1. Día de cambios

Llovía. Llovía a mares aunque Harry sólo pensaba en llegar a Grimaud place y poder ver a Ginny y sus hijos. Lily era su niña, tan pelirroja como su madre, apenas tenía rasgos de Harry, ésta ya tenía los tres años. Albus Severus era su hijo menor, tenía esos ojos verdes que ninguno de sus otros hijos poseía, inteligente y tranquilo aunque sólo contase con cuatro añitos. Y por último el más mayor, pero no por ello el más maduro James, un terremoto a sus cinco años, era el claro reflejo del padre de Harry, James Potter, mezclado con la sonrisa seductora de Sirius Black.

Entonces el niño que llevaba en brazos comenzó a llorar, sus ojos azules estaban mojados por sus lágrimas. Harry se dio cuenta de que llovía y eso al niño no le gustaba.

Harry abrió la puerta y se encontró a Ginny dormida en el sofá con Lily en brazos, James tirado en el suelo y a Albus mirándole.

- Hola, Al.

- ¿Qué ha pasado, papá?

- Nada, hijo. Deberías irte a dormir

- ¿Quién es?.- preguntó Al que se había dado cuenta de que su padre llevaba un bultito en brazos.

- Vete a dormir, mañana hablaremos ¿de acuerdo?

Albus asintió y subió las escaleras hacia su habitación. Mientras el bebé había dejado de llorar y sus ojos azules estaban ahora cerrados, tenía sueño y Harry recordó que aún guardaban la cuna de Lily en su habitación así que la montó y dejó allí al niño.

Volvió al salón, subió a sus hombros a Lily, cogió a James y dejó a cada uno en su habitación. Al terminar fue a despertar a Ginny.

- Harry ¿qué ha pasado? ¿por qué has vuelto tan tarde?.- dijo Ginny ya despierta.

- ¿Recuerdas lo que te conté sobre la profecia? Lo del nuevo elegido.

- Si ¿ya sabes quien es?

- El hijo de Draco Malfoy.