KiKuro AU
Kise es un famoso actor que a sus 28 años ha forjado una brillante carrera en Estados Unidos, estando de vuelta en su país natal planea tomarse un merecido año sabático lejos de las luces y los paparazzi, o eso planea él.
Kuroko es un quinceañero normal y responsable, con la obligación de ayudar económicamente a su familia razón por la cual trabaja por las tardes en un nostálgico café Antique.
Ambos se conocen por una casualidad en ese lugar, y ninguno de los dos se imagina la diferencia que aquel encuentro marca en su futuro.
Fic/rol hecho por mí y Mika.
Este fic trae muuucho lemon y trajecitos, porque Kise es muy pervertido y Kuroko muy lindo.
711
Había regresado a su tierra natal después de un millonario rodaje en USA, una ambiciosa película bien digna de Hollywood, era sin duda el momento cumbre de su carrera, donde brillaba más que nunca, así que había decidido tomarse un descanso después de tanto trabajo; la prensa haría comidilla por el momento, así que mantenerse alejado de problemas sería lo mejor por un momento, un año sabático y luego regresar con el mismo brillo. Por suerte el impacto en Japón no era tan grande y nadie estaba enterado de que había regresado, o eso creía él, libertad momentánea, pues a sus 28 años, a un mes de los 29, Kise Ryouta era un hombre inquieto y vivaz que necesitaba salir por su cuenta.
Por eso ese día se había puesto un gorro, la ropa más sencilla que encontró y un abrigo, entonces salió de casa dejando un breve anuncio a la gente de seguridad, y subió a su auto. Recordando las calles donde había crecido y la gente que había visto llego a un lugar que había sido de sus favoritos, su objetivo de citas lindas; una cafetería Antique. Aunque apenas haría las dos de la tarde estaba nublado, lluvia de verano, entonces entraba y pedía la carta, seguían vendiendo lo mismo después de tantos años, era como si él fuera el único que había cambiado, eso le sacaba una sonrisa de satisfacción, estaba orgulloso de lo que era.
—
El trabajo de medio tiempo en aquella cafetería era lo suficientemente tranquilo y bien pagado para Kuroko Tetsuya, que a sus 15 años tenía que arreglárselas para ayudar en casa pues las cosas no iban muy bien económicamente. Ese frío día las cosas iban igual de tranquilas que siempre en el trabajo hasta que después de parecerle bastante curioso el cliente que le había tocado, lo miraba más detalladamente mientras le servía lo pedido y poco tardaba en reconocer a la persona que intentaba pasar desapercibida.
— ¿Kise Ryouta-san?...— susurraba tratando de no delatarlo pero queriendo confirmar sus sospechas, disimulaba a la perfección su emoción pero estaba sumamente impresionado de conocerlo, en ese momento debía admitirse como un gran fan de aquel hombre.
Este parpadeaba fijando su vista en el empleado que lo llamaba por su nombre, lo habían descubierto demasiado rápido, al parecer brillaba demasiado como para pasar de ser percibido, eso pensaba.
—Jeje, me has descubierto —le sonreía rascándose la cabeza— Guarda el secreto, por favor —apenas le decía y se escuchaba el pequeño alboroto de un par autos llegando fuera del negocio.
Afirmaba silenciosamente con la cabeza bobamente aturdido al escuchar la voz hechizante del rubio, miraba afuera y reconocía las van de canales de espectáculos estacionándose frente al local y bajando rápido con micrófonos y cámaras; no tardaba nada en conectar un asunto con otro y llevado por unas ansias casi desconocidas sujetaba al mayor del brazo y lo arrastraba con el huyendo del lugar mientras el café era invadido por los medios, lo metía por la cocina y pasando por la bodega llegaban a la salida de emergencia del local. No era mucho lo que habían corrido pero suficiente para agitar demás al pequeño que soltaba al rubio dándose cuenta de que había actuado muy impulsivamente.
—eh...lo siento...— quizá el no quería ocultarse, se arrepentía un poco por ser tan imprudente.
Antes de pensar en salir de ahí, el chico del café se lo llevaba y él se dejaba, cualquier cosa era mejor que enfrentar a ese circo; había que ver quien les había avisado, que molestia, pensó que por lo menos tardarían unos días más en encontrarlo.
—No, está bien, es lo que pensaba jeje —solo que había perdido su gorro en el camino y ahora se quitaba el cabello de la frente viendo al más pequeño, era prácticamente un niño, que obviamente sabía quién era él, así que decidía hacer una concesión con él, algo para alguien que le había evitado un mal rato, no era que no le gustara llamar la atención, pero se supone que estaba en su descanso.
—Me has salvado, parece que te debo una —le alborotaba el cabello como a un cachorro, debía ser un estudiante de secundaria —Así que tengo que pagarte, hoy estoy de buen humor gracias a ti, así que pídeme lo que quieras, si puedo, lo haré por ti —que era seguro un autógrafo o una foto, eso no le costaba ningún trabajo y era buena promoción con los fans.
Se sonrojaba tenuemente al sentir la caricia en su cabeza pero su gesto seguía igual de inescrutable, miraba fijo y con atención al más alto pensando en que pedir y sin darle mucha vuelta se decidía.
—Quiero cenar contigo; invítame a cenar— su voz era segura mientras salían al callejón donde desembocaba la salida, por ahí podría huir tranquilo el famoso atormentado.
Lo miraba incrédulo, ¿era una broma? Bueno, la expresión en su rostro era bastante seria al respecto, así que era algo difícil adivinarlo, en todo caso, que le pidiera que "lo invitara a cenar" porque quería, era algo que sonaba atrevido y era bastante nuevo viniendo de un fan, no porque no lo desearan, sino porque usualmente se desmayaban de solo estar frente a él.
Llegando frente a su auto, que no había sido descubierto aun, sonreía ante el casi absurdo, y al ver que el otro no retrocedía a su palabra durante todo el silencio que guardaron, cedía, incluso, tal vez sería divertido, jugar un rato con un niño tan serio.
—Está bien… en dos días, a las seis, espérame en el centro comercial, en la sección de mascotas junto a la fuente principal —recordaba al dedillo cada parte de ese lugar, pues ahí había crecido y durante la secundaria había sido su arma principal en su conquistas colegiales, esperaba que siguiera todo en su lugar.
Entonces subía a su auto, y se despedía agitando la mano.
Kuroko memorizaba las indicaciones y se despedía del rubio, volvía al café cuando se tranquilizaba, era muy emocionante conocer a alguien que admiraba de lejos por sus películas, jamás imagino conocerlo siquiera y ahora cenaría con él en un par de días... En el local los periodistas molestaban hasta entrada la tarde rondando pero gracias a eso habían más clientes y obtenía una buena propina, había sido un excelente día.
La fecha pactada a la hora pactada el estaba en el lugar indicado, se entretenía viendo los animales en la vitrina mientras esperaba ansioso la llegada del rubio.
Pasados dos días del curioso incidente Kise se olvidaba de ello fácil, por lo menos no había sido regañado por su representante al salir así nada más; los siguientes dos días los pasaba entre una visita de su madre, descanso, y una corta y exclusiva entrevista. Llegado el día Ryouta, de visita a casa de un amigo del medio miraba el reloj por casualidad, entonces recordaba su promesa, aunque pasaba media hora de la hora indicada, volvía a lo suyo y quince minutos después se preguntaba si el chico seguiría ahí. Rato después se marchaba del lugar, y su auto pasaba frente al centro comercial, parpadeaba y pensaba que tal vez había hecho algo cruel, así que decidía bajar por curiosidad, no era una mala persona, no aun, y tampoco pensaba que alguien fuera a esperar por más de una hora a quien se supone sería casi imposible ver desde el principio.
Entonces, una hora y veintitrés minutos después de la hora indicada llegaba al lugar, lo mejor camuflado posible, de todos modos lo más probable era que no hubiera nadie, esperaba que el chico no le guardara rencor por eso, pero lo que veía le sacaba una pequeña sonrisa. Al parecer el chico era un poco persistente.
A la hora Kuroko ya entendía que lo habían olvidado, porque seguro ni para plantarlo se había acordado de él, aun así se quedaba ahí porque no tenía mucho más que hacer y aunque se sentía decepcionado y un poco deprimido, no podía negar que aun estaba esperanzado. Se sentaba en el borde de la fuente mirando aun a los perros en la vitrina solo esperando a que oscureciera para partir. No vería nunca más una película de aquel engreído, hubiera dejado que se lo comieran los paparazzi...
Caminando al lugar ya llevaba una rosa artificial en mano, había comprado muchas de esas cuando era adolecente, y la tienda seguía ahí, aunque con diferentes personas, entonces, sigilosamente se sentaba a su lado en la fuente.
—Ese que estas esperando… seguro que es un idiota —lo miraba ya de frente, y le extendía el pequeño presente, cosa curiosa, era la primera vez que le daba una rosa a un chico, pero no lo había pensado en ese momento.
—Perdón.
Lo tomaba por sorpresa la aparición del rubio e interiormente se debatía su orgullo y su emoción, las palabras del otro ablandaban el enojo que pudiera tener pero aun así no le aceptaba la rosa, ¿para qué iba a querer eso? Miraba sus pies y pensaba en que decir; al final prefería restarle importancia.
—No importa...— lo mejor era aprovechar que estaba ahí y nada más, sería la única vez que tuviera esa oportunidad.
Hacía un mohín ante la simplona respuesta del otro, era un chico bastante rarito, y ni siquiera aceptaba su presente, bueno, era su culpa.
—Entonces vamos —Ahora le debía otra cosa, así que lo saldaría, aunque los niños de secundaria no fueran su fuerte.
Se levantaba y tomaba la mano del chico para caminar rápido, si se quedaban más tiempo del necesario era muy probable que lo reconocieran ahora que sabían que estaba en Japón, así llegaban a su auto y le abría la puerta del copiloto, para después subir él, pensaba en donde llevarlo, pues no había planeado nada, al final resolvía que lo llevaría al restauran del hotel donde se hospedaba, cinco estrellas; y siendo un lugar exclusivo por toda la gente importante que se quedaba en él, no tendría que preocuparse por reporteros y eso. Después de hacerlo tendría la conciencia tranquila, porque aun tenía, un poco.
Después de esperar todo ese tiempo ya no estaba tan emocionado como antes, miraba por la ventana del auto ignorando a su acompañante pensando en que hubiera sido mejor no conocerlo, antes lo admiraba pero luego de apreciar levemente el tipo de persona que era, se preguntaba si quería conocerlo de verdad. En eso llegaban al hotel, todo aquel lujo realmente sorprendía al pequeño y alejaba aun más su atención del rubio.
El rubio miraba por el rabillo del ojo al niño que lo ignoraba mientras los demás hacían circo al verlo llegar, algo debería estar mal con él, para empezar, era él quien había pedido salir. Llegando a su mesa les llevaban la carta y el mayor pedía lo suyo y preguntaba a…
—Esto… lo siento, de verdad, pero… ¿Cuál es tu nombre? —de eso si se apenaba en verdad, pues lo había llevado a un lugar exclusivo, le había llevado una rosa y se molestaba de no tener toda su atención como debería de ser pero… no le había preguntado su nombre. Qué vergüenza.
Bien, ese era otro desaire doloroso pero lo aguantaba sin cambiar de expresión.
—Kuroko Tetsuya— decía mirando a los ojos al otro que por fin se quitaba los lentes de sol. Era increíblemente guapo a pesar de todo lo demás, ordenaba lo que le parecía más conocido y volvía al mutismo, el no era de hablar mucho de por sí pero la situación lo había puesto de mal humor y mucho menos charlaría amenamente luego de eso.
Bien… iba de mal en peor con ese chico, y se le veía en toda la cara… aunque esta no cambiara su expresión… ¿por qué tenía que ser tan difícil una cita con un niño? Porque, él había salido con supermodelos, actrices conocidas mundialmente, todos a sus pies, o en su defecto, a su lado; este niño era raro, le molestaba extrañamente que actuara así, apenas se conocían, y de verdad que no había sido la mejor persona hasta ahora pero, ¡Definitivamente era más atractivo que el servilletero!
Trataba de hacer plática, le preguntaba cosas, su edad, su escuela, pero las respondía de un modo cortante, ese niño simplón lo estaba ignorando, ¿no había él pedido eso en primer lugar? ¿Realmente había alguien que pudiera pasar de él de esa manera? Realmente, eso solo hacía que Kise quisiera llamar mas su atención sin darse cuenta, solo un poco, nada de otro mundo, por lo menos en ese momento no lo era.
No se debía esforzar mucho para ser cortante, usualmente lo era y ni siquiera era una señal de desprecio o enojo, él no era muy expresivo. La comida era muy buena en ese lugar, con razón era tan caro, suerte que él no pagara la cuenta; se encargaba de pedir también un postre bastante caro, no es que estuviera desquitando los malos ratos en la cuenta, no, para nada... Al final comía mucho más de lo normal solo para que saliera más caro y seguía ignorando al otro, le hacía gracia el rostro indignado de este cuando no le respondía como esperaba; al parecer le estaba golpeando el ego con su actitud, era bueno saber eso.
La cena finalizaba con un Kise frustrado al ser ignorado por un niño de quince años, cualquiera simplemente lo hubiera dejado, mas teniendo la posición y siendo quien era el mayor, pero Kise tenía un problema con la atención, no podía evitar querer tenerla, pensaba que no era natural que lo tratara así, pero sin poder hacer mucho al final caminaban fuera del restaurante, por un pasillo solitario vigilado únicamente por la seguridad en video del hotel, rumbo a su auto, y él mayor, sintiendo algo de despecho por ser tratado así, aprovechaba para hacer algo que definitivamente no podría ignorar el chico, no había manera.
—Espera, aun te debo una… esto es por llegar tarde a la cita… —lo detenía a medio camino, y estando cerca de la pared lo atrapaba suavemente contra esta, entonces le robaba un beso en la boca, uno lento, y se aseguraba de que fuera uno asesino.
Se congelaba por aquel contacto y juraría que el corazón le dejaba de latir por un momento, era la primera vez que le daban un beso y no sabía bien que hacer, se ponía nervioso y temblaba casi imperceptiblemente. El sabor de la boca del mayor era algo que no lograba identificar, jamás había probado nada similar; el rostro se le prendía y mientras el exquisito aroma del rubio lo invadía, sentía que se derretiría en cualquier momento. Hasta ahí le llegaba el ignorar, era imposible ser inmune a eso...
Sentía el cuerpo del chico temblar, al tener su mano sobre el pequeño hombro, sonreía dentro del beso, y se separaba lentamente de él, satisfecho de haber cumplido con su objetivo, entonces era que lo veía, en eso no lo entendía, pero esa era la expresión que le iba a cambiar la vida.
Admiraba su recompensa de un modo que no esperaba, ese rostro, sonrojado, de ojos bien cerrados y su respiración agitada, en ese momento, transmutado en una expresión que parecía imposible para un rostro tan simple, que le había parecido tan común al principio, entonces pensaba que nunca había visto nada tan lindo, ni nada tan tentadoramente incitador, era peligroso, no se esperaba encontrar algo así ese día; por eso se mordía el labio inferior, lo inspeccionaba, tan pequeño, tan lindo, no se aguantaba y un segundo beso se daba, pero en este se atrevía a abusar algo más de la pequeña boca, de su caliente y pequeña lengua escondida, tan tímida que podría comerla así nada mas, llegaba hasta el fondo queriendo probar mas, y la reacción del otro cuerpo lo hacía pegarse más a él para que no huyera, había encontrado algo demasiado bueno.
Continuara
