Roma POV. "Creí que sólo fue una de nuestras típicas peleas, tontas. Que en un par de días todo habría acabado y sería como antes. Cuan equivocado estaba. Todo empezó cuando empecé a expandirme más, cuando empecé a alejarme de ti y de nuestra familia. Si lo hubiera sabido…Si hubiera sabido que todo cambiaría aquel día… Todavía lo recuerdo, aquel terrible día."
Mi pequeño Lovino, hace siglos que no le veo, ¿habrá crecido mucho? Seguro que sí…
—¡Estoy harta de tus malditas conquistas! ¡El niño se pasa todo el día preguntando por ti!—Estaba muy enfadada. Podía notar marcas en sus mejillas, creí que serían lágrimas, pero lo dudaba.
—¡¿Crees que a mí me gusta más matar gente que estar con mi familia?! — Grité de vuelta. Ella no podía entenderlo y yo no estaba de humor para aguantar sus gritos y enfados.
—¡Eso es lo que parece! ¡Eres un maldito bastardo! ¡Nunca debí haber venido a Roma! — Aquello me dolió. Yo le ofrecí venir a Roma para poder tenerlos a ambos aquí, nunca pensé que diría eso.
—¡Entonces vete! ¡Pero si te vas no vuelvas aquí! — Mi voz sonó agresiva, casi con veneno. No sabía cuánto me iba a arrepentir por aquellas palabras.
Me quedé mirándola, sus ojos abriéndose de sorpresa, mas mi rostro y mi expresión no cambiaron.
Ella se puso firme y habló con una fría y aterradora calma.—Bien. Lovino se vendrá conmigo, y no podrás verle. —
La observé sin creerla, sin decir nada. Aquel fue mi segundo gran error, no sabía que ella hablaba con seriedad, que lo cumpliría tal y como dijo.
Solté un bufido y desvié la mirada, viendo como de reojo ella se retiraba y mandaba algunos de sus esclavos a preparar sus pertenencias y las del pequeño Lovino. 'No tardará en volver' pensé.Justo al día siguiente les vi partir. Algo en mi interior me decía que debía detenerles, que debía evitar que se fueran, pero mi orgullo fue más.
Pasaron días, semanas, y ellos no volvían. Mi humor durante esos días empeoró y mis peleas y batallas eran más agresivas y violentas.
Y yo seguía sin saber de ellos. Ni siquiera hubiera sabido que habían llegado a salvo de no ser por el espía que envié.
Me pasaba los días en peleas, entrenamientos o en mi casa, sin un objetivo claro realmente.
Cuando se cumplió el año ya me había cansado de esperar. Mandé preparar mis cosas para dirigirme a Grecia.
Nunca me imaginé que aquella pelea, y más tarde aquella visita cambiarían todo lo que conocía, cambiarían el destino.
