Un callejón oscuro. Una noche lluviosa. Una persona que solloza apoyada en la sucia pared, mientras le tapa los ojos con los antebrazos y mira al cielo, gritando.
¿Qué tratas, Inglaterra? ¿Acaso quieres que el cielo se entere de tus penas? ¿Quieres acaso que la lluvia conozca tus sentimientos frustrados hacia América?
Otra persona aparece en el callejón. Aspira humo de su puro, y lo expulsa en dirección al rubio. Silencio. Lluvia.
-¿Qué coño haces? Un Kirkland no llora.
Arthur lo mira. Tiene los ojos rojos, la nariz colorada y la carita hinchada de tanto llorar. Responde amargamente.
-Will es una Kirkland. Carwyn es un Kirkland, e incluso tú eres un jodido Kirkland. Pero si tengo que reprimirme para ser de vuestra familia, entonces te aseguro que lloraré hasta no tener lágrimas...
Un sollozo. Humo. Lluvia. Una mirada, dos miradas. Pasos.
-N-No te me acerques... ¡A-Aléjate, Scott!
Pero Escocia no se aleja. Es más, lo aprisiona contra la pared. Coge su cigarro, da una última calada y lo lanza al callejón. Respiración agitada. Uno. Dos. Tres. Scott se acerca a los labios de su hermano. Cuatro. Arthur cierra los ojos con fuerza y gira el rostro. Cinco. Seis. Escocia le coge de la mandíbula y le hace mirarlo. Ojos verdes contra ojos verdes. Siete. Ocho. Nueve. Labios calientes contra labios fríos. Diez.
Inglaterra intenta apartarse. Lo empuja, le golpea, incluso le muerde la lengua. Pero sabe tan bien como Scott que no conseguirá despegarse de la boca del pelirrojo. Así que le agarra de su chaqueta mientras profundiza el beso.
-S-Scott...
Escocia se pega a él más todavía. El cuerpo de su hermano, delgado y fibroso, se hace patente bajo la ropa mojada. Se separan. Arthur no tiene valor para mirarlo a la cara. Scott sí.
-La vida no es un cuento de hadas, Arthur. Tú no eres ninguna jodida princesita, y no cuentes con que ese estúpido con complejo de héroe te salve.
Arthur lo mira, con los ojos verdes anegados en lágrimas. Scotland cierra los suyos, verdes también, y le revuelve el cabello. Es el primer signo de complicidad entre hermanos que han tenido... nunca.
-En el mundo real los humanos no ven a las hadas, ni creen en los dragones, ni encuentran el amor verdadero. Aquí cada uno vigila sus espaldas y se mantiene siempre alerta.
Inglaterra baja la mirada, abatido. Escocia sonríe y le besa la oreja.
-Pero tú tranquilo, que mamá Scott estará aquí para cuidarte...
-Are you fucking kidding me?
Una risotada. La lluvia amaina. Una maldición en inglés, Un último mordisco en el cuello, y un pelirrojo que desaparece por entre las calles de Londres, no sin antes haber encendido un puro.
