea tan cara?

-Um… Me temo que no, eso es lo que necesita el niño.

-¿Seguro que no hay nada más que puedas hacer o alguna otra forma de conseguirla? ¡Por favor!

Maki no sabía qué hacer. Quería desaparecer de allí pero ese hombre la había agarrado de los hombros en un intento por hacerse escuchar. Desvió la mirada hasta el niño que observaba el comportamiento de su padre con una mirada intranquila. El pequeño tendría unos cinco años, Maki sintió un nudo en la garganta al perderse en sus enormes ojos castaños. Seguramente moriría en un los próximos días sin el inhalador. Había sobrevivido a los ataques de asma de puro milagro pero la suerte no podía durarle mucho.

-Por favor… solo es un niño…

El hombre al parecer se había dado por vencido y las lágrimas se estaban acumulando en sus ojos.

-No me digas que voy a tener que ver a mi hijo morir cuando podría salvarse perfectamente por no tener donde caerme muerto.

-Yo… -Maki sentía el nudo de su garganta cada vez más grande y le costaba respirar. Quería ayudarles pero ella ya había hecho todo lo que estaba en su mano. No obstante, la llave del armario de suministros que guardaba en su bolsillo se hacía más pesada a cada segundo que pasaba viendo a aquel hombre llorar. Sabía donde se encontraban los inhaladores y podía conseguir uno en segundos. Solo tenía que abrir el armario y sacarlo sin que nadie se diera cuenta. Su madre no estaba en la consulta en ese momento y el medico más cercano a ella estaba lo suficientemente ocupado como para no poder prestarle atención a nadie más. Metió la mano en el bolsillo y rodeó con fuerza la llave.

-Espera aquí un momento.

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Cuatro días más tarde.

Un grupo de guardias armados acababa de irrumpir en la consulta sorprendiendo a todo el mundo. Al instante el ambiente se volvió tenso y todos los presentes se quedaron inmóviles.

-¿Hay algún problema?

-Me temo que sí, doctora Nishikino. El último informe de inventario en su consulta contenía ciertas irregularidades que han sido investigadas. Lamento informarle de que uno de sus compañeros ha robado suministros médicos. Como bien sabe esto es un crimen penado con la muerte.

-No, espera un momento –la mujer, sorprendida, trató de mantener la calma y hacerse con el control de la situación colocándose al frente y encarando al que parecía ser el líder. -Por la consulta pasan muchas personas, más aun estos últimos días. Tiene que ser un error, nadie de mi equipo…

-Tenemos pruebas, las cámaras muestran claramente al culpable. Lo siento consejera pero he de hacer mi trabajo.

Aunque la doctora tenía cierta autoridad por su cargo en el consejo, nada podía hacer para revocar una orden de detención así que no le quedó otra que retroceder mientras apretaba los puños y esperar a ver a cuál de sus compañeros apresaban. Sin embargo, su corazón se saltó un latido al ver como el jefe de la guardia señalaba hacia su hija.

-¡¿Qué?! ¡No! –La doctora corrió hasta ella para intentar separarla de los guardias. –¡No puede ser, tiene que haber un error!

-No hay ningún error. Lo siento señora pero tendrá que apartarse.

-¡Maki! Maki, dime la verdad. –La mujer no hizo caso a los guardias y colocó las manos sobre las mejillas de su hija que estaban mojadas por las lágrimas. -¿Lo hiciste?

La joven no pudo aguantar por mucho tiempo la mirada desesperada de su madre y bajó la cabeza mientras sus sollozos eran cada vez más sonoros.

-Cielo, es mejor que digas la verdad ahora o luego será peor.

-Lo siento… -La voz de Maki temblaba con cada palabra y el llanto le impedía hablar con claridad. –Si no lo hacia ese niño se iba a morir… N-no podían pagarlo y… Lo siento mucho mamá.

La mujer abrazó a su hija con todas sus fuerzas. Notó como los guardias intentaban separarlas pero se aferró a ella, si ahora la dejaba ir podía ser para siempre.

-Doctora Nishikino, si insiste en oponer resistencia no me quedara más remedio que arrestarla también con los consecuentes cargos.

-Mamá… suéltame... Mamá por favor, no quiero que te floten por mi culpa.

La mujer acabó por separarse dejando actuar a los guardias pero cuando vio que la iban a esposar los detuvo.

-Eso no será necesario –El guardia ignoró a la mujer y siguió con lo que estaba haciendo así que esta insistió de nuevo, esta vez con el jefe. –¡He dicho que no es necesario, no va a resistirse!

El jefe le hizo un gesto al guardia de las esposas para que se detuviera.

-Vámonos.

Todos salieron de allí y comenzaron a atravesar los pasillos que llevaban a la caja del cielo. La doctora había decidido acompañarles, no iba a desperdiciar los últimos momentos que podría pasar con su hija.

-Maki, escúchame. Voy a hacer todo lo que pueda para sacarte de ahí. Seguro que consigo convencer a la Canciller de que te absuelva.

-Siento haberte decepcionado –la vista de Maki estaba clavada en el suelo y las lágrimas seguían rodando por sus mejillas.

Ver a su hija tan hundida le causó un pinchazo en el pecho. La tomó de la mano esperando que los guardias le permitieran al menos eso.

-No pienses ni por un segundo que eso es verdad. No puedo estar más orgullosa de ti, Maki.

La joven la miró aun sin creer lo que estaba oyendo. Su madre le estrecho con más fuerza la mano mientras le dedicaba una sonrisa triste.

-Lo único que lamento es que tengas que pagar este precio por tener tan buen corazón.

En unos minutos llegaron a la compuerta que conectaba con la caja del cielo.

-A partir de aquí el paso está prohibido a civiles. Tendrá que quedarse aquí doctora Nishikino.

La mujer aprovechó que se habían detenido para abrazar una última vez a su hija.

-Te quiero.

-Te quiero mamá.

La mayor beso a la otra en la frente y se separó de ella lo justo para mirarla a los ojos.

-Que volvamos a vernos.

Los guardias las separaron y cruzaron la puerta con Maki mientras la mujer se quedó atrás llorando amargamente.

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Un golpeteo enérgico resonó en la puerta del despacho de la Canciller Minami. Se quitó las gafas y se frotó sus ojos cansados, dejó sobre el escritorio los documentos que había estado leyendo y con presionar un botón instalado en la mesa abrió la puerta a distancia. Al ver quien era, se levantó y caminó hacia ella preparándose mentalmente para una conversación muy difícil. Los ojos purpura de Nishikino estaba enrojecidos por el llanto pero aparte de ello su rostro no mostraba ningún rasgo más de tristeza, únicamente enfado. La Canciller se dio cuenta enseguida de la dura mirada que le estaba lanzando.

-Siento mucho lo ocurrido.

-¿Qué lo sientes? Tú eres la que la ha metido ahí dentro.

-Quebrantó la ley. Mi deber es castigar a quien lo hace. No tenía otra opción.

-¡Claro que la tenías! ¡Tú eres la única que puede indultarla!

-No puedo hacer eso. No puedo ir perdonando a cualquiera por sus crímenes. ¿Qué tipo de mensaje le estaría dando a la gente?

-Ella no es cualquiera. –La pelirroja se acercó más a la otra mujer que la superaba en altura por muy poco. Sus ojos estaban empezando a empañarse de nuevo pero no le importaba. -¡Es mi hija! …Por favor… sácala de allí. –Dio un par de pasos más hasta que apenas las separaba espacio y colocó una de sus manos en la mejilla de la otra. –Te lo suplico.

-Lo siento pero no. –Rodeó la mano que seguía en su mejilla con la suya antes de que su dueña pudiera retirarla y la estrechó con fuerza. –Te prometo que en la revisión de su caso será indultada pero no antes.

La doctora recupero su mano después de un tirón brusco.

-¿Se supone que eso ha de alegrarme? ¿Esperas que te de las gracias? Mi hija va a perder tres años de su vida ahí encerrada si es que no muere antes gracias a que tú y el resto de consejeros estáis convirtiendo ese lugar en una trampa mortal.

-No exageres… -La canciller apartó la mirada sintiéndose incomoda.

-¿Exagerar? Diles eso a las familias de los tres cadáveres salidos de la caja del cielo esta semana. Esos chicos se están muriendo ahí dentro y ni siquiera me dejáis entrar a ayudarlos. Sé que está pasando algo. ¿Por qué no quieres contármelo?

-Tienes razón, hay algo que no te he contado -le dio la espalda y se alejó unos pasos mientras se esforzaba por medir sus palabras con cuidado. – Pero sé que si lo hiciera acabarías haciendo una tontería y no puedo perderte a ti también.

La doctora se esforzó por encontrar un significado para aquellas palabras pero estaba demasiado alterada. Se limitó a soltar una risa indignada por lo bajo.

-¿Perderme? Ya no tendrás que preocuparte por eso después de hoy, no quiero saber nada de ti. No sé en qué estaba pensando al venir. Creía que serias capaz de ayudarla si te lo pedía, pensaba que lo harías por mí pero es evidente que he sido una ilusa. Encerraste a Kotori en la caja del cielo sin pestañear si quiera, si no hiciste nada por ella mucho menos ibas a ayudarnos a nosotras. –Hizo una pausa para poner sus pensamientos en orden y tomó una decisión. -No me importa si planeas dejar morir a tu hija en un agujero, pero no esperes que yo haga lo mismo. Mañana a primera hora entraré en la prisión para hacerles un chequeo a todos esos chicos y trataré a los que pueda. Espero que des la orden de que me dejen pasar, si no prepárate para hacerme flotar porque entrare de todas formas aunque tenga que quebrantar tus queridas leyes.

La doctora le dio un último vistazo a la espalda de la otra mujer y se marchó sin despedirse. Cuando la Canciller se quedó sola en la habitación dejó de aguantar las lágrimas y se permitió desahogarse. Las palabras de la pelirroja la habían herido como si fueran cuchillos pero en esos momentos tan críticos no podía mostrarse débil ante nadie, ni siquiera ante ella.

continuara?


Esta es una de las muchas ideas que tengo sobre este AU. No pretendo hacer una historia completa (al menos de momento) pero me gustaría ir subiendo escenas sueltas, situaciones que podrían darse entre los personajes, no se todo depende de la acogida que tenga este capítulo. Si esto continua las parejas que acabarían apareciendo serian NicoMaki, KotoUmi, NozoEri y RinPana as usual.

Elogios, criticas, headcanons, propuestas... todo es bienvenido.

¡Hasta la próxima!