N/A: Hola! He creado esta nueva cuenta para darle rienda suelta a mi más reciente obsesión: El Hobbit! He dejado de escribir por un par de años, así que esta historia es solo para sacarme un poco el polvo y el oxido que cubren mis hermosas manos de escritora(?) Ok, no, pero en serio, solo es un pequeño experimento para ir recobrando el toque(?).
Dawninn Gamgee, nuestra pequeña hobbit protagonista es un personaje mío, basado desde luego en el mundo inventado por Tolkien. La verán seguido en mis historias, de protagonista o de patata en una escena extra(?). Pronto subiré una fic con ella y su prima, aunque no estará relacionada con esta aberración de aquí(?)
Posibles advertencias por un Bilbo desnudo owo
Dawninn Gamgee era una pequeña hobbit de la Comarca. Era curiosa, atrevida, intrépida... Peculiar. Poco le importaba lo que pensaran de ella, o la imagen que diera, o el mañana, o el presente, o el ayer; lo único que le importaba era el aquí y el ahora. Y eso es precisamente lo que nos lleva a la situación actual, puesto que aquí y ahora, nuestra pequeña hobbit se encontraba de rodillas sobre el pasto, en silencio, afuera de una ventana que no era la suya, en medio de la noche, y apenas irguiéndose lo suficiente para alcanzar a atisbar lo que sucedía al otro lado de los cristales. La pregunta evidente era: ¿Qué cosa veía? O mejor dicho, ¿qué cosa espiaba?
La respuesta, queridos lectores, es que aquello que espiaba no era nada más ni nada menos que un hobbit. Un hobbit como cualquier otro, como tantos que habitan la Comarca. Un hobbit respetable, afable y no especialmente memorable. Para algunos. Pero para ella este hobbit era..., era... ¿Cómo decirlo? Cualquier palabra que pudiera usar para describirlo le quedaba corta.
Su nombre era Bilbo Bolsón. Tal vez algunos de ustedes hayan oído de él, o tal vez no, pero lo cierto era que ese era el hobbit que la enloquecía. Medía 1.25, su cabello era entre castaño y rojizo, siempre fuera de lugar, con ojos almendrados, inquisitivos, y una nariz que movía cual roedor cuando estaba preocupado. Había algo en él, un no sé qué, que a ella le atraía, a pesar de que el Sr. Bolsón estuviera fácilmente en sus 50 años mientras que ella sólo en 27, lo cual, en años hobbit, quería decir que aun estaba en plena adolescencia mientras que él ya tenía cierto aspecto de hombre maduro, pero no le importaba.
Intentando no hacer ruido adoptó una posición que le permitiera ver mejor al interior de la casa del hobbit: era una casa acogedora, de antaño, llena de libros, lienzos, buena comida y una chimenea siempre ardiente. Era la casa de una persona cronometrada, una que difícilmente salía de la rutina. Sin embargo, en este preciso momento lo que ella observaba no era la sala ni el comedor del hobbit, sino su recamara.
Se mordió el labio y sintió que un escalofrío recorrió su cuerpo cuando Bilbo entró alegremente a su habitación, silbando una tonada despreocupada y en bata de baño. Su cabello estaba humedecido y más alborotado que de costumbre, despeinado y cayendo sobre sus ojos aquí y allá. Aun a través del cristal, Dawninn podía percibir la fresca fragancia a flores y frutos que emanaba del cabello recién lavado del hobbit. Cada "shampoo" era único en la Comarca, ya que cada hobbit lo hacía caseramente y a su gusto, haciendo uso de todo aquello que tuvieran a mano.
Bilbo caminó hacía sus cajones, eligió un par de prendas de vestir, holgadas y apropiadas para la noche, se dio media vuelta… y empezó a deshacer su bata de baño. Esto era lo que Dawninn había estado esperando. Vale, sé que espiar a un hobbit después de su ducha no es lo que una pequeña hobbit respetable hace, pero… ¿Podrían reprocharla ustedes? Y es que, si bien era cierto que esta no era la mejor forma de profesar su tierno e inconmensurable amor hacía él, también era cierto que no había nada más que ella pudiera hacer, ya que Bilbo -mejor conocido como el Sr. Bolsón- nunca se fijaría en una simple hobbit como ella, mucho menor que él y completamente ordinaria. Una niña. Tanto era así que ellos dos nunca habían saludado, ni peor se habían acercado a conversar alguna vez; después de todo... ¿de qué podrían hablar dos personas tan distintas?
Dawninn contuvo la respiración y esperó.
Bilbo desató el lazo que cerraba su bata de baño, y entonces dejó que esta cayera de sus hombros. El hobbit, si bien no era un ser de mucha actividad física, estaba bien conservado, en todos los sentidos. Su piel era ligeramente pálida, señal de que rara vez salía de casa y de que nunca trabajaba bajo el sol; un par de músculos contorneaban su espalda, delineando una figura fuerte aunque no musculosa: bien era sabido en toda la Comarca que el Sr. Bolsón no era de ejercitarse ni hacer nada que lo alejara de la comodidad de sus sillones, sillas reclinables y mecedoras. A pesar de su edad y de que un par de líneas de expresión se mostraban a penas visibles en su rostro, el hobbit no tenía arruga alguna ni signos de envejecimiento, su tez era completamente lisa... Dawninn se preguntó entonces como se sentiría poder deslizar sus dedos sobre esa piel… poder tocarla y contornear su figura, sentirlo real bajo su tacto. Del cabello del hobbit aun resbalaban gotas de agua, una después otra, que perezosas rodaban sobre sus hombros y empezaban un recorrido lento hasta perderse más allá de su cintura, de su espalda baja. Dawninn no pudo evitar morderse el labio mientras sus ojos continuaban yendo hacia abajo.
Las caderas de Bilbo eran perfectas, mostrándose desnudas y en forma, como las verdes colinas de la Comarca. Pero eso no era lo que más le llamó la atención, claro que no. Lo que más le llamo la atención, era… ya se lo podrán imaginar, pues fue en ese justo momento que Bilbo giró y su cuerpo quedó de frente a la ventana afuera de la cual Dawninn se escondía. Su pecho la dejó sin aliento, y mientras intentaba fijar cada centímetro expuesto en su memoria, llegó a la unión de sus dos piernas. No seré muy detallada en esta parte, pues hay cosas que no deben ser promulgadas con tanta ligereza, y es que lo que nuestra pequeña hobbit estaba viendo era algo que seguramente no era apto para su edad. Si Bilbo hubiera estado consciente en ese momento de que tenía espectadores posiblemente se hubiera sonrojado, como solía hacer cuando algo le avergonzaba, y se hubiera cubierto con lo primero que encontrara a mano, así fuera la barba de un enano. Después claro está, vociferaría algo y se quejaría de la juventud, del queso rancio y de tantas otras cosas. A veces no podía evitarlo, cuando el Sr. Bolsón se ponía nervioso empezaba a hablar y hablar, balbuceando una que otra incoherencia.
Si tan sólo en la Comarca existiera la tecnología que tenemos nosotros, nuestra pequeña hobbit hubiera tomado más un par de fotografías, no lo duden, pero da la coincidencia de que aunque hubiera tenido una cámara a la mano y un ángulo favorecedor para tomar la primera foto, no hubiera podido, porque en ese momento sintió una mano sobre su hombro.
"¡Dawn!"
Casi muere del susto, pero la persona que la había sorprendido no eran ni sus padres ni los vecinos ni algún otro habitante de la Comarca. Era su prima, Dusk. Soltó la respiración y dejó que su corazón regresara a una velocidad normal después del susto que había tenido.
"Esto… ¡esto no es lo que parece!"
"Sí, claro, y yo soy Gandalf." Su prima rodó los ojos, Dawn le dio un empujón.
"¿Quién anda ahí?" Esta vez, la voz no venía de su prima, sino del Sr. Bolsón en persona. Ambas hobbit se quedaron de hielo, mirándose la una a la otra. No había forma de que Dawninn pudiera explicar esto, y Bilbo seguro enviaría una queja a sus padres. Eso sería en el mejor de los casos. En el peor de los casos pues, Bilbo descubriría que era el objeto del afecto de nuestra pequeña hobbit, y quien sabe qué cosas horribles podrían suceder de ahí. Dawninn no quería ni pensarlo.
"Dawn, no te quedes ahí… ¡como una patata!" Dusk tiró de su hombro. "¡Vámonos!"
"Que… ¿qué?" Pero antes de que nuestra pequeña hobbit pudiera reaccionar estaba siendo arrastrada lejos del jardín de Bolsón Cerrado, entre árboles y sembríos, muy lejos de ahí.
Dusk se cruzó de brazos. "A la próxima al menos avisa cuando vayas a irte de casa para mirar el 'bolsón' de Bolsón. Te estábamos esperando para cenar."
"¡DUSK!" Dawninn enrojeció hasta las orejas.
/-/-/
De vuelta en Bolsón Cerrado, Bilbo fumaba una pipa, ya completamente vestido y arreglado. No sabía que lo habían espiado, aunque cuando se asomó a la ventana vio un par de arbustos moverse. 'Conejos' fue lo que pensó, sin darle más importancia. Se sentó en un sillón y cruzando una pierna sobre la otra, expulsó el humo lentamente de sus pulmones. Era una noche relajada, sin lugar a dudas.
Desde su ventana, un par de ojos marrones lo observaban.
N/A: Ojalá les haya gustado, de ser así, comenten! Sé que a muchas de nosotras les hubiera gustado estar en la posición de nuestra pequeña Dawninn Gamgee, no lo nieguen 1313
