No puedo más.
Las palabras no bastan para expresar el dolor, el abandono y el rechazo, que yo Isabella Marie Swan, siento. Para los demás es extraño como puedo sentirme asi por alguien con quien estuve por menos de un año, sé que todos piensan eso; Charlie, Renee y todos mis "amigos" en la escuela.
Pero Edward, siento como mi jodido corazón se aprieta al pensar en él, en su sonrisa y su aterciopelada voz cuando me decía:
—No puedo vivir sin ti Bella.
No es (o era) solamente mi primer amor, si no la persona que me había hecho descubrir lo que era sentirse excesivamente feliz y viva, que había algo en mi existencia que valía la pena.
En Phoenix, nunca tuve muchas amistades, siempre he sido una persona solitaria, demasiado inocente, su llegada y la de su familia a mi vida era lo más interesante que me había ocurrido jamás.
Me reí cruelmente de mi misma por haber creído firmemente en sus palabras, como si un ser tan perfecto como el pudiera fijarse en mí, una humana tan poco atractiva, que idiota, pero, tal vez había alguien más que si lo haría, me consideraría lo suficientemente atractiva.
Cuatrocientas veinte lágrimas, doscientas migrañas y decenas de noches en vela, fueron necesarias para que hubiera un clic en mi cabeza, observe el reloj que descansaba en mi escritorio, eran las 4:20 de la madrugada, y en ese preciso momento supe que jamás volvería a ser esa Bella estúpida, aburrida y tediosa, que había sido siempre.
Bienvenida seas Marie.
