Disclαimer. Ya, bien. Me decidí: entregaré a InuYasha, y admitiré que son todos de Rumiko. Fin, ¿contentas, felices? Ja. Ya verán, ya verán. *cara mafiosa* (?)


Mrs. Pαrαnoiα; Growth

#Prólogo.

Ambos se encontraban concentrados. Cada uno en lo suyo, pensando en quién sabe qué cosa. Lo único que se escuchaba era el sonido de viento jugando con las hojas.

El monje frunció el ceño.

—¿Qué imaginas, InuYasha?

—¿Qué? ¿Yo? Keh, nada.

Sus miradas se cruzaron. Uno de ellos tragó duro.

—Vamos, escúpelo—animó el monje. Sabiendo que el hanyou quería preguntarle algo.

—¿Cómo…? ¿Cómo puedo pedirle a Kagome que sea mi compañera?

Un sonrojo cubrió toda la cara del medio demonio, y Miroku sonrió, indulgente.

—O sea que quieres pedirle matrimonio.

—Sí.

—Bien, te daré un consejo, amigo mío.

InuYasha puso toda su atención al monje que comenzó a pararse y a caminar de lado a lado, poniendo nervioso al hanyou.

Miroku, ya casado con Sango y a punto de recibir a su tercer hijo, no olvidando a las dos pequeñas gemelas que tenía, conocía muy bien las debilidades de las mujeres y lo que InuYasha debía pasar al comprometerse con Kagome.

—Tú amas a la señorita Kagome, ¿no es así?

—Sí.

Él asintió, y entrecerró los ojos, pensativo.

—¿Sabes en lo que te metes?

—¿Tan peligroso es?

El monje asintió, divirtiéndose por dentro.

—Tendrás que batallar con la inesperada respuesta de tu mujer. Que estará entre aceptar tu propuesta o decirte simplemente que no.

—¿Crees que me dirá que no?

—No lo sé, amigo mío, no puedo asegurártelo.

El peliplateado se cruzó de brazos, sabiendo que algo estaba ocultando el monje. Suponiendo que ya estaba exagerando las cosas. No podía ser tan difícil pedirle a Kagome que se casara con él. Ella lo amaba. Ambos se amaban, ¿qué de complicado tenía eso?

—En sí—continuó el monje, acariciando su barbilla—, el matrimonio es muy complejo InuYasha. Hay varias cosas que tendrás que pasar antes de poder tener una familia y ser completamente feliz.

—¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles?

Miroku tomó aire. Le hizo un gesto a InuYasha pidiéndole que prestara la mayor de las atenciones.

—Son nueve cosas—comenzó, mostrándole nueve de sus diez dedos—. Debes pedirle matrimonio a Kagome. Ella te dirá la respuesta.

—Si me dice que no, ¿qué hago?

—Luego pensaremos en eso. No me interrumpas—tomó otra bocanada de aire y prosiguió—. Le pides matrimonio, tienes que anunciarle a la familia lo que decidieron, el casamiento más los nervios de éste,—mientras Miroku explicaba las cosas que debía hacer, iba bajando los dedos, enumerándole cómo tenía que seguir los pasos. Como una receta—, después sigue la Luna de Miel; las primeras peleas junto con las reconciliaciones, los meses de embarazo, los niños, la alegría de ser padre, quizás otro bebé, y luego familia feliz.

InuYasha lo miró, confundido.

—¿Qué es la Luna de Miel?

—El momento en donde tú y Kagome… ya sabes.

Estaba de más decir que el hanyou estaba rojo, y bastante incómodo. Suspiró, ¿todo eso debía hacer? Le iba a llevar una vida entera. Literalmente, claro.

—No pongas esa cara, serás feliz pasando todo eso. Es el desenlace del matrimonio. Lo que todos pasan.

InuYasha se levantó del lugar del que estaba y lo observó.

—¿Cómo lo hiciste?

—Soy un hombre fuerte—sonrió, casi riéndose con la pregunta de InuYasha.

Miroku palmó la espalda del hanyou, dándole ánimos y su sonrisa se ensanchó.

—Sé que podrás, no es nada de otro mundo.

«Ya veremos», pensó, el medio demonio, dubitativo.


N/A. Se, cualquier cosa. Pero sean comprensivos, ¡quería hacerlo! Son diez capítulos, viñetas. Y hablan sobre el desarrollo del matrimonio, ya saben. xd Sé que el título (que en inglés significa 'crecimiento') no tiene nada que ver con el nombre original que era DESENLACE, pero me convenció más el name que lleva ahora. (cambios bipolares, creo que entienden :S).

Y sí, ¡esta era la sorpresa! *caen papelitos de colores* Espero que les guste niñas. Y si no, bueno, me lo dicen. (:
Acepto cualquier idea constructivaaaaaaaaa.

Sean felices, coman perdices. :DDDD

Fin de transmisión. (: