-¿Piedra, papel o tijera?
-¿El que mejor convierta un pez en un cenicero?
-¡Claro Minerva! ¿Y qué tal el que realice la poción Veritaserum en menos tiempo?
-Bueno mirad, así no hay quien se ponga de acuerdo, y llevamos más de veinte minutos intentando decidirlo.
-Obviamente, si cada uno propone algo relacionado con su materia no llegamos a ninguna parte.
-Bien, pues que el ganador de un duelo se enfrente a él.
-No me apetece tener que explicarle a Albus y a Poppy porque todo el staff menos tú están en la enfermería, Severus.
-Con halagos no vas a conseguir nada, aunque ciertamente es sabio por tu parte reconocer mi clara superioridad como duelista, Minnie, lo cual me lleva a que por eso mismo yo soy el más indicado para esta misión.
-Hasta un alumno de tercer año podría hacerlo, Severus, no tiene que ver con las aptitudes para el duelo.
-Bien, ¿entonces qué propones Fillius?
-Bueno, escribimos todos nuestros nombres en un papel, lo metemos en el caliz ese que tiene Albus en la oficina y el que salga despedido de entre las llamas pues… le ha tocado.
-Oh sí, sí, esa es una magnífica idea.
-Sí, sí Fillius.
-Con lo divertido que es ¿sabéis que así elegimos siempre a los profesores de DCAO?
-¿¡QUÉ!?
-Nada, nada, Severus, que no sé como tenemos estos profesores de DCAO.
Vieja bruja… algo ya me iba oliendo con eso de que nunca me diesen el puesto… si ni siquiera le avisaban para poner el papelito con su nombre, cómo carajo iba a acceder a la cátedra… en fin… qué más daba, estaba más que claro que él iba a hacer trampas con aquel cacharro y su nombre iba a salir de las llamas.
-¡Mirad, mirad ya sale!
-¿Qué pone?
-SEVERUS.
-¡Oh… joder que suertudo!
-Sí siempre le tocan a él las cosas más divertidas…
-Bien, lamentándolo mucho, mis queridos compañeros perdedores, voy a darle la buena nueva a Albus.
-Espera, espera, al menos ¿nos contarás como fue?
-Claro que sí, Minnie, y si os portáis bien y me libras de tres fines de semana cuidando a los mocosos en Hogdsmead, hasta os dejaré verlo en el pensadero.
Les dejo a todos discutiendo sobre el asunto, saben que tengo mucha suerte, lo que no saben es que para amañar el caliz ese que le compró Dumbledore a los elfo domésticos sólo hay que apretar la manivela de atrás. Llego a la oficina y hago lo que puedo para poner cara de profundo hastío y animadversión.
-Director.
-Severus, mi muchacho, qué placer verte. ¿Dime qué necesitas?
-Lo he estado pensando, Director, y creo que es mi deber como Cabeza de la Casa Slytherin asumir ciertas responsabilidades, por mortificantes que puedan ser. Yo ayudaré al Profesor Lockhart en el Club de Duelo, Director.
-¿Qué!? ¿¿En serio?? ¡Oh mi querido, querido muchacho, no sabes cuánto te lo agradezco! De verdad Severus, sé que esto no entra dentro de tus competencias, te aseguro que no lo olvidaré. Gracias, gracias, mi chico, ya pensé que tendría que echarlo a suertes.
-De nada, Director, ahora si me disculpa.
-Por supuesto, por supuesto, no quiero entretenerte más, gracias, gracias hijo.
Cierro la puerta y camino hasta mis habitaciones, cierro y sólo entonces me permito comenzar a reír. ¿Qué no lo olvidará? Ya seguro… si no fuese por Fawkes no sabría ni dónde tiene la cabeza. Pero en fin, ahora Albus me debe una y yo tengo lo que quería. A decir verdad lo que todos los profesores queríamos desde que el pedante de Gilderoy entró a la escuela. Ser asistente del Club de Duelo. Voy a disfrutar mucho dándole una buena paliza.
Qué malvado soy. ¿Será por eso que soy un Slytherin?
